Ayahuasca y amigos..!!

Ayahuasca y amigos..!!

ESTEFANYA PARRA

29/06/2022

Un día como cualquiera o el gran inicio de un viaje más allá de lo conocido. No se requería comprar un pasaje de avión o pagar por un boleto para ir en autobús o tren. Si de salud se trataba, aquel trayecto no permitía llevar bicicleta o mucho menos moverse solo con las piernas.

Había visto alrededor de 45 pacientes antes de terminar la semana. Lo cual no era raro, siendo un profesional comprometido con su carrera le dio la oportunidad de ser conocido. Niños, jóvenes y adultos, todo un mundo de sujetos que tenían distintas molestias y la responsabilidad de mantener una buena dentadura.

Como no todo era trabajo, los fines de semana se reunía con sus amigos para tomar una cerveza, ir a la playa, jugar villar, cartas o salir a la naturaleza para acampar o caminar al filo del río si no se les apetecía practicar algún deporte acuático.

Había venido rondando por su cabeza la forma de conocerse un poco más. Entre la terapia por descubrir sus heridas de niño y entender un poco más por qué era como era había logrado definir su eneatipo. Al inicio algo sorprendido y rechazando la idea de ser un número 4. Luego de un tiempo totalmente de acuerdo.

Habiendo compartido este tipo de hallazgo y haciendo que sus amigos se interesaran por el tema, uno de ellos le propuso ir hasta lo más profundo de la naturaleza y beber un poco de ayahuasca. El nombre le intrigo, y por primera vez, dejando de controlar todo, se dispuso a experimentar lo que para él hasta ese entonces era algo desconocido. Quien tenía el plan de hacerlo era un chico centrado, y con todas las características como para que Raúl confiara en él.

Siendo así, Erick no dudo en dictaminar la forma en la que cada uno debería prepararse para ir al corazón de la naturaleza y visitar a un chamán. Debía ejecutar por tres días una dieta libre de azúcar, carne roja y alimentos procesados. Movido por llevar a cabo la mejor experiencia desconocida en su vida, ejecuto al pie de la letra lo que Erick manifestó.

Pasaron los días en los que se habían preparado para beber ayahuasca. Llego el tan esperado domingo. Junto a sus dos amigos, Erick y Ricardo, emprendió un viaje mañanero en el que por primera vez viajaron ligeros de equipaje. Luego de caminar 3 horas llegaron a aquel lugar en el que viajarían al puro estilo de la espiritualidad, como decía Ricardo.

Una cabaña rústica era el escenario ideal para adentrarse en todo el ambiente, de querer conocerse más a profundidad. Sentados en unos pequeños bancos de madera, recibieron las instrucciones de lo que debían hacer y como los guiarían. Raúl era un chico inteligente, así que tenía todo bajo control. El brebaje está listo, escucharon decir. ¿Brebaje?, pregunto Ricardo. Sí, es un enteógeno, es decir, está preparado con sustancias vegetales que tienen propiedades psicotrópicas. Si las ingieres pronto provocarán en ti la modificación de tu conciencia, mencionó el auxiliar del chamana.

Escuchar esto causo cierto susto en Ricardo y le llevo a preguntar si beber la ayahuasca provocaría algún tipo de alucinaciones, pues a sus 20 años había probado hierba y no tuvo para nada una buena experiencia como sus amigos. De prisa, Arah dijo que el brebaje no provocaba ese tipo de situaciones, y que todo era un viaje al inconsciente para sacarlos de aquellos bloqueos que tienen. En fin, se quitarán la venda de los ojos, concluyó.

Tras realizar toda la ceremonia para empezar aquel proceso, dieron las 10 de la noche. Eso fue lo último que pudo ver en el reloj de su muñeca. Uno, dos y tres bocados para terminar de beber su preparado fueron suficientes para vaciar su contenido y no querer volver a probar más. Su sabor era algo desagradable; sin embargo, no había vuelta atrás.

Era consciente del lugar en donde estaba y lo que estaba haciendo. Al cabo de un tiempo, empezó a sentir una molestia en la barriga. Todo propio de la experiencia. Adentrarse en lo que estaba a punto de descubrir hizo que viera demasiadas imagines que aparecían y se borraban muy rápido. Todo multicolor. Intentaba tener claridad en lo que veía, pero en un inicio le fue imposible. Sentía caerse en el vacío; sin embargo, el dolor de barriga se hacía más fuerte. Pronto, la agonía de sentir que iba a morirse empezó a llegar justo cuando ese malestar le provocaba ganas de vomitar y no podía hacerlo.

Era la primera vez que tenía esta vivencia con sus amigos. Se preguntaba como lo estarían viviendo ellos. Este cuestionamiento fue en un microsegundo, pronto lo que estaba en blanco y negro comenzó a llenarse de colores, aun cuando algunas imágenes que miraba eran de dolor. Se divisó en un horizonte seguido de un arcoíris y el dolor de barriga empezaba a ser como su respirar, constante.

