Para amedallar de luna unos prados azules (Libro)

Para amedallar de luna unos prados azules (Libro)

Para amedallar de luna unos prados azules



A María Bárbara Cirer

(POEMAS)

1.

Jaron,

No sé cuándo es cuándo ahora que dejo este papel como un grito en una botella a la deriva. Un grito con mariposas y albas en celo, con relámpagos nuevos como el tiempo con manos descalzas y ojos boquiabiertos.
Quiero verte, a veces lo hago. Es adentro, un poco caracol. Es tanto veredas o cafés, nombres lejanos. No importa que no nos encontremos en el aire. El espacio respira siempre las mismas palomas. hay otras atmósferas y otros vuelos.
Hace tantos recuerdos, hace tantos ojos ya estibados, nos dimos la mano o la sombra. la amistad fue un cubil de astros invernales, y nació la ausencia. ahora somos lo que vinimos; lo que no, no es muerte, es espera es mañana es tal vez, es el universo de la habitación antes del alba. Esa luz es la realidad numerada, nosotros tenemos la otra, la infinita. Aunque haya un racimo de fotografías deshabitadas, con intemperie de sombras que un poquito duelen los días que pasan sin vernos.
Para tu labor de pastor de palabras no tengo otra cosa que esas huellas tal vez aún húmedas y el asombro por tus linternas sin fatiga.
Te quiero y un poco de ese extraño corazón de burbuja que nos sostiene en los días melancólicos parte de tus vigilias y de las mías ahora que sé que en los viejos papeles nos damos un tiempo sin números.
Quiero también que marilói. Que la sepas y la imagines porque es algo hermoso que me pasa suavemente como el amanecer en el mar y a veces furiosamente con espuelas de espumado plenilunio.
Chau, amigo, hermano, desde los lejanos “Búfalos” infantiles hasta las desoladas praderas donde aún laten los galopes que nos perduran.
Cuidate y escribime cuando los sueños te desborden o te sobren latidos.

2.

La liturgia de las manos nunca ha sido nuestra
Eres un templo y un sacerdote
y yo tengo templo y soy un sacerdote.
Como la sombra se acurruca en los rincones
de las grutas
estás llena de silencio en tus honduras.
Hay cerrojos que nunca descifraron las ganzúas
y tu pelo no lavó nunca mis manos.
Tal vez un día aprendamos las abejas,
y copiemos esa manera de tener sagrarios
en las manos
y mordamos el néctar del silencio
cuando sea la palabra insuficiente.
Allí donde te bifurcas
con la hiedra en la confluencia de las ramas
tiernas
donde el humus murmura el ruido de la tierra
y un pájaro duerme en una tumba tibia
tienes un rincón de sombras
que vuelve más inútil una antorcha solitaria

3.

Drago tus ojos
túneles con olas de sombras
y latidos de pájaros y estrellas
Pasadizos infinitos
con acceso a la mañana de tu alma.
vuelco mi pregunta cotidiana
en el cerrojo hermético de un templo
quiero auscultar tu silencio.
rema mi corazón
como una golondrina
el cielo acaba al otro lado de la noche
el eco vuelve de tus ojos
como el húmedo vacío de los cántaros
sonoros de silencios.
Llevo a abrevar noches enteras de imágenes
soñadas, de recuerdo, de rezo o de tristeza
contra tu verdad que eres.
tus ojos muerden la noche
y de noche, como ahora
muerdo tus ojos con afán de ancla
y te recuerdo con los ojos cerrados.

4.

Digo que te recuerdo ¿y sabes por qué?
porque todo lo recojo en tu nombre
esta tarde,
porque tengo la tristeza partida hacia tu alguna parte.
Por eso digo que te recuerdo,
porque eres aún en veces que ya no tienen ahora
y estás en el fervor de todos mis todavía
un poco de mis ámbitos consagrados
que en estas tardes grises
raspadas de trajín mundo y esquina
en un tango caliente se llaman melancolía.

5.

Inconcebible encaje
coagulada música sin testigo
tan sólo para una tarde gris.

6.

Ahora tú eres un largo tal vez
donde yo nada pregunto,
sólo te imagino sin pretender adivinarte
porque me basta para el sueño con soñarte.

7.

Anoche me asomé al cielo
y las estrellas llegaban desde la nada,
inaugurando sus algos.
Eran como embriones de luz
como una ciudad en el último instante de naufragio
antes de desaparecer.
Ahora me asomo y veo olas quietas de jabón.
Como coágulos de música helada, detenida
como himnos catalépticos
clausurados
de otros mundos,
como perdidas oportunidades de música
de otras vidas.

8.

