Estoy por primera vez frente a un micrófono , temblando , como siempre y presentándome ante mi audiencia y recuerdo…

De niña , luego de la precoz muerte de mi bella madre , mi padre me llevó a su provincia natal .

Deambulé por las casas de varios de sus hermanos . Una de esas propiedades era la de mi tía Panchita , que había sido esposa de uno de los hermanos de mi padre. Vivía en una enorme casa con un gran terreno  , en compañía de su hija y de una hermana.

Mi prima , que cursaba el bachillerato , era muy cariñosa conmigo . Por las noches veíamos en televisión , las truculentas series del gran Narciso Ibáñez Menta . Recuerdo que estas obras solían atemorizarme , en especial , «El monstruo no ha muerto».

En el mismo terreno donde se desarrollaba la amplia casa de mi tía , al fondo , detrás de un enorme árbol de granada , al cual solía treparme para sacar frutos en las horas de la siesta , se erigía una humilde vivienda.

Mi tía le alquilaba ese pequeña casita a una familia y yo solía acercarme a saludar.

Esta gente a muy amable , y me invitaban a pasar . Incluso , más de una vez , me invitaron a tomar la leche .No tenían televisión , un lujo en la Argentina de 1971 , pero tenían radio , una bella radio antigua.

Un día , acepté  la invitación . Fueron muy gentiles , me sirvieron café con leche con galletitas y tostadas .Los niños escuchaban un programa infantil :»La hora de las Ardillitas» me conmoví totalmente al escuchar las voces de los actores que surgían de esa antigua caja.

Esas voces , que representaban diversos personajes , parecían dirigirse solamente a mí.

Yo me acercaba a la radio , encantada por su magia. 

Mi tía se enojó mucho al enterarse de que yo había merendado allí, me volvió a prohibir ir  su hermana y el novio de esta , un señor llamado Rafael , intercedieron por mí.

Volví a ir , mi otra tía y su novio , trataron de ocultarlo , pero mi tía me puso en penitencia , dijo que yo era su responsabilidad y que debía escuchar radio en mi casa.

Un año después , me mudé a la casa de mi abuela materna , pero me dije : yo voy a hacer radio.

Cada vez que escuchaba una voz saliendo de un aparato de radio ,  yo era como Ulises oyendo el canto de las sirenas.

Pasó mucho tiempo , estudié Letras y teatro  y un día , por fin , lo logré.

Fue en 1997 , en mi desdichada ciudad de Rosario , donde debuté en radio con mi programa : «Esto es literatura» , en la ya legendaria AZ frecuencia modulada , con Ema Cingolani , esposa de Jorge Zárate , como segunda conductora. 

Por primera vez , mi voz saldría de una radio y la gente podría escucharme en el auto , en su casa , en la calle.Mi voz comentaría mis ideas y se sentirían expresados , irritados o indiferentes , pero nunca solos.

Por problemas personales , dejaría el programa en 1998 y retornaría en el años 2006 , con un programa de interés general , «Con arte y parte » . En ese programa hice muchas entrevistas y esto me permitió constatar algunas de las causas por las cuales mi país siempre fue a los tumbos , de mal en peor. 

Los operadores de controles serían mis compañeros de trabajo , pocos eran buenos profesionales , no respetaban las indicaciones y me hacían renegar un poco , en especial , los más jóvenes .

Recuerdo , como grandes profesionales , a Daniel Peruzzo y Horacio Luján.

La radio me permitía comunicar y comunicarme , escuchar y ser escuchada .

Las llamadas , los mensajes que quedaban en el contestador eran mi puente con el público , cuando todavía las computadores no reinaban en los controles de las radios y los operadores realizaban un trabajo más artesanal .Empecé en una radio de barrio , muy escuchada y seguí en una radio líder.

Quiero recordar con respeto a quienes me dieron la oportunidad de estar en radio , con mis programas , al señor Hugo Cagna , al señor José Bonacci y , en especial , a Fito Navarro , locutor y titular de FM Horizonte.

Hice , y hago , un programa cultural en una ciudad donde la cultura es la Cenicienta y cada vez tiene menos protagonismo , en la ciudad llena de artistas pero con poco público para el arte. Aún así , cumplí mi sueño . 

El micrófono fue mi novio , mi hermano , mi amigo.

Leí mis poemas en la radio , hablé d mis autores , comenté , critiqué , me emocioné.

Viví la radio y vibré con ella . Hice un trabajo bello , que amo.

Cada vez que veo el cartel luminoso que dice :AIRE , respiro hondo y vuelvo a vivir.

Nélida Trinidad Duarte

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