INTRODUCCIÓN

Mi cuerpo no respondía, estaba paralizada, quería escapar con todas mis fuerzas pero era incapaz de moverme, tumbada en el suelo frente a la cocina, solo veía como la sangre bajaba por mi rostro, notaba un fuerte dolor en la espalda y en la cara, tenía miedo mucho miedo a que se presentara otra vez en casa.
Ésta había sido la paliza más grande que me había dado,aunque en otras ocasiones se había ensañado bastante conmigo, sus agresiones eran fuertes y se acompañaban de insultos y gritos. Sabía que debía dejarle pero me aterraban sus amenazas, sus humillaciones, su gesto al inicio de una discursión que sabía como acabaría, me estremecía.
Todas las noches aplicaba mis plegarias para que cambiase, rezaba con todas mis fuerzas para que no volviera a suceder pero aquello sólo servía para calmar mi alma y mi dolor por el problema tan grande que tenía, no podía dormir, ni comer, poco a poco durante todos estos años fui cambiando y dejando atrás muchas cosas, no quería salir ni relacionarme con nadie, y gracias a Dios que no teníamos hijos.
En el estado en el que me encontraba, aturdida, dolorida, saqué de nuevo fuerzas e intenté levantarme como pude y sin apenas poder respirar ya que me oprimía el pecho el dolor. Busqué mi teléfono para pedir ayuda, mi mente buscaba una escapatoria, las imágenes constantes me venían como diapositivas, sólo lloraba y lloraba y gritaba pidiendo ayuda, me odiaba por dejarme hacer esas cosas, tenía pensamientos oscuros, vacíos, no tenía ganas de seguir viviendo, lo había pensado muchas veces, terminar con esto a costa de quitarme yo de en medio para que todo acabe y descansar. No quería seguir vivivendo en esta cárcel, encerrada en sentimientos constantes de odio, rabia, y asco.
Después de las palizas, los insultos, las vejaciones envenenadas, llegaba el perdón, su arrepentimiento me envolvía en una pena, lástima y gran tristeza haciéndome creer que yo no había hecho las cosas bien tampoco para que él no se sintiera tan mal, al verle así me hacía grande en ese momento pensando que era sincero en sus actos y sus palabras y que ahora el control lo tenía yo, hasta que llegaba una palabra, un gesto un hecho por mi parte y entraba en su momento de gloria, su puesta en escena, como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Logré llegar al móvil arrastrándome, mis manos temblaban, no podía ni sujetarlo. Me paralicé un segundo y pensé si eso era lo correcto si estaba haciendo bien, luchaba conmigo misma ante el terror y el pánico o la fortaleza de ser valiente de una vez y acabar con mi calvario. Tenía que hacerlo o algún día ya no tendría la oportunidad, bien por miedo o porque no estaría ya para contarlo.
Marqué el número como pude, no me acordaba ni cual era y eso que lo había visto mil veces por televisión soñando que algún día tendría el valor de llamar.

CAPITULO I

La Llamada
Después de un largo rato meditando, decidí llamar.
– Hola – Saludé con voz temblorosa
– Hola buenas noches ¿En qué puedo ayudarla?
– ¡Necesito ayuda por favor, no sé que hacer estoy desesperada!- llorando desconsolada.
– Tranquila ahora voy a intentar ayudarla, le informo que esta llamada es totalmente confidencial, no saldrá en ninguna de sus facturas telefónicas ni en el registro de llamadas de su móvil, dígame que sucede.

– Estoy tumbada en el suelo, he llegado al teléfono arrastrándome, estoy aturdida y con fuertes dolores en la espalda y cabeza, apenas me puedo mover no tengo fuerzas.
– ¿ Ha sido una agresión?
– Sí, mi pareja me ha golpeado numerosas veces con un bate, estoy mal y tengo muchísimo miedo a que se repita.
– ¿Su pareja está con usted ahora?- preguntó con voz firme
– No , él se fue pero seguro que volverá, siempre vuelve.
– ¿ Le ha denunciado alguna vez?
– No, nunca lo he hecho.