Fue una noche llena de cosas extrañas, en las que no podía ver la hora, al menos para calmar su necesidad de saber si ya amanecía o el tiempo que faltaba para dejar de pensar en lo que le estaba sucediendo.

Abría y cerraba los ojos como tratando de bloquear lo que veía, no sabía como librarse de aquello. Pero era necesario soltar lo que estaba creyendo y empezar a sentir, para tener consciencia de la noción del tiempo. Era algo loco mirar con claridad que aquello que no creía en otros y le parecía una fantasía, de pronto era una realidad en él. Distintos «Raules», empezaron a mirarlo y decirle que dejara de analizar todo aquello que hace, le preguntaba uno de ellos si era feliz y él no dudaba en contestar que si, y estando seguro de su respuesta, uno de sus otros iguales, le echaban en cara las distintas razones por las que estaba mintiendo en su respuesta.

Nunca fue parte de un debate, y ahí estaba viviendo uno de los más épicos tratando de defender lo que decía. Sin embargo, cada vez se iba quedando sin argumentos para seguir defendiéndose. Permanecer de pie le era imposible y nuevamente volvió a tumbarse agarrándose la barriga por su malestar. La siguiente escena no se hizo esperar y llego un montón de pensamientos negativos a él. Se sentía molesto, creía que todo era un engaño, una perdida de tiempo y dinero al haber ido a ese lugar. Lo único que quería era volver a estar sobrio o que ya amaneciera, y no, no era posible. Tenía que esperar el paso normal del tiempo. Debía abrir su corazón y dejarse guiar.

Arah, decía alguna cosa que le era difícil entender Raúl. Si quiero llegar al amanecer, tendré que poner de mi parte y terminar la sesión, se decía. Escucho con atención lo que Arah le comentaba, ella soltaba frases que le ayudaban a liberarse de esa pesadez que sentía y también alejaba sus pensamientos negativos.

Jamás había tenido un golpe de realidad y claridad como el que estaba experimentando, todo era demasiado rápido. Pensó que aquello que divisaba debía tener la velocidad de la luz. Se permitió conocerse un poco más y mirar su profundidad, no había duda, todo lo que divisaba y escuchaba le repetían una y otra vez «suéltalo, y siente». Acaso me hablan del vómito, se preguntaba. Y es que era imposible para el vomitar. Él tenía claro lo que estaba haciendo, el lugar en donde se hallaba, los motivos que lo llevaron hasta allí, los tantos por qué de sus acciones y la vida que estaba viviendo.

Como un gran necio, se negaba a recibir las lecciones que se estaban manifestando ante él. El sufrimiento que tenía por no efectuar sus náuseas y el vómito, lo asocio con la materialización de su ego. Pasaron las horas y la incomodidad de lo que sentía. Al final un gran, ¡Dios, ayúdame!, ¡por favor!, no faltaron. Al salir de aquel sitio no había nada que pensar, tenía más dirección en su andar y pensar.

Tuvo que encontrarse en aquella vivencia para darse cuenta de que la vida misma y su inconsciente, aunque no tuviera explicación, todo el tiempo le decía…

¡Suelta ya!. ¡Suelta y siente!. ¡Déjate llevar!.

Al final de un camino largo que transitar, escuchó, ¡abre los ojos!. La chamana le dijo, tuviste un mal viaje, «que hay de esto en tu vida». De seguro, intentas controlar todo. Era cierto, últimamente quería controlar hasta el hecho de que la gente no haga una broma fuera de lugar. Al meditar, imponía su propia forma de hacerlo y sin darse cuenta, dejaba de ser guiado.

En la mañana del lunes, pudo llegar a casa y descansar una hora. No sintió resaca. Desayuno y salió a la playa a caminar con sus amigos. Empezaron hablar de lo vivido. Erick mencionó que se había sentido como un león sediento de querer ir y hacer aquello que se estaba limitando. Ricardo mencionaba que había sido, como probar hierba, un viaje placentero en el que se sintió amado y quería volver hacerlo.

Escucharlos decir todo eso lo impacto, a lo que él no tardo en quejarse y decir que no lo recomendaría. La experiencia fue desagradable. Analizando todo lo que le vivió, entendió que después de todo no fue del todo malo, otras personas eran capaces de salir de la cabaña y ejecutar esos pensamientos negativos que llegaban hacia ellos. Y Raúl, aun cuando padecía de su dolor y no querer admitir lo que le estaba siendo rebelado logro controlarse. Justo allí, se recordó a él mismo diciéndose: tranquilo, no te rindas, tienes que acabar la noche, piensa en lo que quieres descubrir.

Al cabo de unos días, asimilo los mensajes y acepto haber encontrado lo que buscaba, tenía claridad, incluso si cerraba los ojos. Se sintió contento. Recordarlo le causaba risa porque la paso mal. Ricardo decía que fue un viaje cool, Erick decía que fue beber valentía, y no, Raúl no estaba de acuerdo con ellos.

Para él, con todo lo descubierto y ahora volviéndolo a contar a un grupo de chicos, todavía dice que fue la mejor peor experiencia de su vida.

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