Musica sugerida de ambiente
Macross Chronicles
Expediente B2:
Un Grito en la inmensidad Cósmica
Planeta Tierra, año 2013.
Mi nombre es William Raabe.
En realidad es Wilhelm, pero como suena muy raro por estos lados, me lo cambie a William.
Mis amigos me dicen Billy.
Hoy con 27 años, soy el dueño o joven heredero del Macross Chronicles, un periódico local que surgió como idea de mi padre, durante los años que estuvimos a bordo del SDF 1 Macross.
Mi padre, Emmanuel Raabe, de ascendencia noruega, era corresponsal de guerra para el Liberty Morning, una red periodística importante en aquel tiempo.
En 2006, envían a mi padre a cubrir lo que sería la tercera y última batalla defensiva de isla South Ataria, y aprovecho para quedarse allí, y luego enviar a buscarnos a mi madre Brunhilda, quien es de clara ascendencia alemana, a mi hermana menor Hilda, y a mí, ambos que nacimos en Francia.
Vivir en lo que era la nueva ciudad tecnológicamente avanzada, tenía sus obvias ventajas.
A mis entonces recién cumplidos 17 años, era genial poder levantarme cada mañana, y poder admirar la construcción de lo que por aquel entonces, veíamos como el futuro defensor de la humanidad, el arca espacial humana que nos llevaría hacia las estrellas.
No voy a mentir, no tenía ni una pizca de envidia de muchos de mis amigos entonces, por enlistarse en el ejército.
Con una guerra que parecía no tener fin, y sumado a mi condición médica, no había mucho que yo pudiera hacer.
Luego, el día del despegue inaugural, pues ocurrieron los hechos que ya todos conocemos:
Le llegada de los Zentradi, el Fold hacia Plutón, el largo viaje de retorno…ahí es que mi padre aprovecho sus dotes periodísticas y fundo lo que sería el segundo periódico dentro del SDF, después del Macross News.
Luego sobrevino la gran guerra espacial, la unión de los Zentradi a nuestra sociedad, los años de reconstrucción…
Allí fue que mi padre, ya vencido por el cáncer, me lego el periódico.
Eddie Warlock, mi director en jefe, estaba llevando muy bien la dirección del diario, con lo cual podía relajarme más.
No por nada lo apodaban el “hechicero”.
Gracias a él conseguimos la primera plana, 24 horas antes, del descubrimiento del nuevo exo-planeta habitable, Edén.
A mi comenzaba a picarme de nuevo el bichito de la curiosidad, de buscar noticias, ver que había de nuevo en el mundo, además de las fotos de Jamis Merrin desnuda, o de la creciente disconformidad de cierto grupo de Zentradis, ante las políticas de estado.
Una de mis muchas amigas y “colaboradoras” en cuanto a información se refiere, Samantha McClain, me comento de ciertos rumores de los pilotos en torno a una de las ruinas, al Este de Paradise City.
Sam trabaja como oficial mecánica de VFs.
Y debido a su gran atractivo físico y sus dulces ojos, constantemente la invitan a salir varios pilotos.
Lo que no saben es que el corazón de Sam le pertenece hace tiempo a Rose Bonne, una de mis otras amigas, quien es camarera y a veces cantante en un pub llamado Black Diamond.
En realidad, Rose ha sido mi amiga desde que vivíamos en South Ataria, y fuimos, de hecho, novios por un tiempo.
Luego quedamos como grandes amigos, y es ahí que con el tiempo, Samantha se acercó a mí como una amiga, para que yo haga de cupido.
Y así lo hago. O bueno, lo intento, no es algo fácil.
A cambio, Sam me presento a Ariel Hase, una oficial de comunicaciones con quien mantengo una linda amistad pero eso es todo, me tiene en la friendzone.
Así que mi descargo es con Natasha Díaz, una medica residente en el hospital, que es asidua del bar Black Diamond.
Las cosas con Natasha son… complicadas. Me gusta mucho, si, y creo que si no estuviera tan interesando en Ariel, yo podria enamorarme de Natasha… nuestras noches de pasión, son memorables… pero hay algo muy simple sobre Natasha: ella le tiene miedo al compromiso, a las relaciones cercanas, así que solo me busca cuando tiene ganas, cuando ella lo desea. Yo no puedo objetar nada al respecto, ya que lo disfrutó mucho, pero… es complicado.
