La Bayoneta Perdida del Tercer Reich

La Bayoneta Perdida del Tercer Reich

Arbey Matabajoy

30/07/2023

Índice.

• Desvió Del Destino.

• La Bayoneta En La Pared.

• Paso Por Está Tierra. 

    Desvió Del Destino.

De todas las historias y mitos en torno al Tercer Reich, hay uno, no muy contado y que se encierra en un artefacto que se convirtió en mito de un grupo del ejército. Cómo sabrán, hubo muchos complots pará eliminar a él conocido tercer Reich, y cada intentó por segar la vida de este oscuro personaje fue infructuoso; pero hay una narración no tan conocida y que descubrí después de encontrar un artefacto muy peculiar de manera muy increíble.

De esta historia no hay mucha difusión, y solo la pude oír una sola vez por medio de un chat. La historia que llegó por ese chat, era solo mencionada en las filas más íntimas de la SS porque quedó inscrita en una de sus escuelas de formación. El relató  está  centrado en la vez que un espía infiltrado de los aliado, por poco mata al Reich, esto ocurrió en un campo de tiro de la escuela de SS, lo especial  en está historia es qué el artículo que protegió la vida del führer, desde ese día fué tomada cómo si de una santa reliquias se tratara.

Y la resumiré así: Ésa mañana de martes el führer con el alto mando llegaron al campo de tiro de la escuela para pasar revista a los cadetes SS en un ejercicio de tiro, una vez en el campo luego de recibir honores, el cadete jefe le entregó una bayoneta muy decorada con, llena cruces y otras marcar de la simbología de ese Tercer Reich, está bayoneta era  la representación del cursó 59 de cadetes  de las SS; el tirano muy halagado procedió a guardar el regalo en el bolsillo interior de su abrigo.

Ésto podría parecer de lo más normal, pero en un instante, uno de los soldados de la escolta saco su mauser nueve milímetros parabellum, y disparó justo al pecho buscando su corazón del führer. Sólo pudo hacer un disparo antes de ser acribillado por todas las armas de ese polígono de cadetes, luego del ensordecedor ajusticiamiento, entre el paisaje de humeantes armás, todo en un silencio sordo y entre las caras de asombro de todos los presentes en ese polígono. el tercer Reich desplomado en el piso y su circulo más cercano comenzando a reaccionar y llegar apresurados al herido;  justo ahí en esa mañana de fría de aquel martes, el destino crearía un nuevo mito, el führer se levantó por su propio empuje, alejando con las manos a sus oficiales, aún sin palabras y abriendo camino  con los brazos a todos los que se agolparon a su lado, y incluso abriendo su gabardina personal que había firmado un circulo de protección. Se subió en una pequeña tarima y lentamente, con mucho histrionismo sacó ésa bayoneta reluciente del bolsillo interior del gaban, así pasó ese momento tenso y que parecía veces lento por el calor del momento; paso, y se convirtió en un grito de jubiló de todos, oficiales, sargentos, cadetes, soldados y civiles presentes, cuando. El tercer Reich levanta la bayoneta, cómo si fuera una espada y blande como una muestra prodigiosa del destino, y luego la apunta a su verdugo tendido en el suelo, este acto teatral coloca a todos más eufórico.

Y en un improvisado discurso lleno de su oratorio sin igual, en qué resumen; aparte de la propaganda a su favor y a la de su sistema oscuro de gobierno, alababa cómo el salía victorioso sin un rasguño, después de un certero disparo al pecho; y alzando la bayoneta con dirección al cielo cómo de su muestra poder, enajenado de soberbia, y adulado con todos en ese campo victoriano dolo,  cada cadete inflado de ese maligno orgullo, y en posición de saludó cómo rocas listas para cualquier tormenta.

