Llovía.
Naamah miró por el ojo de buey y volvió a ver lo mismo que ayer, que anteayer… mientras su esposo, en silencio, perdía su mirada en el suelo.
—Y… ¿Este es el crucero que me prometiste? ¿Noé?
—Fin—

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Llovía.
Naamah miró por el ojo de buey y volvió a ver lo mismo que ayer, que anteayer… mientras su esposo, en silencio, perdía su mirada en el suelo.
—Y… ¿Este es el crucero que me prometiste? ¿Noé?
—Fin—

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