Jo estaba molesta, aunque hasta cierto punto no sentía que tuviera el derecho de estarlo, ya sabía desde hacía mucho tiempo atrás que Fred se iría, y ella quedaría atrás. Estaba caminando sola por el bosque, mientras la noche caía lentamente sobre sus hombros, y de pronto escuchó algo parecido a un trueno, eso no era una buena noticia, al no verse una tormenta cerca, ese sonido solo significaba una cosa, una fractura, una puerta hacía el Yauhco, debía encontrar donde se había ocasionado, para saber si podía solucionar el problema sola, o tendría que pedir ayuda, sabía de antemano que esa tarde no había tomado la decisión más prudente, era una zona protegida, no solo por ser una reserva natural, sino porque el pequeño bosque tenía una gran concentración de magia, por lo que aparecían youallis constantemente, y las personas tenían prohibido entrar en él. Caminó lentamente tratando de no hacer ruido, hasta que logró escuchar algo y supo a dónde ir.
Se acercó al lugar hasta que pudo observar lo que parecía la versión gigante de un búho, de hermoso plumaje gris y café oscuro, con ojos amarillos, que parecían observar más allá de lo comprensible. Era mucho más grande que una persona adulta, parecía poder llevar a alguien sobre su espalda sin problemas, y tomar grandes y pesados objetos con sus patas, Jo lo miraba desde uno de sus costados, no estaba segura de poder controlar la situación, pero antes de que pudiera irse del lugar, el enorme youalli se percató de su presencia y giró en su dirección.
Por un momento pensó que todo estaba perdido, pero al verlo a los ojos sintió una punzada en su corazón, y entonces supo exactamente lo que tenía que hacer.
– Salgo después de mucho tiempo – la voz provenía del youalli, pero parecía emerger del bosque mismo, era como si estuviera en todo lo que la rodeaba, la envolvía por completo, una voz grave y profunda – ¿y que me encuentro? A una niña.
– No soy una niña – respondió Jo.
Jo tomó la empuñadura de su espada y desenvainó al mismo tiempo que comenzó a dar pasos hacia su adversario, debía analizar a su contrincante, la voz de Ed resonaba en su cabeza, con todas las lecciones y sermones, pero hasta ese momento solo se había enfrentado a humanos, y al yoaulli loco de Ed.
– Yo sé quién soy – continuo Jo -, no necesito, ni pienso dejar que un youalli me diga algo más ¿quién te crees que eres?
La colosal creatura elevó sus enormes alas, dejando a la vista su increíble envergadura, creando una imagen amenazadora, enaltecida por el ocaso teñido de rojo, pero eso solo fue el inicio, se quedó inmóvil por solo un instante, antes de agitar sus alas, y lograr que todo el entorno se sacudiera, seguramente dominaba los elementos viento y tierra al mismo tiempo, y de manera magistral, provocando que inevitablemente Jo perdiera el equilibrio y callera al suelo.
– Mi nombre se difumino en la oscuridad, ahora soy el silencio de la noche – habló la penetrante voz -, consigo mis objetivos a la luz de la luna, sin que nadie se percate, y ahora, te mostraré lo que es callar y escuchar.
– Curioso, yo no sé quedarme callada – respondió Jo mientras se levantaba con cautela -, y no pienso hacerlo, nada me va a detener.
– No te confundas… Aún no has comenzado tu camino, tu fuerza hablará por ti, pero debes aprender a controlarla, o te llevará a tu perdición. Quién eres ahora, no es quien fuiste ayer, ni quién serás mañana, encontrarás tu fortaleza dentro de ti, debes aprender a escuchar, debes aprender del silencio.
– Sabes, nunca se me ha dado bien eso de escuchar sermones – Jo lo miró fijamente, era el primer youalli salvaje que veía, pero para eso había entrenado.
– Entonces, deberás aprender, por las buenas o por las malas.
Jo avanzó hacia él, pero fue más rápido su contrincante y con otro rápido movimiento de una de sus alas, la lanzó contra un árbol, ella llevó a cabo varios intentos de acercarse lo suficiente para atacar, pero con ninguno logró obtener la distancia que necesitaba.