Eddie se ríe, y dice que lo mío parece una novela barata, que todo se solucionaría si todos fuéramos más honestos y menos idiotas, pero sucede que luego está la hermana mayor de Samantha, Erika, de quien Eddie está muy enamorado, pero no se anima a invitarla a salir.
Mil perdones por este desvarió de mi relato, pero es que así soy yo, suelo distraerme con cosas mundanas, jeje…
Bueno, está bien, no es tanto por eso, es porque… son eventos que me aterraron, me marcaron.
Creo que inconscientemente evito hablar de ello, pero debo hacerlo.
Es mi deber informar, así haya gente que no me crea.
Como dije, este dato me lo pasó Sam.
No mencionaban que era lo que ocurría exactamente, pero solo decían que los pilotos y demás personal militar debían evitar a toda costa, ir a las ruinas de lo que en tiempos antiguos, antes de la destrucción de la superficie de la tierra, solía ser Edmonton.
Al inicio pensé que se trataría de otra de tantas regiones altamente contaminadas por el ataque. En varios lugares, en donde habían centrales nucleares, estas esparcieron su radioactividad una vez fueron destruidas.
Incluso, como paso en el norte de Japón, en lo que era la central nuclear de Fukushima, ocurrieron explosiones térmicas que la llevaron a convertirse en un desastre mucho peor de lo que décadas antes, había sido Chernóbil.
Pero no, no era ese el caso.
Edmonton estaba tan libre de contaminación como cualquier otra ciudad en lo que solía ser el territorio canadiense.
Así es como dispuesto a descubrir la verdad detrás del misterio, cargue mi Renault A-205, y me puse con rumbo a Paradise City…
Era la tarde del 6 de Agosto de 2013, y me encontraba cargando algo de mi equipaje a mi Renault A-205, estacionado en la calle, cuando una dulce voz a mis espaldas, me saluda: era la hermosa Ariel Hase, quien pasaba por el lugar.
—Hola Guille. ¿A dónde te escapas?
De padre japonés, pero madre argentina, a Ariel le gustaba llamarme por el equivalente español de mi nombre, Guillermo, y su correspondiente versión corta, que es Guille, como si eso le diera algún tipo de exclusividad sobre mí.
—H-hola…no yo no… no escapo, solo tengo un viaje pendiente al suroeste…a Paradise City.- Se me hacía imposible mentirle, ella era mi debilidad.
—Ay, no puede ser…¿¿Paradise City?? ¿Puedo ir contigo? Espera, ¿vas solo no?
—Sí, si… viajo solo… ¿estas segura? No es exactamente un viaje de placer para mí…
—Sí, claro que estoy segura. Además necesitas la compañía. Son casi 4 horas de viaje. Yo tengo una semana libre, y mientras tú haces tú negocios, yo puedo pasear por la ciudad, ver algunas tiendas… Te puedo incluso ayudar con los gastos. ¿Cuánto tiempo planeas quedarte allá?
—No lo sé, puede ser tanto 1 día, como 3 o 4…
—Entonces… ¿puedo viajar contigo? Dime que si, por favor, dime que si- y me puso esos dulces ojos de gata. Como ya mencione, ella es mi debilidad.
—Que sea equipaje liviano, por favor, mi auto no es muy grande, lo sabes… y me quedare en un motel que no es muy…
—Ya vuelvo con mis cosas, espérame unos 10 minutos, ¿sí?- y se alejó dándome un beso en la mejilla, el cual me dejo en el aire.
Mientras guardaba mi equipaje, y hacer algo de espacio para el equipaje de Ariel, por mi mente pasaba Natasha, quien seguramente, me buscaria esa noche o la siguiente.
Apareceria de improviso en mi puerta, sin tiempo para saludar o hablar, solo entrar, abrazarme, besarme apasionadamente, desvestirme… «lo siento, Nat, esta noche estarás sola.» dije en voz baja.
Mis divagues fueron interrumpidos por Ariel, quien aparecia tras15 minutos cargando una sola maleta, y una mochila rosada.
No sabía aun lo que me esperaba allá.
Si lo hubiera sabido antes, tal vez la habría rechazado, habría tomado más precauciones.
Pero estaba tan embobado por tratar de conquistar su corazón que no lo pensé.
El viaje fue largo, pero entretenido.
Los primeros kilómetros, nos la pasábamos escuchando música antigua, para poder descansar un poco de la Minmaymania.
Era una de las muchas cosas que teníamos en común con Ariel.
Los gustos musicales, el helado sabor menta, el color amarillo, el verano detestando el invierno, nuestra alergia al coco, y por supuesto, nuestro odio incondicional a las personas, criminales que le ponían piña a la pizza.
