Con sus canas bien asomadas y sus arrugas nada disimuladas sigue camellando de sol a sol. Les hablaré de un señor que en Corozal nació y ahí mismo se crio, en una casa de palma que está de esquina en una cuadra, subiendo una lomita en una calle destapa´. Ese mismo que muy joven se embaló con cuatro pelaos de la muchacha barranquillera que con tanta parla conquistó, la misma que se trajo pa´ el pueblo a escondida de los suegros. El que se levanta madrugao´ que come arroz calentao´ y que se pega sus peas aunque ande mondao´.
Ya el viejo está cansado, es que siempre ha sido bien arrayúo . Si tiene que salir al día siguiente para una maraña, se acuesta a dormir a las ocho de la noche y se levanta a las cuatro de la madrugada. A esa hora, le entra una caminadera como si así el reloj pasara más rápido. Se toma como veinte tazas de café, antes de salir y, parece que le molestara ver a los demás durmiendo, porque hace una buya con los calderos, ¿buscando qué? no sé. Porque el desayuno lo tiene que traer él. A veces, si tiene algo por ahí, deja para comprar la yuca y los huevos. Total que hace levantar a todo el mundo, y se forma el bochinche. Cuando por fin, llega la hora de irse, sale y tira la puerta del patio como si la quisiera encajar para nunca mas abrirla.
Si le toca subirse en un poste, se va a pata, porque tiene que cargar el morral, las cabuyas y la escalera. Si la chamba esta buena se pasa el día completo camellando. Si no le sale ni una marañita, para cuadrar el día, sale en la bicicleta a darse una vueltas por el barrio a ver que encuentra y si no hay na´, echa pa´ atrás. Los días más pesados, o que anda chapeto se queda en la casa, tirado en la hamaca, y le entra una cantaleta. ¡Carajo! No haya ni que decir, ni que hacer. Y es cuando más hambre le da, cuando más quiere comer. Se la monta a su mujer.
Él: Ajá, si no hay más na´ que hacer. La vaina está mala. Si no salgo yo, no comen. Este poco de gente mejor está aquí amontona´, no salen a rebuscarse. si no hay, no hay. ¡uh pacho! yo que no se esta´ quieto, estoy aquí porque toca. A mi me gusta es moverme.
Ella: Ahora si, que chicharrón me gané yo. Tú no puedes estar aquí si no es comiendo. Cuando te vas de jarocho, queda la sopa ahí, todo el día, hoy, que no hay, vas a pedir. Ahora te aguantas porque estoy lavando los suéter estos curtíos que te quitas. Yo en esta casa no tengo ayuda, me tengo que quitar de la batea para ir a cocinar. Me cogé el día aquí.
Hay días que la vaina se pone «más fea que un tropezón en el dedo chiquito» y ¡ni un fiado sale! Aunque eso es un enyarde, porque cuando se les va a cobrar salen con sus: «pásate mañana», «es que me iban a traer un plata y me quedaron mal», «no está, yo le digo cuando venga», «dile que ahí le mando esto y, estoy pendiente con el restico», etc. Los peores son los que no abren la puerta, los que se hacen los dormidos y los que te ven y se van a esconder.
Pero con cuatro razones en la casa, ni de vaina se puede quedar con las manos cruzadas. Si tocan la puerta a altas horas de la noche, con lluvia, truenos y relámpagos sale de la cama apresurado, busca sus cáñamos y va a poner la luz. Así se rebusca y no es mucho lo que quieren pagar, ni mucho lo que él cobra. Pero ajá.
Un día, un soplón, aprovechó que estaba con las manos en la masa y le echó a los policías, aunque él se quiso defender, no hubo nada que lo salvara de pasar una noche en el calabozo. Desde entonces, notó que ya no tenia pelao´ chiquito. No se había detenido un instante a ver que sus cuatro razones estaban bastante grandecitos.
Desde ese día, dejó de subirse a los postes de energía eléctrica. También, desde entonces, Yo les di el estudio, ahora que ellos me alimenten a mí, es el pan que se come sin café, todos los días. Ya lo sé. ¡Es humano! se equivoca, se acelera, estresa y más porque ya no nos pude dar unos buenos juetazos como cuando éramos niños si no hacíamos caso. Él cree que somos «más flojos que la quijada de arriba», que la platica se perdió, que tanto esfuerzo ¿para qué? Lo entendemos. Como dice su mujer: ‘él mulo ya está cansao´.
Sin embargo, él, debe entender que tener un trabajo es duro, más si toca: recogerle los voticos al político que te va a ayudar. Pagar unos cuantos milloncitos por un puesto. Soportar los abusos laborales porque calladita te ves más bonita. Trabajar duro y recibir un mal pago. ¡Mandan cáscara! A mí no me sirve así.
Se preguntarán si él sigue trabajando. Tengo que ser honesta.
-A ñoñi, serán ideas.
Claro, sin andar encaramado en los postes. ¡Vaya, que alivio! Ya grandecita me preocupaba que fuera a buscar una mala hora. Dios sabe como hace sus cosas.
A demás como dice él: a mi no me gusta estar quieto. Me gusta es moverme. Voy, vengo. De aquí, para allá, de allá para acá.
Ahora, está más arrayúo.
Ahora, madruga más.
Ahora, los calderos retumban mientras se escucha ¿Dónde está el café?, ¿No compraron azúcar? Si no me levanto a recoger el agua nos quedamos secos. A esta gente le gusta es dormir.
Ahora tiene unas cuentas razones que le llegan por las noches, en moto, con cascos, y un ramillete de cartulinas sujetadas con un cauchito.
No es perfecto. Pero si perfectamente amado.
Ese señor es, mi papá.
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