Soy Yago, de día soy un caminante observador de la vida y sus circunstancias, y de noche también…pastor de estrellas.

Siempre a mi lado e inseparable está Brisa, mi perro, mi fiel compañero de travesías y vivencias.

Otro día que comienza, tengo la sensación de ser un imán que atrae situaciones y personajes impredecibles, únicos; eso le da cierto sentido y profundidad a mi ser, ayudando a manejar mis temores, anhelos, alimentando mis sueños y enseñándome a crecer desde la observación constante.

En un cruce de caminos, topo con una monja, sentada y recostada a una piedra, mirándome como si me esperara. Con voz suave me pregunta ¿qué hora es? 

Las 9 de la mañana respondo, ¿se siente bien? 

-No muy bien responde, pero pronto voy a estar mejor y en paz, y dígame ¿estamos cerca del puente verdad?

Sí… ya cerca.

¿Y no se siente en paz ahora? está usted más cerca de Dios que el común de los mortales.

-Ella, me mira de soslayo, y con una breve sonrisa me pregunta, ¿tendrá un cigarro amigo? y disculpe usted la confianza.

Claro reverenda, ¿no desearía un trago de ron también? lo llevo para las noches largas y frías.

Permítame presentarnos, soy Yago, y mi fiel acompañante es Brisa.

Adelante, dele un buen sorbo, le hará soltarse un poco y así, iremos charlando y buscando juntos nuestros caminos y destinos.

La reverenda toma la botella, la retiene en sus manos, pensativa.

Mi curiosidad de caminante, me hace preguntarle hacia donde se dirige.

-Mi destino…bueno es que, hacia mi destino solo puedo ir yo sola. 

Entiendo, sonrío con picardía, no pretendo entrar al convento con usted; me gusta tener mis encuentros con Dios en los caminos, en los campos, estando libre y no entre las paredes de un convento.

-Y usted qué opinión tiene de Dios me pregunta, creo que debe de tener mucho tiempo libre, para así meditar e ir a su encuentro.

El Dios que yo conozco, siempre está a mi lado, viaja conmigo y con su hijo al lado…el Maestro Jesús.

Si como algo, siempre lo divido en tres partes; si me lavo los pies en un rio, lo hacemos los tres…si rezo, oramos todos.

-Pero ¿y usted los ve? ¿los puede tocar? puede hablar con ellos? 

Desde el corazón, se puede hacer cualquier cosa reverenda.

Mi corazón ahora me pide que vaya lejos, muy lejos…deseo llegar hasta el Tibet, quisiera llegar hasta allí y conocer a los monjes tibetanos, adentrarme en su cultura y sus costumbres,saber cómo son sus rezos y rituales sagrados, comer ycompartir con ellos sus alimentos, preguntarles acerca de sus estudios diarios, de qué hablan; y si me fuera posible, conocer también al Dalai Lama; aprender un poco de su sabiduría y presentarle a mis dos compañeros de viaje.

-Me mira la religiosa de frente, pensativa y dice: ¿podríamos ahora ser cuatro los viajeros rumbo al Tíbet?, necesito ir al encuentro de muchas respuestas.

Adelante pues le contesto, demos el primer paso.

¿Y por cierto…usted no quería llegar hasta el puente?

-El puente…el puente ahora puede esperar.

Arturo Ezquerro – Yago El Caminante y sus cuentos de caminos.

(Marzo/2021)

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