Varios kilómetros después, cuando la noche cayó como una piedra, Ariel termino abandonándome en los brazos de Morfeo.
Y pude notar otra cosa en común con Ariel: ambos hablábamos dormidos.
Lo cómico es que ella lo hacía en idioma Zentradi, producto de su trabajo.
Ella era humana, de madre nacida en Sudamérica, lo que solía ser Argentina, y de padre asiático, lo que solía ser Japón.
Se veía hermosa, como un ángel.
Definitivamente, aprovecharía este viaje para dejar la friendzone, y ser su amor, o simplemente terminar nuestra amistad.
Así que allí estaba yo, solo ante la larga carretera.
Más adelante, pude alcanzar a un camión de carga, un Crawler DL-56.
El enorme Ciempiés, iba bastante cargado.
Estábamos llegando a una gran sección de curvas y contra curvas, por lo cual la idea de rebasarlo, no era muy buena, además de que no tenía mucha prisa.
Puse un poco de música suave para no molestar a Ariel, pero interesante, de manera que pudiera mantenerme despierto.
Un mix de música de la que solían escuchar mis padres.
El primer incidente, ocurrió mientras sonaba Peter Cetera en el equipo del mi Renault biplaza.
Una figura negra, difícil de describir, de identificar, paso por delante de mi auto, contrastándose contra la parte trasera del camión.
En acto reflejo por la sorpresa, pegue un ligero volantazo, y apreté el freno.
El auto quedo atravesado en medio de la carretera, mientras me recuperaba del susto.
Mire rápidamente a Ariel, para asegurarme de que no resultó herida.
Estaba bien y solo un poco sacudida, con lo cual comenzó a despertarse.
Luego, me fije en el espejo retrovisor, para ver si divisaba algo.
Luego, prendí el monitor y cámara trasera del vehículo, mientras Ariel me miraba desconcertada y me preguntaba algo preocupada.
—¿Qué ocurrió? ¿Chocamos? ¿Está todo bien?
—Todo está bien, casi golpeamos algo… o a alguien…
Prendí las luces exteriores, e hice un paneo con la cámara superior, pero no se veía nada más que la soledad de un campo sin árboles.
También chequee el sistema de registro de a bordo, que de haberse cruzado algo o alguien, me habría avisado de peligro de impacto.
Incluso accedí al registro de viaje, para ver si la cámara de seguridad habría registrado algo, pero no, la grabación no mostraba nada anormal, lo que significaba que solo habría sido mi imaginación, alguna sombra rara.
—¿Estás bien, Guillermo?
—Sí, si… es solo que…quizás es solo el cansancio, o me asuste con una simple sombra.
— ¿Quieres que conduzca un rato?
—No, no hace falta, estoy bien, en serio. Además, se nota que tu estas más cansada que yo.
Continuamos el camino, y no paso mucho tiempo, quizás unos 5 minutos hasta que nos encontramos con el Ciempiés detenido, atravesado en medio de la ruta.
Detuve mi auto un par de metros atrás, a un costado de la ruta y encendí las luces de baliza, para los conductores que podrían venir detrás de nosotros.
Con Ariel, bajamos para ver qué había ocurrido con el transporte.
Encima no quedaba de otra, pues el enorme camión, estaba completamente atravesado en la ruta, cortando el paso.
Al acércanos con cautela por uno de los costados, con Ariel resguardándose detrás mío, pudimos ver a los tres operarios, fuera del camión, en un claro estado alterado.
Era un operario humano, acompañado de dos operarios Zentradi miclonizados.
El operario humano, trataba de calmar a uno de los Zentran que estaba teniendo lo que parecía ser un ataque de pánico, mientras el segundo Zentradi, una Meltran, se encontraba en un estado de shock, recostada sobre un lado del vehículo.
Al acercarnos, el operario humano nos vio y nos pidió ayuda.
Mientras Ariel se acercó a socorrer a la Meltran, yo ayudaba al otro operario a calmar al Zentran que no paraba de moverse tomándose la cabeza, y que casi se estaba volviendo un poco agresivo, frenético.
Pero era difícil, porque los Zentradi fuera de control, suelen tener mucha fuerza.
Además, no queríamos herirlo.
El Zentran continuaba repitiendo palabras en su idioma, y ni yo, ni por lo visto su compañero humano, tampoco sabía de qué hablaba.
Yo conocía dos o tres palabras, pero eso era todo… y encima eran insultos.
