Una empresa casi imposible…

Una empresa casi imposible…

Anais Gonzalez

22/07/2022

Tengo una empresa con un socio que se cree la octava maravilla. En cada discusión dice que no se puede dialogar conmigo porque creo tener siempre la razón, irónicamente ante cualquier queja, inconformidad, sugerencia, consejo práctico o petición; él responde que estoy equivocada.

Constantemente se jacta de su superioridad intelectual, afirmando que por eso debe ser él quien tenga la última palabra. Dice que de haber tenido como objetivo conseguirse a la socia más tonta no lo habría conseguido, que debe ser muy mala su fortuna por haberme encontrado a mí. ¡Pero si ha sido él quien me ha pedido firmar esta sociedad! A veces me pregunto si su único objetivo es rebajar mi dignidad para inflar su orgullo.

El otro día me pidió un café. Ahí va otra vez la tonta de mí a preparárselo, y soy tan tonta, tan tonta, que ni eso pude hacer bien y se enojó conmigo, primero porque no estuvo a tiempo, luego porque estaba casi frío y finalmente porque estaba para la boca de un chismoso.

Veinte veces, más mil, se queja por ser el único que trabaja como burro. Dice que únicamente sirvo de adorno y que no hago nada bien. Yo sé que, aunque los papeles a veces no estén listos en el mismísimo segundo que él los exige, siempre los completo para cuando se requieren, así sea con algunas esquinas arrugadas.

Hace poco pude ver como se le iban los ojos por otra corporación, normalmente me hago la ciega, pero esta vez no pude ignorarlo. ¡Fue tan descarado! Sin embargo, como de costumbre no dije nada, cualquier referencia a ese hecho tan evidente solamente habría traído a colación mi paranoia corporativa. Me doy cuenta de que me vigila como un halcón, al acecho, dispuesto a malinterpretar el más minúsculo error para acusarme de aquello que tanto él maquina.

Lo más desconcertante ha ocurrido ayer. Se acercó a mí por la espalda, me beso en el cuello y lentamente fue subiendo sus labios hasta mi oreja, torturándome a cada tramo que avanzaba sobre mi piel. ¡Qué tonta! Una vez más sucumbí ante el deseo. Pensar en la palabra acoso ni siquiera viene al caso, pues el tipo de contrato que hemos firmado lo permite. Aún no sé qué es lo que estaba pensando cuando me aventuré en esta sociedad llamada matrimonio. 


POSDATA: 

¡Quien dice que las amas de casa no trabajan es porque evidentemente nunca ha sido una!

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS