Una despedida solo es triste si es para siempre, si no es un mero hasta luego, una promesa de que dos almas que se separan volverán a encontrarse
El otro día una amiga se fue y nos dijo que no quería que la acompañáramos al tren porque no le gustaba llorar en las despedidas, esto me pareció tan sumamente absurdo que decidí escribir sobre ello y ya que estaba te lo cuento para ver si opinas lo mismo.
Yo no considero una despedida algo triste, sinceramente hasta les he cogido el gusto. Verlo como un adiós es un error, ya que nunca te despides de alguien querido para siempre, al menos no intencionadamente. Es por eso que llegue a la conclusión que una despedida solo es triste si es para siempre, si no lo es, no es un adiós si no una promesa de reencuentro, dos almas que se separan para volver a encontrarse.
Cuando vas a una estación de tren hay dos escenarios muy diferentes. Si te acercas a la zona de salidas el espectáculo es catastrófico, ya no estás en Madrid del siglo xxi, estás en Inglaterra durante la guerra mundial y lo que ves son a las familias despidiéndose de los padres y hermanos sabiendo que quizá no los volverán a ver. Ahora si, si te alejas de todo ese teatrismo y drama innecesario y te adentras en la zona de llegadas, el espectáculo es completamente diferente, hay emoción, alegría, abrazos, besos, padres que vuelven a casa, familias que se reencuentran, parejas cuyo hilo rojo deja de estar tan tenso para poder volver a fundirse en un abrazo. Esas bienvenidas solo se ven tras una larga estancia separados. Es por eso que creo que las despedidas son preciosas, es esa chispa que le da fuego al amor, el echar de menos a alguien hace que cada segundo con el sea más valioso. La costumbre es la tumba de la felicidad, pues dejas de valorar las pequeñas cosas. Por eso la lejanía es la medicina para todo, irse un rato para luego volver.
Así que no, una despedida no es triste, es solo el primer paso de un reencuentro, de ese abrazo efusivo, de las lágrimas de alegria y largas charlas sobre todas las aventuras que han englobado la ausencia.
Yo cada vez estoy más agusto cuando se me echa de menos, puede sonar egoísta pero cuando vuelves te reciben como una reina, al menos los tres primeros días. No se, quizá solo sean desvaríos de una persona fría, pero yo veo mucha belleza y en un adiós formulado con el corazón
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