Y cuando estábamos a punto de llegar a una situación límite, escuchamos la voz de Ariel detrás de nosotros que comenzó a hablarle en Zentradi.
— An u:zalg, de:teizu telnesta, te esukesto marka… Yakku zalg esekes?
— U:kesto kerlchuun kelkas…– le respondió el Zentran, aun agitado, pero ya sin violencia. Luego Ariel se dirigió a nosotros.
—Ya está, ya se calmó un poco. Le preguntaría que paso pero…
Yo me gire a ver al operario humano:
—¿Mejor? ¿No sabes hablar Zentradi?
—Sí, gracias por la ayuda. No… no lo hacía, por eso la tenía a ella, Elche Levi, mi… novia, quien se encargaba de traducir.
—Bueno, ¿podrías decirnos que ocurrió? ¿Fue un ataque psicótico de su parte o…? –Mi intención era preguntarle si acaso vio lo mismo que vi yo, pero no me atrevía.
—Elche iba conduciendo, cuando algo se nos cruzó en el camino. Algo enorme, ya que asomaba aun por encima del parabrisas.
Él se refería a la altura parabrisas del Crawler, que puede alcanzar los 3 a 4 metros, según la carga.
Y por desgracia, confirmaba mis sospechas, lo cual me produjo un feo escalofrió que me hizo mirar alrededor del lugar.
Fuera de las luces del camión, la oscuridad casi absoluta reinaba en el campo.
—Entonces—interrumpió Ariel— no fuimos los únicos. Mi amigo pareció ver algo allá atrás, pero el sistema de a bordo del auto no registro nada.
Yo, tratando de apresurar las cosas y salir del lugar, agregue:
—Miren, lo mejor es que suban al camión, y lo saquen de la ruta, que se encuentra en el medio. Puede ocurrir un accidente en esta oscuridad, a estas horas. Quizás cuando lleguen a destino tengan posibilidad de analizar lo ocurrido.
—Sí, si… tienes razón. Elche, ¿Te encuentras bien?
—Sí, si… ya estoy bien, amor mío.—la manera tan tierna de la Meltran al referirse a su novio, me relajo un poco.
Acto seguido, le hablaron al Zentran, y los tres se subieron al camión.
Yo tome del brazo a Ariel y un poco la arrastre al Renault, ya que no me sentía seguro en esa oscuridad.
—¡Ey! ¿Qué pasa, que ocurre, Guille? ¿Por qué el apuro?
—Por qué no creo que estemos seguros aquí. Es evidente que si vi “algo” cruzarse delante nuestro. Algo más enorme de lo que imagine, a juzgar por el relato del operario. No sé si se trataba de un animal salvaje o qué, pero es seguro que no quiero quedarme a averiguarlo. Ni tu tampoco.
Por el rabillo del ojo, pude notar una sonrisa tierna en ella, aunque no le di tanta importancia, y me apresure a sacarnos del aquel lugar.
El resto del viaje, fue escuchar más música de nuestros padres, como A-Ha, o Roxette, o Modern Talking.
Incluso había por ahí, una canción llamada Turn the Beat Around, que siempre encontré muy… cursi.
Pero dada nuestra situación, era perfecta para sacudirnos el miedo.
— Turn the beat around… Love to hear percussion…
— Turn the beat around… Love to hear percussion…
Cantábamos a coro desaforadamente, entre muchas risas.
Así es como terminamos la sección de curvas de la carretera y entramos en lo que era el tramo en donde a pesar de la oscuridad reinante, la vegetación nueva se iba acrecentando cada vez más y más.
Luego de casi 4 horas de viaje, y de muchas canciones de los 80s y 90s, llegamos a Paradise City, la primera parada antes de mi destino.
Estacione mi biplaza en el estacionamiento del motel, y luego de proceder a registrarnos, fuimos directo a nuestra habitación doble.
Entramos al cuarto, muy simple, y le comente:
—Sé que no es la gran cosa, pero es lo que pude reservar con tan poco tiempo. Es decir, ya tenía la reservación y me la cambiaron a una doble.
—No te preocupes, que no soy una diva, jiji.
—Bueno, entonces, tú te quedas aquí, ¿no?
Me miro extrañada, como presintiendo algo…
—Yo debo ir a mi destino, que está a dos horas más de viaje de aquí. La habitación está pagada y volver para cuando te desp
— ¡No, no, no!—Reclamo enseguida sin dejarme terminar— ¿Cómo es que te vas a ir? ¿Y solo además?
—Ariel, no voy a un paseo en el parque, voy a investigar algo que según he investigado, gente ha desaparecido, los pilotos y militares no se acercan por esos lados. Podría ser peligroso.
Me dio una mirada profunda y desafiante, luego tomo la tarjeta llave del cuarto, su chaqueta, y se dirigió a la puerta, en donde, me volvió a mirar y me pregunto:
—Bueno… ¿Te vas a quedar ahí? ¿O vamos a ir a investigar tu caso?
Con toda la resignación del mundo, le hice caso.
Nos volvimos a subir a mi Renault biplaza, pasamos a comprar algo de comida para llevar, mayormente algo de café, y proseguimos viaje hacia el Este, hacia lo desconocido.
El camino estaba difícil, con lo cual tuve que aminorar la marcha, mi vehículo no era exactamente de doble tracción, sino más bien deportivo… económico.
La larga oscuridad se encapricho con nosotros.
Difícilmente podían distinguirse los negros arboles de entre la oscuridad del cielo.
Como 1 hora y media de viaje luego, decidí que venir con las luces encendidas era un riesgo considerando el lugar prohibido en donde estábamos ingresando, así que las apague, y encendí el sistema de cámara infrarroja del auto.
No era de grado militar, obviamente, pero era lo que había.
Era similar a estar jugando un videojuego, pendiente del monitor del auto, y no de la carretera.
Aun así, se veía poco, ya que todo se teñía de un verde oliva, con tonos de grises.
Ariel quiso poner un poco de música pero yo se lo impedí: debíamos estar atentos a cualquier sonido que viniera de allí afuera.
Realmente no quería encontrarme con la sorpresa de un campamento de Zentradis rebeldes que estén planeando algún ataque terrorista.
La última vez que ocurrió, los bastardos habían destruido parte del SDF 1 en un fallido intento de ataque suicida.
Pasaron no más de 10 minutos, cuando la alarma de proximidad de colisión del auto, comenzó a sonar, para luego apagarse.
Este era un sistema que se activaba cuando estaba estacionando, para evitar golpear al auto detrás nuestro, o cuando algún vehículo se acercaba a menos de 2 metros.
En forma refleja, mire hacia atrás, para ver si teníamos un vehículo siguiéndonos, pero no vi luces.
Cambie a la cámara trasera en el monitor, pero tampoco aparecía nada en ella.
Nos miramos mutuamente con claro desconcierto, pero al mismo tiempo no era nada tranquilizador en esas circunstancias.
Continuamos avanzando unos cuantos metros cuando a alarma comenzó a sonar de nuevo, para volver a apagarse.
Volvimos a cambiar a la cámara trasera, pero nada se veía allí.
Ya queriendo evitar más sorpresas, es que puse la cámara trasera en el monitor principal, y la cámara frontal en el lugar del panel del velocímetro, detrás del volante.
De esta manera, yo prestaría atención al camino, mientras Ariel estaría atenta a lo que se presente detrás de nosotros.
Varios minutos y varios metros después, la alarma de colisión volvió a hacer de las suyas, y cuando gire mi vista al monitor, lo vi… ambos lo vimos.
Era esa misma figura negra, enorme, que se nos acercaba corriendo por detrás.
En acto reflejo, sin pensar mucho, presione la perilla de luces altas y acelere por el maltratado camino de tierra.
El vehículo iba un poco a los golpes, mientras Ariel no paraba de preguntarme con bastante terror, que demonios era aquello.
Incluso se le escapaban palabras en español, su lengua materna, así como inglés y algunas en japonés.
Yo solo podía concentrarme en lo que tenía delante, de no chocar contra un árbol o una piedra, o no pasar por un pozo grande que nos detuviera porque si nos deteníamos, esa cosa detrás nuestro, que juro por Dios, podía escuchar su respiración y gruñidos unos pocos metros detrás nuestro.
Las alarmas de vehículo se habían activado, así como la voz de la IA que me recomendaba que fuera más despacio, que la garantía se vencería, que el auxilio mecánico más próximo estaba a más de 50 km, y estupideces de esas.
Ariel en ese momento, creo que se encontraba rezando en voz baja.
Todo era un caos de voces y gritos dentro del auto.
Creo recordar que yo iba repitiendo una y otra vez, “no choques, no choques”.
Luego de lo que parecieron minutos como horas, el paisaje comenzó a abrirse de árboles a los costados, y dejaba ver un poco del inmenso cielo estrellado.
Había una mayor claridad.