– Tienes que estar de broma – se quejó Jo, cuando se detuvo unos segundos para replantear su estrategia.
El elemento que mejor controlaba era el aire, así que debía hacer lo que estuviera a su alcance a pesar de la ventaja del youalli sobre el terreno. Había visto a Ed cortar gruesos troncos con un solo y ligero movimiento de su mano, pero estaba lejos de lograr esa hazaña, elevó su mirada, las primeras ramas de los árboles servirían para su cometido, así que comenzó a lanzar estocadas al cielo.
– Sigues sin aprender la lección – le dijo el búho, pensando que los ataques eran para él, pero las ramas no tardaron en caer.
El youalli reaccionó rápidamente, el silencio de sus alas se hizo cargo de todo. Para Jo era difícil retractarse, su necedad era una de sus principales características, y muchas veces Molly le había dicho, que solo ella podía convertirlo en una ventaja, o una desventaja. A continuación, las ramas comenzaron a caer mientras estaban en llamas, y por fin la creatura pensó que la joven mostraba actitud de guerrera, el fuego se escapaba de su dominio, el movimiento de sus alas solo lo avivaría, y Jo se dio cuenta de inmediato.
– Parece ser que por fin te has calmado ¿asustado?
– Nunca subestimes a tu adversario, solo ves lo que tus ojos te permiten.
Jo pensó que sus palabras no tenían sentido ¿qué más se suponía que viera?, contuvo el fuego para que no es extendiera, mientras el búho realizó un ligero movimiento con sus patas, y la tlamini sintió un inesperado movimiento debajo de sus pies, trató de correr en una dirección segura, pero el terreno era complicado, y con cada segundo el movimiento se volvía más violento, estando distraída con eso, no se dio cuenta del momento en que el búho desapareció, apenas si quedaba luz de día, el fuego no le ayudaba, y el humo era asfixiante, así que decidió extinguir las llamas.
El fuego no era su elemento predilecto, parecía que el no poder controlar sus emociones se reflejaba en llamas difíciles de manipular, pero tal vez había otra alternativa. Controlar dos elementos al mismo tiempo era algo que aún no había puesto mucho en práctica, aunque su uso durante su examen marcó la diferencia, algo que en ese momento había nacido de un arrebato cargado de adrenalina, pero en ese momento debía estar en plena conciencia sobre sus actos, porque parecía su ruta hacia la victoria, si no lograba controlar las llamas por sí sola, debía de poder apoyarse con el elemento que tenía a su favor, y cada movimiento debía ser pensado con claridad, aunque lo más rápido posible.
Cerró los ojos, tratando de escuchar el bosque, si no podía escuchar el aleteo de sus alas, por lo menos debería de poder escuchar lo que se moviera a su alrededor, incluso su respiración se aquietó, mientras recreaba el entorno en su mente, esperando por el momento indicado, los árboles, las hojas, los animales a lo lejos, la naturaleza inquieta que parecía molesta por el alboroto, hasta que Jo logró escuchar lo que necesitaba, y de la estocada de su espada nacieron dos cosas al mismo tiempo, primero lanzó pequeñas llamas, algo que no se escapara de su control, para dejar esa tarea a las brisas que manipulaba con la hoja de acero, logrando que el youalli saliera de su escondite.
El búho se elevó, las grandes alas se impusieron en el cielo nocturno, reclamándolo como propio, mientras intercambiaron una intensa mirada, ambos sabían que el siguiente movimiento sería el último, Jo comenzaba a cansarse, y el youalli tenía su resolución final.
La tlamini no tenía ventaja, su contrincante las poseía todas, pero no dejaría escapar la oportunidad que se le había presentado, era el momento de probar quien era, así que cuando el búho comenzó a ir en picada, esperó el instante preciso para que el fuego lo rodeara de tal forma que no pudiera escapar, y derribarlo para dar un ataque final. Pero el youalli se detuvo antes de que llegara a la distancia que Jo necesitaba y un el movimiento de sus alas volvió a lanzarla contra un árbol, pero en esa ocasión sintió claramente como si algo en su hombro se hubiera movido de su lugar.
