Por. Karol Bolaños
Siempre se ve de forma caricaturesca la idea, cuando se piensa en ella, de inmediato llega la imagen de un bombillo que se ilumina encima de la cabeza; lo cual, permite pensar que la idea es parte del imaginario; un pensamiento que llega de manera instantánea y resuelve una situación precisa.
Bueno, al menos eso solía pasar en las caricaturas de antaño donde la escena era más o menos la siguiente: un personaje que se encontraba en problemas se le prendía el foco, ósea, aparecía un globo de diálogo con el símbolo dentro o simplemente el dibujo del bombillo encima de su cabeza; esto, representaba la idea, y que, al ser ejecutada resolvía la situación.
La forma representativa o simbólica descrita es una asociación hecha desde el inicio de la idea misma, puesto que, la luz es un sinónimo de claridad y brillantez. Tiene la capacidad de convertirse en materia cuando se ponen las fuerzas de la creatividad en función de su desarrollo.
Es por esto que, esta figura caricaturesca toma poder e importancia, porque antes de la existencia del bombillo que no deja ser un símbolo, la luz existía; es decir, antes de cualquier invención que resolviera una necesidad o situación tuvo que existir la brillantez de la idea.
En términos menos elementales, podría asociarse la idea a un pensamiento que toma fuerza cuando se repite en la mente, luego pasa a la experimentación y llega a la socialización. Ahora bien, ahí se pasa a otro ejercicio, ya que, la idea se transforma en movimiento y realidad. Tratándose de la creación material se convierte en objeto y si es un discurso pasa al sujeto.
Concentrándose en la segunda forma de materialización de la idea, es decir, cuando logra penetrar en los sujetos. Podría decirse que, la idea sale de una mente convertida en palabra, la cual, entra en discusión con otros individuos; luego, pasa a ser objeto de análisis y, por último, entra en el campo de la persuasión que no es otra cosa que convencimiento.
En ese instante, comienza el camino de lo que podría llamarse idealismo, el cual refiere a, el acto de propagación de la idea y su influencia. De una manera simple, podría sugerirse que el idealismo es el movimiento generado por la influencia de las ideas. Que si bien, son inmateriales, pueden llevar, a la materialización de dispositivos sociales, económicos, cultuales y políticos.
Ahora bien, si se requiere una elucubración científica sobre la idea y el idealismo, se puede ampliar su conocimiento husmeando en la filosofía. Actualmente, existe una amplia gama de escritos filosóficos sobre estos tópicos, considerados, fundamentales en la historia del desarrollo económico, social, cultural y político de la humanidad.
Sin embargo, era fundamental mirar desde la simplicidad, el impacto de algo aparentemente inofensivo como las ideas, porque éstas han sido capaces de cambiar nuestras realidades. La idea como punto de partida es una excusa para poner en el escenario el fenómeno de la idealización, que se trata de, la creación de modelos ideales. Lo interesante es que se pone en discusión el peligro de las ideas de perfección en diversos ámbitos de la vida pública y privada de los seres humanos que generalmente son espejismos discursivos con intereses ocultos.
Por ejemplo, en épocas del imperialismo se consideró legítimo vencer y subyugar otras naciones con el discurso de “la obligación moral de impartir la idea de desarrollo occidental”, la cual, sólo trataba un discurso oficial con doble sentido para saquear otras naciones. Aunque llevaban una bandera de desarrollo, libertad y organización; las consecuencias directas sobre las naciones “perdedoras” eran empobrecimiento, explotación, violación, destrucción, desarticulación social, encubrimiento cultural, saqueo e imposición de modelos administrativos feudales.
Esto estaba basado en la creencia de superioridad, naturalización del poder occidental y reclamación del derecho de pertenencia de todo lo que pudiera dominarse bajo sumisión. La idealización de naciones poderosas, heroicas, patrióticas y desarrolladas se basó en la capacidad de expansión y acumulación de poder por medio del sometimiento guerrerista.
Pero ¿quién tuvo la capacidad de lograr legitimar un modelo sin ética? Pues, los intelectuales pagados para el impulso de esta propaganda que estuvo compuesta en su mayoría por abogados, estadistas, historiadores, filósofos, periodistas, artistas y familias bien intencionadas en mantener su linaje autocrático, burocrático o democrático.
No es necesario expandirse en explicaciones de algo común a la época, aquello de que los títulos seguían asociados al estatus social y económico, así que, es preciso señalar que el criterio de estas ideas estaba condicionado por el sostenimiento de una situación personal, familiar y social. Con este ejemplo, se puede notar como la idea aparentemente construye, mientras en su desarrollo material destruye.
En la actualidad, podríamos ejemplificar esto con un fenómeno que toca a casi la mayoría de la humanidad; se trata de, la pobreza y el popular eslogan “el pobre es pobre porque quiere”. Sí, digo la mayoría de la humanidad, porque los verdaderamente ricos son un número reducido de personas. Lo triste son la cantidad de personas pobres que guardan la esperanza de que esta idea romántica y caricaturesca se cumpla.
