Una niebla para mí solo
A Ernesto Hollmann y a Verónica Navarro
MI FANTASÍA MÁS REAL
I
desde aquí mi adorada azul
tengo la noche al hombro y una luna de sangre a media asta
he perdido la voz como la dulzura de las manos en las piedras
y mis telares vacíos se levantan de invierno hacia el horizonte de los labriegos partidos
desde aquí
soy
busco y donde el mundo pierde las palabras y las manos
levanto tu imagen que es mi soledad
las trincheras profieren las batallas
las esquinas deponen su pavor de fuga
y huyen las ciudades
también los silencios y los cementerios
huyen de cal o de terror frontal
hacia el espanto
hacia el silencio vivo donde se pierden las palomas mensajeras
los muertos no tienen la culpa de su sangre
las hormigas se agremian en los vientres dulces
feroces
finales
para siempre
bullen relámpagos desiertos en las catacumbas quietas de las sangres y yo no estoy quieto de sangre aún
no acabo
y sigo con el rencor de las solas medianoches atascando el dolor de mis cerrojos como un sabor a la mitad del cuello
de vino
de náuseas y de beso
aquí
desde aquí
crucifico mi abismo vertical sobre la tierra
remoto grito sin raíces que viene de la profecía que se duda o se pregunta cada día
mejor será dar paso a los ratones
taller ansioso del olvido
donde el sueño pierde el rastro contra el vino
de la tarde que pierde testimonio
hoy peregrino de mi suicidio de silencio recorro mi ermita sin estrellas con la noche al hombro y el hambre de las manos aturdido sobre el pan de los espejos
venía desde otra orilla
el día es siempre aquí
la hora es siempre ahora
y porque tengo todavía todavía
todavía vive mi despojo de garganta como un obstinado suicidio en golondrina
porque el mar es más extenso que las alas
II
yo sí he sido feliz queridísima azul
pero recién lo supe hace un rato
se sienten ganas de atravesar la lejanía y acercarse a la carne para amamantar la imagen
fui feliz una vez
hace dos días cuando terminé de leer tu carta y estaba lleno de sol como una iglesia de cristal en el medio del verano
la alegría se me caía de las manos y todas mis abejas visitaban tu imagen de manzana
un himno de sol resucitaba
tu tristeza fue mi lámpara
como un alto faro en la tormenta
gracias por ser buena
por mi mano que se vuelve pájaro para volar hasta tu distancia
gracias por tu tristeza que se da la mano con mi honda soledad sin testigos
yo soy tu amigo desde el silencio y desde este grito desbocado
como un mar borracho desenfrenado de luna
que te busca y te encuentra
más allá de la angustia y de la hora sola
yo te quiero porque tus veces están donde yo existo
porque pasamos a recoger el nosotros
donde esperaba la profecía que nos nombra
yo te quiero porque mi verano crece de tu hondo sol donde no se bañan otras manos que las mías
por eso me gusta enjuagar mi silencio en tu silencio como haciendo corazón con nuestras manos
atravesamos la noche para encontrarnos a la mitad del sueño
deponemos larga historia de cerrojos para abolir la lejanía
y estamos aquí desde aquí y desde siempre con ayer y mañana caídos hacia nosotros que nos damos las manos como un beso demorado desde el largo miedo
el sol endereza nuestros recodos y sin pasar por el mundo mi alma cae a tu alma como la dulce lluvia de tu voz recuperada
sobre nuestra savia que se enreda en sangre somos dos tristezas derrocadas y una sola alegría iluminada que nos llama
por eso te quiero
y porque te querría igual desde tu propia y sola existencia
hoy que existes en la soledad que no me deja solo
todo mi vacío se llena de presagios
y estoy aquí anticipando tu mirada desnuda
desde lejanas tumbas que se descalzan en tu garganta para soltar amarras a tus palomas que me llegan como te buscan desde hoy las mías
abro una puerta que no se ha cerrado nunca y encuentro nuestras manos que han estado juntas desde nosotros como dos horneros consagrados de barro
mi beso se te acerca como una abeja recién empezada
para inaugurar el rito de comerte la sonrisa y la tristeza
LA PERRERA
Él sabía eso de entrenar mujeres, tenía para cada una un trato personalizado. A unas las seducía con flores, a otras con poemas, con poemas románticos que sacaban suspiros melosos o con poemas fulminantes que marcaban a la mujer como un rayo. Casi siempre resultaba. Siempre. Cuando ella desfallecía de desesperación por él, la llevaba a su casa, y ahí comenzaba el verdadero entrenamiento: al lado de su cama estaba la jaula. Ahí dormía la mina hasta que funcionaban sus orgasmos como un control remoto: ni un levantón de cejas necesitaba para hacerse entender, ni un levantón de pija, era automático: apenas él tenía ganas, la concha femenina se mojaba para él. Él manejaba las ganas a voluntad, podía hacer música con ella, la tocaba como un arpa o como un tambor. Veamos cómo ocurría ese milagro:
Era más simple de lo que parecía, un simple reflejo condicionado: la mujer no comía ni bebía hasta que él la miraba y se mojaba entera, llegando a correr líquido por sus piernas. Ustedes pensarán que eso era fácil, puesto que la mujer desde antes rezumaba de líquido por él. Por eso la jaula era tan importante: la gracia no era que ella se mojara a cada rato, ni que rezumara de amor por él sino que el fluido empezara a correr por su mirada, porque él se lo decía con los ojos y por ninguna otra razón más; bueno, podía correr por otros motivos, siempre relacionados con él
pero la idea era obligar a ese cuerpo a que ante su mirada, invariable, indefectiblemente, ella se empezara a correr. Así empezaba. De a poco la chica
empezaba a comer y a beber mejor, a medida que aprendía a dejarse controlar por aquél. Después pasaba el entrenamiento de la pija, la chica tenía que saber qué tenía que hacer con ella, no por una decisión consciente, sino simplemente porque no lo podía evitar.
Llegaba un momento en que a la chica se le abría la puerta de la jaula, de la casa, y ella no quería salir de ahí. Él era un excelente entrenador. Nadie nunca se
quería ir. Ahí se quedaban todas, en su pieza, en su jaulita, esperando al entrenador.
Porque la casa tenía muchas piezas, empezaron a llamarla «la perrera».
HE VENIDO A DECIRTE QUE ME VOY
Las razones del amor son siempre explicables.
¿Cuáles son las del olvido?
Si me disecaran el aliento hasta
el último nervio, si me desmantelaran
piedra a piedra la mirada
como un edificio hasta no dejar una
sombra, si emprendieran el recuento
de mi alma con las más minuciosas
tijeras el diagnóstico sería: amor
El veredicto sería la vida.
Tú tienes otra página que escribir tal vez más solitaria. Pero quizá encuentres más sonrisas en tus lágrimas de las que en la garganta esperas. A lo mejor un día te levantas con un anzuelo de luz, por la mañana, y vas a abrirle la puerta a un camino fecundo que te llama e invitas a entrar a la primavera y abres la boca turbia de los roperos prohibidos y echas a volar puñados de música por el aire de la casa y abres las ventanas para que salgan huyendo las incrustadas soledades.
Me voy como el que huye de un incendio. No quisiera despertarme lejos y preguntarme por el desastre sin saber responderme y tener que huir de mi huida durante el largo camino de la cobardía.
Quiero dejar una jornada con pies de honestidad. Quiero una travesía sin estelas como heridas una partida sin dolor irremediable por la espalda.
Las lágrimas son inminentes. Lo hemos dicho tantas veces. Pero por este arduo recorrido tus pies se han hecho árbol y los míos agua. Vos te quedas y te moran pájaros yo me voy y me habitan a veces unos cielos reflejados. Las piedras de la ruta acomodaron nuestra identidad irrevocablemente. Irrevocablemente alas, ya no me quedan anclas, el viento del otoño me desgarra los mástiles del corazón mis venas se hinchan con demora, hay horizontes en mis ojos que emigraron hace mucho.
La vida no tiene perdón para la vida.
Mi alma zarpó a una nube hace ya tanta partida. Ahora me toca a mí que me quedé demorado a acomodar algunas cosas que lloraban o llorábamos demasiado.
No nos juntamos para vivir, sino para amarnos. El amor era la vida. A veces partimos de la vida para recuperarlo pero ya el tiempo nos pide la cuenta de nuestras cosechas. Hay horizontes verdes en mis sueños.
Pongo tu foto sobre esta página mientras escribo, así es más decírtelo, más vivo, más serlo, y esta carta no se vuelve uno más de los tantos mohos que nos derrocan, un poco más del inconfesado armamento de la traición.
Quise oponerme a la sequía a veces con obstinación de cacto. Mis espinas te picaron. Me volví lagarto y repté por tus días con silenciosa muchedumbre de vacío, entonces me pisaste porque no me veías, me intenté alacrán para asustar tu pie y tuve miedo de serlo demasiado, sólo me quedaban los pájaros y quise volar para adornar con algo de poesía nuestro páramo desértico y no hice más que levantar el vuelo para inventar un rumbo de rosa y vi a lo lejos (en esos lejos que nos pasan a veces tan cerca) un jardín incalculable de flores que yo no conocía. Entonces supe que siempre había sido ave y recordé ese jardín que venía buscándome inmascarablemente por entre brotes y altares y tránsito de despedidas.
He venido a decirte que me voy, que me he ido que tal vez nunca he estado aquí. Nada de eso es verdad. No existimos hasta que no encontramos el espejo. El que fui te quería. El que soy no te ha querido nunca. Por lo tanto debo haber venido a decirte que estoy muerto que Rolfi ha muerto que se transformó en pájaro carpintero y se metió dentro de un tronco y nadie puede ahora adivinar cuál de todas las flores del árbol soy. Para qué contarte que hay una abeja que salió del corazón del oro que sabe mi flor y viene a veces a encerrarse conmigo?
Cada vez estoy menos triste, me cuesta pero creo que es inapelable, que estoy obligado a vivir rotundamente, que las anclas que pesan más que el barco tienen algo de suicidio. Sé que fundé mi zozobra en la isla de otro navegante. Buscando leña y fruta para abastecernos encontré la mía, había un paisaje que reconoció mis ojos, huellas que llamaron y saludaron a mis pies. Vengo a dejarte la fruta y la leña.
Allá lejos me estoy esperando a comer me estoy esperando a vivir a besar a ser a crecer. Encontré la tierra de mi raíces. Nunca sabía por qué era estas abejas; allí las dejé, había tantos pétalos. Y ese hondo zumbido en mis ojos como el de los caracoles… ahora sé de dónde traía la canción.
Debo pedirte perdón por la tormenta que me arrinconó en tus costas, por haber encallado en tus dientes por haberme quedado a pernoctar en tus isla, por no ser en fin ni un buen piloto navegante ni un buen carpintero para arreglar el casco roto de mi embarcación. Ahora me voy, dejo un poco de devastación en tus selvas estragos de hachas en tus troncos, me llevo en mi estructura un poco de tu madera he calafateado mi buque con la saliva y la sangre de tus plantas y después de agotar tus racimos me voy dejando los pecíolos desnudos.
He venido a que me digas que soy un hijo de puta. Ya lo sé.
ESA ETERNIDAD DESDE MAÑANA
I
Mi querida Marilói, ya han empezado las cláusulas (estoy escribiendo en el colectivo, «explicativo de los borrones»).
Desde ahora la consigna es nunca, porque así es el imperativo de tus cosas.
Yo estoy más acá de mi propia tristeza con tu imagen al hombro del recuerdo errante, callada vocación de destierro acatada a la distancia y la luna de los otros. Mi mar late de propio corazón, como los sapos, pero no tiene plenilunio que desbloquee rebeldías porque el corazón es un galeote nómada, y es mejor si inventa solo el rito de nadar tanteando tumbas, pero tascando la fatiga y el vigor de ser su propio barco.
Un día eras de ritos silvestres. Los ojos de gorriones extendidos hacia el infinito de los túneles.
Y toda tu catedral de oro con el sol del mediodía multiplicado de ecos en tus ámbitos sin misa.
Después el mundo, la mano, la trinchera, la esquina ciega y el paso perseguido de navajas.
El plenilunio regalado, una manera más de hacerte profecías.
Pero el miedo estaba en los zaguanes y la luna era de pan y cal y tu corazón buche de savia en un punto de mediodía batallado, depuso la canción de hornero, el simple barro y el himno de presagio y mediodía que se comen los dulces asesinos (porque los niños nunca son desnudos).
Y allí no más esa tarde, derrotada, depuestas tus trincheras sin guerra y tus muertos sin sangre adherida a fervores sin canciones porque el miedo te impidió los héroes.
Yo soy un rasgo de silencio cobardía vertical sin asesino, pero me digo, me nombro y canto y sé el propio tallo de mis sombras, devoción crecida de las piedras como el submarino tesón que alza las hiedras con la obscena infalibilidad del cáncer.
Tu tú largo árbol azul, pasión de abejas sin la prostitución de las plazas a propósito, el mundo es un lento veneno que logrará tus mecanismos asestándote la ferocidad de balcones y engranajes.
Mueres, mueres, mueres, como las cosas que inauguran una nueva vida y pasan por el día sin alzar los hitos ni inaugurar las cruces.
II
Querida Marilói:
Dos cosas no serán en esta carta. Una, escribirte al final lo que vos misma dejaste en aquel papel, una noche que todavía importa aunque diga cualquiera; la otra cosa que no será es hablar de alguna carta que no te ha llegado y tal vez no te llegue.
Todos tenemos un tiempo. Ésta es la primera vez que te hablo del tuyo. Tal vez un día vos me hables del mío. En realidad no importa. Ahora me hago a la espera como un labriego que a la orilla de la tierra echa a andar un tiempo frutal.
Un día te tragué los ojos; ahora te los vivo como la tierra convocada en la semilla.
Por eso te hablo de tu tiempo, de los ojos; porque yo tengo un pedazo de tu tiempo y de tus ojos. En realidad todos tenemos los ojos y el tiempo de todos. Encontrarse es poner un costado en un costado. Por eso aunque tengamos el tiempo y los ojos de todos, no todos han sido por nosotros.
Aquí te alargo una hora para ser en los dos, nosotros que sí hemos pasado por nosotros.
En el escritorio de mi padre tengo un montón de cuadernos y papeles entre los que está tu letra.