Bueno el resumen de este suceso no es para resaltar la infamia implícita en la figura de tan oscuro tirano; sino, pará  dar cabida a cómo se creó un mito. Lo que pasó ese día, solo quedó en este relato que talvez está ensalzado por la fuente, pero,  lo evidente es que desde ese día la bayoneta que perdió un pedazo en su filo por el disparo, fué tomada como un amuleto por el führer, que nunca la abandonaba en sus giras; de otra parte, la bala y el trozo recuperados por los cadetes de esa escuela, fueron  enmarcados junto a una foto de esa promoción, la número 59 SS. Y lo más insólito que encontré de esté anecdótico evento, qué casi parece inverosímil; y esto es parte del mito, y resa desde ese día en la escuela de SS y quedó inscrita en la mente de cada nuevo alumno, la leyenda: «El tercer Reich no morirá, solo hasta que se una la hoja de la bayoneta y su retazo de filo; y nadie podrá matar al führer sino posee las dos», era tanta la creencia de éstos enajenados por este mito, que tenían una guardia de honor día y noche a el trozo de la bayoneta encerrada en el cristal.

Este trozo de historia apócrifa qué descubrí, en dónde el desvío de una bala con destino al corazón, fué cómo este artefacto que poseo en las manos, le faltara de un pedazo en su filo; la muerte de un espía, la creación de un mito en esa escuela y la obtención de un amuleto pará el führer. Ésto es digno de una historia de Hollywood, pero sólo es la conclusión de mi curiosidad y haber encontrado esa antigüedad en el país y lugar menos esperado. 

La Bayoneta En La                    Pared.

Colgada en un muro, sin ser más que una pintoresca antigüedad,  pintada de herrumbre  y mal restaurada, estuvo por varios años una vieja bayoneta Mauser de 1939. Pero la historia de como llego ahí es de no creer, y, es está. Por no saber, o por no ser curioso, y por no aprender; muchos dejan pasar por su frente auténticos tesoros. Por eso, ser curioso y aprender es uno de mis mantras. 

Ése día de verano, fui contratado por el dueño de un taller ubicado en la vía que llega a mi ciudad, más exactamente,  justo a la orilla de la vía panamericana. El dueño un buen amigo de la familia, necesitaba ordenar y inventariar su taller, así para poderlo rentar, para lo cual me contrato por los días que fueran necesarios. 

Ése jueves comencé sacando y apilando todo lo que encontré en tarros o canecas, o en lo que hubiera para separar la gran cantidad de cosas; esparcido por todos  lados encontré: herramientas, repuestos eléctricos, diversos líquidos y productos, repuestos mecánicos, empaques, tornillos, tuercas, arandelas, y un sin fin de elementos propios de un taller para autos. También comencé a apilar chatarra para su venta, tenía cómo una de las  ordenanza; sacar todo lo que no sirviera, así que hice tres pilas: chatarra, aluminio y cobré.  

Terminé la primera  zona y al pasar al segundo cuarto, estaba todo de la misma forma, en un ¡caos! todo encima  de todo. Pero esté segundo día de trabajó me trajo algo especial, entre los cachivaches reconocí una caja de munición metálica, yo ya conocia esas cajas por mi paso por el ejército; está me llamo la atención porque su color era un verde oliva más fuerte, y era diferente del que yo conocía.                            En fin, saque lo que tenía adentró y la reutilice para colocar algunos repuestos nuevos que hiba encontrando en total desorden de checheres.

Ese día tome la decisión de no tirar al reciclaje algunas cosas, que guardaría pará mí. Entre ellas una navaja multiusos de imitación suiza, cargadores de varios voltajes, y un taladro  qué estaba en la pila de la chatarra, o todo lo que llamara mi curiosidad.

Ya es el tercer día de mi laboriosa obra, todo estaba quedando muy ordenado y clasificado; en una de las llamadas a tomar el café de la mañana, le pude pedir al jefe que me obsequiará algunas cosas que yo estaba separando, su respuesta fué afirmativa, pero replicó que le mostrará lo que me quería llevar al finalizar el trabajo. Con el visto bueno del dueño procedí a ordenar la herramienta en un cajón metálico muy grande, para lo cual saque toda la herramienta de esté armario fabricado artesanalmente, y que funcionaba para guardar con candado las herramientas. 

