Recuerdo que te conocí en otoño y aunque éramos retoños y yo aún usaba moños, te miraba sentada desde una silla y entre medio de mi chasquilla admiraba tu tez de vainilla.
Yo divagaba y todo se detenía, mientras tú le tocabas la guitarra a una niña con tiña, ella usaba bigote y era algo pegote. Y, aunque nunca fuimos enemigas yo quería llenar su pelo de ortigas.
Solo era yo y mi pelo de cereza, y desde mi simpleza te comencé a hablar con delicadeza y una tarde floja te besaste con esta pelirroja y aunque esto me sonroja, debo admitir que desde ese día rosa me sentí caprichosa, y como solo era una mocosa miedosa me alejé para no sentirme melosa.
Sé que soy estrafalaria y mi corazón de libertaria antes te causaba urticaria, pero me siento incendiaria cuando estoy a tu lado y no cambiaria este amor por ningún pelado.
No hago rimas a menudo y aunque eso suene rudo voy a amarte sin tregua, aun cuando diga tu papá que soy una yegua. Porque no me importa lo que el resto piense, si mañana me muero siendo indiscreta me iría feliz sabiendo que amabas mis pataletas.
Y, disculpa por tan poco, sé que no tengo bigotes y puede que eso te agote, pero prometo darte mi corazón, aunque esto suene mamón, yo te quiero con perpetuación. Y si con esto sueno amarrada, debo decirte que tal vez es porque estoy enamorada.
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