– ¿ Está en su domicilio?

– Sí, ¡ayúdeme por favor!- grité entre sollozos

– ¿ Hay menores con usted?

– No, gracias a Dios.
– En este caso yo le mandaría inmediatamente una unidad de servicio de urgencia junto con una patrulla de policía, siempre que esté de acuerdo.
– ¿ Y qué pasará después?, yo no puedo volver, si sabe todo esto me mata.
– Una vez que la vean en el hospital y hagan un informe se activa el protocolo, consiste en una serie de medidas y pasos que irán diciendo, tendrá a su disposición psicólogos y gente especializada en estos casos para protegerla, siempre bajo su aprobación, nadie la obligará a tomar la decisión y siempre se la asesorará de que es lo mejor para usted.
– Gracias, pero usted no sabe lo que es que te humillen, insulten, levantarse por la mañana y no saber que pasará ese día, controlar mis actos, miradas, como vestirme, si tardo en llegar de hacer la compra, se llega a transformar en una forma de vida, lucha diaria en no meter la pata para que no salga la bestia, es un infierno, un infierno, pero me paraliza hacerlo porque sé como se pondrá.
– Sólo la puedo decir que sea valiente, mucha gente que ha estado en su situación ahora son felices y tienen una vida maravillosa, saque fuerzas, piense que usted no merece vivir así, si realmente le merece la pena estar en una condena constante, nadie que la quiera la puede tratar mal, el amor no es control, el respeto humano no es gritar ni amenazar, encuentre su valentía y su fortaleza que seguro que la sigue teniendo en su interior.
– Le odio, odio la persona en la que se convierte, mándeme la ambulancia por favor.
– Muy bien, siéntase orgullosa de ésta decisión en breve estarán allí, si él volviese a casa no le abra la puerta, no coja llamadas suyas, mantenga en la medida de lo posible la calma y tampoco salga a la calle.
– Muchas gracias por todo, rezo para que todo salga bien, espero que lleguen pronto.
– Sí no se preocupe ya van para allá. De todas formas este teléfono está siempre activo las 24 horas del día durante los 365 días del año para lo que quiera, mucha suerte en el trayecto, buena noche.
– Adiós

Logré ponerme de rodillas como pude, la llamada había sido un salvavidas y no había marcha atrás. Llegué a la puerta de entrada y cerré con la llave, me centré en hacer las cosas tal y como me las había dicho la operadora. Mi móvil comenzó a sonar, el corazón latía con mucha fuerza y me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, no quería ni mirar por si era él, pero pensé que podría tratarse de la policía. Lo miré de reojo, no me equivocaba ahí estaba su llamada enfurecida, seguro que era para disculparse como hacía siempre , no lo cogí, pero volvió a sonar de nuevo seguía intentando localizarme para saber cual sería mi reacción, para tener el control sobre mí de nuevo. Se me hacía el tiempo interminable, en cualquier momento se presentaría en casa al no cogerle el teléfono, no podía retener las lágrimas y la impotencia que sentía, pasaban los minutos y no llegaba nadie.
Oí como intentaba abrir la puerta, había dejado las llaves puestas para que no pudiese entrar desde fuera, me encerré en la habitación aterrada, empezó a golpear la puerta y sus palabras empezaban a oírse en todo el descansillo del portal.

SINOPSIS:

Un relato escalofriante relatado por una mujer a la cual su pareja la somete día a día a amenazas, palizas, humillaciones, insultos, cuenta como el miedo y el terror se apoderan de ella y no ve el momento de salir de ese laberinto lleno de rabia y odio que la consume poco a poco y la hace ser sumisa ante todas esas situaciones.

Un día decide pedir ayuda mediante un teléfono de ayuda a la mujer maltratada y consigue vencer sus miedos sacando valor a pesar de que sabe que él volverá para seguir con su maestría de perverso acechador, aún que está vez no logrará su terrible cometido.

Una historia que nos ayudará a entender un poco como se sienten tantísimas mujeres en esa situación, y como se puede salir de ese laberinto y volver a empezar de nuevo.

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