La perfecta geometría de tu boca.

La perfecta geometría de tu boca.

Emilia Padinger

14/02/2018

«y los lugares que habían sido míos y

sustentaban mis nostalgias eran otros y ajenos«

En la última curva antes de llegar al pueblo, te aferrás al volante y bajás la velocidad tratando de demorar la llegada. En la avenida las luces ya están encendidas. Aunque es primavera, el frío se siente todavía y en la calle apenas si alguien se cruza para las compras de última hora.

Estacionás frente a la casa de dos plantas, fachada gris y reja negra. No te decidís a bajar. Preferías no viajar, pero tu sobrino se casa y no encontraste excusas.

Zenclussen barre la vereda de la peluquería antes de cerrar. Le llama la atención la llegada de tu auto y espera. No te reconoce, mira, vuelve a mirarte y entonces sí te saluda con ganas.

Tu cerebro no le da la orden a tu brazo para que accione la manija y abra la puerta, ni para que te inclines levemente hacia la izquierda, gires la cabeza y deslices el pie del mismo lado hacia el asfalto. La ley de gravedad compite con la primera de la termodinámica. Con un esfuerzo salís del auto, desandás los pocos metros que te separan de tu vecino, el mismo de toda la vida que recordás, y lo abrazás. Te impacta lo pequeño que se percibe en tu abrazo y la lentitud con la que hilvana una frase. Intercambiás los comentarios de rigor, y contestás las preguntas por la salud de los tuyos, el casamiento que se viene y los problemas de la medianera. Se despiden con un chau, chau, nos vemos mañana y caminás hasta tu casa.

Sólo una luz encendida en el primer piso y un perro que dormita en la entrada. Buscás las llaves en el bolso, no las encontrás, las volvés a buscar. Ni siquiera sabés si abrirán después de tantos años.

Alguna vez leíste que los regresos deberían estar prohibidos y es en ese instante en que metés la llave redonda en la cerradura de la reja, cuando te das cuenta que es así, que algo tendría que impedirte abrir esa reja y la puerta que le sigue y todas las puertas de ese mundo que dejó de pertenecerte hace tiempo.

2

Nada me resulta tan difícil de procesar como los olores lisos o densos de mis recuerdos. Tal vez es el cansancio o la humedad que se respira. Lo cierto es que esperaba reencontrarme con esa mezcla furiosa de limpiapiso y jazmín que guardaba en algún lugar de mi cerebro asociada al piso de granito y al patio del fondo. Siento alivio por la distancia entre eso que yo creía y el presente sin fragancias.

RESUMEN: SE TRATA DEL REGRESO DE UNA MUJER AL PUEBLO DONDE NACIÓ. ANTE UN ACONTECIMIENTO FAMILIAR, VUELVE A SU CASA PATERNA, LUGAR DE SU INFANCIA, Y DONDE VIVIERA COMO CASADA HASTA QUE SU MARIDO LA DEJA INESPERADAMENTE Y SIN DAR RAZONES.

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