Esa mañana se levantó temprano, colocó sobre la estufa la tetera para hervir el agua con la cual haría su acostumbrado café, se dirigió a la ducha y mientras el agua se deslizaba por su ardiente piel, el vapor de los recuerdos inundó por completo el cuarto de baño.
– Amor, cuánto demoras en salir de la regadera, acuérdate que se me hace tarde y esta mañana tengo una junta que será fundamental para nuestro próximo viaje.
– Por favor, ve haciendo el café ya casi salgo, no sé pero deberías estar aquí conmigo en lugar de estar apurándome.
La petición no se hizo del rogar, no supo en qué momento abrió la puerta y ya estaba ahí, frente a ella.
– Hueles a café amor, siempre te lo he dicho, es una de las cosas que más me gustan de ti, me haces evocar la tierra, las semillas, el trabajo del campo, las montañas, las manos laboriosas de aquellos que hacen posible que en nuestra mesa siempre haya una taza de café todos los días.
– Me gustaría más que me dijeras que tengo sabor a café, para que me tomes cada vez que quieras.
No se hizo esperar y como de costumbre llegó tarde a la junta. Ella se quedó en la mesa degustando los últimos sorbos de una sagrada bebida que los unía de múltiples formas. Era el café del insomnio de largas noches, el del antes, durante, después, el café de la lluvia, de los recuerdos, las visitas, los abuelos, la familia, el de las tardes de mercado, era su café.
Lo llamó para recordarle que debía recogerla a las cuatro de la tarde e ir a recoger unas invitaciones para un evento que tendría lugar en su localidad, el cual estaba ayudando a organizar, basado en unas muestras artesanales con material reciclado para auspiciar la protección del medio ambiente, que de tanta agresión en realidad es medio, de entero no tenía nada, lo había repetido en muchas ocasiones en su usual forma sarcástica de comunicar las injusticias.
– Amor, no olvides pasar por mi a las cuatro, las invitaciones ya están listas me ha dicho la encargada de la litografía y debemos repartirlas a tiempo, gracias corazón tú siempre tan dispuesto a ayudarme, con mis asuntos sociales.
-Vamos querida, no tienes que darme las gracias, bien sabes que el gerente de la compañía está muy interesado de participar del evento, puesto que ahí hay mucho material desechado disponible para ser transformado en un nuevo producto, y no sólo sirve como mecanismo para reducir contaminación, sino que puede ser una nueva propuesta para ampliar mercados, manejar mejor los recursos y elevar finanzas, es un beneficio recíproco con la sociedad y el entorno.
-Me alegra que tengas esa visión sobre todo este asunto mi vida, cuando llegues ya sabes que tendré listo sobre la mesa.
Alfredo llegó sobre las cuatro de la tarde, era un hombre muy puntual, cuya disciplina para cumplir citas había sido programada en su paso por el seminario, si no hubiera sido por Sara seguro a esa hora estaría oficiando una misa, no recogiéndola a ella.
Se dieron un beso en los labios, mientras tomaban su café de las cuatro, que ya era celebrado desde las tres, las dos y todas las horas porque siempre se llevaban en el pensamiento. Además él decía que después de su abuela, su esposa era la persona con las manos más prodigiosas para preparar el aromático café. Ella atribuía el sabor exquisito a la marca, a la zona, a cualquier cosa, menos que fuera por su mérito el resultado de tan rico sabor.
Eso sí, fueron más besos que sorbos, salieron cuatro y treinta a cumplir con su compromiso.
– Amorcito te tengo una sorpresa, aprobaron los aumentos y las comisiones a partir del próximo mes, sabes que eso nos beneficia y podremos a mitad de año hacer el viaje que siempre has esperado, que se preparen las ruinas de Machu Pichu, porque vas a poder ir a reconstruirlas conmigo…
Soltó sonora carcajada, mientras ella lo miraba sin pronunciar palabra, no era necesario decir nada, la emoción hablaba por sí sola a través de sus expresivos ojos.
