Siempre que Ceh abre los ojos escucha voces. Y no está mal de la cabeza pero las voces lo están volviendo loco. Desquiciado fue con varios psiquiatras, de esos que presumen en las paredes de sus consultorios numerosos diplomas de prestigiosas universidades foráneas, y lo diagnosticaron psicológicamente sano por no localizar ningún daño neurológico en las costosas biopsias que le realizaron. Y tomando en cuenta la privilegiada posición socioeconómica del paciente, le recetaron poderosos soporíferos porque podía permitirse el lujo de dormir todo el tiempo que quisiera. Sin embargo, desde que vendió por millones su propia compañía está harto de dormir y dormir para silenciar su mente. Y la vida en sueños no es vida, Por favor, ¿soñar con un mar silencioso y apacible? En la vida real no puede ni escuchar la marea más furiosa y una noche fue al desierto a caminar hasta dar con el famoso ritual que tanto mencionan los iluminados pero los chamanes que bailaban alrededor de la fogata fueron incapaces de percibir alguna fuerza paranormal en su cráneo, tampoco sirvieron los psicotrópicos viajes al fondo de su ser para reencontrarse con la conciencia taciturna.

Apartado de todos incluso familiares cercanos e instalado en la periferia más verde de una pequeña ciudad caribeña suele pasear al cerro con su maine coon, un gato tan grande y fiel como un perro mediano, totalmente convencido que al estar rodeado de árboles y hermosos paisajes las voces cesarán.

Y un día el bullicio interno ya no parloteaba sin parar y el silencio era remotamente plausible pero salieron de la nada unos perros y el gato se refugió entre las ramas y los malditos sabuesos no ladraban, sólo vieron en el enorme felino un nuevo amigo. Y el león domestico se quedó mirando a un punto indefinido del follaje. Alguien se acercaba, era el dueño de los canes juguetones y por su aspecto es fácil deducir que no es de la región, es un trotamundo viajando con sus mascotas pero Ceh le pide amablemente que se marche y el viajero no lo entiende a pesar de la educada hostilidad del extraño que le ruega con insistencia que se retire para que su gato pueda bajarse del árbol.

––No se preocupe, son buenos perros, se llevan bien con los gatos…

––De acuerdo, pero por favor váyase con sus perros a otra parte…

––De verdad que son buenos perros que ni lastiman a una mosca.

––Te entiendo perfecto y te creo pero mi gato discrepa, tiene otra perspectiva…

––Mis perros pueden…

––No señor, ¿qué parte no entiende? Está arriba porque tus perros lo asustan…

––¿Quieres que se queden quietos?

La amabilidad es un infierno, empezó a murmurrar su encéfalo y las palabras descendían por la columna, Córtale la lengua y tu pequeño rey de la selva aterrizará a descuartizar…

––Sin ánimos de ofender, aleje a sus sabuesos antes que…

…golpea a matar mientras las leales garras de tu agil protector rebanan a los impotentes defensores de tu desmembrada víctima… Y la voz calló cuando el buen hombre desapareció entre los arbustos con sus inofensivos compañeros. No podía creerlo, la voz calló. Era la primera vez que imagina algo tan atroz y su conciencia opta por el silencio, ¡había imaginado! Y eso es soñar despierto y los sueños son vida sin voces, ¡comprendió que debería leer libros oscuros que mermen sus involuntarios y macabros anhelos!

Y al llegar a su choza no perdió tiempo en escribir una carta a su mejor amigo, un bibliotecario jubilado que no se cansa de hablar de libros de autores de lesa humanidad cada vez que beben vino tinto. Dos semanas después tocaron a su puerta, era un empleado de mensajería exprés pidiendo que firmara la hoja de entrega y el pequeño paquete sólo contenía un libro, no había carta ni siquiera una dedicatoria en la primera página del viejo ejemplar de Nuestra Señora de las Flores, escrita por Jean Genet. E inmediatamente preparó las maletas y subió a su felino al 4×4, por la dicción que lo atormenta nunca pudo leer en su propio espacio. Necesita cambiar constantemente de lugar para contar con breves y mudos momentos que le otorguen la tranquilidad necesaria para leer. Primero se detuvieron en un mirador a contemplar, quizás por última vez su pequeña ciudad, no obstante, el panorama era tan mustio que intentó suprimir el desencanto al comenzar el primer capítulo.

(Un fragmento clave del libro que omito por ahora)

Ceh alzó la vista, atardecía y la ciudad ya no era ciudad sino un corazón de concreto que latía en un gigantesco charco de sangre y salpicaba a chorros por las válvulas cardiovasculares vehículos que partían a los pueblos. Jamás le pareció tan hermoso observar con los ojos de un libro. Y prosiguió con la lectura, aún no se escuchaba el angustiante soliloquio del asesino que lleva adentro.

(Otro fragmento)

Por la falta de luz natural Ceh respiró profundo, anochecía y las parpadeantes luces le daban vida a un corazón amarillento clavado en una pared negra, Martillea, martillea para que palpite, dale al clavo para que bombardee las ganas de matar la ansiedad de quitarle la vida a cualquiera, clava y clava para amueblar la visceral calma…

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