EL ÚLTIMO TREN A LA CIUDAD Y OTROS MICRORRELATOS (2014)
FRAN NORE
CONTENIDO
• Regreso
• El último tren a la ciudad
• Ciudad Central, La Fantástica
• La luminosa Ciudad Central
• La Ciudad de la Alegría
• Ligero de equioaje
REGRESO
Anduve por muchas calles de ciudades y por muchos pueblos miserables, por muchos senderos truncados de montañas filosas y escarpadas, expuesto a los peligros y a las vicisitudes del mundo.
Y ahora regreso, derrotado a esta casa abandonada, donde me espera mi viajera parentela de fantasmas.
EL ÚLTIMO TREN A LA CIUDAD
De la estación ferroviaria, antaño construida por tropas de negros esclavos traídos de los países africanos, hasta la llamada Estación Central, salía todas las mañanas el tren hacia la ciudad. Los ciudadanos frecuentaban emocionados el lugar, aunque el viaje de recorrido duraba por lo menos seis horas; aún así, el prolongado tiempo ocasionaba que se sintieran entusiasmados con el tour turístico. La Compañía de Vías había habilitado otros tramos con el fin de promocionar el turismo.
CIUDAD CENTRAL, LA FANTÁSTICA
Amaneció entre la neblina.
La luz del día que nacía entre coros de pájaros invadía los alrededores con una calidez que hería mis ojos.
El viento sacudía los ramajes de los árboles del camino.
Allende se cruzaban los límites de las cumbres disueltas: peñascos donde amotinados nidos de víboras colmaban las arenas. Y más allá de las montañas sabía que estaba Ciudad Central, La Fantástica, a la que quería llegar.
LA LUMINOSA CIUDAD CENTRAL
Luego de varios días de un viaje inagotable, perdido entre cordilleras y desiertos inacabables, llegué de noche a Ciudad Central, La Fantástica. Me recibió un desfile de seres maravillosos y encantados, la ciudad estaba de fiesta, completamente iluminada, pues de los suelos de sus calles emergían las luces que alimentaban con claridad la mampostería citadina.
LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA
En Ciudad Central no hay Alumbrado Público. La luz proviene de las entrañas de la tierra en rayos irrisorios que se proyectan hacia el cielo estrellado iluminando todas las estructuras en pie.
El desfile enaltecido de máscaras, luces y personajes de ensueño que salían de todas partes, me llevó arrastrado por las calles iluminadas de la extensa ciudad.
Y una sola carcajada recorría los laberintos de la maravillosa Ciudad Central en permanente fiesta de luces y alegría.
LIGERO DE EQUIPAJE
Escuché un avión que cruzaba el cielo. Me subí a un montículo de arena y agité los brazos al aire. Pero la nave siguió su indiferente curso por el firmamento.
Continué con el semblante escuálido y descarnado, y mi mirada estaba increíblemente extraviada. Pero me sabía en el camino correcto hacia la magnífica ciudad que se ocultaba más allá del horizonte entre un hálito de niebla lluviosa.
Y, entonces no menguaron mis fuerzas para seguir adelante.
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