El tiempo pasa instante por instante
No pasa el tiempo para el tiempo.
El tiempo pasa,
se sangra gota a gota
punto por punto como la distancia al infinito disminuye
O mejor,
un puente de ahora
hace sombra en el primer después.
Hay un instante extraviado de las horas
como una gota desterrada demorada
Ésa es la eternidad
El tiempo es la lejanía de lo que estuvo cerca.

No conozco tu alma
ando a ciegas por manos

9.

No conozco tu alma
tanteo como un barco con ventanas sin importancia,
a ciegas
por tus manos y tu boca
e imagino que se evaporan sendas de tus ojos,
y que el perfume es una palabra resucitada
pero no conozco tu alma,
yo creo en tu alma
como en un pueblo
o un puerto
donde crecen los embriones de los barcos
y luego mirarás,
palparás,
dirás,
y llegarán
entre la niebla
a mi
puerto
Miro tu vientre y me llega una fe de altares
bebida desde las cúpulas
Tú eres un barco y viajas
con el viento arrinconado en los vientres
de las velas,
tienes un barco de tres velas,
tres vientres.
Dos iglesias y un sótano.
Y un templo nuevo ebrio de primavera
te crece desde los vértices,
desde las gargantas y los túneles
inculcado desde los cráteres,
como si una sangre peregrina
encontrara el altar de un corazón al fin.

10.

Creo tus ojos tus manos,
para no morir seco de sol,
ávido de pájaros.
Creo en tus manos.
Mis manos creen en tus manos
en las palomas de tus manos
como templos abandonados
como árboles secos,
olvidados

11.

las valvas del paréntesis empaginan
el rincón donde se compagina
mi gravedad de piedra por tu abismo.

El halo del perfume como una aureola de hache
la afonía del aire perfumado.
El silencio pronuncia su hache, su color
de espacio vacío,
como un techo sin columna,
o una palabra inacentuada,
el viento enronquecido de árboles
espumoso de árboles afónico de polvo
acústico y cóncavo de viento.

12.

Es la hora en que el día ya no deja lugar a la esperanza

13.

Donde mis monstruos son dulces
Donde mis asesinos arrullan niños de naranja
Donde mis zaguanes tienen pordioseros
redondos en el frío de los perros
Donde mis túneles son venas
con sangre de sol

14.

la luna, púlpito de pan

15.

De tus noches sólo tengo lo que escribo

16.

Ah la boca de gaviota de sangre
los dientes de luna

17.

Camino digiriendo el frío
hasta que la sensación es un grito
y tengo gula de dolor
y sigo solo y sordo dentro de mi silencio
islando en mi pensamiento acústico
donde todos son ecos de palabras antiguas
lejos de las playas de las voces nuevas
lunando en el firmamento de un mar de recuerdos
de palabras nuevas de recuerdos nuevos
de cosas viejas de recuerdos viejos
viejos como el día en que dejé de no esperarlos.

18.

Te pude
ahora yo
amiga mía
el sueño fue

19.

quiero beberte la voz
agua de fuego
lluvia trigo de música

20.

Aquí eres
yo que te existo como
un espejo
y voy a ser a veces sobre
tu cristal
porque seremos recién en
el testigo
voy siendo mi parte de
nosotros
que podemos tantas presencias

21.

Ah! tu pozo volcado
cerrojo de infinitos
donde guardas
la locura tan oportunamente
cuerda
pozo hacia fuera
hacia el cielo.

22.

No volveré por mis palabras
ni a buscarlas
ni como un barco que vuelve a ayer
mordiendo la cuerda que se fue a la espalda

no volveré
un día partido, partido cada día
porque partir es mañana siempre todavía
no voy hacia la palabra que diré
aunque pase por mí tantas veces

23.

se fue a sí
mismo

24.

