La muerte de las margaritas

La muerte de las margaritas

Jesús Gázquez

21/02/2018

Pieza primera: Inicio de la investigación.

I. Lunes 10 de agosto, 19 horas

Aquel pastor, como si de un zahorí cualquiera se tratase, descubrió el oro negro y podrido de una vida truncada por quien, sin saberlo, se convirtió en el brazo ejecutor de la muerte. Se quedó de piedra ante la visión que contemplaba, le dieron los siete males, con el corazón en la boca echó a correr despavorido y solo cuando le faltó el aire frenó su carrera, entonces se fue de varetas. Como pudo volvió sobre sus pasos y encontró a su compañero, quien sin inmutarse contemplaba la tétrica escena, con la barbilla apoyada en su vara de pastorear, el cigarro apagado en la comisura de los labios, se rascaba por debajo de la gorra, y sin entonación alguna dijo, –“ahí parece que hay algo”-.

Se le veía tumbado de costal, desde los glúteos hasta los pies, entre las hojas secas del cañaveral yacía el cuerpo maltratado por el hombre que le dio muerte y devorado en parte por las alimañas.

20.30 horas

Cuando logró recomponerse, al caer la tarde de aquel caluroso día de estío, guardó el ganado, cogió la bicicleta y se dirigió al pueblo. A los agentes de puertas en el cuartelillo les costaba enterarse de lo que les quería contar tan atropelladamente, la incoherencia de las palabras que a medias pronunciaba les llevó a pensar que no estaba bien de la cabeza. Dotados de la paciencia que la profesión les dio después de tantos años de ver horrores, decidieron echarle una mano.

La taberna de Matías, con su aroma a vino añejo y vinagre mezclado con el de fritanga de la cocina gobernada por la esposa del dueño, estaba a solo diez pasos de la Comandancia. En ella, los sufridos guardias relajaban, terminado el servicio, el acontecer diario, quizá por eso la conocían como «el sanatorio». Pensaron que sería bueno llevarlo allí, tan cerca y a la vez tan lejos de de la seriedad de las dependencias que a tantos sobrecogía.

El suelo de madera, la barra, de estatura superior a la media de los lugareños, obligaba a los más bajos a ponerse casi de puntillas para alcanzar el vaso. Los toneles de vinos y vermú adornaban el frontal, separados unos escasos dos metros del mostrador, dejaban el pasillo indispensable para el trabajo de los camareros. Sobre los toneles, una estantería con una larga fila de botellas de coñac, tan rancio que ni las etiquetas se leían. A un lado, en la parte izquierda según se mira al entrar, había una gran cuba de vino soportada por un pedestal de hierro que apoyaba en el suelo. En ese rodal permanecía la tierra original de la propiedad para darle la humedad necesaria, aumentada por las goteras del grifo. En el exterior, tres o cuatro veladores compuestos de mesa redonda de madera y sillas de tijera, conformaban todo el exiguo mobiliario de la taberna cuya existencia rondaba los ochenta años. Normalmente los parroquianos preferían el interior a estar sentados en la calle, por lo que los veladores se encontraban vacios cuando llegaron el guardia y su atribulado acompañante, quedando el otro número de servicio a la entrada de la comandancia.

Un par de chatos de vino y un buen cigarro terminaron por darle la serenidad suficiente para narrar la macabra escena que había visto, así fue poniendo en orden sus palabras y le contó lo que desde un principio quería desahogar. Pareciéndole al agente que la revelación exigía una pronta intervención por su parte, volvieron al cuartel donde procedieron a tomarle declaración sobre lo que había venido a comunicarles. De esta forma dieron comienzo al atestado:

“que serían sobra las 19 horas y el lugar donde estaba era oculta entre un cañaveral y tapada con broza, viéndosele solamente las piernas y el culo o trasero, no pudiendo precisar en ese momento si se trataba de un hombre o de una mujer, ya que lo vi a una distancia de unos 6 a 8 metros aproximadamente y el motivo de verla fue debido a que como tengo una finca unos 500 metros más abajo de donde estaba la persona, la cual para mi parecer estaba muerta, y como llevo mi ganado a pastar allí, próximo a donde estaba esta persona pasa la acequia por donde pasa el agua que va a mi finca, sobre las 18’00 horas del citado día pedí agua en el pozo y sobre las 19’00 horas cuando llegó el agua me fui acequia arriba revisándola por si había alguna broza en la indicada acequia y al llegar próximo al moño de cañaveras fue cuando me percaté del cuerpo de una persona”. (sic)

23.30 horas p.m.

