Mi mente estaba dispersa como casi todo el tiempo antes de tomarme mi café matutino, quizás por eso no me fije en el drama sucediendo justo frente a mi. La chica de la mesa frente a la mia escribía freneticamente en un pequeño blog, parecía seriamente al borde de un colapso. Temblaba como si se estuviera muriendo del frio cuando era uno de los pocos días en que el clima estaba un poco caliente, excelente para salir e ir a algún lugar en el que se pudiera uno sentir bien y productivo… pero, ¿quién es bueno y productivo un lunes por la mañana?… exacto, nadie en sus cabales.

La chica me empezaba a preocupar. Cuando se vivía en una ciudad tan pequeña uno se acostumbraba a que los días fueran tranquilos al punto de volverse aburridos, todos conocían a todos y nada extraordinario pasaba.

Toco su hombro para llamar su atención, salta fuera de su asiento como si la hubiera golpeado.

«Oye, ¿te encuentras bien?» las ojeras bajo sus ojos eran profundas, oscuras… se veía perdida.

No me respondió, no hizo ni un movimiento por un segundo mientras me miraba con ojos agitados, luego se precipitó a la puerta del café. La seguí, no lo pensé, solo lo hice pero, al pasar la puerta justo un segundo antes de mi, ya no estaba.

Miro por todas partes buscando algún lugar donde podría haberse metido, no estaba… en ningún lado. El café quedaba justo en medio de dos negocios grandes, no había manera de que se hubiera escondido tan pronto. Veo al alguacil venir y lo detengo.

«Alguacil, ¿vió a la chica que pasó por aquí justo hace un momento? Es como de 1,68 de estatura, cabello corto cobrizo…»

«Joven Pitterson, ¿ha bebido ya su café? Estaba parado justo al lado del café de Ben, no ha salido nadie aparte de usted» me mira como si fuera un niño que ha perdido a sus padres. Le frunzo el ceño, claro que salió alguien, la chica…

«¿Pasa algo, alguacil?» el dueño del café sale y nos mira como quien no quiere problemas para lugar y está dispuesto a encargarse de los revoltosos. Era un hombre enorme, atemorizante.

«Nada, ¿verdad, muchacho?» me miran.

«Nada. » digo, volviendo dentro donde noto que las notas de la chica aún están sobre la mesa. Las cojo y me voy a la mía.

Tomo un sorbo de café, era el mejor de la ciudad, venía todos los días por las mañanas antes de trabajar. El coffee dreams’ era un café para escritores, teoricamente hablando. Ben lo había abierto a petición de su hija, que solía ser escritora, para ella y para cualquiera que quisiera un lugar tranquilo. Ben venía de un pasado de moteros, era la historia que corría por ahí. Cuando conoció a su esposa se reformó y ahora atiende el café con su hija, que sigue escribiendo pero dice que más por pasatiempo… aunque tenga libros publicados y toda la cosa.

Bajo la mirada a las hojas escritas con caligrafía de esquizofrénico… eso fue cruel. Ella se veía muy agitada… ¿y si sí era esquizofrenica…? No, esa mirada no era de un esquizofrénico.

La comienzo a leer, era una carta o algo así. No podía entender mucho, la mayoría de las cosas estaban en mayúscula apresurada. Le escribía a una mujer… ¿Tamy? No, Sally. Cuando al fin comenzaba a entender lo que decía las letras comenzaron a desaparecer. Rapido. Pronto los papeles estaban en blanco. Como si nada nunca los hubiera marcado.

Ben se me acerca limpiando la mesa en la que ella se sentó aunque daba la impresión de que tampoco había sido tocada en todo el día.

«¿Estás bien, Gary?»

«Sí… solo que… la chica…» la cabeza me comenzaba a doler. «Hasta mañana, Ben. Dale mis saludos a Cintia.» me levanto y camino para salir de ahí. Escucho su respuesta pero creo que no la registro ya que no puedo recordar lo que me dijo.

Camino a paso lento hasta mi trabajo, pensando repetidamente en la chica pero, mientras más me alejaba del café, menos podía recordar de ella. ¿Tenía el cabello castaño o rubio? ¿Era de piel morena o pálida? no lo sabía.

SINOPSIS

En la tranquila ciudad de Belleville, ontario, casi nunca pasa nada notable que involucre a los ciudadanos normales de allí como Gary Petterson, él vive su monotona vida sin problemas hasta que un día en su café habitual él ve a una chica algo rara que le da una chispa a su día a día. Él la busca por todas partes, pero pronto descubre que solo la puede ver en el café. Al rededor de ella existe un aura de misterio que lo incita a conocerla, a saber quién es y de dónde vino, pero hay un problema, parece ser que nadie la ha visto o no la recuerdan aunque hace unos segundos la tuvierion al lado. Gary hace su misón descubrirla y, en el camino, también la quiere con él. ¿La podrá persuadir para que deje de huir y se quede con él?

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