—…arantía. La conducción descuidada, puede estropear los sistemas de a bordo y sistemas mecánicos de su Renault Asurada 205 Economy Class, se le aconseja una conducción más cuidadosa para no tener problemas mecánicos. El servicio de auxilio mecánico oficial Renault más próximo, se encuentra a 77, 3 kilómetros de distancia de su ubicación. El auxilio mecánico no oficial de Renault, se encuentra a 58,5 kilómetros de su ubicación actual, pero este servicio no se encuentra cubierto por su garantía…
—…Santificado sea tu nombre… líbranos de todo mal…
Allí note que estábamos fuera de peligro, con lo cual aminore la marcha del vehículo, y calme a Ariel, para luego apagar la molesta alarma de la IA.
—Ya está, calma… todo está bajo control…
Continuamos en un largo y tenue silencio por el resto del camino, ya con las luces bajas, para alejarnos de esa zona del bosque y no volver a encontrarnos con esa bestia o lo que sea.
En un momento nos detuvimos, y decidimos checar si acaso la cámara había hecho su trabajo y registrado algo del incidente.
Para nuestra buena o mala suerte, si lo había hecho.
Podía incluso notarse mejor de lo que nosotros habíamos visto.
Era una figura alta, como de 3 metros, delgada, algo encorvada, con brazos largos que parecían terminar en garras.
Lo que debían ser ojos, estaban en el centro de la cabeza, y eran tres, que brillaban y resaltaban en contraste con el resto de su oscura figura.
Aquello corría a una velocidad impresionante.
No tome la velocidad a la que íbamos, que debía ser mucha en ese camino, pero cálculo que eran fáciles, unos 80 o 90 kilómetros por hora.
Y esa cosa por momentos casi nos alcanzaba, e incluso pudimos ver con terror como nos lanzaba garrazos.
No quisimos ver mucho más y lo adelantamos hasta el momento en que dejo de perseguirnos, y se quedó atrás, desapareciendo en la penumbra del camino, para confirmar que había quedado muy atrás nuestros, en al menos unos 10 kilómetros atrás.
Continuamos nuestro camino, puesto que preferíamos lo desconocido adelante, que nos arresten si violábamos una base secreta o lo que fuera, antes de tener que volver a enfrentar a esa cosa.
Recuerdo una abuela que nos contaba historias, leyendas sobre seres sobrenaturales que habitaban la Tierra antes que los humanos.
Muchos de estos eventos paranormales, fueron desechados o confirmados una vez se descubrió que la existencia de seres extraterrestres, y que la raza humana fue creada por la Protocultura.
El famoso OVNI de Roswell, se descubrió que fue efectivamente una nave extraterrestre de exploración extraterrestre, que se estrelló en Roswell, Nuevo México, y que el entonces gobierno de los Estados Unidos, oculto.
Los datos se perdieron y no se supo si se trataba de una nave de exploración de la Armada de Supervisión o de una avanzada de exploración Zentradi.
Otros hechos, simplemente se encontraban sin explicación.
Mi abuela contaba cómo era normal en su noruega natal, que incluso el estado respetaba a estos seres, porque sabían que era de muy mala suerte, el provocarlos.
Desviaban caminos incluso para respetar sus santuarios.
Y claro, ocurrió el ataque masivo de Bodolza’a.
Vaya uno a saber cuántos de estos seres sobrenaturales se vieron perturbados, cuántos muertos si es que acaso podían morir, y ahora vagaban por las desoladas praderas buscando venganza contra lo que se encontraran.
Aquello me causo aún más pavor, un feo escalofrió recorrió mi espalda de solo pensarlo, y acelere un poco, no mucho, pero lo suficiente como para asegurarme de alejarme aún más, de la morada de aquel ser oscuro.
Ariel fue más enfática al respecto.
Hablo en cuanto a su cultura paterna, sobre los espíritus que habitan todas las cosas, así como de los demonios.
—Mi padre habría dicho que aquello era un demonio de los que habitaron la tierra antes que los humanos.
Y mi madre, habría dicho que eso era también un demonio, enviado por el mismo diablo para llevarse las almas de la gente que murió violentamente en las guerras.
Solo pude asentir con mi cabeza, y continuamos nuestro camino.
En un momento, un par de kilómetros más adelante, Ariel comenzó a ver algo por la ventanilla del auto. Algo que yo no.
Cuando encendí una de las luce externas laterales, pude ver como estábamos atravesando los restos, las ruinas de antiguos edificios destruidos.