Es obvio que nadie quiere ser pobre y que suena tentadora la vida de lujo que ostentan algunos ricos o algunas personas que intentan llevar una vida de ricos siendo pobres. Pero imaginemos no más que todos y todas lográsemos el sueño dorado, pues, no existiría mundo con ese nivel de consumo; en consecuencia, para que riqueza sin mundo.
Tampoco estoy idealizando la pobreza, creo que nadie debería vivirla, todas y todos debemos tener las mismas oportunidades de vivir dignamente. En relación al eslogan, es muy probable que la cosa se trate de crear una expectativa grande para incentivar fracasos, depresiones y sumisiones.
Porque ser pobre no es una condición elegida, es un título heredado y por más escalador social que se sea, nunca, pero nunca, se llegará a ser oficialmente rico y las personas que influencian estas ideas por las redes sociales son en su mayoría una serie de estafadoras.
Es importante aclarar que, ostentar que se tiene dinero, propiedades, oro, licor, vehículos, dientes de diamantes y amistades con poder no es sinónimo de riqueza, ésto es simple poder de adquisición. Además, la condición de pobreza no se acaba con la tenencia material, ya que, existen una serie de elementos fundamentales que la condicionan a su herencia social, cultural y económica.
Mire no más los países del golfo, tienen príncipes, magnas construcciones basadas en las joyas de occidente, mucho petróleo, extensos desiertos, han comprado todo lo que da plata en el mundo, pero nadie los convoca para pedir su opinión y decisión en temas que transcienden en todo el planeta. ¡Paradójico, los nuevos ricos son tratados como pobres con plata!
Ahora bien, esté ejemplo se puede cerrar o abrir con esta serie de preguntas: ¿quién es capaz de creer que se volvió o volverá rico? ¿Quién se dejará seducir por la idea de que vivimos en un mundo de oportunidades donde se vale mentalizar para cambiar una situación? ¿Quién cree que la pobreza es una cuestión de decisión? ¿A quién le conviene tener un gran número de individuos convencidos de que la riqueza está al alcance de las manos con solo soñarlo? ¿Quién y cómo está diseñada la propaganda de este tipo de cuestiones? ¿Cuál es el verdadero objetivo de estas campañas?
La idealización es entendida como la creencia de que un personaje, situación, fenómeno o realidad son la cima de un objetivo, en términos generales, la perfección total, el modelo y sueño de cualquiera.
Muchas personas quieren ser como los dioses que reverencian, como los líderes de las instituciones que siguen, como los artistas que admiran, como los pensadores que edificaron corrientes del pensamiento, como las y los influenciadores que exponen sus ideas y modelos de vivir por la redes sociales, como los líderes de sus naciones, como los escaladores sociales más importantes, como los delincuentes que se salieron con la suya y llevan una vida de comodidades, como las estrellas del deporte, como los mártires de las guerras, entre otros.
En algunos casos, esos sueños y anhelos son tan inocentes que validan la existencia de esas ideas hechas ideal. Pero en otros, no sólo angustian, también mortifican. La discusión principal se centra en la segunda, puesto que, se pensaba que el acumulado histórico denotaba la importancia de exponer como lesivas ciertas figuras y modelos de pensamiento que habían llevado el orden mundial al caos.
Por el contrario, vemos con estupor como la supremacía racial, las dictaduras militares, las mafias, los estafadores, los maleantes de barrio, los narcotraficantes, los terroristas, los extremistas, la pobreza, la maternidad infantil, la violación, el machismo, los corruptos y los artistas al servicio de las propagandas; toman un lugar preponderante en la sociedad sin que nadie haga, ni diga nada.
El poder de las ideas que se difunden en redes sociales es tan grande que guían, distorsionan y diluyen la realidad desde modelos de vida que en su momento fueron rechazados por la moral, la ética o simplemente por el sentido común. Una vez más, las ideas se toman el poder.
Ahora cualquier niño de barrio viste camiseta de Pablo Escobar creyendo que es posible ser rico, lo ven como un héroe y mártir. Ni que decir sobre la juventud empresarial guiada por las innovadoras ideas de los Rodríguez Orejuela. Tanto han calado las propagandas que los delincuentes son idealizados, mientras los héroes de la vida cotidiana son invisibilizados.
Lo fuera de común, pero actualmente, lo más popular en las redes sociales, es eso del engrandecimiento de ser de BARRIO POPULAR; hoy en día se trata de un tema de moda, incluso muchas personas se acercan a esa realidad que jamás imaginaron entrar para ser aceptados e incluidos socialmente en sus círculos.
