Me marcho al que llaman el infierno en la tierra, la máquina de matar que puede aniquilarte con calor o con frío. Me repiten que si me quedo sin agua, sufriré allí la peor de las muertes. Que todas las dunas son iguales y que sólo sobreviviré si me alío con el desierto. Y sin embargo prefiero ahogarme mil noches y días en sus arenas que pasar un segundo más a tu lado. Pues hasta el más cruel destino, la más lenta de las muertes, sería menor tortura que este perpetuo viaje a ninguna parte.

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