LA CASUALIDAD MÁS BONITA

LA CASUALIDAD MÁS BONITA

¿Qué he hecho? ¿Por qué? ¿En qué pensaba?

Debo remontar tres días antes de lo sucedido, para que me entendáis.

12 de noviembre del 2005

  • – Te quiero. – Me dijo Martí, con la mirada fija y apacible.
  • – Cariño, últimamente me lo dices mucho.
  • – Lara, que quieres que te diga, es la verdad.
  • – Pero el problema no es que lo sientas, es que me aborreces la palabra, haces que pierda sentido.
  • Estaba fría con él, ¿sería a causa de que llevamos casi dos años y medio juntos? Estoy aburrida, cansada, parecemos unos viejos, nos parecemos a sus padres. No quiero esto, quiero disfrutar, quiero vivir.
  • Vi una película hace nada, era una comedia-romántica, de las que me apasionan. La chica era fuerte, aventurera, alocada. El chico perdía los papeles, la moralidad y la ética. Estaban enamorados. Pero había tantas trabas que superar para estar juntos…
  • … el luchar, el que algo cueste.
  • – Adiós Amor, me tengo que ir.
  • En realidad me quedaba un rato aún, pero decidí darme un paseo para pensar. No me apetecía estar más con él. Es tan tranquilo, tan políticamente correcto.
  • – ¿Ya? No sabía que fueras tan pronto, ¿quieres que te acerque a algún sitio?
  • – No, tranquilo.
  • Nos dimos un beso, nada del otro mundo, algo corto, sin mucho sentimiento. Por fin salí de su casa, su madre estaba a punto de venir. Sus padres son estrictos y católicos, creo que no les caigo muy bien. En verdad nunca me ha importado, a quien debo gustarle es a Martí o ya ni a él. Debo gustarme a mí y a los demás que les den.
  • ¡MIERDA! ¡El bus! Voy a llegar tarde, mi mejor amiga me va a matar. Solo porque un conductor amargado y cincuentón, sin ilusión por su profesión, le ha dado la gana no esperarme aunque fuera diez segundos. Creo que encima se ha reído de mí, cuando mi cara no era más que un poema, ahogada de correr y con las cejas bien arqueadas.
  • – Lo siento Cris. – Le dije arrepentida, con cara de perrito abandonado.

Cris, es tan guapa. Tiene un cabello rubio brillante, media-melena. Rizado y un corte recto. Unos ojos castaños muy impactantes, su cara está llena de pequitas. Es un poco más alta. Es tan perfecta, la adoro y la quiero como si fuera mi hermana grande. Tiene 20 años, yo 19. La conocí en el instituto, vino de Alemania en primero de la ESO, y como no sabía el idioma la hicieron repetir. Fue curiosa la forma en la que empezamos a hablar, a relacionarnos y a ser amigas.

Ella es tan puntual por no decir que es emocionalmente estable, lo contrario a mí. Ahora tomaremos un café, de esos que llamamos necesarios. Que están asociados a olvidar el entorno, a simplificar durante ese tiempo los problemas y a notar en cada trago el alivio imaginario.

  • – Lara, ¿qué te ha pasado hoy? Espera, espera, no digas nada. ¿Te ha atacado un zombi, o te han abducido, o te han llamado del FBI para hacer una misión y salvar la tierra de una destrucción masiva?
  • – ¡Vaya! Me gusta la de salvar la tierra. Va no te enfades, encima que sigues viva gracias a mí…
  • Creo que no le ha hecho mucha gracia.
  • – Sabes Cris, vengo de estar en casa de Martí…
  • – ¿Por qué lo dices con esta cara? ¿No estáis bien?
  • – Mmmh… ¿Cómo decirlo sin qué suene tan mal?
  • – Lo mismo de siempre, no sabes comprometerte.
  • ¡Qué Puta! Pero tenía razón.
  • – ¿Te acordarás que tenemos la fiesta de cumpleaños de Anna mañana, no? Aunque deduzco que no. ¡Lara, que cabecita tienes! No conozco persona más despistada que tú.
  • Dos a cero, ganando ella. Soy tan descuidada y despistada.
  • – ¡Pues claro! Que poco confías en mí… Lo tengo incluso apuntado.
  • – Bueno, ¿qué te vas a poner?
  • – Contaba que me dejaras algo de tu armario.
  • – Estaba claro que me lo ibas a pedir. Te hablo esta noche y acordamos para que vengas a mi casa mañana.
  • – Vale, me parece perfecto. Cris, me tendré que ir a comer ya sabes como es mi madre también con la puntualidad.
  • Es la mejor madre del mundo. Es liberal, es autónoma, es independiente, es luchadora y muy trabajadora. Suerte que he heredado, sus ojos verdes, su cabello largo y castaño, su piel con un tono moreno y su carácter emprendedor.
  • Me críe con ella. Al inicio éramos ella y yo contra el mundo. No conozco a mi padre, se ve que dejó su semillita y desapareció. Mamá no me habla nunca de él creo que no era importante, por lo contrario, la situación hubiera sido diferente. Actualmente vivimos cuatro en casa. Somos ella y yo, su pareja Carles y su hija pequeña Nerea.
  • – ¡Mamá, ya estoy en casa!
  • – Hija te oímos todos, no hace falta que se enteren los vecinos.
  • Nerea está resfriada y tiene un poco de fiebre. Hoy viernes no ha ido al colegio y se ha quedado guardando cama.
  • – ¿Tienes hambre?– Me quedé observándola, emergida en mis reflexiones.

Chasquea los dedos delante de mi cara. Para que reaccione y vuelva a la Tierra.

  • – ¡No mucha! He desayunado dos veces esta mañana.
  • – Te pondré poco. Ve a tu cuarto a ponerte cómoda y te llamo cuando esté lista.
  • Me dirijo a mi cuarto. Que desordenado está. Me estiré en la cama y cogí el teléfono.
  • << Mensaje de Martí>>
  • “Cariño, me da la sensación que no estamos muy bien. He organizado algo. No te voy a agobiar, es sorpresa, así que no preguntes. Pasadlo bien mañana de fiesta ¡te quiero!”
  • Hace mucho que nos conocemos. Hemos compartido muchos momentos juntos. Con él lo fui descubriendo todo. Me ruborizo cuando recuerdo nuestra primera vez. Martí no era virgen, yo sí. Eso me tranquilizó. Al principio estaba nerviosa, no paraba de pensar en que quería que fuera perfecto o simplemente no fuera un desastre.
  • Recuerdo que lo aparté. Me frustré y reaccioné así. Pero Martí siempre ha sido muy comprensible. Nos pusimos a hablar de temas banales y eso hizo que los nervios dejaran de existir. Me miró, se acercó y me besó en la boca. Suavemente se deslizó por el cuello. En ese momento no había manera de pensar en nada más. Me gustaba como me hacía sentir. Su mano me acarició un pecho, mientras me estiró en su cama y se puso encima. El momento se acercaba. Notaba que estaba lubricada. No pude evitar gemir en el instante que Martí se entretuvo a jugar con el clítoris. Dotaba de experiencia, pensé.
  • Mis recuerdos se vieron interrumpidos, por el grito << ¡a comer! >> de mi madre.
  • 13 de noviembre de 2005
  • He tenido una pesadilla, he dormido muy mal. Me he despertado ochenta mil veces.
  • Como siempre llego tarde a la universidad, mira que había quedado con Cris para ir juntas. Me visto lo más rápido posible. Y mi madre en ese momento entra en la habitación, con una expresión dubitativa.
  • – Lara hija ¿se puede saber qué haces? ¿A dónde vas?
  • – ¿Dónde voy a ir? A la uni.
  • – ¡Claro van abrir un sábado para la señorita!
  • ¡Qué alegría! Esto sí es despertarse de buen humor. Ya no quise dormir. ¿A ver qué hora es? Bueno las 8:42h. Tengo que felicitar a Anna, hoy es su cumpleaños. Soy la responsable de ir a buscar el regalo que hemos hecho entre todas.
  • ¡Mira tú por dónde! Es el mismo conductor del autobús. Hoy si se ha esperado a que llegara.
  • – Buenos días. – le sonreí, mientras picaba con la tarjeta.
  • Presiento que hoy va a ser un buen día. ¿Qué hora es? 9:51h. Busco en mi riñonera y encuentro el paquete de tabaco. Me lio un cigarro, lo enciendo y clavo la mirada en el suelo.
  • Calada tras calada me surge el recuerdo de la pesadilla. ¿Será posible que con la edad que tengo aun siga soñando con eso?
  • Un chico joven de unos veintidós años. Cabello y ojos oscuros, labios carnosos y muy guapo entró en la copistería.
  • – Hola. – saludé a duras penas. El cigarro me hizo toser.
  • Mientras subía la persiana me abrió la puerta para que pasara dentro. Encendió las luces y entró en un cuarto, donde había un cartel en la puerta indicando “privado” en rojo. Me quedé de pie esperando a que saliera. Se había puesto una camiseta negra con el logo de la copistería y su nombre grabado. Nil.
  • – ¿En qué puedo ayudarte?
  • Tenía una sonrisa muy bonita, dientes blancos y unos labios muy apetecibles.
  • – Tenía un encargo a nombre de Lara Serra Magné.
  • – Ahora te lo traigo.
  • Justo acabó la frase mientras ya se iba a buscar mi paquete. Ahora que pienso…
  • … He salido de casa con tanto entusiasmo que me he dejado la cartera con el dinero.
  • ¿Ahora qué? ¡Qué vergüenza!
  • – Aquí lo tienes, es este ¿verdad?
