Relato 2: Ceci

Relato 2: Ceci

Mor Inga

21/12/2022

Este relato está dedicado a mi abuelita, la mujer que tanto amo y admiro.

Eran las cuatro y media de la mañana cuando su madre la despertaba, “Ceci, ya es hora”, y se entristeció al saber que hoy tampoco podría ir a la escuela. Se alistó rápido y como de costumbre junto con su mamá bañaba y daba el desayuno a sus hermanos. Vivían en una finca arrendada ubicada en la vereda el Florido en Pacho Cundinamarca. Estaban en época de cosecha y eso significaba madrugadas para trabajar en la finca y no para ir a la escuela.

Al salir a trabajar era ella quién dirigía el grupo, iba al frente de sus diez hermanos diciéndoles qué parte de la cosecha les correspondía recoger. En la mañana en trabajo era duro, pero cuando el sol llegaba a si cenit guardaban las lonas que habían recogido y bajaban a bañarse en el río, Cecilia los ubicaba en fila y los enjuagaba uno después del otro y al terminar de bañarse subían a la finca para almorzar lo que su madre les habíapreparado.En la tarde el trabajo era más liviano, cuando lograban terminar pronto tenían la tarde libre para ellos, jugaban y corrían por donde quisiesen y hacían cuanta pilatuna se les ocurriese. -Encerremos en una lona a la gata y al perro. Decía Linarco. – ¡No!, a recuerdo no me lo toca. Reclamaba Delfín. El perro lo llamaban así al ser el único de la camada que sobrevivió, fue el único recuerdo que quedó de esos cachorros. -Metamos mejor la gallina en la olla. Dijo Cecilia. Corretearon la gallina, la encerraron en la olla y prendieron la leña. Sus carcajadas retumbaban a través de las montañas al escuchar cómo la gallina pisoteaba y saltaba dentro de la olla hasta que lograba salir toda despavorida.

Hace días que Cecilia y sus hermanos no iban a la escuela y cuando no lo hacían, la rutina de trabajo era la misma. Una tarde llegó una amiga de su mamá a visitar a sus padres, Cecilia los escuchaba hablar mientras veía las lindas ropas con las que esa mujer estaba vestida; llevaba una falda café de dobladillos larga hasta debajo de las rodillas, una blusa amarilla de mangas largas y unos tacones anchos con medias veladas. Les decía a sus padres lo bonita que era la ciudad, que ganaba muy bien en su trabajo y que no tenía necesidad de ensuciarse ni embarrarse durante el día. A Cecilia eso le gustó y se le metió la idea de que debía ir a esa ciudad, a Bogotá. No le faltaba nada en su casa, pues tenía un techo, comida y vivía a gusto con su familia, pero ella quería algo más. Así que decidió abrirse rumbo e irse con una señora de la finca vecina recomendada por su mamá. 

A sus once años conoció lo que era una ciudad, era cierto lo que decían, era muy distinto a todo lo queconocía, la gente actuaba y vestía diferente. La señora con quien iba la internó en un convento, desafortunadamente a Ceci no le gustó estar ahí. Aprendía cosas nuevas, pero extrañaba su casa, la libertad que tenía de poder correr a donde quisiera y extrañaba a su familia. Pero sabía que no podía volver con las manos vacías, tenía que regresar con algo para ofrecerles. La única que la visitaba era la que la había llevado a ese lugar y siempre le pedía que la sacara de allí. Cuando salió a sus trece años comenzó a trabajar en casas de familia. Allí trabajó durante mucho tiempo, le daban la vivienda, comida y pago. Con sus ahorros se trajo a sus hermanos uno a uno a la ciudad y gracias a su buena relación con la señora de la casa donde trabajaba, les podía conseguir un trabajo y donde hospedarse. Hacía lo que se había prometido. Pocoa poco los frutos de sus esfuerzos se veían reflejados, por fin su familia estaba reunida nuevamente, pero ella no esperaba que elconocer a una persona en especial le cambiara tanto la vida.

No acostumbraba a aceptar detalles y miradas de hombres, pero le dio la oportunidad a aquel que le insistía tanto y de mil maneras, así que se enamoró. Era un hombre bien parecido de Sogamoso Boyacá, era atento con ella, pero tomaba con frecuencia y era coqueto con las mujeres. A sus veintidós años quedó embarazada y con el pasar de los meses no podía trabajar, no porque no quisiera, sino porque en la casa donde trabajaba no se lo permitían en esa condición. Por eso se quedaba en la casa de él. Su nombre era Pedro, pero a Pedro no le agradaba hospedarla y menos si estaba embarazada con un hijo suyo, aún así, ella lo hacía de todas formas. Su familia ya ubicada en Bogotá no podía recibirla, sus hermanos ya tenían familia propia por la cual responder. Pedro vivía en una casa en obra, hace poco había comprado el lote junto con sus hermanos, por eso quería que solo su familia viviese ahí, no una persona extraña y menos con una futura carga.

Durante los días de embarazo Cecilia en la mañana preparaba el desayuno para toda la familia de Pedro para que fueran al trabajo, en la tarde se quedaba sola y ayudaba con el aseo. Lo que nunca se esperó era que rompiera fuente cuando no había nadie, el dolor la hizo recostarse sobe la cama y como el parto era expulsivo tuvo que dar a luz sola. Cuando el niño nació lo cubrió con las sábanas y cortó el cordón umbilical. Lo acercó al ella y en ese momento, al verlo olvidó todo el dolor que había sentido, ya no se sentía sola. Vio los ojos de su hijo y sonrió al saber por todo lo que había pasado y lo que venía por suceder valían la pena si ella podía darle un futuro diferente, que su hijo no tuviera que pasar por lo que pasó ella. Prometió que él no sufriría como ella, haría todo lo posible por darle lo mejor que pueda, lo que ella no tuvo y estuvo segura de que ahora en adelante se venía un mejor mañana lleno de posibilidades para la siguiente generación.

Etiquetas: campo colombia familia

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