Ya les dije que encontré una caja de munición un  poco diferente, pero con lo próximo, mi sorpresa fué mayor, al encontar un oxidado y muy magullado cuchillo, mi asombro fue porque ¡no era ningún cuchillo oxidado! Lo que tenían en ese taller para usos no muy acordes a tan singular artefacto; de inmediato reconocí que era una bayoneta. En ese momento creí que era parte de un AK- 47 o de alguna de las armas qué se usaban en mí país desde antaño, o de las usadas por parte de las narco guerrillas, pronto la guarde con las cosas  que ya tenía separadas para llevar.

Ya en esa noche preso de la ansiedad, comencé a googlear y buscar de que arma y fecha era está bayoneta. Fue complicado porque se encontraba muy maltratada, oxidada e incompleta, era tan solo la hoja rota en su filo. Ahora que mi gran curiosidad y poder de observación me llevaron a enterarme que se trataba de una bayoneta mauser de 1938, de usó estándar de las SS y tropas alemanas. 

Ésto me inspiró, subió mi ansiedad, y al día siguiente terminé pronto lo que restaba de trabajo; mostré mi tula con las cosas que quería para mí, (incluida la bayoneta) y el jefe sin ningún  reparo me regaló todo lo que estaba en mi mochila.

Ya en mi casa, con la emoción de un niño al abrir un regaló, comencé a limpiar la bayoneta; está restauración amateur la hice con vinagre y soda cáustica, sabía que un método muy invasivo podría dañar el metal de forma irreparable. Tres días duré limpiando y removiendo  ese óxido, entré las largas esperas de la acción  de los químicos, repasaba y rebuscaba cada cosa de las características de la bayoneta en el internet; con cada búsqueda quedaba claro que aún siendo antigua no valdría mucho si no tenía una historia o estaba en exelente estado, las dos, cosas que no tenía por ahora la bella hoja de bayoneta, que salvé en ese verano de terminar en la chatarra.

Una vez  limpia en lo posible de los productos qué le aplique, no tuve más remedio que pasar lijas muy delgadas, ésto para que fueran más visibles un par de esvástica, grabados y letras o números de serie. Todo fue muy frustrante, el óxido había hecho algunos  estragos en el exterior de la bayoneta, no erran lejibles ni claros los grabados; muy necesarios pará saber el origen de la bella arma. Sólo era reconocible su fecha por el botón de liberación a la izquierda; por la forma del encastre en el arma, y por un par de SS y esvásticas borrosas. Y única, por la falta de un pequeño trozo en la hoja.

Todo esto me desánimo por completo, y decidí no gastar más días en buscar su procedencia, y mejor recuperé el filo, la encabé y coloque en mi pared cómo si de un trofeo se tratara.

 Paso Por Está Tierra. 

En retrospectiva, siempre me pregunte, ¿cómo podría una bayoneta perteneciente a tercer Reich llegar a la casa de una familia cómo los Yaquenn?, o que historia insólitas podría desvelar el filo de esa arma de guerra. 

El no tener una historia confiable, ni números de serie claros o estar en condición de coleccionista, todo eso hizo qué permaneciera casi tres años en mi Pared; no la vendería por unos pocos pesos tampoco, sabía de mi vida militar que  si paso por las manos de un soldado está tendría una historia, y también que la parte que le faltaba podría ser la mejor de las historias de esta arma de un soldado.

Todo podría haber quedado así hasta el fin de mis días, y lo pudo pasar; y talvez quienes me sobrevivieran, le darían el mismo destino que es ese taller de los Yaquenn. Pero, la historia cambio cuando, en una amplia difusión de los medios de comunicación, llegó  su destino, la historia de las noticias  decía cómo el tercer Reich, y con pruebas fotográficas y extenso reportaje. Qué este personaje de la historia mundial había pisado mi país, y es más, la ruta que lo hizo llegar a Colombia no pudo ser otra que mi ciudad.

