Caí en un sueño profundo, dejé que las imágenes se apoderaran de mi inconsciente.

Ruptura de mi corazón de cristal.

A medianoche la lluvia me reparaba en medida de lo posible, sin embargo, mis sueños se intensificaban, arropaban mi sentir y me hundía.

La luz era casi imperceptible.

Dejé que mis demonios me hablaran, y ahí te encontré, sin pena ni miedo, solo estabas ahí. Me hablaste y me cimbró el alma, mi boca pesaba, involuntariamente mis ojos se abrieron salvajemente y mis puños apretaron mi dolor.

Lucías angelical, con más brillo que los demás, tu voz me incitaba a llorar y tu olor infectaba mis pulmones.

Yací cerca de ti, sin movimientos ni palabras, el hueco en mi pecho ardió y mis escrúpulos se alejaron cediendo el paso a mi descontrol mental que se esconde detrás de mi máscara.

Las llamas me quemaban, pero no sentí nada, mi ser no era el mío.

“No podré con esto”, me dije y me alejé con la mirada en el piso, con los ojos perdidos entre nubes de aquella mirada, dueña de mi penumbra.

Etiquetas: poesía

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS