El retrato de la doncella

El retrato de la doncella

Aline soz

30/08/2022

El retrato de la doncella

Pieter Amoreux era un pintor popular de la Francia moderna del siglo XIX, este adquirió su popularidad con sus hermosas obras románticas y renacentistas. Lejos de la riqueza, Pieter Amoreux vivía una vida bohemia en la que subsistía con cada encargo de su obra. Residía en un bloque de pisos bastante deteriorado, el cual le permitía reunirse todas las noches con otros artistas.

Una mañana recibió una invitación del marqués Mores para el encargo de un cuadro. Llegó al palacio algo ebrio del día anterior aunque el marqués todavía no se encontraba disponible, mientras, observaba esos jardines y lo bien que vivían los nobles en comparación con los artistas que tenían fama, pero no fortuna.

Entre unas hermosas flores se encontraba ella, una belleza fuera de lo común; no tenía la presencia de una rosa, ella era todas las rosas. Agachada entre matojos con un vestido vetusto, se veían sus delicadas manos regando las plantas. Ella no podía verle, pero él si alcanzaba a estudiar cada gesto de aquella doncella.

El día era muy caluroso y los rayos del sol en su rostro dejaban expuesta una mirada triste emitiendo un exhausto agotamiento, quizás fuera por el calor o por las multitudes tareas establecidas por el marqués.

Perdido por su repentino enamoramiento por la doncella, Pieter Amoreux no se percató de la llegada del marqués Mores. Tuvo que ver como la doncella se levantaba apresurada y entraba en la casa pasando desapercibida ante su señor.

El marqués se acercó a él, y juntos caminaron por los jardines donde el marqués le felicitó por sus cuadros y le reveló su admiración. Finalmente, acabó por pedirle su encargo, quería un retrato de una de sus doncellas, le confesó que estaba enamorado de esa sirvienta.

—Es una pobre desgraciada que recogí de la calle. Lo hice por su belleza y, desde entonces, no puedo conciliar el sueño. Camino de madrugada y ,a veces, incluso me acerco a su puerta donde sé que ella duerme plácidamente. Siempre tengo que contenerme para no acabar con su descanso y regreso a mis aposentos desolado por no poder mirarla.

El pintor no dudó en saber que se trataba de la misma joven, esa musa que también le había sucumbido el corazón.

—Te pagaré lo que me pidas si el retrato cumple con mis expectativas, necesito poder mirarla siempre que lo desee. La única condición es que ella no posará para tí, no puede saber sobre el retrato.

Pieter Amoreux escuchó las peticiones del marqués y aceptó el trabajo.

El pintor hizo todo lo posible por hacer el retrato de la doncella. La siguió al mercado y a las encomiendas del marqués, incluso se escondió en varias ocasiones en los arbustos del palacio. Sin embargo, de nada le sirvió, no conseguía captar la belleza de la joven. Como resultado, el marqués enfurecido acabó por echarlo a gritos del palacio.

Una tarde, el pintor sin darse por vencido, siguió a la joven hasta el río en el que solía pasear, se acercó a ella y lentamente giró su rostro para verla de cerca por última vez. Le cogió las manos y fijó sus ojos a los de ella, él sólo pensaba en besarla. Le fue difícil soltarle las manos y ver como la joven asustada echaba a correr.

Esa noche, Pieter se sintió aturdido llegándose a despertar con sudores, y sin poder volver a conciliar el sueño, ahí pudo entender la obsesión que vagaba por el marqués.

Por un momento creía volverse loco y después de dar numerosas vueltas en su alcoba, se dió cuenta de que sería capaz de pintar el retrato de su musa.

Durante una semana estuvo inmerso en su creación y el resultado fue la eterna belleza frente a sus ojos. Amoreux nunca volvió a ver a la doncella, en cambio, su retrato permaneció con él hasta el día de su muerte.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS