Crónica de una paradoja

Crónica de una paradoja

Nora deja su trabajo en la ciudad. Su padre está enfermo y la necesita, su traslado ha sido rápido y la dirección del hospital agiliza su documentación para el nuevo puesto. Es triste el nuevo destino pues no conoce a nadie y el lugar donde vive su padre es un pueblo con cuatro calles.

Arcadio su padre, está triste ante la nueva situación creada por su estado y es consciente del sacrificio que asume su hija. Empieza con su turno de noche y aunque es muy primitivo el sistema, su nueva compañera es muy competente ante el problema que supone la nueva situación, obteniendo un grato resultado sin incidencias.

El hospital es comarcal no disponiendo de muchos avances tecnológicos pero con carisma humano entre los compañeros que han llegado allí por diversos motivos. Los biberones de cristal se esterilizan hirviendo un cazo con agua del grifo y  una vez sumergidos se esterilizan. Nora compra de su bolsillo el agua mineral para diluir las leches en polvo, pues el centro utiliza agua del grifo. Todos estos problemas y algunos más hacen que el personal se sienta más unido, colaborando entre ellos estrechamente.

Cuando la guardia llega a su fin comienza su labor echando un vistazo a Arcadio, prepara su desayuno y  de inmediato comienza sus clases en un centro, que le van a permitir adquirir conocimientos en un área diferente. Nora sabe que todo este proceso es circunstancial y en algún momento volverá a su antiguo trabajo. Para ello su esfuerzo es necesario.

Transcurridos catorce años su situación es diferente, su padre a muerto, tiene una nueva titulación. El centro actual no dispone de plazas a cubrir en la especialidad adquirida, aunque hayan sido impartidas cerca del hospital, son lagunas que tiene el Ministerio de Educación.

A los cuatro años , una mañana que Nora no olvida, suena el teléfono con una propuesta de trabajo como técnico en el centro donde anteriormente ella trabajaba, están ofreciendo un contrato en una vacante que automáticamente  acepta después que doce técnicos han renunciado.

No sabe que esconde esta nueva titulación, adentrándose en una competición de estamentos. Es recibida con resquemor, pues estos puestos de trabajo desplazan en cierta forma a otros profesionales que no ven con buenos ojos a los nuevos técnicos. A pesar de ello la administración insta a que haya paz entre ellos. 

Nora piensa en la equivocación cometida al desplazarse a este puesto. En su especialidad es muy importante la función de los temporizadores, estos controlan los tiempos que una sangre necesita en un baño o centrífuga para hacer reaccionar otras substancias. Las mentes pensantes en aquellos momentos de guerra hacen desaparecer estos aparatos en medio de un tiempo de análisis.

Las quejas a la administración no son efectivas. Nora sufre estrepitosamente. Piensa en abandonar y sus compañeras en la misma situación dan ánimos para seguir con esta lucha tan absurda.

Con el tiempo los ánimos están más tranquilos pero el problema de fondo es parecido, no reconoce el Ministerio de Educación el grado del resto de técnicos en Europa y hay huelgas continuamente en este sector. Nora se ha jubilado y el problema existe. Todavía hay servicios hospitalarios donde un técnico no desempeña ninguna función, cuando en el resto de hospitales en Europa tienen una gran función hospitalaria.

Nora dejó un puesto de trabajo donde sentíase satisfecha, comenzando en otro que cada día era una batalla campal. Hoy el problema continua.

   

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