Agradeció que fuera su brazo izquierdo el que resultó herido, la tlamini se incorporó lentamente, y respiró profundo, muy profundo, y con ese mismo ritmo calmado y silencioso, el aire a su alrededor, creó una enorme prisión de fuego, el ave no tenía salida alguna, pero no la necesitaba. Jo tomó su espada, una última vez, y cuando el youalli se acercó a ella, se lanzó hacia él con todas sus fuerzas, y con un solo movimiento logró atravesar su corazón.
El tiempo comenzó a correr más rápidamente, el youalli comenzó a difuminarse, para tomar forma de una pequeña carta que apareció frente a ella, pero no tuvo tiempo de saborear su victoria, estaba herida y sola en medio del bosque, debía irse antes de que otro youalli apareciera. Comenzó a caminar mientras las llamas se calmaban, y sostenía su brazo, no parecía estar roto, pero el dolor era insoportable, no estaba segura en si era la dirección correcta, hasta que escuchó una voz conocida a lo lejos, tenía muchos años de conocerla, sus hermanos menores solían decir que era la voz de la razón, y aunque los primeros años que se conocieron no tenían la mejor relación, con el paso del tiempo comenzaron a comprenderse y apoyarse, y en esos momentos lo único que deseaba era llegar con ella.
Lara la vio acercarse a la distancia y corrió a ayudarla al verla en el estado en el que se encontraba, se había percatado del fuego que había aparecido en medio del bosque, así que salió a investigar, pero conforme se acercaba al lugar comenzó a tener un mal presentimiento, jamás se imaginó que había sido su amiga la causante.
– ¿Qué te pasó? – le preguntó Lara angustiada.
– Estaba haciendo un nuevo amigo – le dijo Jo con voz entrecortada, mientras levantaba una pequeña carta, donde se podía ver la imagen del enorme búho.
– Tienes que estar de broma.
Lara no podría hacer mucho en la oscuridad, pero al revisar el hombro de Jo se dio cuenta de que probablemente estaba dislocado, así que avisó a sus padres para que avisaran a Lady Leah, y que se pudieran encontrar en casa de sus padres.
Jo no estaba segura de cuánto tiempo había pasado, no pensaba claramente, reconoció la habitación de Lara, pero no recordaba cómo había llegado, el dolor había cedido, pero estaba adormecida a causa del medicamento, pudo escuchar la voz de Lady Leah, pidiéndole ayuda a Lara, después le dijeron algo a ella, pero no alcanzaba a distinguir que decía. Seguido, sintió un agudo dolor en el hombro, y después de unos minutos se quedó dormida.
Durmió el resto de la noche sin problemas; cuando despertó Lara estaba a su lado, quiso levantarse, pero el dolor le hizo recordar todo lo que había pasado el día anterior, miró su hombro y parecía que todo estaba de nuevo en su lugar, aunque había recibido la advertencia de que debía actuar con cuidado, ya que a partir de ese momento estaría propenso a más lesiones de ese tipo.
Lara la dejó un momento para poder ir por algo para que desayunara, pero antes le hizo entrega de su captura del día anterior, contempló por un largo rato la carta que le pertenecía, su primer tonahual. No mucho tiempo después de que terminara de desayunar, llegó Lady Leah, seguida de una pequeña Lucy que le seguía los pasos muy de cerca.
– ¿Cómo te sientes Jo? – le preguntó Lady Leah.
– Me siento bastante bien, gracias, creo que fue usted quien me ayudó ¿verdad? Lamento que hayan tenido que ir a molestarla.
– No te preocupes, no es la primera vez que van a buscarme por una emergencia, lo hago con mucho gusto, con el paso del tiempo he aprendido mucho.
– Aun así, muchas gracias.
El hecho de que el gremio se encontrara tan lejos de la ciudad suponía ciertas desventajas, en incontables ocasiones los tlaminis habían sido llevados al gremio gravemente heridos, y a pesar de que tenían una enfermería, no estaba igualmente equipada que un hospital, y no había quien estuviera al pendiente las 24 horas al día, por lo que, con el paso del tiempo, la ayuda de Lady Leah comenzó a ser solicitada, ella no era médico, ni enfermera, pero si tenía gran habilidad para los hechizos, además de que le dedicaba mucho tiempo de estudio a la medicina, por lo que se convirtió en un gran apoyo para atender las heridas graves en primera instancia, hasta que podían ser llevados a un hospital.
– Oye, Jo… – Lucy no podía contener más su emoción – ¿es cierto que atrapaste a un youalli?
– Claro que si – Jo estiró la mano con la carta y Lucy la tomó.
– ¡Es increíble! No lo puedo creer, ¿qué pasó? ¿Cómo lo atrapaste? ¿Podemos verlo?
– Lucy, pequeña – la interrumpió su tía – Jo debe descansar.
– Te prometo que cuando recupere mi fuerza se los mostraré.
– ¿Puedo ir a decirle a los demás? – se dirigió a su tía.
Lady Henderson solo asintió y Lucy salió corriendo para encontrarse con sus amigos que la esperaban afuera de la casa.
– Todos están muy emocionados, ayer cuando regrese al castillo les explique lo que había pasado, y no dejaron de pedir que los dejáramos venir a verte, supuse que no tendrías fuerza para lidiar con tantos niños, pero Lucy es más difícil de contener que todos los demás.
– Esa niña tiene mucha energía, si decide ser tlamini, hará un trabajo increíble.
– Seguramente sí, por ahora, tu debes descansar, y no forzar tu brazo.
Lady Leah le dio algunas instrucciones antes de irse, pero Jo no tardó mucho tiempo a solas, llegaron Karen, Gildarts y Wade para ver cómo estaba, y al mostrarles orgullosa la carta Wade comenzó a hablar.
– Parece un búho, parece que tiene un plumaje muy hermoso, además de que presentan la característica de ser silenciosos al volar…
– Si, pude notarlo, te lo aseguro – lo interrumpió Jo, de manera tranquila, para que no sintiera que se había molestado –, además, era mucho más grande que yo. Wade ¿podrías darme la clase otro día?
– Claro, lo siento, debes de estar cansada. Pero si quieres, puedo buscarte algunos libros para que leas mientras te recuperas.
– Eso estaría increíble, muchas gracias.
Wade se alegró con la tarea que le habían asignado, además se quedó el resto del día a su lado, como si fuera su enfermero personal.
Semanas después, cuando Jo estuvo completamente recuperada, Nate, Tom, Lucy y Jack, fueron llevados al gremio para que Jo pudiera cumplir su promesa. El grupo se reunió cerca del lago, para poder ver el espectáculo.
– Me impresiona que capturaras a tu primer tonahual – le dijo Lord Henderson.
– Claro que sí, no todos se atreven a capturar al primero que se cruza en su camino – agregó Jefe Topo.
– ¿Tonahual, tonal-tonahuali? – preguntó Lucy confundida – ¿no era un youalli?
– Cuando un youalli es capturado por un tlamini, se convierte en su tonahual, ya que contiene una parte del alma que fue enviada al Yauhco – le explicó su tío.
– ¿Podemos verlo? – preguntó Tom un poco impaciente.
Atado a su cinturón y a su pierna izquierda, Jo tenía una pequeña bolsa de cuero, la mayoría de los tlaminis tenía un accesorio parecido, ya que dejaba a la mano, sus tonahuales, su licencia, y el papel especial para los mensajes tlaminis. Jo sacó la carta y primero los cuatro se acercaron para verla, todos tenían los ojos muy abiertos y la miraron por unos segundos, luego Jo se alejó un par de pasos, y la lanzó con dirección al lago.
Los niños dieron un par de pasos hacia atrás, al ver al enorme youalli aterrizar en el suelo, ante su pequeño tamaño, la altura de la creatura parecía imponente y un poco aterradora.
– Parece que cada vez que regresó hay más niños – se quejó falsamente el youalli.
– ¡Es enorme! – Lucy se acercó corriendo a él, una vez que se acostumbró a su presencia.
– Lucy espera – Tom corrió detrás de ella, seguido de Nate y Jack.
– Es increíble – lo admiró Nate cuando estuvo cerca – te ves muy fuerte.
– ¿Puedes volar? – preguntó Jack intrigado.
– Claro que puedo – respondió el youalli – pero solo puedo obedecer a las órdenes de quien me capturó.
– ¿Cuál es tu nombre? – preguntó Lucy.