  • Vio mi mueca de apuro como si algo sucediera.
  • – ¿Ocurre algo?
  • – Verás… me he dejado la cartera en casa. – agaché la cabeza.
  • – Bueno pásate otro día y ya lo pagarás. Te doy la factura igualmente serían unos 16,75 euros.
  • – ¿Estás seguro? Me sabe mal.
  • – No te preocupes, de verdad. Así tendré una excusa para volverte a ver.
  • Me sonrojé. Lo miré con cierta ternura y salí.
  • Estuve pensando en él un rato más hasta que me despistó una llamada. Era Martí. No quise contestar ¿estaría evitando la realidad?
  • Llegó el gran momento.
  • – ¡Criiiiis! Tenía muchas ganas de verte.
  • – Te veo sospechosamente feliz.
  • Si es que no se le escapa ni una. Que astuta es.
  • Últimamente no me iban muy bien las cosas pero hoy estoy contenta, porque lo decido yo así.
  • – Perdonad chicas, pero debo pediros el carnet de identidad política de empresa. – nos pidió el portero de la discoteca.
  • – ¡No hay problema hombretón! – dijo Sandra arrastrando un poco las palabras debido a las dos copas que se había tomado hacía menos de media hora.
  • Anna se giró hacia nosotras, alzando los brazos para enfatizar lo que quería comunicar. Llamó la atención de todas, así pues, nuestros oídos eran suyos.
  • – Antes de entrar y acabar por los suelos, o en casa de algún chico guapo y desconocido quería hacer un paréntesis… – comenzó la charla sentimental. – … Os quiero agradecer vuestra presencia en un día como hoy.
  • Se escuchó de fondo varios silbidos y un <te queremos Anna>. Entonces prosiguió.
  • – No sobra ni falta nadie en esta fiesta, todas y cada una de vosotras sois lo que viene ser mi familia y…
  • El discurso poco preparado y espontáneo que estaba realizando acabó con un abrazo conjunto y un seguido de insultos cariñosos entre nosotras.
  • Hacía mucho tiempo que no salía de fiesta, por lo menos meses. La música está altísima y las luces son intermitentes, un poco epilépticas. La sala está llena. Como no hicimos nuestro ritual. Primera parada ir al baño. Lo típico, retocarse los labios y colocarse bien los pechos para acabar haciendo alguna fotografía en grupo.
  • Empecé a observar detenidamente el panorama. Cris me salvó. Cogió de mi mano y me dirigió hacia el pódium más cercano. Unos chicos nos ayudaron a subir, claro está que esos tacones no favorecen nada para movimientos extremadamente complejos. Allí me animé.
  • Escuché la canción con esmero; sus tempos, su ritmo, su letra. ¡Mierda no, la letra no! Cuánto machismo en esas letras denigrantes y ofensivas para las mujeres. En ese momento, no tocaba ser pesimista y crítica así que solo me dejé llevar. Bailé y bailé. Noté el calor en mi cuerpo, noté la euforia de unos buenos pasos coordinados y noté las miradas desafiantes de los espectadores babosos, que se concentraban abajo. En realidad no me importaba, no me hacía subir la autoestima, no me hacía sentir más deseada ni mejor conmigo misma.
  • En cuestión de segundos desaparecieron los pensamientos al sentir un codazo en mi espalda. ¡Coño cómo duele! Enfadada y molesta, preparada para dar voces y liarla, giré la cabeza hacia atrás y ver al culpable.
  • – Perdón, me han empujado y no he podido…
  • Su cara me era conocida. Parecía tan arrepentido. Me sonrió y lo tuve claro. Esa sonrisa no la podía olvidar tan fácilmente. Era Nil, el chico de la copistería. ¿Qué hacía allí?
  • – ¡Tenías que ser tú! ¿Qué haces aquí?
  • – Un amigo me ha convencido para salir un rato y presentarme a unas amigas suyas que también estaban por aquí. ¿Y tú?
  • – Es el cumpleaños de una amiga.