Esta carta ya ha terminado.
No puedo cumplir (por ahora) ni con el formulismo de intercambiar lo escrito una noche, ni con el de pedir perdón. Por eso me limito a desearte suerte en los exámenes y tratar de volver a las cosas que no nos sobren.
Un gran beso.
Hasta mañana.
Tal vez te mande esta carta.
III
Te he despreciado tal vez como si sólo pudieras ser apariencias y no obstante golpeé todo lo que pude para saltarte la pintura, para hacer un lugar en tu coraza y poder mirar el frío y el miedo que abuzan por adentro. Entonces me encontré. Como si tu segunda defensa fuera pintarte de espejo debajo de tu primera apariencia. Me encontré y me sentí solo rodeado del miedo de haber entrado imprudentemente, en el que comprendía era mi último minuto, mi último sitio, como alguien que comprende en un salón de espejos que lo acaban de matar.
Cuánto tiempo, tal vez la eternidad, para presenciar la propia muerte.
IV
Y qué estamos dispuestos a decir, sino nuestros propios parapetos. Hacer un caracol de grito y escondernos. Topos en nuestra propia garganta indescifrable. Y las cosas siguen en pie, fantasmas impalpables, como asir las ideas con palabras.
Y las cosas siguen en pie, mientras haya alguien que las piense.
(El pensamiento es una manera de existir que no se repite.)
Pero decimos diariamente como haciendo camino hacia nosotros que nunca termina.
V
El silencio es un sitio para cualquier palabra. Allí esperamos siempre.
VI
Cada día te digo adiós, cada día me despido de algo tuyo, cada cosa nueva es un nunca para nosotros.
A veces no sé si contribuir a las ocasiones es imprudencia o no hacerlo es cobardía.
Abrir un ciego cuando todo lo visible es espantoso, en un rostro bajo la mano fundamental como una red o un buzo.
A veces se naufraga, se pierden los hitos, los árboles que numeran el camino, alguna cosa cualquiera que sea otra y nos pueda un rumbo. A veces se ciego todo como la nada.
VII
Qué más da si llego o si parto, si soy o me imagina. ¿Qué es una línea a partir de nada? ¿Qué importaba entonces saciar mi vez en dos? Me sentí transparente como una hache.
LA CARTA DEL OLVIDO
Amiga mía. No sé ni siquiera cómo decirte querida Graciela.
Ya no te goteo de las manos a la hora de la poesía que tu soledad acomoda.
Y sigues tejiendo pariendo o sangrando
pero ya tu voz no me busca
como un barco
—yo me quedo con el humo y la sirena—
que pone más allá la lejanía
que se va y me hace espalda
que pone más acá la soledad de haber quedado o de haber sido partido
olvidado
o ya no más o peor, ya nunca.
Ahora pierdo tu costado
tu tácita presencia
tu sitio regular.
Ya tus palabras no me hacen casa.
Tu barco parte y me regala un muelle.
¡Qué triste amiga no andarte la poesía!
Qué triste el desembarco o el destierro
la culpa o el olvido porque sí.
He sido vaciado de tus cosas.
Tus ritos me derogan, y en la clausura
tu silencio
la manera final y la más anónima de tus palabras
me asuela como la tristeza de no ser
de haber sido y ya no ser.
Ya no doblegamos el imperativo de los astros
los astros nos preceden y ya no nos esperan
para no equivocarse.
Ya somos obligados y libres en nosotros como en una jaula redonda.
Nuestro albedrío no excede nuestras manos
nuestro sueño.
Abrimos la reja de los pájaros, como para irnos
y nos quedamos.
Somos peceras y somos los peces de adentro.
Y nuestra libertad redonda o cuadrada
o qué más da si mensurable
está crucificada cuatro veces por cadenas.
Amiga, hicimos una ruta
y éramos testigos.
Ahora nos volvemos y la tierra se quema.
¿Cómo señalar el regreso?
Es cierto
el que encuentra una razón para volver
ya no parte por lo mismo que se fue
y, sin embargo, ¿quién tiene la razón de desandarnos
de evacuarnos el recuerdo
de nombrarnos con olvido como lavando el veneno
o cerrando con tierra por las manos
puñado por puñado el pozo y el abismo?
Ya no será el desierto alrededor.
Ya no hay alrededor.
La arena pierde el cerrojo el vientre o la garganta.
La arena toda.
Ya no somos el agua la fantasía el espejismo
el pozo o el aljibe.
¡Qué raro haber sido! Es como conocerse en otro.
Y aquí hemos sido porque recién se ha sido cuando se fue.
Y yo amigo de verdad amigo
de verdad aunque no tuve la rosa
la fruta, como tuviste la rosa y la fruta y la bandera
te hice mi casa de poesía sin poeta
con la flor por adentro de la tierra
y el hormiguero que te hacía mi garganta
—como el agua en la arena del silencio—
aún te llama
aún te canta o te levanta
con ronquidos, con voz de palo sucia o ensuciada
aunque ya no me espere tu voz que me dejó a la espalda
aunque me haya atrasado a tu costado y tu tristeza.
Hoy te busqué
me busqué por los jardines de tu canto
revisé las tumbas y las cruces como el último muerto que se busca en la tierra ya sin tiempo
en los soldados de la guerra final sin derrotados
y no hallé mi nombre, no hallé mi tumba ni mi muerto.
Como si no me hubiese llamado o no hubiera sido nunca.
Un día hallarás mi carta del olvido
esperando que tú también te vuelvas sobre los jardines.
Tú tienes una flor y una campana con tu nombre
pero no hay tumba ni partida bajo tierra.
Allí me asumirán los siglos
esperando que me halles en la espera
hasta que leas esto o hasta que no vuelvas.
UN LARGO SUICIDIO MINUCIOSO
Nunca te he contado que cuando yo no había
elegido todavía mis pájaros,
vivía en una casa con rostro verde.
Allí fui feliz.
Vivía en el amor sin conocer su nombre
y en mis sueños aún no había puertos.
Pero un día entró un pájaro ciego, con mirada de azufre.
Creo que yo tenía la sonrisa como la tuya,
como un castillo de marfil.
El pájaro voló esparciendo miedo,
salpicando sombras.
Luego nunca pude olvidar la palabra pecado.
Alguien arrancó las rejas de la casa,
profanaron las flores,
usurparon raíces a la primavera,
echaron escombros al río que ciñe aún el terreno
y la cintura del verano no tuvo nunca más guitarras.
No he vuelto a ver la colmena estelar,
la noche de Casuarinas con mil luciérnagas ancladas.
Esas hojas que arrancamos juntos
para palpar el olor del eucalipto, la savia
en voz alta de la hiedra, me recuerdan
el olor de mi memoria virgen sin ronquera aún,
como los pies de un niño.
Y desde que empecé a dejar de rezar,
a perder de vista el miedo y mucho más la esperanza,
desde que mi vida se volvió un largo suicidio minucioso,
no había vuelto a anticiparme
al nombre del amor,
a sorprenderme enamorado,
a encontrármelo dentro sin haberlo hecho pasar.
Por eso me gusta verte.
Decididamente no hay nada
que me guste más.
Saber que estás viva,
contenerte con mis ojos lanzados
insaciablemente hacia ti.
ANTOLOGÍA DE JARON
I
Queridísimo azul:
Yo sí he sido feliz queridísimo azul. Pero recién lo supe hace un rato. Se sienten ganas de atravesar la lejanía y acercarse a la carne para amamantar la imagen.
Fui feliz una vez, hace dos días cuando terminé de leer tu carta y estaba lleno de sol como una iglesia de cristal en el medio del verano.
La alegría se me caía de las manos y todas mis abejas visitaban tu imagen de manzana.
Un himno de sol resucitaba, tu tristeza fue mi lámpara, como un alto faro en la tormenta. Gracias por ser bueno, por mi mano que se vuelve pájaro para volar hasta tu distancia. Gracias por tu tristeza que se da la mano con mi honda soledad sin testigos.
Yo soy tu amigo desde el silencio y desde este grito desbocado, como un mar borracho desenfrenado de luna, que te busca y te encuentra, más allá de la angustia y de la hora sola.
Yo te quiero porque tus veces están donde yo existo. Porque pasamos a recoger el nosotros, donde esperaba la profecía que nos nombra.
Yo te quiero porque mi verano crece de tu hondo sol donde no se bañan otras manos que las mías.
Por eso me gusta enjuagar mi silencio en tu silencio como haciendo corazón con nuestras manos.
Atravesamos la noche para encontrarnos a la mitad del sueño. Deponemos larga historia de cerrojos para abolir la lejanía.
Y estamos aquí desde aquí y desde siempre con ayer y mañana caídos hacia nosotros que nos damos las manos como un beso demorado desde el largo miedo.
El sol endereza nuestros recodos y sin pasar por el mundo mi alma cae a tu alma como la dulce lluvia de tu voz recuperada.
Sobre nuestra savia que se enreda en sangre somos dos tristezas derrocadas y una sola alegría iluminada que nos llama.
Por eso te quiero, y porque te querría igual desde tu propia y sola existencia.
Hoy que existís en la soledad que no me deja solo, todo mi vacío se llena de presagios, y estoy aquí anticipando tu mirada desnuda, desde lejanas tumbas que se descalzan en tu garganta para soltar amarras a tus palomas que me llegan como te buscan desde hoy las mías.
Abro una puerta que no se ha cerrado nunca y encuentro nuestras manos que han estado juntas desde nosotros como dos horneros consagrados de barro.
Mi beso se te acerca como una abeja recién empezada, para inaugurar el rito de comerte la sonrisa y la tristeza.
II
Mi adorado azul:
Desde aquí mi adorado azul, tengo la noche al hombro y una luna de sangre a media asta.
He perdido la voz como la dulzura de las manos en las piedras, y mis telares vacíos se levantan de invierno hacia el horizonte de los labriegos partidos.
Desde aquí, soy. Busco y donde el mundo pierde las palabras y las manos, levanto tu imagen que es mi soledad.
Las trincheras profieren las batallas. Las esquinas deponen su pavor de fuga, y huyen las ciudades, también los silencios y los cementerios, huyen de cal o de terror frontal, hacia el espanto, hacia el silencio vivo donde se pierden las palomas mensajeras.
Los muertos no tienen la culpa de su sangre. Las hormigas se agremian en los vientres dulces, feroces, finales, para siempre.
Bullen relámpagos desiertos en las catacumbas quietas de las sangres y yo no estoy quieto de sangre, aún no acabo, y sigo con el rencor de las solas medianoches atascando el dolor de mis cerrojos como un sabor a la mitad del cuello, de vino, de náuseas y de beso.
Aquí, desde aquí, crucifico mi abismo vertical sobre la tierra, remoto grito sin raíces que viene de la profecía que se duda o se pregunta cada día.
Mejor será dar paso a los ratones. Taller ansioso del olvido, donde el sueño pierde el rastro contra el vino de la tarde que pierde testimonio.
Hoy peregrino de mi suicidio de silencio recorro mi ermita sin estrellas con la noche al hombro y el hambre de las manos aturdido sobre el pan de los espejos.
Venía desde otra historia, el día es siempre aquí, la hora es siempre ahora. Y porque tengo todavía todavía, todavía vive mi despojo de garganta como un obstinado suicidio en golondrina, porque el mar es más extenso que las alas.
III
Ahora me limito a comentarte que qué triste si no venís, que qué lindo el primer escalofrío del año: tu carta.
Querido Jaron, esta carta es corta, corta como todo lo que nos pasa los sentidos.
Hay palabras absolutas. Siempre es alguna. A veces, sólo un instante, la medimos con la vida. Entonces medimos la vida misma.
Jaron. Jaron fuego, Jaron manso como un tigre, Jaron siempre, Jaron yo. No sé si nos atrevemos a los mismos miedos. No sé si fracasamos los mismos hambres.
Ésta es una carta corta y por eso termina acá, y por eso te mando este abrazo, te voy este abrazo que no importa por qué, pero es infinito como yo, porque vos no me olvidarás, ¿no es cierto?
P. S.: Gracias por el segundo escalofrío del año. No lamento que tu carta no pueda ser de nuevo por primera vez.
En alguna parte aprendí que podemos ser todo lo que empecemos por parecer.
Tengo mucho miedo, Jaron, y a mucha gente ya le agradezco en secreto envidiarme el coraje que aún no demostré.
IV
Eran tan infinitamente jóvenes y valientes que a veces hasta temían y se sentían viejos.
NOSOTROS
V
Qué más da si llego o si parto, si soy o me imagina. ¿Qué es una línea a partir de nada? ¿Qué importaba entonces saciar mi vez en dos? Me sentí transparente como una hache.
VI
Cada día te digo adiós, cada día me despido de algo tuyo, cada cosa nueva es un nunca para nosotros.
A veces no sé si contribuir a las ocasiones es imprudencia o no hacerlo es cobardía.
Abrir un ciego cuando todo lo visible es espantoso, en un rostro bajo la mano fundamental como una red o un buzo.
A veces se naufraga, se pierden los hitos, los árboles que numeran el camino, alguna cosa cualquiera que sea otra y nos pueda un rumbo. A veces se ciego todo como la nada.
VII
De habernos descalzado ya tantos rumbos, de haber inexistido ya tantas historias, te busco como teniendo derecho de anular sistemas, como perdiendo la razón de las cosas habituales, como retomando un tiempo que regalé o presté, o ganándolo con una vigencia que antes no pude. (Y aceptamos. La consigna de redimir cadenas con cadenas. Acosa. Todo nos algo. La marea obligatoria. Irrumpe. Tropel. Ahora que nosotros. Altura baja, profunda. Como saciar la expectativa.)
Vas enumerando, nombrando tus ojos como los cementerios, porque todo es testimonio, como un camino que es pies sobre la tierra cerrada, y creces tu espalda rostro a rostro. A veces, porque todo a veces, en tu soledad de túnel irrumpe un sol que equivocó su altura en una lámpara. Entonces, qué más da morir, si es cerrarse una vez siempre, quedar sonando por dentro el último instante, como persiste el mar en los caracoles ciegos. Pero todo lo eliges, nada es aceptado, y si no puedes sacudirte la nuca obligatoria, la redención será un vientre por un hijo, que la espalda se nos viene por la frente.
La consigna es cambiarnos la consigna. Ya es hora de cambiarnos la consigna. Todo brota sobre las raíces. Toda flor es una raíz que canta.
No somos como parecemos, porque parecemos a los sentidos, que son el parecer de los que nos ven, que tampoco son como parecen. Mi silencio es un largo lenguaje de sombra para que ordenes la sombra que hacen las palabras con la sombra de cada cosa, para que detengas el tiempo por afuera sin detenerte el tiempo por adentro. Todo irrumpe suavemente. El silencio es el himno de sonar a uno mismo. Entonces te asomas a ti mismo. Un paisaje infinito. Como enfrentar dos espejos. La eternidad que eres, el tiempo que llevas. El ojo íntimo a la orilla del tiempo puede verlo todo. Como detenerse en la imagen instantánea y descubrir en horas de contemplación presencias alrededor de la vez que no se advierten. Todo necesita dos instantes para ser. Si somos en la pobreza de sólo testimonios y en uno advertimos, en otro reconocemos. Por eso, tiempo adentro de los ojos, sitio afuera de las cosas, existimos infinitamente la eternidad y el sitio absoluto que no nos liberamos, siempre contenidos en lo manifiesto.
VIII
Jaron mar. No siempre se sabe nadar. Bueno, no para todos los mares. Ahogarme en vos Jaron, el ojo azul cerrado de infinito, o si no me cago en tus aguas vivas que pican como esos boludos que dejan el dolor preparado en un pucho prendido y es lógico, qué voy a hacer, si ya lo pisé.
IX
Cuando se ha olvidado tanto que ya no queda tiempo, se grita. Esto es un grito: ¡¡¡No te vayas!!!
Siempre parte algo que no se alcanza. Se grita para pedir: ¡¡¡espérenme!!! Tal vez el por favor no suena muy claro (tal vez porque se corre).
No tenés barco Jaron, pero puede partir el tiempo. La espera, entonces, ya no me sería vigilia. Entonces faltaría yo también “en la medida de un llamado”. Pero el llamado parte también y el muelle es un sitio de soledad; entonces sí, ya no se tiene otro “grito que el del último silencio”.
Jaron amigo. Jaron mano. Jaron silencio. Jaron bueno. Jaron Jaron.
Todo está de una manera. Y el silencio que música vacía. Y la sombra que dolor occipital de rastro. Y la nuca que soledad de los que quedan. Y los otros que se mueren, penetrados del odio que no les pertenece. Y todo que algo. Y vos que Jaron. Vos que todo lo que vos. Como la única manera de que seas. Como la sola forma de que faltar sea ser irreemplazable.
Jaron, que se nos van los días. Y ¡qué lástima! Y ¡qué importa!, si estamos siempre juntos.
Querido Jaron, cualquier día en cualquier parte (todos los días, donde sea).
X
Vuelvo al hombre y golpeo. De inexplicables dogmas, he venido el puño, y no pregunto a la espera por el ruido de los cerrojos hambrientos. He vuelto al hombre y golpeo
…y espero.
XI
Ah! Jaron, qué inexplorable miedo de no saber cómo ni con qué ser amigo. De repente encontrar otro principio, una puerta donde ser nuevos de nuevo, con el miedo inicial a la mitad del camino.
De ir hacia nosotros nos quedaron gestos en las palabras, palabras que medían el mismo sentimiento, como casas que aprendimos a vivir juntos. Un día, de regreso (pero no de regreso del nunca), podríamos encontrarnos los dos en una puerta, los dos regresados al mismo tiempo a la casa de una palabra que nos soledad mucho tiempo. Y no preguntaríamos por las espaldas ni por los caminos ni los rostros recogidos en el exilio. Sólo retomaríamos un día que quedamos esperándonos, reconociéndolo todo como las golondrinas que vuelven al mismo campanario. No te entiendo, pero aunque pudiera ¿qué conseguiría? Si en verdad, no se está más cerca por saber la medida de la lejanía. Sí, tal vez sirviera de algo, tal vez sería como tener el rumbo de volver, como saber por dónde el regreso. Pero a veces, se vuelve sin camino. De los más abismados espantos nos despertamos de mañana.
¡Y qué importa si cartas oscuras o laberintos de palabras o palabras claras pero vacías! Qué importa lo confuso del haberse ido, los incomprensibles gritos de solo a solo, si la claridad importa sólo en volver.
Amigo, no siempre estamos, pero nadie diría de nuestra casa que ni siquiera vive o un huérfano o un asesino que entran de noche por alguna ventana para calentarse el frío.
XII
Está bien, me pondré los zapatos de irme, y los ojos de nunca y las manos de ramajes despoblados y el silencio azul de los caminantes y la anticipada resignación de los que no vivieron su propia rebelión. Me pongo los zapatos de irme, de muchas partidas (y sólo dudo de mí como ante un espejo donde descubro rostros ajenos y no allí ecos ni sombra siquiera), y siento que yo soy el que pasa, el que les pasó a los otros, el que siempre se va, el que no existe. Porque eso es ser solo sin distancia, ser ausencia sin partida. Porque parto una vez más y es no haber sido nunca, como caminar sobre el barro sin dejar huellas.
Me pongo los zapatos de irme, de haber quedado tantas veces como perderme el rastro o dejar un hombre existiéndome yo mismo es cada parte y seguir adelante hacia mí mismo tantas veces, que no puedo quedarme ni dejar en ninguna parte siéndome la larga soledad de los andenes y los zapatos que nunca me descalzo.
XIII
Muéreme, como un espejo cerrado me niega un testimonio, como volver para saber quién soy y encontrar ciegos a todos los que me vieron partir. Muéreme como un espejo cerrado se abre tal vez hacia otro lado, muéreme como tal vez espero, como un rostro vacío en un espejo, que me vuelvas sobre mí mismo para recogerme los ojos que quedaron del lado de la imagen y no de el del cuerpo. Muéreme pero regrésame, que me espero en ti para seguirme por tu testimonio, como hallado un abierto entre los ciegos.
XIV
Hay algo muy sencillo en todas mis complicaciones: yo. Ineludible y cotidiano autotestigo. Y hay algo muy complicado en mi no siempre sencillez, una duda insoluble: ¿me hago?
Esto también y cualquier cosa podría ser dudable, pero el caso es dudar de algo fundamental, de una columna. Porque perder mi propia mi imagen es ya carecer absolutamente de existencia. Es menos peligroso perder la posibilidad de ser reconocidos por otros. Pero no sabernos y no existir. Y ése es mi problema. Me lo dudo todo; estoy aferrado a un mango hasta ahora seguro: yo; pero es como un ser, como un sustantivo que me toca decorar, adjetivar, existir. Y el temor de equivocar lo que sólo puede ser de una manera; y mucho peor, que aun equivocado no nos da índice de haber errado hasta el final, como tener infinitos túneles en un laberinto, una sola fatiga y una sola salida. Si la esperanza es lo único que se pierde, en un túnel sin salida, haberle dado vida a un muñeco, aun habiendo hallado algo mejor, no habernos sido. Pero si es cierto que el camino es lo que queda y no lo que se encuentra; que es lo que dejamos y no lo que haremos. Nada es equivocarnos. Y sin embargo, cada paso es una nueva habitación de puertas y cada puerta da a una nueva habitación de puertas.
XV
Estoy en un lugar a donde no he llegado.
XVI
Amigo, un día nosotros, hacia el silencio que se alarga a cada carta, volveremos como el silencio sin principio, hasta la primera palabra.
Hoy olvido por los dos las flores, la tierra es un barco desnudo, el pan nos viene sin campanas, amor amigo amor, vaso que agua en sed. Nos basta, amigo, amigo amor.
Pero qué importa! ¡Canta! Bébete las venas, borracho de mi sangre vana, que yo existo de verdad si tú me pasas, y tú que tú como si fueras, antes y después de los espejos, existes aunque yo no sea.
XVII
…Y allí estábamos, innumerablemente indivisibles como el humo.
XVIII
Jaron, escribirte una carta es fácil. Tu nombre es un caballo (tu imagen es un caballo ensillado con un nombre) para ponerme en la garganta desvencijada y arrastrarla como a un carro viejo haciendo ruido a herrumbre de silencio.
XIX
Infinitos como la nada.
XX
Tus pies tienen flores en el camino.
Lámparas en la noche, manos y lámpara a la hora del ciego.
Tus pies tienen raíces en el camino, tienen testimonio y tu historia.
Pasan ríos de guerra y hombres y cementerios, pasan vientos de cantos, de manos calientes y ventanas, pasan púlpitos a oírte y señalarte.
Pasan lámparas de sombras y estrellas vacías.
Pasa.
Y yo apenas en un día sin nombre y sin número, sin la sorpresa de ser, sin el asombro de somos.
En un día sin historia (como los de las cosas que buscan encontrarse desde alguna parte, o esa eternidad desde mañana), paso con mi ventana ante la tuya sin frenar todo lo que nos está humanos, y apenas sabemos que nosotros, que aceptamos, que nos debatimos en el naufragio cotidiano más allá o acá o más a tiempo y mundo de un día que no existe.
Entonces aceptamos otros rostros, la distancia, como siendo más dulce esperar para otra historia.
Porque mis pies tienen espalda y frente y semillas y sangre y testimonio y mi historia.
Pero donde no nos encontramos, donde sabemos que nuestra diariedad no nos hallará jamás como buscando con ojos de lenguaje diferente y carne de una dimensión distinta, tal vez con la única verdad que es el silencio la profunda mano tendida en una mirada sin carne que a veces emerge de sitios donde no estamos o de la nuca, sabemos que nosotros, en una espera que nos hallará más allá de todo.
XXI
Querido Jaron, pienso a veces por qué cambiando el nombre esta carta a cualquiera podría entenderse como para una mujer, o de una mujer; no es regla pero cuando entra en juego el mecanismo de todos los heteros (el único que conozco es el sexual), se es capaz, somos, mucho más capaces de nosotros mismos. Entonces la sinceridad.
Ése es el lugar. Si ser es ser verdad, o soy sincero y lo muestro pocas veces, o soy mentiroso (no es lo mismo).
Con vos siento que de todo me saco los obligatorios zapatos, como animándome a parecer como soy y poder conformarme después con ser como parezco.
Entonces es allí donde yo y nadie más (dando por francos a todos) le veo cierta actitud extraña a la carta.
Se me enderezan los túneles, se ve del otro lado.
Creo que porque se nos da y lo necesitamos, siempre hay alguien que nos sirva de espejo. Cambiar de espejo es no tener la certeza de medirnos siempre con los mismos números, y es peligroso; al final de cuentas somos de testigos, y no tener uno constante es perder contacto con nosotros mismos.
Pocas veces te dije que te quiero, lisa y llanamente. En realidad es como se quiere. Sin metáforas ni escondrijos para esconder la cara (la que sea) que nos cuesta enfrentar y dar.
Hoy, yo andaba con mi carro de lujo y me enteré que hace tiempo habían inventado algo así como el automóvil y el avión y el cohete que —qué ridículos— vuelan y se mueven solos. Los vi; los vi y ahora los creo, por eso mi carro está lleno de herrumbre. Tal vez por eso una carta con tu caballo, una carta con motor como ésta, sea la primera en que te pueda decir que te quiero con las únicas palabras que corresponden.
…y pueda desde muy adentro firmar rolfi, rolfimente amor, con minúsculas como una flor seca a Cristo el veinticuatro con jardines.
XXII
Amigo,
hemos transpuesto todas las soledades. No todos los tiempos. Nos queda mañana. Mañana siempre todavía. Es justo para con las manos tener una mujer hermosamente suave. Es justo para con los ojos soñar cuando el mundo no es bastante. Es justo para con los hijos gozar de la salud de una mujer. Siempre he sido justo conmigo porque tenía el amigo grande, el amigo hermoso, inhumanamente bueno, hasta consumir mi inocencia. Pero no fui justo con mis defectos. No aprendí que los ajenos, los errores ajenos, también eran inocentes, que yo era culpable de verlos. Existirlos.
En medio, algo se me escapa… pero sé que por eso he sido injusto con vos. No se trata de palabras. No se trataba de palabras. No es necesario quitar la palabra “contradicción” y poner “belleza”. Las palabras no te agregarían nada.
Tal vez la admiración sea una pasiva manera de la envidia o una actitud calificativa o un homenaje gratuito. Nada te regalo. No te juzgo. No te envidio. Simplemente te admiro como siempre. No sé si es justo decirlo. En todo caso yo también me cago en algo y por qué no en la justicia, por relativa y entonces no siempre cierta.
No te quito “contradicción” porque tampoco existe lo suficiente como para habértelo sido. No te agrego “belleza” porque no puedo limitarte a palabras que tu existencia excede por todos los bordes. Nada testifico siquiera. Te contemplo parado sobre el tiempo como un faro y te hago señas con los ojos para reconocer el regreso. Te sonrío todas las estrellas y te hago un gesto ridículo con toda mi vida (ahora todo TE) o toda mi vida se amontona en un gesto grotesco. Me voy
un sábado torpemente.
Me voy pero no, un beso de cal para los muertos; a ti te apago el silencio que me corresponde.
AMIGO, amigo como toda la distancia y tu coraza magnífica en el despotismo impávido del astro en la ferocidad del tiempo, en la crueldad de los niños que fuimos quedando, en el dolor de todos los hombres que fuimos culpables por quedarnos cualquier cosa que guardamos; porque a Dios lo sentimos antes de inventarlo porque nos sentíamos poco, insuficientes; por toda la vida; quédate con todo, con el silencio también, para que no te falten palabras; para que te pongas todas las que crezcas, que yo sólo alcanzo para amarte y tú existes mucho más que mi ciego testimonio.
Si fuera tan macho no tendría
vergüenza de besarte en la boca.
(Me avergüenza la vergüenza.)
Chau.
Feliz cumpleaños.
Hasta no sé cuándo.
XXIII
Por dos razones. En realidad no sé cuántas, pero dos es un buen número, porque nunca tengo tantas ideas como para que sean más que dos.
La concha de tu hembra va entre las dos piernas haciendo sombra sobre el suelo de Tucumán. Yo no puedo decirte que a más o menos un metro del suelo hace intangibles conchobaras el movimiento de Graciela. No sé nada. Tal vez esperara de tu obstinada nobleza, boludo de mí por no saber que boludo de vos, que te enconcharas con la rubiecita hermana de su amiga.