– El nombre que alguna vez tuve al ser un hombre ya fue olvidado, ahora puedo obedecer al que se me conceda.
– Eso quiere decir que debes bautizarlo – le dijo Jefe Topo a Jo.
Jo no se había detenido a pensar en eso, no le había dado importancia, hasta ese momento, en que vio las caras de expectativa de los niños, y sintió algo de presión sobre ella.
– En la antigua civilización, se les conocía como tecolotes – informó Lara, que había aparecido sin que Jo se diera cuenta.
El youalli miró a la recién llegada, y pudo sentir claramente el vínculo existente entre ella y su nueva compañera, además del intercambio de información entretejido dentro de una sola mirada.
– ¿Tecolote dices? – preguntó Jo.
– Así es, eran considerados como criaturas de mucha sabiduría – respondió Lara.
– Me gusta como suena, pero tal vez algo más corto, Teco, solo Teco.
– Si así es como lo has decidido, así será – respondió el youalli, con total agrado.
– Suena a buena idea – dijo Nate.
– ¡Teco! Ese es tu nombre – le dijo Lucy mientras brincaba para poder alcanzar su cabeza.
Los cuatro niños daban vueltas a su alrededor mientras observaban cada detalle de la creatura. Tras un rato elevó sus alas, aumentando exponencialmente su tamaño, sorprendiéndolos aún más, Lucy estaba a punto de hacer una petición, pero Lord Henderson pudo asumir antes cual era, así que le recomendó a Jo que no lo tuviera mucho tiempo afuera o podría agotarse rápidamente, debían entrenar juntos para acostumbrarse el uno al otro, y tener un gasto menor de magia al llamarlo. Era un frío invierno, había pasado por algunos momentos difíciles, pero parecía que las cosas iban mejorando.
Blair estaba en la sala de té donde solía pasar las tardes con su institutriz en compañía de Emy, Lady Leah había comprado un nuevo tapete para su habitación y pensaba deshacerse del que tenía, pero a ellas les gustaba porque era muy suave, y se lo pidieron, movieron algunos muebles, para hacer espacio en un rincón y poder colocarlo, después llevaron varios cojines y algunas cobijas, en una tarde se había convertido en el lugar perfecto para pasar las frías tardes de invierno que ya comenzaban.
– Emy, ¿Por qué no fuiste con los demás? – le preguntó Blair una vez que ambas se habían acomodado en el rincón.
– Te confieso que tenía algo de curiosidad por ir, pero ya sabes que a mi papá no le gusta que salga mucho del castillo, además, te hubieras quedado sola.
– Pero tú te has quedado sola antes, no es justo, a ti te restringen por partida doble, mi tío y tu papá.
– No es tan malo, este es un castillo enorme – le dijo mientras levantaba sus manos y recorría la habitación con la mirada –, y hay muchas cosas por hacer.
– Pero el mundo no es solo el castillo, hay mucho más afuera.
Ambas siguieron hablando durante un rato más, hasta que Susan las encontró y vio el trabajo que habían hecho, y se alegró por que habían cambiado el uso de la habitación, se quedó un rato con ellas, hasta que sus tareas la llamaron de regreso.
– Emy ¿te acuerdas de tu mamá?
La mamá de Emy también había trabajado en el castillo, pero había fallecido cuando eran muy pequeñas, había sufrido de una cruel enfermedad, que tardaron mucho en diagnosticar, por lo que no pudieron salvar su vida, a raíz de eso Pettygrew se volvió muy sobre protector con su hija. Blair sentía curiosidad, su mamá había muerto al dar a luz, así que no la conoció en lo absoluto, por su parte Lucy decía que lograba recordar un poco a sus padres, había querido preguntarle antes a su amiga, pero no había encontrado el momento, solo recordaba a su amiga llorar, y a Pettygrew con dificultades para manejar la situación.
– La verdad es que muy poco – Emy reflexionó un rato sobre los recuerdos que tenía – puedo recordar la sensación al abrazarla, y su risa. Papá dice que le gustaba mucho reír. Aunque no recuerdo mucho su aspecto, solo sé cómo era por las fotos que mi papá tiene.
– Bueno, todos sabemos que te pareces más a Pettygrew, pero ya sabes lo que él dice, que tienes su hermoso tono de piel.
