CAPITULO I

CAFÉ “EL FUEGO SAGRADO”

Carlos Rodríguez y Luis Torres entraron al café de la lujosa funeraria; Alexander Rojas, el encargado del lugar, salió del mostrador para interrogarlos con preocupación sobre el estado de salud de doña Marianita.

– Sigue inconsciente Alexander– expuso Carlos, uno de los yernos de la renombrada anciana, dueña de la funeraria “El Fuego Sagrado” –. No comprendo porque no termina de descansar.

Luis Torres, también yerno, exclamó con sentimiento: –Tiene la expresión de autoridad y picardía que la caracterizaron toda su vida, a pesar de las horas de agonía, las gravedades, y en fin… toda esta calamidad del alzheimer…

–87 años…. ¡Carajo! – sonrió Carlos- ¡Hay que tener guáramo!–añadiendo con admiración-: La viejita levantó este imperio y lo convirtió en negocio familiar.

– ¡Buena jefa! – apunto solicito Alexander- ¿Les traigo café?

– Si Alexander, y gracias por estar pendiente.

– ¡Alexander esta trabajando en la empresa desde que se fundó! – recordó Carlos- ¡Doña Mariana supo aprovechar los buenos tiempos!

– 87 años de inteligencia botados por la borda al final de su vida, identificándose con esta locura política ¡Hay que ver!- afirmó Carlos, mirando el periódico que le facilitó atentamente el mesero, mientras le señalaba una de las mesas.

– ¡Todo un país en la quiebra!– concluyó Luis.

Los rostros sombríos de ambos ejecutivos delatan un profundo malestar. La estabilidad económica de la empresa funeraria “El Fuego Sagrado” aun esta firme, próspera y solvente. Aun así, la aguda crisis política y económica nacional ha socavado la inmensa fortuna.

–Ayer hubo el muerto parejo en el enfrentamiento que tuvieron en distintos lugares del país, la mayoría opositores del régimen. ¡Una desgracia! De esta zona nada más murieron catorce personas, y afectos al gobierno fueron cuatro: entre ellos dos soldados.

– Escuché las noticias, también un jovencito de la resistencia

– Vamos a recibir sus restos acá. Queda exonerado de pagos. Daremos apoyo a las familias por medio de aportes. La empresa tiene fondos suficientes para eso.

– ¡Y que doña Mariana nos perdone!

– Eso la disculpará ante Dios cuando le llegue el turno.

Ambos ejecutivos rieron con complicidad, mientras recibían el café bien caliente y lo sorbían con placer.

LA DISCUSION.

El plasma de 60 pulgadas iluminaba la habitación. El cuerpecito de Nita apenas si se veía dentro de las finas sábanas que le daban calor. Armando se sentó cómodamente en el exquisito sofá de acompañante que daba a la habitación de la anciana un toque de distinción y buen gusto.

Carmela la arropó, posó su mano sobre la frente para comprobar su temperatura y fue a sentarse al lado de su esposo, éste la recibió amoroso, fijando nuevamente su atención en el aparato.

– ¿Crees que esta muy alto el volumen Carmelita?

– No, así está bien, a abuelita le encanta escuchar al presidente. Tal vez en este momento eso la ayude a morir en paz.

En la pantalla, el presidente Téllez hacía comentarios sobre la historia política y económica de Venezuela y de América Latina, del petróleo como medio de desarrollo, dando además, gracias a Dios, por haberle devuelto la salud.

Armando y Carmela estaban silenciosos, atentos a cada una de las palabras del líder. Rodeando a la pareja, mirando también la televisión, cuatro sujetos discutían acaloradamente sobre política, mientras un quinto hombre trataba de tranquilizarlos. Nadie los podía ver, estaban en otra dimensión, la del mas allá, donde pronto irá la moribunda multimillonaria.

–Eso que dice el presidente Téllez es importante compañeros, pero no reconoce que todos los gobiernos han aportado al desarrollo de la empresa petrolera; por ejemplo, cuando Gallegos se creó una comisión para estudiar y planificar las posibilidades de explotación del petróleo, incluyendo la refinación- explico apasionadamente Ali, adeco hasta después de la muerte.

– A Gallegos lo tumbaron los militares a los nueve meses, Ali, no tuvieron tiempo de hacer nada.– acotó acaloradamente el General Tulio.

– ¡Adiós carrizo! ¡Claro que si! Se logró duplicar las entradas al fisco gracias a la renta petrolera – replicó Ali.

– ¿Quién te ha dicho a ti que los adecos sabían administrar? –expuso Pablito, un espíritu de baja estatura y color café, congraciándose con Tulio, el militar.

