INSENSIBILIDAD

INSENSIBILIDAD

Luis Madrid

24/09/2022

INSENSIBILIDAD

A veces, solo a veces, suelo tener el atrevimiento, o solo quizás los ánimos suficientes, para pensar en voz alta, y aprovechar la ocasión para contradecir a mi conciencia.

A esa misma que existe, aunque no pueda ser exactamente vista, y que insiste en sostener que soy un hombre bueno, que soy un hombre constructivo, y que a fin de cuentas ha de mantener esa tesis, capaz de avalar una decencia personal: la cual pese a ser mía y en apariencia no poco definirme intelectualmente; no parece tener el poder al menos de momento, de sumar cerca de mí, las cuotas de dignidad perseguidas desde hace algún tiempo.

Para mediante ellas, acercarme a una idea de felicidad más completa, más duradera y por ende más útil, que no poco bien podrían hacerle a una existencia a fin de cuentas humana; tremendamente condicionada por las angustias y las incertidumbres, presentes como la hidra de mil cabezas; en el entorno particular y contradictorio, donde he crecido y pese a todo y todos, también he insistido irreductiblemente en desarrollarme y vivir.

Ahora bien, en este momento inicial de nuestra intima e inevitable conversación, ¿Qué te atreverás a decirme, o intentar hacerme entender, con tu voz clara aunque silenciosa? ¿Acaso aun creerás tener a mano, suficientes dosis de consuelo; para una mente y un cuerpo de hombre, rehenes desde hace algún tiempo, de más de un temor e inseguridad?

Bien me parece que puedo escuchar, esa suma sincera pero inútil de respuestas constructivas, posiblemente capaces de llevar algo de sosiego, a las almas perturbadas, por los tiempos difíciles que corren en nuestros días, donde la única certeza es la existencia de senderos empedrados, rumbo a lo incierto y desconocido.

¿Acaso exagero un poco, al expresar mi sentir, sobre el presente que no deja de dibujarse frente a mí, en los días actuales? ¿Capaz puedes ser de sostener tan atrevido parecer, sobre cuánto ha de atravesar mis intranquilos pensamientos, respecto a estos tiempos; a los que bien quisiera poder renunciar o al menos poder trocar, por otros más gratos y amenos?

Fácil ha de ser para ti y los que han de ser como tú, en la actual hora, de no poder mirar con suficiente agudeza, el devenir vital de los otros. Fácil ha de ser para ti, en los suelos de la conciencia, arropada por un manto de reconocible inconciencia; el pedir tranquilidades inconmovibles, al tener sobre el final de un día estresante, por culpa de un trabajo no exactamente deseable, solo un puñado de centavos de una moneda dura.

Gracias a los cuales por cierto, posible solo será, intentar sumar algunas fracciones diarias de tal moneda, capaces de permitirme el alcance de alguna suma, algo menos que moderada, aunque de alguna utilidad práctica, tras la llegada del fin de semana.

El cual como se sabe, siempre estará compuesto por los días para el descanso temporal, antecesores de los grandes sacrificios que estarán obligatoriamente por venir, tras el final de la silenciosa noche del domingo: interrumpida formalmente por el cantar de gallos de claridades recién llegadas, pertenecientes a un día inicial, que no pocos desearían desde que el mundo es mundo, poder suprimir de sus estrechos calendarios.

Un momento. Permíteme solo pensar en esa pose imaginada que me regalas, a partir de las palabras que te atreves a dibujar para mí, en ese subsuelo íntimo, que bien parece, puedes gobernar directamente más tú que yo.

¿Te atreverás a volver a insinuar que de alguna forma exagero, respecto a mi agotamiento y preocupaciones actuales, cortesía de las estrecheces económicas actualmente a la orden del día? ¿Es así? ¿Solo porque supuestamente yo no podría considerarme tan explotado, como los trabajadores del ayer: unas veces atados de cadenas y otras de miserias extremas; gracias a las cuales su suerte sería más desafortunada, al compararse con mi presente de amarguras y frustraciones?

Como respuesta a la pregunta anterior, que no podrás por fortuna atreverte a repetirme, solo se me ocurre decir, a modo de aclaratoria inútil pero no por ello menos necesaria; que ni remotamente ha de encontrarse exactamente paz y tranquilidad, relajación y comodidad; al estar al frente de un computador, día tras día y hora tras hora.

Más aún si el fin de tal dedicación, de tal esfuerzo moderno, con su discutible productividad aunque indiscutible desgaste agotador; lo que pueda perseguirse sea, el intentar ganar algunas insuficiencias monetarias, claramente imposibles de traducirse en suficiencias alimenticias o materiales. Con las cuales se pueda tener ahora, en forma alguna garantizada, el poder conseguir la deseada como también escasa, más que afortunada camisa del hombre feliz.

Así las cosas, y mientras recuerdo mis empeños en la redacción, antes de apagar este computador: al momento ventana de oportunidad y de cansancios no menores; para más de un individuo rodeado de vulnerabilidades tremendas, que no pocas veces pasan por debajo de la mesa; aprovechare para despedirme de ti, o cuando menos de esta dinámica intima nuestra.

Por fortuna privada e íntima, a la vez que para nada irreal, la cual solo puede ser posible en verdad, gracias a la vigencia de este mundo desigual, lleno de banalidad. Capaz de inmovilizar a muchos, mediante ese mal que ha condicionar a unos cuantos, en buen numero por cierto, y que independientemente del lado del charco en donde estemos, la gente sencilla que sueña y resiste, ha de poder reconocer aun con la palabra “insensibilidad”.

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