Golpeaste mi puerta, antes de abrir, sabía, eras tú.

Adiviné, la palidez de tu mano afilada, tus largos dedos, llamando a mi puerta.

Entraste suavemente, casi imperceptiblemente. La delgadez de tu cuerpo pálido, resaltó en mi casa.

Tu figura etérea, casi transparente me sedujo.

Y así, sin aviso y sin darme cuenta. Entraste a mi casa y te metiste en mi cama.

Y nada me pides a cambio. Ni siquiera que te ame. Simplemente allí estás.

Siempre callada, siempre dispuesta, esperando nada.

Tú eres la más fiel de todas.

Si acaso el alcohol, nubla mi mente.

Simplemente te acurrucas a mi lado y acaricias mi frente.

Sin reproches

Si la tristeza me invade, enjuagas mis lágrimas

Si el éxito me alcanza, simplemente me esperas.

Si el viento de un fracaso, enfría mi alma, me abrazas.

Sí la pasión me lleva a cultivar otros lechos.

Tu, simplemente esperas callada, que vuelva a tus brazos.

Desnuda en mi cama, siempre dispuesta.

Tú eres la más fiel de todas.

Si grito, tú callas.

Si te echo, me acaricias.

No importa, lo que yo haga, nunca me reprochas.

A tu lado siento, que somos indivisibles.

En mi lecho, siempre estás.

Desnuda, esperando dispuesta.

Tan devota, tan callada, tan pendiente de mí.

Siempre esperando.

Que haces, que te deteste

soledad…

MM

Etiquetas: poema

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