  • – Pues para ser una fiesta no te veo mucho por la labor. – su expresión fue vacilona. – ¡Va que te invito a una copa en la barra!
  • Lo miré de arriba abajo. No lo recordaba tan guapo. Iba con unos tejanos y una camisa blanca arremangada. Llevaba la colonia más idónea de todos los tiempos, la One Million, y el cabello un poco despeinado. Fui.
  • Recuerdo vagamente esa noche desfasada, a partir del instante en que me fui con Nil. No os preocupéis haré un esfuerzo, para narrárosla lo más detallada posible…
  • …De un chillido gracioso y divertido, llamamos la atención del camarero. Nos sirvió un ron Coca-Cola para él y un Vodka kiwi para mí. Me denominó finolis por la mezcla que elegí. ¿Qué se habrá creído?
  • – Te sienta bien la luz parpadeante y el ambiente alborotado. – me dijo, riéndose una vez más de mí.
  • – ¿Sabes? A ti no te sienta tan bien. Te provoca estupidez aguda y va a mayores, para bien o para mal. – le vacilé.
  • Eso me provocaba placer… Que se metiera conmigo, que me picase y se mostrase tan poco sentimental. Recién dejé mi vaso vacío en la barra, me agarró de la mano y me trasladó al centro de la pista. Me quedé atónita. Se acercó a mí; lo olí, lo toqué, lo sentí y de golpe me besó. Por alguna extraña razón no lo aparté, no le hice la cobra. ¿Sería por las copas de más? ¿Y Martí? ¿Por qué fugazmente no apareció en mis pensamientos?
  • La brisa de la velocidad y de la fresca noche, chocaba en mis delicadas mejillas. ¡Estaba en su coche! ¿A dónde me llevaba? ¿Dónde estaban mis amigas? ¿Y Cristina? Entré en un mar de dudas sin respuesta. Seguía borracha eso lo tenía clarividente. El estómago se removía lentamente y persistente.
  • El vehículo se detuvo. El ascensor paró en el tercer piso. Oí el sonido de las llaves y de manera inquietante se fue abriendo la puerta. Directamente me dirigió a su dormitorio. Por lo poco que pude ver el piso era muy normal, el de todo estudiante con un sueldo ligeramente bajo y mediocre.
  • Unas sábanas amarillas me rodeaban. Yo extendida en su cama, sin casi fuerzas para moverme, conseguí abrir los ojos y percatarme de la situación. Él se disponía a mí lado izquierdo. Tuve oportunidad antes de volver a cerrar los ojos, de ver unos condones en la mesita de noche.
  • Empezó a lamerme de manera sensual la parte más cercana de la vagina. Siguió acercándose más al clítoris y milagrosamente introdujo con cuidado sus dedos en mi útero, a su vez. ¡Qué placer me daba! ¿Cómo podía ser qué este chico, conocido de unas pocas horas, supiera más de mi cuerpo qué Martí? Ya podéis imaginar el resto. La cuestión es que ¡sí utilizamos el condón! Al finalizar nos caímos rendidos por el cansancio y nos dormimos plácidamente. Hasta que…
  • SINOPSIS
  • Actualmente ha aumentado ese tanto por ciento de la población que se plantean preguntas y cuestiones existenciales. Un adoctrinamiento tradicional, un camino marcado y una inconformidad constante. A nuestra joven Lara, con tan sólo diecinueve años también le ocurre. Tendrá que experimentar y errar en decisiones que la llevarán a un lugar no previsto, no planificado. Son todas esas elecciones que nos colocan en la vida que vivimos. Hacerlo diferente o seguir, sólo depende de nosotros mismos. Tenemos ese poder.
  • Una aventura se desarrolla cada día de su historia, un enfrentamiento nuevo y un plan diferente.
  • ¿Y tú, te sentirás identificado a nuestra protagonista?
  • ¿Serán parecidas sus decisiones a las tuyas?
  • No es inventada, no es fantástica ni inalcanzable.
  • Es él, eres tú y soy yo.

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