– Si, tienes razón – le contestó mientras veía sus manos de un moreno claro.
– Yo soy muy pálida – agregó Blair mientras hacía lo mismo que Emy – aunque me asolee, después se me va el color.
– Aunque no te asoleas mucho.
– Eso hasta hace poco, mi institutriz no dejaba que pasara mucho tiempo bajo el sol.
Mientras atardecía, sus amigos llegaron, y al ver lo que habían hecho se acercaron, Lucy se dejó caer sobre una pila de cojines, y después los demás se acomodaron junto a ellas, mientras hablaban de lo que habían presenciado aquel día.
Nate estaba tratando de dominar las llamas que lograba realizar, pero parecía algo confundido, el incidente ocurrido en el huerto no dejaba de dar vueltas en su cabeza, y después sucedió lo de la espada de su papá, parecía que la magia no lograba aparecer cuando debía, o, mejor dicho, él no lograba hacer las cosas cuando tenía intenciones, sus deseos no estaban sincronizados con sus acciones, y su temor a provocar un accidente donde alguien realmente resultara herido, o no poder proteger a las personas que quería, no lo dejaba tranquilo.
– Hijo, espera por favor – le dijo su papá, pero tardó un poco en continuar –, parece que algo te está molestando.
– No exactamente… – Nate no sabía cómo expresarle lo frustrado que se sentía.
– Si es por la espada, no tienes por qué preocuparte, será reparada… no puedes pretender dominar algo tan avanzado tan pronto, yo tarde muchos años en lograrlo.
Lord Henderson se acercó a su hijo para poder abrazarlo, y después regresaron al castillo. Acordaron tener un par de días libres del entrenamiento para que pudiera despejar su mente. Después de eso se fue a su habitación y se quedó sentado sobre la cama por un buen rato, su mente iba del incidente del huerto, al de la espada, en un ciclo sin fin, y no podía hacer nada para apartarse de la cabeza la sensación de que jamás podría lograr lo que se esperaba de él, pasados unos minutos ya no se trataba solo de controlar la magia del Quetzal, sino todo lo relacionado con el cargo que asumiría llegado el momento.
Después de un rato, comenzó a sentirse sofocado, y se dejó caer de espaldas, contemplaba el vacío, hasta que escuchó que llamaron a la puerta, pero no esperaron a que contestara para poder abrir.
– ¿Nate? – era Tom, que entró lentamente.
– Mi tío nos dijo que tu entrenamiento terminó temprano – Lucy se asomó una vez que su hermano terminó de entrar.
– ¿Estas bien? – Blair fue la última en entrar.
– Estoy bien – les respondió sin mucho ánimo.
Emy y Jack estaban afuera esperando, pegados a la puerta, creían que entrar todos de golpe lo haría sentir peor. Los cinco intercambiaron miradas, tratando de saber que hacer.
– ¿Quieres ir a montar un rato? – le preguntó Lucy.
– Ya es tarde, no podemos – le respondió.
Antes de que Blair saliera junto con Lucy, le hizo ademán a Tom de que entrara para que pudiera hablar con él, después de eso los cuatro se fueron a la sala de té. Tom entró, se acercó y se dejó caer de la misma manera sobre el lado contrario de la cama, y mientras los dos contemplaban hacía la nada que se encontraba sobre ellos, comenzó a hablar.
– Sabes que no es fácil lo que estas aprendiendo ¿verdad?
– No tiene caso…
– Tal vez solo te hace falta confianza.
– ¿Confianza en quién?
– En ti mismo.
Nate sabía que era verdad, pero la parte fácil era comprenderlo, lo realmente difícil era encontrar la solución que lo llevaría a controlar todas esas emociones que solían jugar en su contra, y que insistían tanto en quedarse en su cabeza. Durante los siguientes días se detuvo el entrenamiento por completo, ni siquiera iba con Jefe Topo y sus amigos, a cambio, su mamá lo llevó a cabalgatas por los alrededores, a la orilla del lago, y en los huertos, ayudando a cambiar un poco su pesimismo, y recuperar un poco la confianza, para poder regresar al entrenamiento.
OPINIONES Y COMENTARIOS