– ¡Más bien se estancó la economía! -Expreso de nuevo el pedante general- ¡No hubo asignaciones presupuestarias! ¡La Corporación

Venezolana de Fomento no pudo desarrollar sus programas por falta de plata!

– En conclusión compañeros, yo lo que opino es que ni AD ni COPEI, en su tiempo, arruinaron al país como lo hicieron hoy día! ¡Ni los unos se los hubiesen permitido, ni los otros lo hubiesen hecho! Cada quinquenio tenía un proyecto, ¡Así robaran, jamás hubiesen hecho algo tan vergonzoso! -expuso Alí acaloradamente.

–¡Eso también es verdad!– respondió Tulio mas calmado- Pérez Jiménez fue un ejemplo trágico de dictadura… pero dejo al país con reservas.

– Y Carlos Andrés dejo el poder con dignidad y no hubo más muertos– dijo Ali.

– El mensaje inicial de esta revolución fue siempre diáfano. – Expuso orgulloso Tulio.

– ¡Error! ¡Nadie avisó que ni papel toilette conseguiríamos Tulio¡

– ¡Escuálido desgraciado! ¡Viva la revolución!

En una esquina, observador y misterioso, George, el más joven del grupo, levantó la voz tratando de apaciguar la discusión.

– Mejor cambien el tema, miren que Mariana está molesta.

– ¿Qué opinas tu Abiud? ¡Estas muy callado!– dijo Pablo a Abiud.

– ¡No me conviene opinar Ali! ¡Mejor callado!

La temperatura de la habitación se hizo intolerable, Armando se levantó a verificar que el aparato del aire acondicionado estuviera

funcionando correctamente, mientras Carmela, preocupada por un fuerte hedor a quemado, se acercaba a la anciana para comprobar su bienestar. En ese momento Nita hablo fuertemente, como era ella antes de caer enferma.

– ¡A callar los cuatro! ¡Y tu Pablo José, no te metas con Abiud, que nuestra fortuna te la agradeceremos a ti, pero nosotros hicimos lo nuestro por conservarla y aumentar el patrimonio de nuestros hijos! ¡Los hijos de todos ustedes y míos!

– ¡Camarada Nita! ¡Recuerde nuestra petición!– dijo Ali burlista, opositor del régimen tellecista.

– ¡Jummm! ¡Yo también te dejé acomodada!– replicó Tulio

Y Nita, que en ese momento le iba a responder a Alí como se merecía, en la dimensión espiritual donde se encontraban discutiendo, no tuvo tiempo, y la rabia que sentía, se le escapo por los intestinos.

–¡Hay cónchale! Abuelita se acaba de echar una de padre y señor mío- exclamó Carmelita–¡Mejor salte mi amor, mientras la cambio!

– ¡Uf! ¡Que fetidez! – dijo Armando, saliendo a toda prisa de la habitación.

NITA.

El mundo había dejado de ser para ella lo que era antes de “La cortina”. Apenas si regresaban a su memoria algunas imágenes que le recordaban quien fue. Ese momento llegaba cuando se descorría y era testigo de su existencia pasada, como si la pantalla cubierta por aquel oscuro lienzo se iluminara y pudiera ver, ansiosa, como su vida había pasado, y como ahora no tenía mas remedio que esperar. ¿Esperar qué? “La cortina” se cerraba y cubría su memoria. Otra vez estaba perdida en la pantalla vacía de su conciencia.

– Yo me llamo Mariana López de Yabrán, y yo se lo que me está pasando. ¡Yo se! – “La cortina” acababa de descorrerse de nuevo. ¡Ah, si! Ya recordaba, su hija la regañó porque rompió un pañal. ¿Para que tenia puesto ese pañal? ¡Ya! ¡Porque se orinaba y hacia pupú sin control! Dos transparentes lágrimas rodaron por sus mejillas. “La cortina” volvió a caer ante sus recuerdos – ¿Quién soy? ¿Quiénes son estos que me tocan y me limpian?

Ahora “La cortina” se abría, veía claramente a sus padres, aquellas que iban y venían eran sus hermanas. Ella es la consentida de la casa. Su hermano la lleva a pasear, sin embargo, al llamarlos por su nombre, alguien la corrige.

– ¡No mamá! ¡Yo soy Ana Luisa, tu hija! Ramona era tu hermana, pero ella ya no está. ¡Por favor mami, no te dejes vencer, acuérdate de mí! – Y “La cortina” volvía a caer sobre su turbada existencia.

