Miraba hacia el horizonte, y apreciaba unas mezclas de colores que me hacían creer en el amanecer. Las lágrimas mojaban todo mi cuerpo, el frío seguía presente. Cerraba los ojos y al abrirlos; el sol naciente me comía con ansia y apresuradamente con su sonrisa despiadada, así se despedía.

Seguía sin saber donde me encontraba, ¿hacia adónde iría? Solo el tiempo podría mudar, callaría en silencio.

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