Se había hecho tarde, pero el relato les convenció, las iniciales reticencias y sospechas de que pudiera tratarse de un lunático más, de tantos como por allí pasaban en esos tiempos tan revueltos quedaron despejadas y, ya entrada la noche, se trasladaron junto al descubridor, al lugar del hallazgo. Tras varios kilómetros en el land rover, guiados por el cabrero, seguidos por otro coche del cuartel, llegaron a su destino. Aparcaron en posición para que las luces de los vehículos ayudaran a iluminar el cañaveral y provistos de linternas se bajaron y caminaron varios metros hasta el improvisado nicho, donde había sido abandonado el cuerpo sin vida de la víctima de la transgresión de la muerte.

El escenario que contemplaron les dejó sin habla. A pesar de no sobresaltarse ya por nada, el panorama les sobrecogió. Las sombras de las luces artificiales hacían más tenebroso el lugar, el ruido de las alimañas huyendo por las hojas secas asustadas por la presencia de los humanos, la descomposición del cadáver y la enorme herida en la pierna que presentaba componían una escena tan espantosa que les hizo retroceder unos pasos en un gesto de horror. La fuerza de la costumbre les permitió reunir el valor suficiente para volver, dirigir el haz de luz al sitio y comenzar las comprobaciones iniciales. A grandes rasgos, en un examen determinado por la insuficiente iluminación, dejaron constancia en el atestado de lo que habían observado:

“… trasladada la fuerza que suscribe, al lugar para comprobación de la noticia recibida, efectivamente a unos 10 metros del camino, en un tramo de terreno de ramblizo se encuentra un cañaveral y junto a éste una acequia de regadío, y oculta entre el cañaveral y tapada con broza de medio cuerpo hacia arriba se encuentra el cuerpo de una persona de sexo hembra y al parecer cadáver, estando en la posición decúbito lateral izquierdo, semidesnuda, teniendo como prendas de vestir unas bragas de color blanco y en la parte superior un jersey de color rosa remangado hasta la altura de los hombros, teniendo los senos al descubierto, así como también tiene al descubierto y sin cubrir con la broza las nalgas y ambas piernas las que tiene algo corvadas y también parte de sus órganos genitales al tener algo bajadas las bragas, apreciándosele a la misma una herida profunda en la pierna izquierda y a la altura de la corva y en la parte de la cabeza se le aprecia el haber recibido algún golpe teniendo la cara amoratada y desfigurada…” (sic)

II. Martes 11 de agosto, 2 horas a.m.

Despidieron al cabrero, que fue recogido por un familiar en el cuartel hasta donde había sido trasladado por el segundo de los vehículos, no sin antes advertirle de que quedaba a disposición de la autoridad competente durante el transcurso de la investigación, y esperaron apostados en el cañaveral hasta la llegada del Juzgado y de la brigada provincial a los que dieron el obligado aviso. Con las primeras luces del día llegó el Juez, acompañado del Forense y el Secretario Judicial, trasladados por el grupo de investigación que se hizo cargo del asunto, y, una vez levantado el cadáver, comenzaron sobre el terreno las primeras pesquisas.