Amigo llamarada hace tanto nunca no sé cómo, empecé a venirme; aún no me he llegado del todo tal vez pero algo estoy aquí esperándome. Por una indescifrable calle venimos caminando aún en un recuerdo. Vos necesitabas algunas máquinas de foto. Luego nos vendríamos a Europa. faltaba poco para nunca. Pero esa calle se vino conmigo y ahora se me sube a esta carta como tantos recuerdos que están haciendo espuma debajo de tu nombre y que sostienen tu sombra de animal galáctico. Venas abajo de un grito, raíz abajo de mi memoria viven aún sueños que somos inmortales. Podría apilarlos uno por uno como en una columna infinita y en cualquier número del mármol dormido recoger mi imagen sin dolor o intemperie de espejos.
Aquel inmediatamente remoto capitán de búfalos (tu garganta galopa a mi lado como una nube) las mañanas Lanata y el mate fiscal de las escuelas, María Amalia como un primer ritual compartido Tu composición a San Martín que aún sé cómo empezaba , aquella aún indescubierta viga de la academia Marque que precedió todas las cábalas fracasadas (ciertas cosas no pasamos de ser nombres y bienintencionadas biromes) aquellas interminables tardes en el patio de aulas del liceo que hoy sería sorprendemente más pequeño, todo viene o vengo a flote como un alud antecedente. ¿De cuántas cosas nos vamos quedando minuciosamente solos? Vivir es recorrer gota a gota el inventario de la muerteçHace tiempo, no sé cuánto otoño hago, te escribía una carta que tal vez medra entre los tantos escombros de papel que me he venido amontonando y te decía que pensando en un viaje a B.aires que estaba por hacer, me entusiasmaba la idea de encontrarnos.
Eso de la arquitectura del propio destino es cierto. Nada es culpa, pero tanto somos culpables: 1.ª persona del singular: yo y mil veces yo. En uno de esos viajes de hace dos o tres años me encontré con una carta y un telegrama que no pudieron mandarme desde casa por ignorar mi paradero. Éste es más o menos el itinerario de un silencio postal poblado de biromes y blocks pero huérfano de estampillas.
Casuarinas arremansa su dimensión inmóvil y aplasta mi ventana que me asiste de meses y kilómetros.
Hermano, feroz, furiosamente hermano, más que de sangre, de luz, de aire, de sueño de desbocada raíz y de intiempo, hermano de siempre y tanto nunca, hermano y lejanía, Jaron espuma, cubil de desmesurados astros guitarra del aire, mi corazón se arrastra por lúgubres pasillos. De tanto palabras nos quedamos con el silencio y tengo que gritar esta tiniebla de canto, amigo. Un volcán se me trepa a la garganta , tu dolor es primavera y quiero prados de llanto monumental para acompañar tu vendaval de párpados, tu campanada mineral de soledad, hasta que vuelvas la sonrisa que se te ha volado (de) la sangre. ¿Qué puedo decirte sino que te quiero, que estoy de alma contigo, de memoria y dientes contigo y que quiero cooperar con tu memoria porque también el mío es un destino de fotografías y desde el cuello del miedo mi grito es el tuyo porque ya un día, cualquier mañana hago pie sobre la misma improveniencia , retrato eterno de la melancolía. Ahora que la soledad tiene un nombre, en esa orfandad que te abunda, somos más hermanos porque yo, sólo un poquito forastero tengo las mismas lágrimas.

Rolfi

25.

una misma velocidad
dos ritmos diferentes,
objetos diferentes

un mismo ritmo
velocidades diferentes
tiempo diferente.

26.

Tú no sabes cómo sólo tengo la luz
Yo a veces busco tu recuerdo
para encenderle a mi silencio una
lámpara
Despido mi último verano
y no vuelvo la cabeza hacia ninguna
golondrina.
Pero esta tarde, suelto el pez de mi mano
para buscar el rumbo de mi silencio
olvidado
Sí es cierto, te canta la sangre
su canción de tarde,
te enciende el rezo la azul melancolía,
pero ya todo el acecho asomado
se retrae, para guardarte sólo
como un ara. basta tu recuerdo
ahora, tal vez una manera de olvidarte

27.

Vuelve al templo el fervor perdido,
ya no soñará
la paloma de la altura
que se alaga sobre playa solitaria
Esta tarde,
Esta tarde de vino se me clava
como se me clavó tu rostro al medio
del lejano sueño.
Ya no será mía aquella canción
sin ruido
aquel buzo que fui a buscar en
tu mano de campana

28.

Inviolable hermetismo encascara mi mente
Cárcel corpórea de etéreo prisionero

29.

la paz de piedra inmóvil

el pensamiento ágil

la paz de goma ágil
el pensamiento quieto.

30.

