Un siempre en el jamás

Un siempre en el jamás

Beatriz Gobbato

12/02/2018

Agosto

Me quedé parada en medio de la habitación mientras mi mente viajaba en el tiempo a toda velocidad. Escuché solo el principio de la frase y luego una especie de muro se interpuso entre el antes y el después.

Lo miré y me di cuenta de que él seguía hablando,talvez tratando de encontraruna explicación a lo inexplicable, pero el sonido no llegaba a mis oídos. Jamás habría una explicación posible para mis palabras. Por eso decidí no hablar más.

No sé cuanto tiempo pasó. Me acerqué a la ventana, cerré los ojos y ciento de promesas pasaron por mi mente. Cuando volví a abrirlos miré hacia fuera y vi en una imagen borrada por las lágrimas, como su auto se alejaba.

Desde ese día pasó tiempo y Manuelamañana cumple dos años. Con un padre que no conoce y que no sabe que tiene una hija.

Manuela encontró esta nota entre los papeles de su madre, cuando muchos años después ordenaba la casa, mientras ella, internada en la mejor clínica se la zona estaba recuperándose de una importante operación de corazón.

Ese día, ese momento, ese escrito, que reflejabaaquel lejano agosto en el cual veinte años atrás había cambiado el rumbo de lavida de Elena, en ese instante también cambió la suya. La verdad, se presentó ante sus ojos ¡así! de golpe, como si Dios hubiera decidido adelantar el camino que había resuelto emprender para conocer a su padre.

Más allá de lo que encontrara o no, aclaró muchas dudas que quedaron sembradas sin florecer desde su niñez y adolescencia. Esas palabras escritas laenfrentaban a un relato distinto y conmovedor. Y fue como si le hubieran dado un puñetazo en la cara que la dejó muda.

Al principio no entendía si hablaba de ella o de alguien que no conocía. Sin embargo, razonó, está bien clarito “yo, es decir Manuela, y esa soy yo,crecí sin padre, pero él desconoce mi existencia”

Cuando pudoreaccionar, después de leer cien veces lo que tenía delante de sus ojos y recordar diálogos y conversaciones que mantuvo con su mamá, logró llegar a una conclusión sin saber aún, cual sería el correcto camino a seguir. Lo único que tenía en claro era que le habían quitado parte de su pasado y de su presente, pero decididamente iba a luchar para no perder la posibilidad de un futuro sin mentiras. Guardó cuidadosamente el papel en su valija y cuando terminó de poner orden se dirigió al hospital. Sabía que no era el momento ni el lugar para pedir explicaciones. Primero debía calmarse y aclarar su mente. Luego esperar a que su madre se recupere, para poder tener una seria conversación con ella.

Estaba segura de que tenía derecho a conocer la verdad y esa sería la meta, mas allá de lo que encontrara al final del camino.

Su infancia en un pueblo de montaña y río fue tranquila. Su mamá eramaestra de la escuela Nacional de Río Tercero y justamente por eso, aunque no era una imposición del sistema, a ella la inscribió en otra Institución: el Colegio San Cristóbal.

Había fechas especiales, tales como “El día del padre” o “El de la familia” en los cuales de niña se había sentido excluida y el tema de su papá siempre había estado presente. Era como un fantasma, escondido detrás de las puertas para no ser visto, pero siempre presente en el aire que se respiraba en cada día festivo. Cumpleaños, Navidad, reyes…

Entonces, invariablemente llegaban las preguntas y Elena las asumía cuando no le quedaba otra alternativa. Y una y otra vez, es decir siempre, contaba el mismo cuento de una manera fría e impersonal. Como si hablara de otra persona.

—Ya te lo conté, hija. “Éramos compañeros de trabajo, decía. Al mediodía almorzábamos, por costumbre en el bar que estaba en la esquina de la empresa. El elegíauna de las mesas del fondo, almorzaba y leía el diario, muy tranquilo. En la de al lado, casi pegada, me sentaba yoy un día me dio conversación. Era más hablador que escuchador y muy buen mozo. A decir por su relato, todo lo hacía bien, nunca se equivocaba, ante cada hecho o situación tenía la respuesta oportuna. Me enamoré y comenzamos una relación. No fui cuidadosa y quedé embarazada. A esa altura ya no nos llevábamos bien y yo me había dado cuenta de que me había equivocado. Él no quiso hacerse cargo de la situacióny se fue. Nunca lo busqué y nunca lo volví a ver. Punto.”

Era un speech frío y calculador que le costaba incorporar a la imagen amorosa de la madre que la crió con tanto amor. Parecía que recitaba un cuento que no terminaba de convencerla. Como si ni ella creyera lo que decía. Y siempre era igual, palabra por palabra. ¿Se lo aprendió de memoria para defenderse?, se preguntaba ahora¿de qué?

Además, esa historia no coincidía de ninguna formaconuna sola palabra del escrito que había encontrado; “…vi en una imagen borrada por las lágrimas, como su auto se alejaba…” Esas palabras no concordaban con: el pensamiento simple de darse cuenta de una equivocación. O “…un padre que no sabe que tiene una hija” con el presunto ¡no quiso hacerse cargo!

Había algo en el medio que no cerraba, que no encajaba o que ella bloqueó en su memoria y que nunca contó.

Buscó sin éxito en todos los cajones y vericuetos posibles con la intención de encontrar una foto o una carta. No encontró nada pero estaba dispuesta a averiguar cual era la verdadera historia y para eso iba a comenzar por su abuela Cata.

Su abuela y su madre no tenían una relación ni frecuente ni demasiado amorosa. Sus abuelos se habían mudado a Misiones debido a un traslado de trabajo y su mamá siguió viviendo en la que fuera la casa paterna, que estaba a su nombre, con ella.

Mucho en que pensar…

Mientras disfrutaba del desayuno, en el café “El ángel” esperando el horario de visita, recorrió con la vista sus paredes y por primera vez asoció su estilo al famoso “Café del Alba” de Córdoba,donde tantas veces, al salir de la Universidad se sentó a escribir, disfrutando de un ambiente cálido y tranquilo. Un lugar ideal para pensar según su amiga. Esa increíble amiga que le regaló la vida.

Pero su distracción duró solo minutos. Su mente la devolvió rápido al triste presente por el cual había regresado a su pueblo natal.

Pagó y mientras se dirigía a la Clínica recordó la última vez que había viajado a Misiones con su madre, con motivo del fallecimiento del abuelo Andrés. Un viaje corto, de sólo una semana hacía ya casi dos años. Una mañana le pidieron que fuera al supermercado a realizar una compra. Ella accedió, pero al llegar a la esquina se dio cuenta de que había olvidado la lista y caminó de regreso.

Antes de entrar escuchó a su madre discutiendo con la abuela y se detuvo para escuchar.

— Debes decírselo, ya es hora, decía Cata.

—He decidido que es mejor no hacerlo, contestó ella.

—Tiene derecho.

— ¿Quien? Preguntó Elena levantando la voz.

— Los dos, contestó la abuela.

—Algún día lo haré. No fue ni es tu problema y yo decidiré cuando, cómo lo hice siempre…Hizo un pausa y agregó —Tal vez no lo haga jamás.

—La vida me enseñó que a veces el jamás no es para siempre, dijo Cata.

No entendía de qué hablaban y abrió la puerta. Las dos callaron de golpe y el silencio fue incómodo.

— Olvidé la lista dijo y tomándola de la mesa salió a la calle nuevamente sin entender. Ahora, atando cabos, cree que tal vez, hablaban de ella y de su padre. Pronto sus dudas dejarían de serlo.

Entró y se sentó en la sala esperando que el reloj marcara las 10hs. Ése era el horario correcto.

También pensó en sus vecinos. En ese viaje se había enterado que no eran los que ella conocía, sino los propietarios que habían regresado.

— Losdueños, le aclaró su mamá. Es unseñor mayor con su nieto. Creo que los padres sequedaron en al campo y que el muchacho trabajaba con su abuelo. El señor se llamaba Nino ysu nieto, al terminar su carrera universitaria, decidió vivir con él, aunqueno tengo idea si su situación actual es o no transitoria. Sería bueno que lo conocieras, agregó, porque es muy buen chico.

Aún así, ella regresó a Córdoba sin cruzarse con ninguno de los dos.

Además, no tenía interés en hacer nuevas amistades. Tenía bastantesamigos y además estaba Luís, que quería ser más que amigos, aunqueella no opinara lo mismo.

De todos modos fue un viaje de pocos días para acompañar a su madre y luego emprendió el regreso.Esa vezcon una rara sensación que no sabía a que atribuir. Pensando quetal vez había secretos de familia que ella desconocía y preguntándose las razones que podrían existir para eso. Una sensación que duró el tiempo del viaje y luego fue remplazada por muchas otras que tenían que ver con su vida cotidiana. Ahora debía ver a su madre y lo único importante para ella, era encontrarla mejor.

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