Jueves de matar a Jesucristo. Los clavos crucifican las familias. Yo me voy a ir a la mierda.
Graciela vuelve de la mierda, apacible y deshabitado paraje, porque todos se quedan a vivir en el camino o los matan los indios. Salvo que los encuentre Cheyenne, salvedad de la salvedad, que por su complejo de excesos dimensionales, facilite el almuerzo de los infieles.
Llega el veinticinco desde Tucumán. También su silencio vendrá con tonada.
El domingo es un día triste. Se va, se va la barca, y en alta mar gustaba de tocar la poronga a los marineros.
En alta mar, en alta mar.
Mi novia es suave, suena a olor a pasto como la mañana, pero yo me levanto tarde, cuando ya tiene olor a chivo, y en vez de sonar a olor a pasto, sueno yo con el olor a chivo.
Mi novia es linda, mi novia es alta, mi novia aaaltaAAAAAalta, dura como el agua y redonda como la vida. Mi novia es linda, es buena, es alta, es inteligente y es nunca.
Se va la barca a la mierda, y mi novia se fue a la guerra, porque el vago de Mambrú se quedó apolillando.
XXIV
Te he despreciado tal vez como si sólo pudieras ser apariencia y no obstante golpeé todo lo que pude para saltarte la pintura, para hacer un lugar en tu coraza y poder mirar el frío y el miedo que abuzan por adentro. Entonces me encontré. Como si tu segunda defensa fuera pintarte de espejo debajo de tu primera apariencia. Me encontré y me sentí solo rodeado del miedo de haber entrado imprudentemente en el que comprendía era mi último minuto, mi último sitio como alguien que comprende en un salón de espejos que lo acaban de matar —cuánto tiempo (tal vez la eternidad) para presenciar la propia muerte—.
XXV
Una vez más todas las veces, una vez más todas las veces y esta vez, una cualquiera pero ésta (porque la verdad es ahora) me vuelvo desde mi propio miedo para medirme la larga espalda que te dejo.
Ahora comprendo que no siempre partir es la soledad de un puerto, que tal vez el regreso es la soledad de no volver a tiempo y que el tiempo a veces es jamás.
Ahora comprendo que la espalda la dejamos los dos en una historia, en un sitio sin mañana…
XXVI
Amigo mío. Ya no te goteo de las manos a la hora de la poesía que tu soledad acomoda. Y sigues tejiendo, pariendo o sangrando pero ya tu voz no me busca, como un barco (yo me quedo con el humo y la sirena) que pone más allá la lejanía, que se va y me hace espalda, que me pone más acá la soledad, de haber quedado, de haber sido partido, olvidado, o ya no más o peor, ya nunca.
Ahora pierdo tu costado, tu tácita presencia, tu sitio regular. Ya tus palabras no me hacen casa.
Tu barco parte y me regala un muelle. ¡Qué triste amigo no andarte la poesía! Qué triste el desembarco o el destierro, la culpa o el olvido porque sí.
He sido vaciado de tus cosas. Tus ritos me derogan y en la clausura, tu silencio, la manera final y la más anónima de tus palabras, me asuela como la tristeza de no ser, de haber sido y ya no ser.
Ya no doblegamos el imperativo de los astros, los astros nos preceden y ya no nos esperan para no equivocarse. Ya somos obligados y libres en nosotros como en una jaula redonda. Nuestro albedrío no excede nuestras manos, nuestro sueño.
Abrimos la reja de los pájaros, como para irnos, y nos quedamos. Somos peceras y somos los peces de adentro. Y nuestra libertad redonda o cuadrada, o, qué más da si mensurable, está crucificada cuatro veces por cadenas.
Amigo, hicimos una ruta, y éramos testigos. Ahora nos volvemos y la tierra se quema. Cómo señalar el regreso?
Es cierto, el que encuentra una razón para volver ya no parte por lo mismo que se fue, y sin embargo ¿quién tiene la razón de desandarnos, de evacuarnos el recuerdo, de nombrarnos con olvido como lavando el veneno o cerrando con tierra por las manos, puñado por puñado el pozo o el abismo?
Ya no será el desierto alrededor. Ya no hay alrededor, la arena pierde el cerrojo, el vientre o la garganta, la arena toda. Ya no somos el agua, la fantasía, el espejismo, el pozo o el aljibe.
Qué raro haber sido! Es como conocerse en otro. Y aquí hemos sido porque recién se ha sido cuando se fue.
Y yo amigo de verdad amigo, de verdad aunque no tuve la rosa, la fruta, como tuviste la rosa y la fruta y la bandera, te hice mi casa de poesía sin poeta con la flor por adentro de la tierra y el hormiguero que te hacía mi garganta como el agua en la arena del silencio aún te llama, aún te canta o te levanta con ronquidos, con voz de palo sucia o ensuciada aunque ya no me espere tu voz que me dejó a la espalda, aunque me haya atrasado a tu costado y tu tristeza.
Hoy te busqué, me busqué por los jardines de tu canto, revisé las tumbas y las cruces como el último muerto que se busca en la tierra ya sin tiempo, en los soldados de la guerra final sin derrotados, y no hallé mi nombre, no hallé mi tumba ni mi muerto. Como si no me hubiese llamado o no hubiera sido nunca.
Un día hallarás mi carta del olvido esperando que tú también te vuelvas sobre los jardines. Tú tienes una cruz y una campana con tu nombre pero no hay tumba ni partida bajo tierra.
Allí me asumirán los siglos, esperando que me halles en la espera, hasta que leas esto o hasta que no vuelvas.
Tu amigo ROLFI
(Cuaderno Avon a lunares del hermano de Jaron el día de irme de Bagur.)
Barcelona adiós, te amo.
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De todos los hombres que he sido, redondo en mí. De todos los hombres que fui capaz.
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Después del amor, por lo menos soy un hombre.
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Lo primero que hay que agradecer es que alguien merezca nuestra gratitud.
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En cada cosa hay un mundo para cada uno de nosotros, y en cada mundo un tiempo que puede cambiarnos.
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Estoy aprendiendo a sentir las cosas que antes sólo pensaba.
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Todo lo que vivimos en circunstancias especiales, cambia naturalmente su naturaleza.
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A veces quiero decir cosas inmutables. Por ejemplo evito símbolos con elementos transitorios o posibles de no.
Incorporar en la poesía que como posibilidad y en sí es inmutable, elementos como tango que puede no ser, porque también zamba o sonata o rifle que antes de ser no era le da mutabilidad.
Aunque existe el derecho a un tal vez, porque es posible que sólo incorporando ese elemento se logre inducir la sensación deseada. La poesía como objeto particular numerable y fechable es mutable, porque el solo hecho de los elementos mutables la hacen en el todo dependiente de sus elementos particulares, mutable.
La exactitud del lenguaje no siempre provoca la comunicación que la intuición (como estado asimilativo puro) hace posible, aunque no se tenga el elemento fijo para su comprobación, que un lenguaje inimperfecto proporciona.
No es lo mismo perfecto que inimperfecto porque la inimperfección no es el único requisito para la perfección. Para esto hace falta carencia de cualidades en particular, que siempre son la posibilidad de otras. La perfección es inmutable. Por eso requiere no cualidades definibles. La perfección es indefinible, por eso no idéntico a inimperfección que es definible por medio de la carencia de imperfecciones, que son cualidades.
EL VIENTO ES UN LACIO PÁJARO DE MÚSICA VACÍA
En el ancho pecho de la mañana
el viento pasa la mano por la efe de los árboles.
El viento es un lacio pájaro de música vacía.
Esta mañana que te digo tú pensabas esto. Es decir
tu carne aceptaba las imágenes que crecías.
Entonces mirabas lo que me habías escrito—
como yo lo miro. Como ahora ya ninguno
de los dos empieza o termina en algún sitio
numerado y designado. ¿Te das cuenta?
Estoy leyendo lo que me has escrito.
SOMOS LIBRES COMO LOS PÁJAROS QUE NO PUEDEN ENAMORARSE DE VOS PORQUE NO LES DAN LAS PLUMAS
Es cierto que somos libres
libres como los pájaros
que no pueden ser presidentes
que no pueden enamorarse de vos
porque no les dan las plumas
Sí es cierto pero todo lo que somos
es no de otras cosas.
No existe la libertad absoluta
y no como consecuencia de una civilidad
u ordenación social jerárquica, sino porque
cada hecho de existencia es mil
libertades y la sola libertad de haber
sólo ese hecho en sus circunstancias
es decir ningún otro. Porque de todo
suceso podés decir «hubiera podido» y «pude»
pero el pude es fue y hubiera podido es fue
lo que fue y no lo que hubiera que es
lógico — no hubiera un carajo.
EL ESPANTO Y LA GLORIA
Una mañana de lluvia tenía los ojos con
hache linyera en el zaguán del tiempo
redondo de frío y de hambre
extendió los ojos como manos
despidiendo un barco alucinado
lo encontraron muerto de locura
pero él ya viaja en el barco.
EL ESPANTO
Al entrar, me acometió ese sonoro
hueco de silencio que retumba
en las iglesias. Un fragor de catacumba
se levantaba remoto como un último coro.
Las velas estallaban múltiples en el oro;
reconocí el miedo infantil que me zumba
a veces como el presagio que me sube de la tumba,
de las viejas armas o de los tesoros.
Entonces me debatía como los suicidas.
Los espejos del eco me repetían en las naves;
tuve en mis manos el número exacto de mi vida.
Me acerqué a un santo —cualquier santo—,
y pensé: «Señor, he venido a que me laves».
Se me alargó el suicidio por la sangre, y
me llené de espanto.
HACER TEMBLAR LA TIERRA CON TU ORGASMO
He hablado con el reloj de las medidas
con el fogonero de todos los tamaños
con el chofer de las dimensiones absolutas
Él me ha dado un brebaje de ocultarnos
un talismán de desaparición de hacernos aire
una medalla para ser como queramos.
Así podremos irnos a vivir bajo los hongos
a edificar un palacio entre las alas del trébol
a enseñar un Dios cualquiera a las hormigas
a que los besos nunca sean más pequeños
a tener miedo de las gigantescas cucarachas
podremos domar una luciérnaga
y luciernagar como jinetes de una lámpara
podremos domesticar al terremoto
y hacer temblar la tierra con tu orgasmo
haremos el amor como dos gotas
que se juntan en un beso innumerable
sobre el terciopelo infinitesimal de las corolas.
Y después cansados de ocultarnos
podremos frotar nuestro amuleto
y saltar como relámpagos que emergen
y tapar el sol con nuestros cuerpos.
LENTAMENTE HERIDO
Mientras la cabellera mojada de la canción
resbala por la piel de mis bronquios
como un látigo enamorado
Miro los barcos debajo de esta altura
como cisnes o adormecidos camalotes
El cuerpo turbulento de américa
golpea mi ventana, ruge su desnudez
de hileras y casas
la ancha vagina de su puerto.
Allí fue, allí pasó mi escondida historia
mi desenvainado destino mi rastro que me buscaba
los pies por esas calles que eran las que a veces
mi memoria vacía no conseguía inventar.
El llanto es un sonido nupcial que hay en mis ojos como una casa hinchada de silencio. No puedo llorar, muerdo mis sueños como viejas uñas. No nos tocarán campanas. No nos correspondía otro milagro que el dolor luminoso de sentirse vivo a cada muerte que nacimos con las raíces ensangrentadas Voy esparciendo cadáveres, cementerios de sonrisas mi rastro es el inventario denodado de un profético veneno. He llegado hasta ti con pies de muerte con paso de fogata con mirada de turbio martillazo he llegado como un capitán de suicidios postergados a tasar la exacta medida de mis dientes a saber el número total de mis delitos. Ése es mi homenaje para ti. He llegado de sangre con corazón sangriento ileso de mí pero lentamente herido, llegué con pie de llamarada. Pero de repente habías sido, y estabas ante mi tiempo como una isla hospitalaria como el profetizado altar. Y en ti era una cara toda mi mochila de rostros, toda mi exhausta cantimplora de nadies. Todos mis olvidos te recordaban. Te parecías a las cosas más simples, al pan y al agua a las sábanas y a los amaneceres con llamadas y a las calandrias indescifrables entre misteriosas ramas a algunas cosas sucias como uñas entregadas y a todas las cosas limpias. En ti no había otro delito que la vida otro pecado que no haber sido todavía eterna. Te vi y es verdad que me encontraba. Una manada de ventanas me golpeó la espalda, de mis ojos volaban como hojas secas todas las fotografías y todas las cartas. Yo ya venía de ninguna parte. Cómo poder recomenzar este camino hay demasiadas flores no puedo detenerme ni mirar atrás, todos los pasos a mi espalda siguen conmigo
CÓMO SER UN GRAN ESCRITOR
tienes que cogerte a muchas mujeres
bellas mujeres,
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.
Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te exijas.
duerme hasta el mediodía.
evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares.
y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.
quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las arañas, sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primera embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Céline, Dostoievski, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza…
entonces no estás listo
toma más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay,
está bien
igual.
CHARLES BUKOWSKI
EL ASUNTO FANTE
Yo quería llamar a este artículo «El asunto Fante o cómo un mediocre y un perdedor alcanzaron la gloria de la literatura norteamericana», pero me dice mi editor que es demasiado largo, así que quédese en este sucinto, a la par que enigmático, «Asunto Fante».
Al grano. John Fante fue, por decirlo de alguna manera, el precursor de ese género literario que se ha dado en denominar el realismo sucio. Realmente, no sabemos hasta qué punto podría ser considerado precursor si no fuera porque Charles Bukowski se ocupó durante toda su vida y con ahínco, de recordarnos lo importante que para él fue la obra de Fante. Y Bukowski, éste sí y con todas las garantías, puede ser llamado el padre del realismo sucio y, además, su versión más descarnada y salvaje. Después vendrían hijos como Raymond Carver y Richard Ford, y nietos, una miríada de nietos, capitaneados por los notables David Foster Wallace y Lorrie Moore. Por no hablar de las legiones de escritores más o menos hechos que tratan, en la mayor parte de los casos infructuosamente, de emularlos, de emular, en realidad, el mito que los trasciende.
¿Cómo consiguieron un escritor mediocre y carente de recursos y otro alcohólico y perdedor nato llegar hasta lo más alto de las cimas literarias y convertirse, de paso, en referentes para la narrativa norteamericana del siglo XX?
Fante y Bukowski, al contrario de lo que habitualmente se cree, fueron contemporáneos. El segundo es, tan sólo, once años más joven que el primero. Pero la leyenda, el mito que en torno a todos los realistas sucios existe, ha hecho que, váyase a saber por qué, se piense que Fante es, de una forma imprecisa e indeterminada, mucho mayor que el viejo indecente.
Pero no, ambos vivieron el mismo tiempo aunque, si bien existen circunstancias que los igualan, más son las diferencias que los alejan. Bukowski y Fante provienen de la inmigración europea. Son extraños en la tierra prometida y tratan de abrirse paso comenzando desde abajo. Eso es lo que básicamente nos cuentan en sus libros: experiencias y vivencias de los que, de antemano, lo tienen todo perdido. Pero poco más. A partir de ahí, sus vidas no tienen nada que ver. Bukowski, perdedor de raza, da tumbos por la vida y la sobrelleva de mala manera gracias al alcohol mientras trata, con una firmeza envidiable, de convertirse en un escritor de verdad. Por ello, y a pesar de lo hostil del medio, se empecina en escribir contra viento y marea. No deja de ser un pobre desgraciado al que la vida lo arrolla sin remisión hasta el día, bien entrado en años, en el que alcanza el éxito como escritor.
Ese mismo día, precisamente, es el momento en el que arranca el asunto Fante que hasta aquí nos trae. Bukowski, en cuanto tiene ocasión, rinde pleitesía a Fante y se declara deudor de su obra. Algunos de los que lo escuchan, se maravillan por su facilidad para inventarse nombres geniales: John Fante. Pero no, Bukowski insiste: ese nombre no es producto de un delirio alcohólico, sino que pertenece a un ser real, un escritor italoamericano publicado hace años en Estados Unidos y, como no puede ser de otra forma, casi desconocido no sólo por el gran público, sino también por los expertos.
Ése fue el golpe de suerte de Fante y la única razón por la que ahora se reeditan sus libros y nosotros hablamos sobre él. Porque el viejo, al final, lo consiguió y quiso llevarse a alguno más con él. Y de toda esa podrida sociedad a la que despreciaba profundamente y que aparece retratada con maestría en cada uno de sus relatos, eligió a un tipo acomodado que vivía en una estupenda casa de Malibú pero que, desde el mismo día de su nacimiento, había pertenecido al mismo ecosistema bukowskiano: heridas, resentimiento, alcohol y apuestas. Tómense una copa a su salud.
ALBERTO VÁZQUEZ
POEMA NAVIDEÑO PARA UN HOMBRE ENCARCELADO
hola Bill Abbott:
me parece muy valioso que distribuyas mis libros
allá en la cárcel, mis poemas y cuentos.
si puedo aligerar la carga de algunos de los tipos con
mis libros, bárbaro.
pero la literatura, sabés, es difícil de asimilar
para el hombre ordinario (y para el extraordinario
también);
a mí no me gusta la mayoría de la poesía, por ejemplo,
por eso escribo la mía de la manera que me gustaría
leerla.
la poesía pareciera que se está volviendo mejor, más
humana,
la claridad del lenguaje tiene algo que
ver con eso (w. c. williams vino y le pidió
a todos que aclararan el lenguaje)
luego
vine yo.
pero escribir es una cosa, y la vida
otra, pareciera
que hemos mejorado la escritura un poquito
pero la vida (nuestra y ajena)
no pareciera estar mejorando gran
cosa.
quizás si escribiéramos lo suficientemente bien
y viviéramos un poco mejor
la vida mejoraría un poquito
como para que no dé vergüenza.
quizás los artistas no han sido lo suficientemente
poderosos,
¿quizás los políticos, los generales, los jueces, los
curas, la policía, los cafiolos, los hombres de
negocios han sido demasiado
fuertes? no me
gusta esa idea
pero cuando miro a nuestros pálidos y preciosos
artistas,
actuales y pasados, me parece que es
posible que sí.
(a la gente no le gusta cuando hablo así.
Chinaski, cortala, dicen,
no sos tan grandioso.
pero
carajo, no estoy hablando acerca de ser
grandioso.)
lo que estoy diciendo es
que el arte no ha mejorado la vida como
debería, ¿quizás porque ha sido algo demasiado
privado? y a pesar del hecho de que los viejos poetas
y los nuevos poetas y yo
hemos tenido todos problemas idénticos o parecidos
con:
las mujeres
el gobierno
Dios
el amor
el odio
la indigencia
la esclavitud
el insomnio
la deportación
el clima
las esposas, y así
sucesivamente.
ahora me escribís
que al hombre de la celda de al lado tuyo
no le gusta mi puntuación
cómo pongo las comas (especialmente)
y también la manera en que divago
para decir algo con precisión.
ah, él no se da cuenta de la intención
la cual es
liberar, humanizar, relajar
y aún así hacerla tan real como sea posible
a la palabra en la página. la palabra debe ser como
la manteca o la palta o
el churrasco o los bizcochitos calientes, o los
anillos de cebolla o
cualquier otra cosa que sea realmente
necesaria. debería ser casi
posible que agarres las palabras y
te las comas.
(debe de haber algún vivo en alguna parte
por allí
que dirá
si es que lee alguna vez esto:
«¡Chinaski, si quisiera una cena voy y
la pido!»)
como sea
un artista puede divagar y aún así mantener
la forma esencial. Dostoievski lo hacía. él
normalmente contaba 3 ó 4 historias marginales
mientras contaba la que era
central (en sus novelas, claro está).
Bach nos enseñó cómo poner una melodía encima de
otra y otra melodía encima de
ésa y
Mahler divagaba más que ninguno que yo conozca
y yo encuentro gran significado
en su pretendida falta de forma.
no dejés que los chicos de la forma y la regla
como el tipo de la celda contigua
te las pongan encima tuyo. sólo
dale un ejemplar de Time o Newsweek
y estará feliz.
pero no estoy defendiendo mi obra (ni de vos ni de él)
estoy defendiendo mi derecho a hacerla de la manera
que me hace sentir mejor.
siempre pienso que si un escritor se aburre con su
obra
el lector va a
aburrirse también.
y no creo en la
perfección, creo en mantener los
intestinos libres
por lo que coincido con los que me critican
cuando dicen que lo que escribo es un montón de
mierda.
estás condenado a 19 años y 1/2
yo vengo escribiendo desde hace casi 40.
seguimos adelante con nuestras cosas.
seguimos adelante con nuestras vidas.
a veces escribimos mal
o a veces vivimos mal.
todos tenemos malos días
y noches.
a ese tipo de la celda al lado de la tuya debería
mandarle
Las Obras Selectas de Robert Browning para Navidad,
eso le daría la forma que él está buscando
pero necesito la guita para el hipódromo,
Santa Anita abre el
26, así que dale un ejemplar de Newsweek
(los muertos no tienen futuro, ni pasado, ni presente,
sólo se preocupan por las comas)
y ¿puse adecuadamente las comas
aquí,
Abbott?
,
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CHARLES BUKOWSKI
COMENTARIOS SOBRE MI ÚLTIMO LIBRO DE POESÍA
estás mejor que nunca.
transaste.
una bosta.
mi madre te odia.
sos rico.
sos el mejor escritor de lengua inglesa.
¿puedo ir a verte?
escribo como vos, sólo que mejor.
¿por qué manejás un BMW?
¿por qué no das más recitales?
¿todavía se te para?
¿conocés a Allen Ginsberg?
¿qué pensás de Henry Miller?
¿escribirías un prólogo para mi próximo libro?
te mando una foto de Céline.
te mando el reloj de bolsillo de mi abuelo.
la chaqueta adjunta fue tejida por mi esposa en el
estilo bávaro.
¿te emborrachaste con Mickey Rourke?
soy una chica de 19 años y voy a ir a limpiar tu casa.
eres un bastardo apestoso por decirle a la gente que
Shakespeare es ilegible.
¿qué pensás de Norman Mailer?
¿por qué le robás a Hemingway?
¿por qué aporreás a Tolstói?
estoy en cana y en cuanto salga voy a ir a verte.
creo que chupás culos.
salvaste mi puta vida.
¿por qué odiás a las mujeres?
te amo.
leo tus poemas en las fiestas.
¿realmente te pasaron todas esas cosas?
¿por qué bebés?
te vi en el hipódromo pero no quise molestarte.
quisiera renovar nuestra relación.
¿realmente te quedás despierto toda la noche?
puedo beber mucho más que vos.
se lo robaste a Sherwood Anderson.
¿lo conociste a Ezra?
estoy sola y pienso en vos todas las noches.
¿a quién carajo creés que engañás?
no tengo mucha teta pero sí unas buenas gambas.
fuck you, man.
mi esposa te odia.
¿podrías leer los poemas que te mando y hacer un
comentario?
voy a publicar todas las cartas que me mandaste.
pajero hijo de puta, no engañás a nadie.
CHARLES BUKOWSKI
EL GENIO DE LA MULTITUD
Hay suficiente traición y odio,
violencia.
Necedad en el ser humano
corriente
como para abastecer cualquier ejército o cualquier
jornada.
Y los mejores asesinos son aquellos
que predican en su contra.
Y los que mejor odian son aquellos
que predican amor.
Y los que mejor luchan en la guerra
son -AL FINAL- aquellos que
predican
PAZ.
Aquellos que hablan de Dios
Necesitan a Dios
Aquellos que predican paz
No tienen paz.
Aquellos que predican amor
No tienen amor.
Cuidado con los predicadores
cuidado con los que saben.
Cuidado con
Aquellos que
Están siempre
Leyendo
Libros.
Cuidado con aquellos que detestan
la pobreza o están orgullosos de ella.
Cuidado con aquellos de alabanza rápida
pues necesitan que se les alabe a cambio.
Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:
tienen miedo de lo que
no conocen.
Cuidado con aquellos que buscan constantes
multitudes; no son nada
solos.
Cuidado con
El hombre corriente
Con la mujer corriente
Cuidado con su amor.
Su amor es corriente, busca
lo corriente.
Pero es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte, como para matar
a cualquiera.
Al no querer la soledad
al no entender la soledad
intentarán destruir
cualquier cosa
que difiera
de lo suyo.
Al no ser capaces
de crear arte
no entenderán
el arte.
Considerarán su fracaso
como creadores
sólo como un fracaso
del mundo.
Al no ser capaces de amar plenamente
creerán que tu amor es
incompleto
y entonces te
odiarán.
Y su odio será perfecto
como un diamante resplandeciente
como una navaja
como una montaña
como un tigre
como cicuta
Su mejor
ARTE.
CHARLES BUKOWSKI
ABRAZA LA OSCURIDAD
La confusión es el dios
la locura es el dios
la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.
La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
no olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.
aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.
La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas
no hay dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes
mantente alejado de dios
permanece angustiado
deslízate.
CHARLES BUKOWSKI
LA GUACHA
Mirá si te agarro de repente
y te obligo a ser linda.
Pero linda linda.
Aunque parezca imposible
hasta más linda que ahora.
Toda linda,
y más linda linda linda todavía
en el huequito
de tu conchita
muerta de risa…
TITO GRENNI
SALA DE PSICOPATOLOGÍA
Después de años en Europa
Quiero decir París, Saint-Tropez, Cap
St. Pierre, Provence, Florencia, Siena,
Roma, Capri, Ischia, San Sebastián,
Santillana del Mar, Marbella,
Segovia, Ávila, Santiago,
y tanto
y tanto
por no hablar de New York y del West Village con rastros de muchachas estranguladas
—quiero que me estrangule un negro —dijo
—lo que querés es que te viole —dije (¡oh Sigmund! con vos se acabaron los hombres del mercado matrimonial que frecuenté en las mejores playas de Europa)
y como soy tan inteligente que ya no sirvo para nada,
y como he soñado tanto que ya no soy de este mundo.
aquí estoy, entre las inocentes almas de la sala 18,
persuadiéndome día a día
de que la sala, las almas puras y yo tenemos sentido, tenemos destino,
—una señora originaria del más oscuro barrio de un pueblo que no figura en el mapa dice:
—El doctor me dice que tengo problemas. Yo no sé. Yo tengo algo aquí (se toca las tetas) y unas ganas de llorar que mama mía.
Nietzsche: —Esta noche tendré una madre o dejaré de ser—.
Strindberg: —El sol, madre, el sol—.
P. Éluard: —Hay que pegar a la madre mientras es joven—.
Sí, señora, la madre es un animal carnívoro que ama la vegetación lujuriosa. A la hora que la parió abre las piernas, ignorante del sentido de su posición destinada a dar a luz, a tierra, a fuego, a aire,
pero luego una quiere volver a entrar en esa maldita concha,
después de haber intentado nacerse sola sacando mi cabeza por mi útero
(y como no pude, busco morir y entrar en la pestilente guarida de la oculta ocultadora cuya función es ocultar)
hablo de la concha y hablo de la muerte,
todo es concha, yo he lamido conchas en varios países y sólo sentí orgullo por mi virtuosismo —la mahatma gandhi del lengüeteo, la Einstein de la mineta, la Reich del lengüetazo, la Reik del abrirse camino entre pelos como de rabinos desaseados —¡oh el goce de la roña!
Ustedes, los mediquitos de la 18 son tiernos y hasta besan al leproso, pero
¿se casarían con el leproso?
Un instante de inmersión en lo bajo y en lo oscuro,
sí, de eso son capaces,
pero luego viene la vocecita que acompaña a los jovencitos como ustedes:
—¿Podrías hacer un chiste con todo esto, no?
Y
sí,
aquí en el Pirovano
hay almas que NO SABEN
por qué recibieron la visita de las desgracias.
Pretenden explicaciones lógicas los pobres pobrecitos, quieren que la sala —verdadera pocilga— esté muy limpia, porque la roña les da terror, y el desorden, y la soledad de los días vacíos habitados por antiguos fantasmas emigrantes de las maravillosas e ilícitas pasiones de la infancia.
Oh, he besado tantas pijas para encontrarme de repente en una sala llena de carne de prisión donde las mujeres vienen y van hablando de la mejoría.
Pero
¿qué cosa curar?
Y ¿por dónde empezar a curar?