Nuestro GPS, indicaba que estábamos justo en las ruinas de lo que solía ser Alberta Beach, a orillas del lago Saint Anne.
Avanzamos unos cuantos cientos de metros más, y nos detuvimos cerca de lo que eran las ruinas de una casa de playa, de las pocas que aún se mantenía en pie.
Mis planes en ese momento, eran esperar allí, resguardarnos en el interior de esa casa, y ver si teníamos una ruta alternativa para volver a Paradise City, o tratar de que con nuestros contactos militares, nos vayan a buscar en un transporte aéreo.
Prefería incluso pasar la vergüenza con los militares, deberles algún favor grande, o algo similar.
Pero no pasar por aquel camino de nuevo, ni siquiera a la luz del día. No arriesgaría la seguridad de Ariel por nada del mundo, ni la mía tampoco.
Investigamos la casa abandonada, y nos quedamos en uno de los rincones más limpios y seguros. Dormir el en biplaza no era una buena idea, ya que sería muy, muy incómodo.
Allí acomodamos unas mantas que traía en el baúl, y trate de vigilar, mientras Ariel descansaba a un costado mío.
Pero no hubo suerte, el agotamiento me termino ganando la batalla.
Mis sentidos estaban agudizados.
Aunque estaba durmiendo, una parte mía seguía en vigilia, prestando atención a todos los pequeños sonidos de afuera, como el viento en las ramas, el suave oleaje del lago, y algún búho lejano de la poca fauna local que se había restaurado.
Un sonido en particular, llamó mi atención, como un llanto o lamento muy lejano.
Y mientras estaba dormido, era muy difícil precisar cuánto tiempo se estaba escuchando, pero me parecía una eternidad.
Como pude, me fui despertando a medida que el sonido iba acrecentándose y acercándose.
Cuando finalmente pude abrir mis ojos, pude notar que era un sonido muy real y que no se trataba de un sueño.
No quise despertar a Ariel para no alarmarla, aunque también creo que en ese momento, yo estaba aterrado.
¿Sería la bestia que nos estaba siguiendo?
No sería probable ya que esos sonidos que se escuchaban, parecían ser de personas, de muchas personas.
El sonido creció en potencia de tal manera, que se sentía como si estuvieran dentro de la casa, ahí con nosotros.
Y fue tan ruidoso, que incluso Ariel se despertó.
Yo prendí la linterna de bolsillo para iluminarla a ella, e iluminar la habitación, pero solo estábamos nosotros.
Ariel se puso junto a mí y me abrazo del miedo.
Yo no sabía qué hacer.
Y justo cuando parecía que el sonido se hacía más y más insoportable del volumen que alcanzaba, ceso de golpe.
Como si alguien hubiera puesto un equipo de música a todo el volumen que da, y de pronto, así porque sí, lo apagara.
Pasaron un par de minutos en que con Ariel, nos quedamos totalmente inmóviles, abrazados uno al otro, mirando hacia todos lados solo con nuestros ojos.
Cuando todo parecía tranquilo, decidí moverme un poco.
Me asome con cuidado por una de las ventanas de la casa, pero no se veían mas que ruinas de lo que una vez fue una importante ciudad lacustre.
Incluso la Luna había asomado en el horizonte y nos regalaba gran parte de su brillo, haciendo que todo el lugar se aprecie mejor.
Lo que hubiera sido aquello, ya no estaba, no había rastros de esas personas gimoteando.
Nos miramos extrañados y confundidos con Ariel, y decidimos salir de la casa, para volver al auto.
Ariel me tomo de la mano, ya que no se quería quedar sola.
Yo iba viendo el camino y buscando mi llave eléctrica para abrir y encender el auto.
Estábamos a medio recorrido cuando ese sonido comenzó de nuevo.
Ariel pego su cuerpo al mío, buscando refugio en mis brazos, tratando de esconder su rostro en mi pecho.
Yo no podía creer lo que mis ojos y oídos escuchaban.
Peor aún, lo que mi nariz y mi boca, podían oler y casi saborear en el aire.
Alrededor nuestro, rodeándonos por todos lados, moviendo hacia las costas del lago, eran personas, decenas, quizás cientos de personas hasta donde alcanzaba mi vista.
Algunas se veían más tangibles que otras… y gemían, gritaban de dolor, pidiendo ayuda.
Podía olerse un aroma a carbón y carne quemada.
Muchas de estas personas estaban no solo quemadas, sino que a algunas le faltaban miembros, partes de su cuerpo.