Las y los gomelos hablan de microtráfico, guerra de bandas, tiroteos, cárceles, entierros, fiestas callejeras, milicias, esquinas, panaderías, peluquerías, calles sin pavimentar, padres alcohólicos, feminicidios, fronteras invisibles, policías traquetos, robos, acoso sexual y hostigamiento social como lo más normal del mundo; como el estado ideal de las cosas.
Por un lado, los pobres soñando ser ricos van dejando en su camino un reguero de sangre, desgracia y degradación social. Por otro lado, la clase media anhelando vivir el declive social de la pobreza desde la comodidad. No en vano, los ricos siguen con el control en las manos y sus ideas bien claras de como sostener indefinidamente estos espejismos que sostienen su modelo.
Dicen que la mayor enfermedad de nuestras sociedades occidentalizadas es el miedo y aunque éste es una emoción natural del ser humano, hoy día se propaga más por ideas que por realidades de peligro.
Con respecto a lo anterior, resulta paradójico que las personas que viven la hostilidad de la violencia, en su mayoría, personas pobres que habitan las periferias territoriales, no les quede otra salida que comerse el miedo y acostumbrase a las meras reacciones de sobrevivencia; otros y otras que gozan de tranquilidad en la vida se alimenten con ideas que generan zozobra, pánico e incluso movilizan resistencias colectivas basadas en emociones no sentidas y vivencias no vividas. ¡Asombroso!
Ahora bien, tratando de husmear en la idealización barrial, los contextos de violencia y las representaciones; surge la curiosidad por aquellos y aquellas que no elaboran esas idealizaciones mediatizadas.
Entonces, puede verse a lo lejos una persona que ha crecido en medio de esas violencias sin desearlo. La primera idea que suele surgir para estas personas es huir o cambiar de escenario cuando exista la oportunidad, es falso que alguien quiere vivir en condiciones tan extremas permanentemente; el miedo es tan insoportable, tan incomprensible, como difícil de reparar y por eso todo el mundo quiere volar fuera de ahí.
Cuando es imposible salir de ahí, se aprende a vivir ahí, se respeta las reglas internas, los silencios se acumulan, las opiniones se guardan, si ves haces como si no hubieses visto nada, cuando escuchas los tiros te tiras al piso y esperas que el bullicio anuncie que todo ha pasado, sales temprano a trabajar pero no tanto porque te pueden robar, llegas de estudiar o trabajar a la hora correcta no vaya a ser que una bala vayas a pescar, aprendes a vivir con la moral por el piso porque no consigues las oportunidades que anhelas, incluso, te cuesta trabajo conseguir un empleo con la dirección que tienes.
Todo eso, sin contar con las comparaciones y señalamientos; por ejemplo, sino se hace parte de la banda, mejor no mostrase tanto, no vaya a ser que termine siendo objeto de envidias y esto es muy importante, porque en el barrio hay tipos de muerte juvenil tipificada.
La más común de las muertes está ligada a ese adagio popular que recita: “el que a hierro mata, a hierro muere”, es fundamental tener en cuenta que lo único seguro que cualquiera tiene en la vida es la muerte, pero eso en una banda es como una finalidad, puesto que, el objetivo principal de esta actividad es vivir precoz para morir rápido.
Otra forma de morir, siendo inocente de todo, es encontrar en el camino de retorno a su casa una bala pérdida, algo que afecta en su mayoría a niños, niñas y adultos mayores. Una más, se refiere a eso que no debió ver y tampoco contar, la más conocida represalia por saber y hablar de más. Ni que decir de meterse contra un miembro de una familia con hijo o hija de banda, eso es represalia segura y si el agravio es grande hasta la muerte.
Pero la peor de todas es aquella que amenaza a los y las invisibles, porque deben cuidarse de los ojos maliciosos y envidiosos. Por ejemplo, intentar destruir las idealizaciones con proyectos sociales, contradecir, estudiar, tener ideas propias, vivir mejor o volverse algo que todo el mundo anhela, son serias amenazas al statu quo de la delincuencia barrial que pueden conllevar a la muerte.
Desde diversos enfoques podría llegarse siempre al mismo punto, existen ideas que son el fundamento del orden social, económico, político y cultural. Los pobres del mundo son cuna de experimentos sádicos y ociosos, les cala muy hondo la imagen que esta influenciada por una idea oculta. Mientras tanto los ricos llevan una vida sin apariencias, pero con gustos exorbitantes que ahora empiezan a pasar la cuenta de cobro al mundo entero.
Mi única intención es poner en dialogo esa realidad tan evidente, aquella en la que la idealización de ciertos modelos nos empieza a llevar a sitios indeseados como especie. Valoro las ideas porque de eso está hecho el mundo. Pero miro con cuidado la idealización de ciertos modos de vivir, personajes, discursos, modas, consumos y opiniones porque soy consciente que están en juego tantos elementos que no podría permitirme ofender mis aprendizajes como sobreviviente del barrio popular.
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