Es verdad que la psicoterapia en su forma exclusivamente verbal es casi tan bella como el suicidio.
Se habla.
Se amuebla el escenario vacío del silencio.
O, si hay silencio, éste se vuelve mensaje.
—¿Por qué está callada? ¿En qué piensa?
No pienso, al menos no ejecuto lo que llaman pensar. Asisto al inagotable fluir del murmullo. A veces —casi siempre— estoy húmeda. Soy una perra, a pesar de Hegel. Quisiera un tipo con una pija así y cogerme a mí y dármela hasta que acabe viendo curanderos (que sin duda me la chuparán) a fin de que me exorcisen y me procuren una buena frigidez.
Húmeda.
Concha de corazón de la criatura humana,
corazón que es un pequeño bebé inconsolable,
—Como un niño de pecho he acallado mi alma— (Salmo)
Ignoro qué hago en la sala 18 salvo honorarla con mi presencia prestigiosa (si me quisieran un poquito me ayudarían a anularla)
oh no es que quiera coquetear con la muerte
yo quiero solamente poner fin a esta agonía que se vuelve ridícula a fuerza de prolongarse,
(ridículamente te han adornado para este mundo —dice una vida apiadada de mí)
Y
Que te encuentres con vos misma —dijo.
Y yo le dije:
Para reunirme con el migo de conmigo y ser una sola y misma entidad con él tengo que matar al migo para que así se muera el con y, de este modo, anulados los contrarios, la dialéctica supliciante finaliza en la fusión de los contrarios.
El suicidio determina
un cuchillo sin hoja
al que le falta el mango.
Entonces:
adiós sujeto y objeto,
todo se unifica como en otros tiempos, en el jardín de los cuentos para niños lleno de arroyuelos de frescas aguas prenatales,
ese jardín es el centro del mundo, es el lugar de la cita, es el espacio vuelto tiempo y el tiempo vuelto lugar, es el alto momento de la fusión y del encuentro,
fuera del espacio profano en donde el Bien es sinónimo de evolución de sociedades de consumo,
y lejos de enmierdantes simulacros de medir el tiempo mediante relojes, calendarios y demás objetos hostiles,
lejos de las ciudades en las que se compra y se vende (oh, en ese jardín para la niña que fui, la pálida alucinada en los suburbios malsanos por los que erraba del brazo de las sombras: niña, mi querida niña que no has tenido madre —ni padre, es obvio—).
De modo que arrastré mi culo hasta la sala 18,
en la que finjo creer que mi enfermedad de lejanía, de separación de absoluta NO—ALIANZA con Ellos
—Ellos son todos y yo soy yo
finjo, pues, que logro mejorar, finjo creer a estos muchachos de buena voluntad (¡oh, los buenos sentimientos!) me podrán ayudar,
pero a veces —a menudo— los recontraputeo desde mis sombras interiores que estos mediquillos jamás sabrán conocer (la profundidad, cuanto más profunda, más indecible) y los puteo porque evoco a mi amado viejo, el Dr. Pichon R., tan hijo de puta como nunca lo será ninguno de los mediquitos (tan buenos, hélas!) de esta sala,
pero mi viejo se me muere y éstos hablan y, lo peor, éstos tienen cuerpos nuevos, sanos (maldita palabra) en tanto mi viejo agoniza en la miseria por no haber sabido ser una mierda práctico, por haber afrontado el terrible misterio que es la destrucción de un alma, por haber hurgado en lo oculto como un pirata —no poco funesto pues las monedas de oro del inconsciente llevaban carne de ahorcado, y en un recinto lleno de espejos rotos y sal volcada—
viejo remaldito, especie de aborto pestífero de fantasmas sifilíticos, cómo te adoro en tu tortuosidad solamente parecida a la mía,
y cabe decir que siempre desconfié de tu genio (no sos genial; sos un saqueador y un plagiario) y a la vez te confié,
oh, es a vos que mi tesoro fue confiado,
te quiero tanto que mataría a todos estos médicos adolescentes para darte a beber de su sangre y que vos vivas un minuto, un siglo más,
(vos, yo, a quienes la vida no nos merece)
Sala 18
cuando pienso en laborterapia me arrancaría los ojos en una casa en ruinas y me los comería pensando en mis años de escritura continua,
15 ó 20 horas escribiendo sin cesar, aguzada por el demonio de las analogías, tratando de configurar mi atroz materia verbal errante,
porque —oh viejo hermoso Sigmund Freud— la ciencia psicoanalítica se olvidó la llave en algún lado:
abrir se abre
pero ¿cómo cerrar la herida?
El alma sufre sin tregua, sin piedad, y los malos médicos no restañan la herida que supura.
El hombre está herido por una desgarradura que tal vez, o seguramente, le ha causado la vida que nos dan.
—Cambiar la vida— (Marx)
—Cambiar el hombre— (Rimbaud)
Freud:
—La pequeña A. está embellecida por la desobediencia—, (Cartas—)
Freud: poeta trágico. Demasiado enamorado de la poesía clásica. Sin duda muchas claves las extrajo de —los filósofos de la naturaleza—, de los —románticos alemanes— y, sobre todo, de mi amadísimo Lichtenberg, el genial físico y matemático que escribía en su Diario cosas como:
—Él le había puesto nombres a sus dos pantuflas—
Algo solo estaba ¿no?
(¡Oh, Lichtenberg, pequeño jorobado, yo te hubiera amado!)
Y a Kierkegaard
Y a Dostoievski
Y sobre todo a Kafka
a quien le pasó lo que a mí, si bien él era púdico y casto
—¿Qué hice del don del sexo?— —y yo no soy una pajera como no existe otra;
pero le pasó (a Kafka) lo que a mí:
se separó
fue demasiado lejos en la soledad
y supo —tuvo que saber—
que de allí no se vuelve
se alejó —me alejé—
no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal)
sino porque una es extranjera
una es de otra parte,
ellos se casan,
procrean,
veranean,
tienen horarios,
no se asustan por la tenebrosa
ambigüedad del lenguaje
(No es lo mismo decir Buenas noches que decir Buenas noches)
El lenguaje
—yo no puedo más,
alma mía, pequeña inexistente,
decidite;
te las picás o te quedás,
pero no me toques así,
con pavura, con confusión,
o te vas o te las picás,
yo por mi parte, no puedo más.
ALEJANDRA PIZARNIK
UNA LENGUA ERRANTE EN EL DESIERTO
I
Juro que fue lenguando.
Un Mojave mi lengua
después que él dijo «dame tu último grito de humedad».
Casi estéril, reseca
parió salivas sobre papel de lija
en las siete botellas de cristal de Murano
destiló caracoles del Pacífico Sur:
así lamerlo se tornara oleajes.
Él
me reclamó los ojos más enormes,
furiosos destellos en dos verdes hogueras,
quiso incendiarse al ritmo de mi boca
alienada
persiguiendo la mímesis de su respiración
fue abrirla
rodearlo hasta el fin
tragarlo esperar
y tragar nuevamente,
ni una sola gota algún desvío,
gozarle espasmos
los máximos, los menos, ya sutiles.
Soltar
un lento deslizarme
desde el mayor Poder hacia la incertidumbre.
Gusto y llanto del alma: poseer y perder.
II
Juro que fue ese Hombre.
Hace vidas y siglos que lo extasío,
que lo abrevo lo acoso lo perdono en mi boca.
Él apagó su voz.
III
Enhebrando desiertos escondidos
va mi lengua sin brújula. Esta lengua
repta por las salinas
bifurca
aletea en tormentas de polvo secular,
entalca con cemento, retuerce
entre humo gris.
Galguea en el viento patagónico
le ladra a cuatro arbustos. Errante de la Nada
aúlla por raíces.
No hay sequedad que devuelva su elixir.
Pero juro
que él fue Señor y Esclavo de mi boca.
ANAHÍ ABELEDO
LA CAMA DE LAS FRUSTRACIONES
Un par de putas licenciadas en algo.
I
Ah, qué felicidad, qué felicidad. Estamos en verano, las camisas son prendiditas adelante, porque en invierno no hay suéter que aguante. Donde te lo querés poner se te ensartaron las lanas entre los cuernos. Está bien, la moda del cuerno con flecos. Deshilachados. Los chicos usan jeans desflecados y los viejos usan cuernos con flecos. ¿Qué decía tu mamá cuando eras chiquito? “Este chico no tiene mollera, tiene cuernos.” Ya te despuntaban los cuernos. Pobre madre, pobre madre, te tenía que acunar lejos de la pared, siempre lejos de la pared. ¿Y el moisés? ¿Cuánto medía el moisés? Para mí lo hicieron a medida. O te acostaban en dos canastos de pan. Gastaron más mimbre con vos para hacer el moisés que haciendo cinco juegos de living.
II
Lavarnos un poco la pija
peinarnos
ponernos ropa limpia
el alter shave
por aquí hay mucha soledad
arreglar vaginas y fingir virgos
mearle la puerta al italiano de mierda.
III
Mi madre llegó antes que las mujeres decentes.
Se metió a puta porque era lo que le gustaba hacer.
IV
El italiano de mierda tiraba sangre por la boca y dormía con una muñeca inflable
las muñecas inflables no tienen pulgas ni se emborrachan
el que sí estaba lleno de piojos pulgas ladillas y sarna era el italiano de mierda
siempre estaba caliente y se pajeaba en todas partes
se pajeaba en el hospital en los velorios en la iglesia
ese italiano de mierda
ese inmigrante de mierda.
V
¿Qué le habrás pedido a los Reyes, que no te caiga otra postal? No se te habrá ocurrido vestirte de Papá Noel, ¿dónde te ponés el gorro? Ni Fumanchú ni Mandrake ni Fantomas pueden hacer que te entre. A menos que vayas a Los Gallegos, que ya inauguró, y te compres cuatro piezas de tela roja. Y una pieza de tela blanca para el pompón. Cuatro piezas de tela roja y cuarenta paquetes de algodón para el pompón.
VI
Todo empezó con una partida de dados
si antes de la tercera salen los cinco seises te mato
te juro que te mato
los cinco seises salieron a la primera
y al sirviente Perpetuo lo mataron a machetazos
sobraron machetazos
las mujeres y los maricones dan siempre machetazos de más
no es una regla fija pero sí bastante aproximada.
VII
Allegretto pizzicato para corno.
traducción: soy cornudo porque
mi mujer se alegra cuando le
pellizcan el orto.
VIII
Lo llamaban Tres Piernas porque tenía una pija descomunal
una pija valiente y siempre dispuesta a la pelea
mi esposa Clarita me robó los papeles del auto y se fue a vivir con el negro Tres Piernas
nada más que porque tenía una pija enorme descomunal y orgullosa
una pija tremenda
ella se sentía muy enamorada de la pija de su negro
la gente se ríe pero la situación es dolorosa
en estos casos el único que no se ríe es el hombre al que se le escapa la mujer porque tiene la pija débil
un caduco pellejo
en lugar de noble y recia
se desabrochó la blusa y le enseñó las tetas
besame aquí en las tetas
besame las tetas
yo sé que llevás muchos años queriéndome besar las tetas
te juro que no las vio nadie desde la muerte de mi marido
tenés que ser menos vanidoso y soberbio
menos asqueroso
criticás y murmurás porque sos un irresponsable
de muchas cosas no se puede culpar a nadie
de nada se puede culpar a nadie y tampoco al destino
me humilla que mi esposa me haya abandonado por tener la pija chiquita
una pija chiquita y arrugada
las únicas arrugas hermosas
las de las bolas
las mujeres están bien con un hombre encima
con un hombre clavado
las mujeres con marcas en las ingles
de abrirse y abrirse
tienen el corazón templado y la conciencia serena.
IX
Tené tus precauciones. Si suena el teléfono, más vale que no sea Movicom, si no se te engancha la antena en los cuernos y hacés cortocircuito. Si tenés una sábana a mano ponétela en los cuernos, porque en cualquier momento destapan una sidra y te la dan en los cuernos.
Cuidado con las cañitas voladoras, a ver si te prendés fuego. A ver si tenés que ir a dar al instituto del Quemado. ¿Te imaginás para tener que sacarlas de ahí adentro?
X
Un día empezó a salirme pus de los bordes de la flor del culo
mi madre me dijo tenés mala la flor puede que sea un grano
tu padre tenía siempre granos en el culo
cuando le reventaban dejaba todo podrido de sangre y pus
entonces yo le contesté también puede que sea un castigo de Dios
un cáncer que Dios me manda como castigo por haber estado acostándome con mi madre sabiéndolo
Gerardo Espinosa fue poco a poco dejando de acostarse con mi madre
me da asco vergüenza bueno me da como aprensión
pues a mí no a mí me da gusto mi madre me da mucho gusto
es una cerda que sabe dar gusto a los hombres
a mí ahora lo que me asusta es este cáncer que me ha salido en el culo
mi madre me dice que la flor está llena de pus
si la flor se me acaba borrando a lo mejor me muero
me gustaría saber qué les pasó a mis hermanos
mi madre volvía siempre a lo mismo
tu padre me mandaba hacer las porquerías con el caimán
nos revolcábamos sobre el suelo en el que siempre se amasó la tierra con mucha sangre de bestia o de hombre
eso no importa
lo importante es lo de menos
y el animalito me agarraba una pierna con la boca
enorme pero muy suave
el campo sabe muchas historias verdaderas
digamos el corral
lo que nos salva es que no habla
después me recorría todo el cuerpo
me mordía la nuca sin apretar
si aprieta me mata con esos dientes
me lamía las partes
las dos partes
me daba vuelta y me mandaba el pedazo por donde entrara
lo mismo le daba un agujero que el otro
yo lo guiaba con la mano para que no me hiciera un agujero más
las gallinas huían asustadas
el caballo rebufaba nervioso y la cabra se quedaba mirando como si tal
como si no quisiera que la vieran mirando
tu padre se reía mucho
después encerraba al caimán en una caja en la que lo tenía medio asfixiado
me tumbaba en la cama
me decía puta hija de puta
el enamorado insulta siempre porque cree que su amante es distinta y mejor
tu padre estaba muy enamorado de mí
puta hija de puta
me daba lo menos cien latigazos con el cinto
después me preguntaba que quién me había hecho las marcas y me pegaba más
si no me hubiera querido tanto no me hubiera pegado tanto
y me agarraba a lo bestia y me rompía toda
así no más
parecía un bisonte
con nadie gocé tanto como con tu padre
no se puede gozar más
debajo de él yo no podía ni moverme
quedaba toda rendida
tampoco podía respirar
a tu padre se le calentaba el cuerpo y la pija se le ponía como una brasa
afilada y ardiendo
necesito chupar esa pija bien gorda
cuando entraba me daban latidos en la cabeza
casi perdía el sentido
tu padre fue uno de los últimos hombres como Dios manda
uno de los últimos machos verdaderos que pisaron esta Tierra.