Una señora a la cual le faltaba un ojo, y podía vérsele la cuenca vacía, paso cerca nuestro arrastrando lo que parecía el cuerpo de su hija…
Aún recuerdo ese sabor a carne chamuscada en mi paladar… y recuerdo esos lamentos…
Todos iban en grandes hordas a aliviar sus quemaduras a las aguas del lago, a intentar beber agua, pero el lago parecía estar hirviendo.
Al parecer, Ariel se giró a ver tal dantesco horror, con lo cual lanzo un grito desaforado.
Y muchas de estas personas que antes pasaban por nuestro lado sin prestarnos atención, como si no estuviéramos allí, ahora nos miraban fijamente y se acercaban tambaleándose, arrastrándose hacia donde estábamos notros.
Podíamos entender claramente como nos pedían ayuda.
Cuando creí que era el fin, un trueno remeció el cielo.
Retumbo en lo profundo de nuestros pechos, y una gran luz se vio al horizonte.
Vi como varios haces de luz, bajaban del cielo para impactar contra la tierra.
Y uno encima nuestro, venia hacia nosotros.
Yo solo lance mi grito, tan potente y agónico como nunca antes.
Un grito de terror que estoy seguro se escuchó en toda la inmensidad del espacio, y que maldijo a los Zentradi por haber aniquilado a la humanidad.
Grite junto a los miles de muertos que fueron aniquilados por Bodolza’a.
Creo que con Ariel, nos desmayamos.
Para cuando volví en mí cabales, ya casi estaba amaneciendo.
Los primeros rayos del sol al horizonte, fueron los que iluminaron mi rostro en forma tibia y gentil.
Mire a mi alrededor, y aun estábamos en medio de esas ruinas, abrazo fuertemente a Ariel, quien aun yacía inconsciente, pero viva, al igual que yo.
No quise pensar en nada de eso, y con cuidado, la tome en mis brazos y la lleve hasta el auto.
La senté, y la cubrí con una de las mantas, luego me subí al otro lado, y con bastante resignación pero con esperanza al mismo tiempo, llame a mi amiga Natasha.
Le pedí si podría enviar alguien por nosotros.
Unos 30 minutos después, llego Natasha, junto a Katarina Zachfoxx, una ex capitana de combate, que también era conocida mía.
Llegaron al rescate con un Siokorvsky Sea Sargent o triple S, como lo apodan, escoltado por VF-1J piloteado por de Miki Fannel, una piloto amiga de Natasha.
Era más que seguro que tendría que devolver favores por todo esto, pero me alegraba verlas a todas.
Ariel despertó ya en el helicóptero, mientras volvíamos casa, lo cual la tranquilizo muchísimo.
Mi pobre Renault era llevado en las “manos” habilidosas de Miki Fannel en su VF.
Al llegar a destino, una de las bases cercanas a Onogi City, recibí mi buena dosis de corrección militar por parte del oficial a cargo.
A la pobre Ariel se lo pusieron bastante difícil también.
Todos íbamos a recibir un buen castigo. Sin embargo, cuando mostré las evidencias del registro de mi Renault, todos se callaron.
¿Qué era aquello? No sabíamos, nadie sabia.
Ni siquiera el comandante y archivista Zentradi, Exsedol Folmo, pudo reconocer a la criatura como parte de alguna especie animal con la que hayan tenido contacto.
Hay quien comparo a la bestia con alguna forma de vida alienigena que haya venido a bordo de las naves Zentradi, con nuestras ratas en los barcos, en tiempos antiguos.
Ratas espaciales pensé en ese momento, tratando de calmarme y tener una explicacion mas racional.
Lo cierto es que no es así.
No nos asustamos y escapamos de una simple rata espacial.
Eso era algo mas.
Sobre el otro evento, sinceramente no sé qué pensar.
Sé que no lo soñé, ya que por ejemplo, en los días posteriores me vi obligado a hacerme vegetariano.
Sinceramente, el olor a carne asada… me paraliza, me pone en shock.
Los militares negaron todo, como siempre.
No por que tuvieran algo especial allí, sino por que según he ido escuchando los rumores, hay algo ahí que se les escapa a cualquier lógica cientifica y racional… y muchos pilotos y soldados han atestiguado eventos extraños e inexplicables.
Nosotros, solo fuimos dos testigos mas, en la larga lista de testigos que la UN Spacy, no quiere reconocer.
De momento archivare estos sucesos y relatos en mis expedientes secretos, para ver si alguna vez le encuentro utilidad.
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