Preguntaron por los cortijos diseminados por los alrededores, nadie había visto ni oído nada. Llamaron por radio al cuartel, en las órdenes de busca no había registradas denuncias por la desaparición de ningún vecino de la localidad ni de los pueblos limítrofes. La autoridad judicial dispuso las diligencias tendentes a averiguar la identidad de la fallecida, ordenando dirigir los correspondientes oficios, conforme a lo dispuesto en la Ley, para ser incluidos en las ediciones de la prensa impresa a fin de dar publicidad al suceso y hacer llegar a la población “la existencia de un cadáver sin identificar… llamando a las personas que puedan ayudar a su identificación” a comparecer en las dependencias del Juzgado, describiendo el cuerpo como el de una mujer, de 16 a 18 años de edad, pelo negro, liso, con manchas de color rojizo, presumiblemente modelo de peinado tipo “punkis”, de una talla aproximada de 1.55 metros, constitución delgada, que no presenta ningún tipo de tatuaje, ni portaba joya ni abalorio alguno que pueda servir para su identificación, descripción que adolecía de datos concluyentes que ayudasen a la tarea que, en principio, resultaba imprescindible.

Miércoles 12 de agosto

Los diarios locales dieron la noticia en primera página a los dos días de aparecer el cadáver, con titulares más propios de un suceso misterioso que del cumplimiento del mandato judicial. A la manera habitual de los periódicos provincianos que solo en alguna ocasión se echan a la linotipia una noticia que les permita aumentar su tirada, trataron, antes de nada, de alimentar el morbo del lector, haciendo las primeras cábalas encabezaban la información con, “LA EXTRAÑA APARICIÓN DE UNA JOVEN MUERTA QUE FUE ANTES VIOLADA”. En las páginas interiores de sucesos, añadían, al ya de por sí llamativo titular, un relato en el que comenzaban especulando con la causa de la muerte. Con una extraña e ilógica disyuntiva describían como medios comisivos, “un hacha o las ratas”, instrumentos completamente antitéticos para infligir la tremenda herida que situaban en la pierna izquierda a la altura de la rodilla, y por la cual suponían se le había ido la vida, e insinuando el posible ataque sexual contaban que, “la joven” tenia “las bragas a la altura de los muslos”, para finalmente concluir, “se cree que la joven fue violada antes de ser asesinada”. Ninguno de esos datos les fue comunicado formalmente por el Juzgado en el oficio remitido a los medios para su publicación.

En aquella sociedad, al igual que ahora, el boca a boca sigue funcionando en sucesos de este tipo. En tono de secreto y en voz baja los numerosos correveidiles necesitan mostrarse a los demás con la importancia que les proporciona ser portadores de información para ellos privilegiada, convirtiendo el rumor en una verdad creada por su imaginación calenturienta, y, dependiendo de su capacidad de fabulación, escenifican el hecho como si hubieran estado presentes en él. Carentes de toda lógica, no se paran en pensar que las ratas no pueden causar una herida de tales proporciones que te lleve a la muerte, ni que tampoco pueden blandir un hacha, y que tener las bragas a la altura de los muslos no denota necesariamente síntomas de violación, puede haber tenido lugar a consecuencia del arrastramiento del cadáver para dejarlo en el lugar donde fue abandonado.

La prensa no es sino fiel reflejo de la sociedad en la que vive, nunca se determinará quién imita a quién pero ambas se alimentan mutuamente, lo único claro es que existe un denominador común, darse la importancia de la que en realidad se carece. No se puede comunicar una noticia sin adornarla, sin darle un toque llamativo, y difícilmente se sabrá, a ciencia cierta, si esas formas, tan alejadas de la encomienda judicial, pueden ser útiles para cumplir el encargo. En este caso, no dio ningún resultado.

SINOPSIS:

El misterioso crimen de una joven, convulsiona la sociedad rural de los años ochenta en una pequeña localidad. Basada en hechos reales y ajustándose al sumario judicial, con la lógica licencia novelística, se narran las distintas vicisitudes por las que paso el caso, tras una larga y prolija investigación, hasta que, finalizada la instrucción judicial, terminó con el juicio oral y la sentencia. Los personajes descritos forman parte de la historia, mezcla entre novela de intriga y costumbrista. La novela reflexiona sobre la muerte, la frialdad de un asesino y las dificultades que se presentan para desmontar sus coartadas, el sufrimiento de una familia, las inquietudes del instructor, los comportamientos de testigos marcados por su escasa formación intelectual y la suerte que corren finalmente este tipo de asuntos, cuando son enfrentados a la valoración de un tribunal de justicia.

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