Nita duerme. Su sueño es a veces superficial, y ya se acercan a ella aquellos que la esperan en la otra frecuencia, en la del mas allá, cuando sus órganos dejen de funcionar. Tiene 87 años, Y con el Alzheimer tiene 15. Poco a poco la pesada cortina del olvido la ha ido alejando del mundo donde se desarrolló su vida; hijos, nietos, bisnietos y hasta los hijos de éstos, amistades y conocidos se borraron de su mente; apenas si reconocía a Carmela, la nieta que la adoptó para atenderla a cambio de nada, amorosa y solícita; a su lado, comenzó a revivir suavemente su pasado.

Al principio, ambas se reían de sus continuos olvidos. Parecía divertido nombrar a sus hijos por el nombre de sus hermanos, pedir alimentos cuando se acababa de levantar de la mesa, despertar segura de que a su lado estaba Abiud, su último marido, y encontrarse sola. Hasta se levantaba a buscarlo en el baño o en la sala, luego, alguien la volvía a la cama recordándole que el abuelo ya no estaba. ¿Cuándo se le pasó la vida que no se percató?

Siempre fue una mujer de férrea voluntad, alegre, entusiasta y emprendedora. Los altibajos de la vida le habían dejado fisuras

incurables en el pecho; hasta largos periodos depresivos que con el tiempo conformaron parte de su carácter y filosofía personal. Más de una vez salió humillada de sus relaciones amorosas, dejando desolado y arrítmico su corazón; sufrió de terribles obsesiones al verse desamparada y casi vencida, con dudas y conflictos íntimos, desconfiada y aturdida. Aun así, Nita se destacó en todas sus acciones, por perseverante, terca, y apasionada.

En su vida, encontró situaciones absurdas, risibles, y hasta peligrosas, perfectamente ilógicas como para que la mujer menos cuerda se escabullera antes de caer en las trampas del destino; Nita no, ella aceptó lo extravagante de cada una como si formara parte de un plan que inexplicablemente solo ella podía resolver, o tal vez aportar algo a la vida de otros, para que aprendieran de ella mientras ella aprendía de cada situación.

Así mismo fue aceptando su retroceso cognitivo con buen humor. ¡Toda la vida soportando malos ratos y peores problemas! ¿Le iba a tener miedo a esta tontería de los olvidos?

LA CORTINA

“La cortina” se le comenzó a revelar en el tercer año de la enfermedad, luego, progresivamente, mientras se acercaba el final. Fue una noche, estaba mirando el televisor y sintió como algo muy pesado que le subía del estómago hacia el pecho. Un fuerte dolor de cabeza, frío, calor, miedo, y total inconsciencia.

Vinieron largos días entre la vida y la muerte, entonces la vio por primera vez. Al principio sintió como una luz maravillosa que le dio claridad a sus pensamientos, y algo sobrenatural la fue invadiendo suavemente – Tal vez Dios me este dando una oportunidad para prepararme antes de partir a su encuentro – pensó–, esto tan hermoso que me rodea e impregna es más profundo que el amor–. Y en su interior, recibió suavemente un soplo divino que la acercó al pasado para aliviarla.

Ya cerca de su fin, en una nueva gravedad, su apariencia cambió, ahora era aterciopelada. La miró asombrada, era azul, se abría apenas, dejando entrever una sombra que no divisaba bien. Otro día se abrió un poco más y pudo ver a un sujeto que intentaba asomarse.

– ¡Nita esta bastante mejor¡ – Escuchó decir a Donaire (La segunda de su prolífica familia, hija de Tulio), ¡Salió del ACV! Quedó más o menos. Habla y se ríe con uno.

¿De quien estarían hablando? Y “La cortina” se abrió otro poco. Ahora era verde.

– Abrió los ojos, pero no parece reconocernos.

¿Conocer a quien? – Pensaba Nita en medio del sopor de la enfermedad. Luego percibió el rostro de Alí, su primer marido, el que le pelearon sus padres por tener mala reputación. El que amó hasta las lágrimas haciendo caso omiso de las observaciones de primas y amigas; pero la admiración que sentía por el hombre por ser tan sabio, inteligente, pertenecer al “partido”, declamar su doctrina y codearse con los políticos importantes de la época, la mantenían tan ciega como sorda por amor, y no escuchó consejo.

Alí casi que penetraba en el espacio donde se desenvolvía Nita, en medio de la razón y el desconcierto; entonces, cada cierto tiempo se le comenzaron a revelar los hombres con quienes había compartido el lecho, el techo, y su incansable y apasionada búsqueda de la felicidad.