XI
Las mujeres no se dejan coger por desconocidos
mentiras como ésa pueden derribar a un hombre
no hace falta jurarlo
pero de todas formas lo normal es que no se dejen preñar por desconocidos
como Valeria no quería ser la excepción no quería dar la nota
cuando terminaba de coger con el gallego Carlitos se metía una aspirina en la concha y se la lavaba bien
enchufándose un sifón y apretando con fuerza
Valeria tiene una cicatriz en el nacimiento de las tetas
fue un mordisco que le dio su marido un casinero Augusto
le arrancó un cacho de teta y la herida le tardó en cerrar cerca de dos meses
¿qué es esa marca?
y a vos qué mierda te importa.
XII
Gerardo Espinosa tenía mucha fuerza
era capaz de doblar la reja del balcón con una sola mano
pero en la cama servía para poco
variaba poco
eso me lo confesó mi madre
en la cama era muy delicado pero no a lo vicioso ni ruin
y se conformaba con lo que le hicieran
jamás pedía nada e incluso era obediente y sumiso
¿querés que te la mame?
bueno
¿querés que te meta la lengua en el culo?
bueno
¿querés que te monte?
bueno
comeme la concha
bueno
meame en la boca con la pija adentro de la boca
bueno
pegame con el cinturón
bueno
decime que me querés más que a nadie
bueno te quiero más que a nadie.
XIII
Cuidado, cuidado cuando le vayas a poner el agua y el pastito a los camellos. Vas a trizar todo el espejo del baño con el agüita. Cuidado, cuidado, tomá tus precauciones. No te desesperés cuando te levantés para ver qué le trajeron los Reyes a tus nietitos, que vas a salir con el respaldo de la cama a cuestas. Con los cuernos vas a enganchar el camisón de tu mujer. Cuidado, cuidado, hasta el rosario de la pared vas a enganchar. No te desesperés. ¿Vos dormís con alargamiento de la cama en los pies? ¿A qué altura ponés la cabeza para que te entren los cuernos? ¿A la mitad o más abajo? ¿A tu mujer de besito de las buenas noches le besás las rodillas? Cuidado, cuidado. No, que tengas cuidado, no seas inconsciente.
XIV
Amémonos pequeños míos, disfrutando de nuestras bocas que derraman arropía
lamiendo, en sedienta agonía, los brillosos filamentos
y nos interesen un as las murmuraciones de los hipócritas de turno
que pretenden reprimir nuestros deseos con el fantasma de una dudosa muerte.
Apasionémonos amados míos y conjuguemos todos, estos jugos seminales
en uno y único maravilloso líquido que abarque los enardecidos cuerpos.
Cojamos pequeños míos, besando nuestros culos y colmando esa concha de otros cien besos,
que se abre, roja camelia de fosforescentes estrías, a la sequedad de las gargantas
y nos importe un carajo la imbecilidad que nos rodea.
Garchemos amados míos y que nuestras tiesas y bamboleantes pijas sean los mástiles de briosas naves
prontas a hender en un ponto de convulsa batalla
mientras escupimos sobre los idiotas que procuran acallar los jadeos.
Dejemos pequeños míos que los torsos se doblen de placer y los gemidos se conviertan
en gritos de anhelantes orgasmos
acallando las proclamas que incitan a futuras generaciones a consumir el deseo en la fidelidad.
Vivamos amados míos el frenesí del goce y del dolor
puncemos el espíritu y libremos aquel que está adentro
reventando al boludo mofletudo del arco y la flecha.
Revolquémonos pequeños míos en un mar de secreciones, mierda y semen
riéndonos de las maldiciones que están dispuestas contra nosotros.
Condenémonos a una lujuriosa noche, si es necesario, amados míos
levantando como bandera cuerpos sangrantes
culos, tetas, pijas, brazos, piernas, troncos
y enarbolemos para siempre el reino del PLACER
ese que nos fue negado con engaños, mentiras y perfidias.
Acostemos el cuerpo, amados, sobre la hierba húmeda y que los poros respiren
el privilegio de sentir
lúbrica potencia en celo
para que cabalguen muslos de hembras y machos.
Olvidemos compañeros la inútil conciencia
las repulsivas representaciones del amor
e impulsemos las vértebras a explorar calientes y excitantes lúmenes.
Busquemos amados míos, cálidos sitios donde armonizar la avidez que provoca la orgía
mientras observamos la rítmica danza de los cuerpos en constante movimiento.
Traguemos pequeños míos, toda la dorada lluvia de orín y excrementos que los vientres puedan contener
sintiendo el embriagante aroma que nos electriza
logrando el más sublime de los éxtasis.
Perdámonos amados míos, entre las tersas pieles de las doncellas prontas a ser reventadas
cuando sus frágiles hímenes cedan a la presión de las poderosas vergas
bebiendo sus virginales pérdidas exaltemos el más recóndito de los apetitos.
XV
Mi madre era puta fría
o sea puta mansa y no puta caliente
o sea puta brava
las putas frías no son viciosas pero tampoco distinguen
son putas distraídas
y no suelen cobrar mucho
las putas bravas son viciosas y distinguen
ésas sí que distinguen
son putas que ponen mucha aplicación
mucha atención
también son más caras
mi madre ganaba para comer sin salir de pobre pero no se quejaba
cada cual se gana la vida como puede hasta donde lo dejan
y bien mirado este de puta no es de los peores oficios
no hacen mal a nadie y se mueren sin demasiado trastorno para nadie
tampoco se puede hablar de putas frías
son más bien templadas
tibias
es más verdadero hablar de putas templadas
tibias
que de putas frías
va más de acuerdo con su mansedumbre.
XVI
A Gerardo Espinosa cuando estaba en Misiones lo picó un bicho en los huevos y se los dejó medio secos
los dos huevos juntos parecían una pasa parecían un higo medio seco
desde entonces le fue perdiendo afición a las mujeres y también a los hombres y a los animales
eso nunca viene de golpe sino de a poco
y sólo buscaba compañía cuando necesitaba que lo escupieran
eso tampoco es raro
Gerardo Espinosa me decía yo no le quiero pegar a ese negro de mierda a ese mestizo de mierda
es él quien me lo pide
se pone bizco y en su mirada se lee un cartelito suplicante
Gerardo Espinosa me decía si tu padre no lo hubiera matado lo hubiera matado yo
a ese negro de mierda tenía que matarlo alguien
podés estar seguro
a estos negros de mierda a estos mestizos de mierda terminan siempre matándolos a palos
alguien se calienta se pone nervioso se le para un poco la pija y los mata a palos
en el momento de matar a palos a un negro de mierda
en el momento de matar a palos a un mestizo de mierda
el asesino tiene la pija dura
no falla
es algo que se repite
y acaba
vamos que si acaba
eyacula como una bestia
se le viene la leche justo cuando la víctima escupe el último aliento
da mucho placer acertar.
XVII
Cuando la gente se conoce no se desperdicia nada y se dan gusto unos a otros
se hacen gozar los unos a los otros
se dan mutuamente mucho placer
entonces la gente se hace feliz
cada vez que la caficia de Susana la tía le pega a Cecilia la tía se lo cuenta a Esteban y Esteban se pajea disimuladamente metiéndose la mano en el bolsillo del pantalón
se le nota porque saca un poco la lengua
a Bufano siempre le gustó pervertir a las chiquitas
volverlas putas hacerlas putas putearlas emputecerlas
cuando pase algún tiempo ya se volverán putas solas y sin ayuda de nadie
es como un instinto
es infalible
cuando pase algún tiempo ya se volverán putas solas y sin ayuda de nadie
a mi mamá le pagó la fiestita de la Primera Comunión y la hizo tomar y cuando mi mamá ya estaba medio borrachita la metió en la cama
abrí las llantas separá las piernas
mi mamá tenía diez años y era muy obediente
vos respirá hondo abrí un poco las llantas separá las piernas
a mi mamá le gustaba obedecer y sentir las fuertes manos de Bufano separándole un poco las piernitas.
XVIII
Mira Patria mi erección.
XIX
Con permiso de Cela, Hollmann y Arrabal.
Y con la ayuda de Susan Sontag.
Y con la ayuda de Vicente Aleixandre.
XX
Sé feliz, cornudo. Tomá tus precauciones. Si suena el teléfono, más vale que no sea Movicom, si no se te engancha la antena en los cuernos y hacés cortocircuito. Se queda pegado hasta el que está en la línea, hasta el que llama se queda pegado.
XXI
Machuca no saques la basura, a ver si te confunden con una rama seca arriba de las bolsas y te llevan. No te agaches, a ver si te confunden con una rama seca y te llevan. ¿Pero qué es esto, una rama seca con un hombre debajo? Los de Venturino. Y resulta que sos vos. ¿Con qué te peinás? ¿Con rastrillo? ¿O con la horquilla? ¿Dónde te lavás la cabeza, en la fuente? Con razón cada dos por tres está vacía. ¿Qué shampoo usás, qué shampoo viene en un bidón de cinco litros? ¿Qué usás, anteojos con tiras? ¿Quién se encarga de pasártelas por los cuernos?
XXII
Sé feliz, cornudo. Lo que ganás en el diario no te alcanza para reconstruir tu casa. ¿Qué otro laburito tenés? ¿En qué otra changuita andás? Gastás más plata en restaurar que en vivir. Vivís para restaurar. Todo lo que rompés con los cuernos.
XXIII
¿Nunca te denunciaron por tajear a la gente cuando te agachás para escribir? Los que tenés enfrente. Tenés que escribir a dos metros de la pared. No arranqués los parabrisas luciendo los cuernos. Sé feliz, comprate un jeep.
XXIV
Es todo confuso pero quizá sea cierto
calumnia que algo queda
ayuda al que necesita que algo queda
descúbrete ante el pordiosero que algo queda
alaba que algo queda
roba al poderoso que algo queda
recuerda los momentos amargos y felices que algo queda
olvida que algo queda.
XXV
Yo no sabía quién era yo, de dónde venía, quiénes habían sido mis padres.
Un día mi madre me confesó que me había reconocido la primera noche que nos acostamos juntos
no me dijo nada para no avergonzarme
ella tenía que vivir y yo tenía que comprender
tenía once años más que yo y se ganaba bien la vida
nunca le faltaron clientes porque no se negaba a nada
no me dijo nada por si me daba vergüenza de volver a acostarme con ella
tenía miedo de perder un cliente
comprendé que tengo que vivir
ahora ya veo que no te da vergüenza
me dijo que en el amor lo peor es el calor
hace hervir el cerebro y el corazón
por eso se dan tantas deslealtades y crímenes
para ser puta hay que tener instinto y dignidad
si no tenés instinto te morís de hambre
y si no tenés dignidad igual te matan a puñaladas
mi madre llegó antes que las mujeres decentes
se metió a puta porque era lo que le gustaba hacer
después de coger cuando me iba mi madre me pedía que la besara en la frente
por respeto.
XXVI
(Lo que está entre paréntesis no tiene nada que ver.)
XXVII
Mutis por el forro.
TODO ES RELATIVO
dos hombres luchan y uno vence
si el que vence lo logra por circunstancias ajenas a su capacidad
cualquier tipo de vanidad sería deshonesto
si en cambio lo hace por mayor fuerza o destreza
su superioridad era anterior a la lucha
lo que demuestra que la lucha no agregó nada nuevo
para demostrar algo
si bien es gráfico hacerlo mediante algo menor
comparativamente es sólo positivo si se lo hace mediante algo mayor
ya que de esta manera lo demostrado resulta ser mejor que sí mismo
única razón valedera
ya que lo dado
(anterior a la circunstancia de la lucha
por ejemplo)
ya es
por lo tanto no necesita demostración
todo es circunstancialmente
VOS VAS A SER MI PAPÁ
Vos me vas a proteger bajo tu ala
mientras bebo el sudor de tus axilas
vos me vas curar la herida
esa que sangra y palpita
vos vas a llenar ese agujero
y todos
los que tengo para el llanto
vos me vas a entregar tu casa
para yo hacer a mi placer
y al tuyo
me sentiré protegida
y me volveré fuerte y hermosa
mis mejillas serán rosadas y mi
boca tendrá sonrisas enormes
mis ojos tendrán el brillo distinto
de las mujeres dichosas
No cambies, vas a ser mi puerto
en el que encallaré como ballena
enorme como un corazón desesperado
buscando morir para encontrar la vida
Y moriré, aquí, vaya donde vaya
haga lo que haga,
sienta lo que sienta
vos vas a estar conmigo
y resucitaré entre los escombros
de pies a cabeza nueva
seré un fénix de fuego
se habrán quemado todas las patrañas
y seré hermosa, infinita,
y tuya
EL SILENCIO ES EL HIMNO DE SONAR A UNO MISMO
Te nombro con silencios
y con soledad de un solo principio.
Te toco con espacios vacíos
como acercándote mi costado
al sueño de mi vigilia en que llegas.
Anchas noches sonoras de mí mismo
son inexorable oficio cotidiano
por eso noche a noche te acomodo
ese rostro sin facciones y sin rictus
(esa manera de poder ser tú
cualquier primera)
Nada me sorprendería
Podría aprenderte como
desenterrando rostros que fueron
Todo puede ser tú, si paso sólo
a recoger tu nombre.