Este echo lo cambiaba todo, ya tenía la certeza que la bayoneta de mi pared, podría ser de algún seguidor o guardia del mismísimo führer, que su paso por mi ciudad le daba una historia a mi antigüedad en esa pared; y así aumento su valor mucho más de lo imaginado.

Devia de saber más de está bayoneta y su conexión con el führer, comencé recordando la caja de munición metálica del taller Yaquenn; claro está era parte de esta trama y por eso de su color y forma, pensé. Era una caja de munición del tercer Reich, claro que debería de tenerla. Al día siguiente visité a mis familiares que vivían en el taller,  tan pronto llegue busque la caja; pero fué infructuoso, se había desechado a la chatarra. Pero esto no me detuvo y comencé a preguntar en referencia a la caja, claro que sin rebelar mis motivos por la bayoneta. 

Así pude llegar a la pista del primer dueño de la caja y la bayoneta en la familia Yaquenn. El tío Olegario, uno de los tíos de mi madre, que ya era difunto hace mucho fue el primer dueño, y había traído la caja y el cuchillo en los cincuenta, cuando trabajo en uno de los hoteles más afamados de mi ciudad. Está historia ratificaba la de sierra manera la veracidad y conexión de la bayoneta. Mis pesquisas siguieron y al fin encontré una historia, que me contaron después de muchas caminatas por las casas de las veredas en las que se encontraban esparcidos la familia Yaquenn, estás amenas charlas terminaron en los pormenores  que el tío Olegario decía; que cuando trabajaba en el hotel, unos gringos de ojos verdes, llegaron desde el Ecuador, haciendo escala es el hotel; y que desde el primer día se hicieron amigos de el tío por qué él también tenía los ojos verdosos. 

De los tres días que pasaron en el hotel los extranjeros, pasó que Olegario vio como una de los trabajadoras del aseo se sacó un maletín cómo pesado de la habitación. Que el tío lo reportó y por esa muestra de honradez uno de los gringos le regaló la caja y ese cuchillo junto con 20 pesos; lo que había en la maleta eran morrocotas de oro, así lo contaba el tío; y en fin ese era la historia de como llego la bayoneta a la familia.

Y cómo no recordar que las pocas veces que ví al tío  de mi mamá cuando yo era niño, y que esté tenía ese bigote distintivo del führer, (y ahora entiendo y supongo porque lo llevaba así). Luego sólo ya no hubo quien atesora el regalo de ese gringo de tan singular bigote.

Y en trabajos de campo y de taller, está bayoneta y la caja de munición perdieron su brillo y se volvieron, un cuchillo y un recipiente y luego sólo checheres  sin valor.

Yo conforme y con una valiosa parte de la historia, regrese a casa, ahí emprendería otra búsqueda de la historia  que envolvía está bayoneta del destino perteneciente al periodo del Tercer Reich. 

En la internet busque el material qué se refería a cómo el führer paso por Colombia, y por mi ciudad; con varios días de búsqueda no pasó mucho, más que lo que se había publicado en las noticias aquel noticiero. Y en una de esas largas búsquedas, en un chat de uno de las noticieros, yo publicaba las imágenes de la bayoneta, y por cosas del hazar un internauta alemán me contacto; solo una pregunta. Su pregunta fué muy específica. ¿en el mecanismo de liberación  hay un 59 y una calavera en la punta de la parte roscada? De inmediato desenrosque y saqué el mecanismos, (yo siempre aprecie lo que parecía un 5, pero con la pregunta se aclaraba que era ese el número) ¡⁵⁹! y lo que parecían tres manchas xde óxido, de pronto se tornaron claramente en los agujeros de una calavera. Respondí tecleando un si son esos, en ese chat. Entonces  el alemán, que nunca se identificó, me pidió: saca una foto de dónde falta el pedazo del filo todo juntó a una regla en centímetros.

Lo obedecí sin dudarlo.

Luego el me envió una imagen con lo que sería el pedazo exacto que le faltaba a la hoja,  (cómo si de partes de un rompecabezas se tratarán), y junto a ese pedazo una bala aplastada y deforme. Te contaré una historia, dijo…

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