“La cortina” continuó alternando los colores del espectro, abriendo y cerrando suavemente, cada vez que el cerebro le prodigaba un espacio de lucidez. Ella, silenciosa y atenta, observaba; hasta que aprendió a opinar en esta nueva etapa.

ALZHEIMER.

¡Un momento! Hay que aclarar que Nita, y todos los enfermos de alzhéimer, y de otras dolencias cerebrales, dejan de saber, de conocer, pasan a vivir en el tiempo donde la memoria estaba fresca y receptiva de información, hasta que aparece finalmente “La cortina”, que lentamente aleja la realidad del entorno para dar paso a una realidad que vibra en una frecuencia mayor que la nuestra, los que decimos estar cuerdos.

El sentir es otra cosa, es el contacto que aun se tiene con el exterior, el feed back con otros seres. Se siente, por ejemplo, cuando el entorno es amoroso, cuando es hostil, cuando se es rechazado y cuando se es aceptado, cuando es lástima lo que se inspira, y se percibe la consideración y el respeto que dignifica y eleva cualquier condición, por muy dolorosa o humillante que sea.

– ¡Ella es la reina de la casa! – Escuchó mas de una vez decir a Ana Luisa. Pero también escuchó a la imprudente Elimara expresar con fastidio:

– ¡Mi mamá debería morirse! ¿Para que Dios la tiene aquí ocasionando tanta molestia y tanto gasto?

“La cortina”, en ese caso, se volvía negra, pesada y hasta le provocaba nauseas. Sentía que le estorbaba a alguien, sentía dolor por si misma, y en medio de su tristeza, la confusión por no saber que hacer, como explicar, como no molestar, perdía la poca autoestima.

El amor es insustituible medicina para aquellos que transitan los caminos inciertos del olvido. Aquellos que dieron su vida por ayudar a otros, el amor a través de los gestos, las caricias, del tono de voz, las miradas, hasta una sonrisa cariñosa. El amor a través de la paciencia, de la ternura, del buen humor y la misericordia.

EL ENCARGADO DEL CAFÉ

Alexander miró salir a los dos miembros de la familia Yabrán. Sabía que eran contrarios a las ideas revolucionarias que compartían Nita y él. Sacudió la cabeza y volvió a su preocupación: ¿De donde sacaría café, azúcar, leche, té, y tantos otros insumos que habían desaparecido del mercado?

El lujoso café conservaba intacto el ambiente de exclusividad, pero las alacenas y estanterías estaban vacías. Los socios nada tenían que ver con su administración.

Ya le quedaban sólo tres empleados, y la mantelería se la estaba llevando a casa para lavarla; hasta conseguir el jabón era difícil. Sacó de una gaveta un letrero: “Prohibido hablar de política en este recinto”. Lo guindó al lado de la caja registradora. Si bien en otros tiempos este mensaje resultaría inapropiado, hoy día era necesario para evitar disgustos.

Recordó los tiempos cuando se hizo cargo del negocio. Estaba deslumbrado con el lugar; la dueña de la funeraria equipó cada área con mobiliario exquisito, incluyendo el café. No escatimó en gastos pensando en grande, en el éxito.

– ¿Que te estamos haciendo Venezuela? – pensó aturdido.

La Funeraria más costosa y de mejor servicio a nivel nacional e internacional pasaba por las mismas circunstancias del resto del país: la polaridad política, basada en resentimientos. El olvido de la identidad, confusión de los valores, unos y otros juegan con las ilusiones de los ciudadanos.

SINOPSIS

En el café de la prestigiosa funeraria “El Fuego Sagrado” se habla de política, de la vida, del odio y del amor ¿Quién imagina este lugar de dolientes para entretejer tantas historias? Corren tiempos muy duros en Venezuela. Sus ciudadanos olvidaron la felicidad.

Marianita, la dueña y señora de la empresa, agoniza. Sus esposos no la dejan morir, reclaman sus cenizas para entrar al cielo; es una condición que se les exige por haber sido hombres maltratadores, o quedarán penando en un plano intermedio, acosados por los demonios de sus malas acciones. Cada uno le dejó una enseñanza, un dolor, y le dejo hijos. A cada marido le aplico la cremación, legal o ilegalmente. Sus cenizas deben convertirse en polvo para salir del castigo. Ella las guardó, pero no recuerda donde. Tiene alzhéimer desde hace mucho tiempo.

Y mientras los maridos la acosan para que recuerde el secreto lugar, y ella lucha por recordar, la polaridad política se instala ferozmente en su familia; surgen conflictos entre los socios de la empresa, lo que escucha en silencio, inquieta ¿Podrá Nita al fin morir en paz?

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