Un viernes de Abril

Un viernes de abril,

despierta un genio de mañana

dejando sueños en la cama

como huesos de marfil.


Como impacto de misil,

aturdido el subconsciente,

por la ansiedad impaciente

de la muerte juvenil.


Se levanta tan de golpe

con la esperanza prudente,

pero incertidumbre vigente,

de invertir lo que conoce.

Con objeto de interés

visualiza un codorníz

que desde un poste, qué infelíz,

ya le advierte la vejéz.


Luego observa el sucio suelo

y esos caites de mercado,

de conciencia desgarrado,

premio nobel del desvelo.


Cama lista en un minuto

aprendido en la milicia,

es tan solo la noticia

de la ira en absoluto.


Desayuna las ideas,

en el almuerzo pesadillas,

de merienda un par de apneas,

y pa’ cenar restos de un día.


Suma copias de papeles,

en tinta vieja de impresora,

 a sirvienta entrevistadora,

lame botas de los crueles.


Se aproxima entre sus ojos

los fluidos de su alma

tánta deuda, cuánto enojo,

a su calma desempalma.

Si un sabio no se estanca

ni el atleta se detiene,

¿qué hace él sentado en banca

aunque las tripas le truenen?


Cuestionando la destreza

y suplicando a una doctrina,

demás el genio subestima

el potencial en su cabeza.

Llegará para su vida

la reacción de sus acciones

al cambiar esas facciones

y toda norma conocida.

Tantos viernes de Abril,

tantos genios pre suicidas.

Aunque cien guerras perdidas,

munición en el fusil.

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