Se contuvo, quiso abrazarlo, pero mientras iban en la vía era poco prudente hacerlo y quería que llegase el día de empacar maletas para partir en compañía de su amor hacia ese destino soñado durante toda su vida.
Al fin pudo decir algo y un sencillo:
– ¡Por fin! Alfredo, no sabes cuánto tiempo he esperado este momento y es la mejor noticia que puedes darme, claro después de decirme que me sigues amando…
Él no pudo evitar sonreír de manera maliciosa y coqueta al tiempo que la miro por un instante para no distraerse.
– Mi amor, yo también deseo hacerlo y sinceramente de tu mano iría a cualquier parte del universo, es más si fuera necesario ir al mismo infierno lo haría si fuera contigo…
– Por favor no me hagas reír corazón, de diabla no tengo nada, y en mis brazos sólo te llevo al cielo.
– Bueno, no es tan cierto, eres una mezcla cuando…
– ´Pues tú no te quedas atrás hay que ver cómo te transformas en…
Hubo un silencio, él apoyó su mano derecha sobre la pierna de Sara y acarició de una forma sugestiva a su compañera de viaje.
– Qué elegante está usted señor Alfredo el día de hoy.
Dijo la asistente de la litografía, Sara no se molestó en absoluto por el comentario, es más le agradaba que le lanzaran piropos a su esposo, eso fortalecía su convicción del buen gusto que tuvo cuando eligió a Alfredo por compañero.
– Hoy he estado en una junta y usted sabe Fanny que frente al gerente de la compañía hay que cuidar la imagen y un cargo intermedio exige una buena presentación personal. Usted tampoco está nada mal el día de hoy, se ve rebosante y su amabilidad es su mejor carta de presentación.
Fanny miró a Sara esperando ver alguna reacción de malestar ante el comentario.
– Es verdad lo que dice mi esposo Fanny, usted sabe porqué siempre venimos a usar sus servicios de impresión, por los mismo que dice Alfredo, usted siempre tan atenta y amable con los clientes.
Se sentaron a revisar los detalles y que no hubiese error en la impresión de las tarjetas, todo estaba perfecto y lo celebraron con un delicioso café servido por la misma Fanny, quién sacó pecho frente al trabajo presentado.
-No sé que tiene ustedes las mujeres o que se las traen preparando café, debo decirle que después de mi abuela y Sara, su café se lleva el tercer lugar en delicia.
Todos bromearon y hablaron un poco de las historias del café de cómo el tener raíces de las zonas en donde se cultivan las plantas, permite esa conexión entre los seres y la bebida.
Esa noche cenaron fuera para celebrar su próximo viaje a Perú.
Nadie sabía lo que el siguiente día traería como negro velo sobre el destino de Sara y Alfredo.
Al despuntar el alba, un rayo de sol que entraba por la ventana, daba justo sobre la cara de Alfredo, esa mañana Sara no sólo beso a su esposo, también beso el sol. Podría decirse que fue un pre – desayuno por lo demás bastante energético.
– Esta mañana he desayunado doble, querida no me consientas tanto que vas a malcriarme.
– Amor, si eso es malcriarte, no me importa no voy a dejar de hacerlo, sabes que te amo y eres lo más importante en mi vida.
Se despidieron con un brazo sostenido de corazón a corazón, guardando cada uno en sus memorias un momento que quedaría grabado como tinta indeleble en sus almas.
Sonó el teléfono cerca de las doce y treinta del medio dia:
– Es usted Sara Freire…
Dijo una voz carrasposa de un hombre mayor al otro lado de la línea…
– Con ella habla…Con quién tengo el gusto…
– le habla el doctor Sergio Cuéllar de la clínica Los Remansos…
– lo siento señora, su esposo ha sufrido un accidente automovilístico y se encuentra en estado de coma, lo tenemos en observación y le practicamos exámenes de rigor para descartar un trauma cráneo encefálico, usted sabe como es el manejo de un paciente en estado de coma, en este momento se halla intubado, monitoreamos su ritmo cardíaco entre otras cosas..
Cuando llegó, el aroma de café recién hecho que emanaba de la cafetería de la clínica, la hizo llorar a borbotones, era el momento del café de la soledad…
Entró a la UCI a pasos agigantados, y la escena que vio la dejó impávida…
– ¡Demonios! Cuántos cables y aparatos…
Le comentó al médico en voz baja, mientras un nudo en su garganta afloro lágrimas en sus ojos al ver la escena…
– Cuánto tiempo cree usted que vaya a estar así, me duele el alma de verlo en esa situación…
– No lo sabemos, estamos haciendo todo lo posible…
Sara no durmió en toda la noche, era la primera vez en años que Alfredo no amanecía con ella y su ausencia se sentía, hasta en el mismo aire.
Esa semana descartaron trauma en el cráneo, y daños severos a nivel cerebral, sin embargo Alfredo no regresaba de su estado.
Sara se dio a la labor de investigar todo lo concerniente a un estado de coma, familiares, amigos, todos le aportaban ideas e información, no desaprovechó nada del material y estudió con detenimiento todo lo relativo a ese estado.
En una página virtual encontró algo que llamó poderosamente su atención, tenía que ver con la teoría que sugería que un estado de coma era un estado diferente de consciencia, ¿Cómo era eso? De ser cierto, Alfredo podía escuchar, percibir, de alguna manera tener un tipo de conexión con todo lo que pasaba alrededor…
Una esperanza se dibujó en su rostro, las ojeras se pintaban de ilusión, de fe…Ella era capaz – pensó – de traerlo de vuelta.
Entre muchas lecturas encontró que un paciente en ese estado podía reaccionar ante olores, sabores, sonidos, etc. Eso le confirmaba el hecho que a través de los sentidos, desde fuera se podía accionar un detonante para inducirlo a despertar.
Todos los días iba a visitarlo sin falta, lo masajeaba los pies, eso le gustaba mucho a él, se colocaba el perfume predilecto de Alfredo, acariciaba su cabello, lo besaba en la punta de la nariz…Era una ceremonia que repetía dos veces al día, en la visita de la mañana y en la de la tarde.
El café no sabía lo mismo sin Alfredo, su mirada se quedaba perdida y el aroma apenas si lo percibía, fue en ese momento que se le ocurrió…¡ Cómo no lo había pensado antes!…Eso era…¡Café!
Se acercaba la hora ese día, de la visita matutina y se vistió con un vestido de colores muy llamativo, sandalias y cabello recogido en una cola de caballo…
Llegó muy animada a la clínica, los ojos le brillaban más que de costumbre, entró al cubículo donde permanecía su esposo bajo observación, no podía entrar el bolso, pero había sido precavida, sacó un pequeño frasco de entre sus brasieres y sin que nadie la viera, mojo sus labios con el contenido, besó en los labios a Alfredo, no hubo respuesta alguna, seguía ahí inerte, tendido en la camilla enchufado a los monitores..
Sara respiró y siguió con la segunda etapa de su plan, había llevado un cuenta gotas como plan b, lo introdujo en el frasco y lo llenó, acto seguido lo acerco a la boca de alfredo y depositó bajo su lengua tres gotas del contenido…
Esperó, con sus manos entrelazadas con las de el amor de su vida, habían pasado diez minutos minutos y el dedo índice de él ejerció presión en la segunda falange del pulgar de la mano izquierda de Sara…Ésta gritó de alegría, los médicos y enfermeras acudieron de inmediato y al relatarles lo sucedido, aguardaron con ella unos instantes…Alfredo movía ahora toda su mano izquierda, el personal médico no salía de su asombro, era un milagro…
Para ella no era un milagro, pues veía posible muchas cosas en un inmenso campo de posibilidades, donde lo factible supera a la fantasía…
Al cabo de media hora Alfredo abrió los ojos y su mirada fija en los ojos cafés de Sara, comprobaban teorías de lo imposible…
No habían sido en vano todas esa lecturas, los desvelos, la fe, la esperanza, porque mientras hay vida, siempre hay una luz dispuesta a iluminarla…
Shelore
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