ME ENCANTÓ LA PAJA
Me encantó la paja, hacer lo que me dijiste. Yo siempre disfruto el baño, pero era cien veces mejor. Sólo tocarme, sólo sacarme la ropa ya me estremecía el cuerpo de placer. Les dije a mis manos que eran tuyas y que tenían que ser buenas representantes y tocarme toda, empecé por los pezones que son lo que más me
excita, me vuelvo loca con los pezones porque uno puede jugar con ellos, tirarlos, pellizcarlos a distintos ritmos, a veces juntos y a veces separados, masajearlos y eso produce muchos tipos de sensaciones que me llenan de placer, así que eso hice:
con mis dos manos en las tetas le di en el gusto a los pezones, que estaban mojados y suaves, a ellos les gusta ponerse duros en esos casos, pero en el agua caliente no les resulta, son un poco como yo contigo, al final se hace lo que me dices tú
Luego me metí las manos en la entrepierna y estaba mojada, jugosa pero no de agua porque el líquido era más espeso. Metí mi dedo en la vagina y probé mi propio fluido, que me encanta. Siempre estaba pensando en ti. Me sentía súper femenina, orgullosa de estarte haciendo caso en todo. Luego le eché jabón a mi vagina, mucho jabón para que diera mucha espuma y le di un masaje suavecito, y ahí quedé. Me lavé el pelo, el culo, el espacio que queda entre los dos lados del culo con mucho jabón y sintiendo todo, y volví a la concha y a las tetas, que son con las que me llevo mejor. No sé cuánto duró, fue rico. Te voy a decir la verdad, no tuve un orgasmo gigante como ese que me pediste, fue uno suave, tiernito, y para adentro. Pero
voy a seguir practicando hasta que sea exacto como te gustan a ti.
Luego fui a tomar cerveza con unos amigos, y pensaba en ti a cada rato, y tenía de esos estremecimientos que a uno le dan cuando tiene ganas. Tocaron una canción que a mí me gusta, en inglés, y al escuchar «just to please you» (sólo para complacerte), me calenté por oleadas, tiritaba. Todos me preguntaban qué te pasa, saben que ando rara, se me nota. En un momento fui al baño del bar y me masturbé para ti. No llegué a ningún orgasmo pero voy a mejorar. Me mojé con el agua helada para limpiarme de pis y me enfrié un poco los pezones. Luego en el micro de vuelta la concha se me movía sola cada vez que pensaba en ti. La última paja de hoy fue en el baño, y me acordé de una frase que dijiste, «tres dedos en la concha»; y lo hice para ti. Estuvo bien para ser el primer día, verdad?
Hijita
LA MAREA ENVAINADA ENTRE TUS PIERNAS
Empieza en los dedos de tus pies
deltas de pan y de firmeza
el continente donde desembarcan
mis besos como exploradores y
suben por las dunas perfectas
de tus piernas de subterráneos océanos
Empieza en cualquier poro
en cualquier centímetro de piel enamorada
en el agua vegetal de tu cabeza
en tus párpados donde no hay nada escondido.
Empieza en tus manos a veces
en tu aliento donde vive la sospecha
en el olor melodioso que dejas cuando pasas
en tu nombre si no estás, cuando te nombran
empieza, empieza y sigue
empieza en mí, porque te traía conmigo
como un hambre de milagro antes de hallarte
antes de que hubieras sido siempre
como una cueva sagrada.
Empieza y es la primera gaviota de la tierra
el primer amanecer sobre la nieve
y mi corazón reconoce su demorado nombre
desde su hondo trayecto de extravíos
como un ciego de manos luminosas
Empieza constantemente, siempre
como empezaba antes de llegarnos
igual que una exhaustiva geología
que preparaba la fertilidad para la rosa
Empieza en cualquier cosa, a la mañana
en el cuaderno que me llama blancamente
en tu imagen que es el primer recuerdo
como un faro en la niebla
Empieza siempre interminablemente
como toda el agua de la tierra
de innumerables raíces en la atmósfera
de infinitas arterias hasta el mar.
Empieza y me lleva hasta las vetas
de tu cuerpo templario de altares y escondrijo
allí enumero la redondez de las naranjas
mido el olor total de los jardines
y escondo todas las espuelas de la luna
en la marea envainada entre tus piernas.
Es el amor ya lo sabías
que lleva las infinitesimales cosas
de mi vida a tu nombre y tu recuerdo
como a un continente de eterna subsistencia.
EL VIENTO DESCONOCIDO
I
Esgrimo tu imagen como una antorcha con que flotar en un mar de tinieblas hasta que llegue el alba y pueda soplar sobre las velas.
II
Abrirte sobre tu silencio boquiabierto como los caracoles sonora de sombras y savia cerrada en el ventrículo caliente clavaré mi invasión como un grito infinito para poblarte el acecho de tus ciegos después. todo después todo tendrá una palabra porque somos pobres de silencio
III
Subiré por la sien de tus días como un cóndor ciego hasta despeñarme el deshielo de tus ídolos
Recojo de mi estirpe de pasajero en cada rostro de la historia
IV
ermitaño de silencio mi estrella es un cerrojo al infinito garganta sin oficio pregunta piedra afuera de la piedra
V
Remé durante tanto viento vacío que ya no tengo fuerzas para izar las velas ahora que hay viento
HAY UN INSTANTE DE EMPEZAR A CAER Y MORIR
Potros de mar se enrollan
y desmoronan abatidos
como toldos
pero más que todos
manos de eterna desesperación
de abismo
que intentan asideros
en la arena sin dedos.
(Hay un instante de empezar
a caer y morir,
en que todo el rastro
que se encarama hasta los pies
sobrevive
como una casi potencia
de todas las horas que han sido,
por la certeza del instante
que no tiene después.)
Luego caer y detener el tiempo
que ya no puede ser vejez
ni lejanía en los recuerdos.
YO NO QUISIERA PERO QUIERO IRME
Yo sé que estas cartas sólo te las habré escrito. Que tal vez nunca las ataré a la sinceridad, al viento, a una estampilla. Sé también que es muy posible que nunca te deje este cuaderno para que lo abras. No sé cuál es el miedo. Tal vez el de que te pierdas dentro de él como en un templo interminable por misteriosas lámparas y catacumbas de desconocidos lenguajes. Y sin embargo yo soy este cuaderno. Este cuaderno soy yo.
Como amigos que fuimos tantas veces sin palabras, quisiera contarte lo que me asalta y me ilumina, lo que me vive y me prolonga, lo que me explota y lejanía. Pero no puedo. Debo no poder, porque éste es el inventario de una partida. ¿Cómo pedirte que enciendas tu sonrisa, que compartas alegre la ebriedad de mi alegría? Yo me voy aquí, tú permaneces en esas cosas que fueron una vez un poco mías. Como un ratón escondido saltará de algún ropero alguna zapatilla, en algún momento encontrarás mi gastado cepillo de dientes, algún enronquecido poema, un billete de avión o de tranvía. Tú deberás lavar las copas de la fiesta, vaciar los ceniceros y ahuyentar por la ventana el día. Tú no podrás respirar, hasta yo me siento solo en esta despedida, en la casa blanca de mirada marítima, en la casa nuestra sonora y vacía.
Naro, a veces los gusanos se vuelven mariposas, hay ciertas hormigas que vuelan en la primavera, y hay mil cosas hormigas, mil cosas voladoras. Tal vez somos retrasadas golondrinas,
rosas de pasada u hojas migratorias.
Yo no lo sé, me estoy cayendo de este árbol,
me voy por las encías de la tierra
con rumbo de otoño, la fecundidad es mi paso.
Me arrastran lejanas primaveras
con riendas de besos
pero yo no me arrastro,
mi partida es dolorosa pero tiene algo de vuelo.
Nuestras ramas ya no me sostienen,
me ha tocado el otoño,
a ti te toca el invierno.
Yo caigo a pudrirme con la lluvia
y tú te quedas a secarte con el viento.
Es triste, ya lo sé, todo era triste,
antes que inventáramos la espuma,
la palabra, el verso que lo dice.
Es triste, yo no quisiera irme,
pero en mi corazón me estoy volviendo puma
y hay algo muy urgente que me embiste,
me existe, me levanta, me caminos.
Yo no tengo razones, tengo polen,
algo que en los ojos se desviste,
un poco de melancolía, algo de hastío,
un instinto natal por otros donde.
Yo no quisiera pero quiero irme,
ella se llama con un claro nombre,
como el agua que trota por las piedras
y tiene mirada de galope.
Quisiera contarte cada verso,
cada guitarra temblorosa, en celo,
quisiera contarte cómo es ella,
pero no puedo, de verdad no puedo.
Se me cae la voz hecha ceniza
y el alma me huye como un tajo.
Yo la quiero, yo también te quería
con un poco de paz y de trabajo.
Yo también estoy solo en esta carta,
se me acercan las manos de mi hijo,
se me posan, me besan y me matan,
yo estoy solo en esto que te escribo,
yo estoy náufrago en el altamar de mis recuerdos,
yo estoy solo en la casa solitaria.
De noche, algunas veces, entre besos,
entre húmedas palabras como savia
y ahora en esta pieza en el cuaderno
recuento cada poro del silencio,
cada grumo del sonido en nuestra cama,
cada célula de amor y cementerio.
Voy como un lento gusano por los muros
midiendo la totalidad de mi partida.
A veces me detengo en algún cuadro,
en las lentas herramientas de tu vida,
en los rincones hundidos, más oscuros,
en una simple cuchara en tu cocina.
Me detengo en cada cosa y hasta a veces
me faltan alas definitivas,
pero debo partir, me está llamando
un instinto de vivir o de nacerme.
Como un tren me espera aquel pasillo,
me fusila la puerta y los zapatos
saben que no tiene regreso ese camino
y tiemblan en silencio, por debajo.
Tal vez no es ahora la partida,
tal vez a cada cosa ya me he ido
sin saber que me ganaba la ceniza.
Tal vez ni estas páginas que he escrito
forman parte de nuestra despedida.
PARA DOMAR A UNA PUTA
Para domar a una puta debés tener un propósito de
acero. Primero debés atraparla. Para eso debés conocer
sus rutinas, saber cómo y cuándo tender la trampa.
Hecho.
Ella puede caer, pero no olvides que es una fiera. Es
una hembra salvaje acostumbrada a hacer lo que quiere.
Si la querés domar, debés ser más fuerte que ella.
Unos consejos a seguir:
— Nunca formules una pregunta si no estás listo para
oír cualquier respuesta.
— Nunca digas «no puedo». Tenés que poder. Si no
podés, ocupate de que nunca se dé cuenta (lo puede usar
para escaparse, o peor aún para matar). Si se dio
cuenta, cagaste. Tenés que poder o huir vos.
— Nunca digas «qué sé yo», a menos que estés dispuesto
a hacerte cargo de tu ignorancia, es decir, que no
importe.
Tenés que jugar con ella, a veces ser tierno como un
cachorro y al segundo instante ser implacable. Tenés
que controlar a tu fiera con recompensas y con castigos.
Tenés que tener claro qué querés de ella. Ten en
cuenta que es un animal de costumbres callejeras. Eso
tiene ventajas y desventajas. La concha se les maneja
sola, pero siempre está húmeda. Cuando están
apasionadas no te sueltan. Ten claro lo que querés de
ella y mantenla siempre apasionada.
Tenés que ser fuerte, muy fuerte. Esta clase de
mamífero no para, crece siempre con el tiempo. Buscan
un objeto abstracto llamado «Libertad». No todas, pero
las putas bien putas sí.
Tenés que estar siempre un paso adelante y dos pasos
más grande. No para impedirle el paso, sino para ser
vos la puerta.
ASÍ ERA SIEMPRE QUE SE IBAN
Así era siempre que se iban. Todo quedaba detenido como un fantástico hueco repentino. Todo era yo en adelante casi como siempre, sólo que entonces ya ellos no. Ya no su sitio inexorable, su diario ciclo de fragor, el lívido pedregullo en la garganta que me irritaba. Ya podía yo. Y me extendía en la infinitud de la casa sola, como un mueble más, el único testigo de todo, el único que computaba los tal vez que a veces me ponían loco.
Dejaban una estela como ese rastro de chicharras que hace un poco la tristeza de los borrachos que no pueden ser parte de una fiesta; su ruido pagano se estiraba como sus aquí que iban con ellos.
Luego como siempre el silencio salía de su madriguera, nunca el silencio asume tan velozmente los ámbitos (tal vez siempre necesité tiempo para creerme loco) como los ruidos.
Después de una puerta se acomodan los latidos de los lugares vaciados con el mismo ritmo decreciente del temblor del agua que se aquieta. Todo se diluye luego. A veces se tiene conciencia exacta de cuándo son las veces de las cosas y cuándo son las imágenes, pero otras uno se destiñe en el delirio: si acertar a señalar el límite entre la realidad y la imaginación.
Así era siempre que se iban, el silencio se hinchaba de pared a pared, una niebla para mí solo como si yo lo segregase. Yo era un reloj de silencio porque el tiempo sólo existe en los relojes y este silencio me necesitaba para existir más por un testigo. Y los tenía a todos, silencio de cada uno, porque se habían ido como siempre.
El sobresalto viene cuando uno no espera el hecho que lo sobresalta. Cuando yo estoy solo gobierno todo y si quiero ahuyentar el silencio yo mismo grito. Por eso me sobresaltó esa presencia de otros en otros gritos afuera que yo no decidía. Me perforaban el albedrío de ser yo solo todo lo que había quedado. Es cierto, hay cosas que me despistan, por ejemplo el teléfono, porque el teléfono si no hubiera sonado podría haber sonado o no. Si yo no hubiera atendido podría haber seguido sonando o haber dejado de sonar. Ese desorden de arena histérica e irregular, metódico grillo de metal.
Nadie contestaba. Qué vacío es el lugar donde deben ser las voces, que no están. Una pregunta infinita, la lógica la limitaría a las posibilidades de un cuaderno telefónico o amistades no anotadas. Pero bastan sólo dos para lograr una duda infinita, y nadie contestaba. Cerré los ojos, el golpe se demoraba, los abrí, sin miedo porque siempre que juego a las apariciones no aparecen.
Necesitaba el teléfono. Era como irme por las ramas. Descolgué, como asomándome a un abismo rojo, ese zumbido redondo y caliente, ¿quién lo sentiría frío o alargado? Pensé entonces que cualquier voz podría reemplazarlo, ésa fue la primera vez, todo el mundo es en una mano un lugar común para todas las cosas, como un único ahora para todas las veces. Es una historia rectilínea, numérica si se tiene ritmo, y si no simplemente sucesiva.
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
«Lemoine acrecienta el patrimonio cultural de la Nación.»
MARÍA ROSA SOLSONA
Secretaria de Cultura
Municipalidad de Gral. Pueyrredón
Mar del Plata
Argentina
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