Yo sé he sido feliz queridísima Vivi. Pero recién lo supe hace un rato. Se sienten ganas de atravesar la lejanía y acercarse a la carne para amamantar la imagen.
Fui feliz una vez, hace dos días cuando terminé de leer tu carta y estaba lleno de sol como una iglesia de cristal en el medio del verano
La alegría se me caía de las manos y todas mis abejas visitaban tu imagen de manzana.
Un himno de sol resucitaba; tu tristeza fue mi lámpara, como un alto faro en la tormenta. Gracias por ser buena, por mi mano que se vuelve pájaro para volar hasta tu distancia. Gracias por tu tristeza que se da la mano con mi honda soledad sin testigos.
Yo soy tu amigo desde el silencio y desde este grito desbocado, como un mar borracho desenfrenado de luna, que te busca y te encuentra, más allá de la angustia y de la hora sola. Yo te quiero porque tus veces están donde yo existo. Porque pasamos a recoger el nosotros, donde esperaba la profecía que nos nombra.
Yo te quiero porque mi verano crece de tu hondo sol donde no se bañan otras manos que las mías.
Por eso me gusta enjuagar mi silencio en tu silencio como haciendo corazón con nuestras manos.
Atravesamos la noche para encontrarnos a la mitad del sueño.
Deponemos larga historia de cerrojos para abolir la lejanía.
Y estamos aquí desde aquí y desde siempre con ayer y mañana caídos hacia nosotros que nos damos las manos como un beso demorado desde el largo miedo.
el sol endereza nuestros recodos y sin pasar por el mundo mi alma cae a tu alma como la dulce lluvia de tu voz recuperada.
Sobre nuestra savia que se enreda en sangre somos dos tristezas derrocadas y una sola alegría iluminada que nos llama. Por eso te quiero, y porque te querría igual desde tu propia y sola existencia
Hoy que existís en la soledad que no me deja solo, todo mi vacío se llena de presagios, y estoy aquí anticipando tu mirada desnuda, desde lejanas tumbas que se descalzan en tu garganta para soltar amarras a tus palomas que me llegan como te buscan desde hoy las mías.
Abro una puerta que no se ha cerrado nunca y encuentro nuestras manos que han estado juntas desde nosotros como dos horneros consagrados de barro.
Mi beso se te acerca como una abeja recién empezada, para inaugurar el rito de comerte la sonrisa y la tristeza.

31.

Mi querida Chichita, ya han empezado las cláusulas, (estoy escribiendo en el colectivo, «explicativo de los borrones»)
Desde ahora la consigna es nunca, porque así es el imperativo de tus cosas.
Yo estoy más acá de mi propia tristeza con tu imagen al hombro del recuerdo errante, callada vocación de destierro acatada a la distancia y la luna de los otros. Mi mar late de propio corazón, como los sapos, pero no tiene plenilunio que desbloquee rebeldías porque el corazón es un galeote nómada, y es mejor si inventa solo el rito de nadar tanteando tumbas, pero tascando la fatiga y el vigor de ser su propio barco.
Un día eras de ritos silvestres. Los ojos de gorriones extendidos hacia el infinito de los túneles.
Y toda tu catedral de oro con el sol del mediodía multiplicado de ecos en tus ámbitos sin misa.
Después el mundo, la mano la trinchera la esquina ciega y el paso perseguido de navajas
El plenilunio regalado, una manera más de hacerte profecías. Pero el miedo estaba en los zaguanes y la luna era de pan y cal y tu corazón
buche de savia en un punto de mediodía batallado, depuso la canción de hornero, el simple barro y el himno de presagio y mediodía que se comen los dulces asesinos (porque los niños nunca son desnudos)
Y allí no más esa tarde, derrotada, depuestas tus trincheras sin guerra y tus muertos sin sangre adherida a fervores sin canciones porque el miedo te impidió los héroes.
Yo soy un rasgo de silencio cobardía vertical sin asesino, pero me digo me nombro y canto y sé el propio tallo de mis sombras, devoción crecida de las piedras como el submarino tesón que alza las hiedras con la obscena infalibilidad del cáncer.
tu tú largo árbol azul , pasión de abejas sin la prostitución de las plazas a propósito
el mundo es un lento veneno que logrará tus mecanismos asestándote la ferocidad de balcones y engranajes.
Mueres, mueres, mueres, como las cosas que inauguran una nueva vida y pasan por el día sin alzar los hitos ni inaugurar las cruces

32.

Querida Cristina.

Dos cosas no serán en esta carta. Una, escribirte al final lo que vos misma dejaste en aquel papel, una noche que todavía importa aunque diga cualquiera; la otra cosa que no será es hablar de alguna carta que no te ha llegado y tal vez no te llegue
Todos tenemos un tiempo. Ésta es la primera vez que te hablo del tuyo. Tal vez un día vos me hables del mío. En realidad no importa. Ahora me hago a la espera como un labriego que a la orilla de la tierra echa a andar un tiempo frutal.
Un día te tragué los ojos; ahora te los vivo como la tierra convocada en las semillas.
Por eso te hablo de tu tiempo, de los ojos; porque yo tengo un pedazo de tu tiempo y de tus ojos. En realidad todos tenemos los ojos y el tiempo de todos. Encontrarse es poner un costado en un costado. Por eso aunque tengamos el tiempo y los ojos de todos, no todos han sido por nosotros.
Aquí te alargo una hora para ser en los dos, nosotros que sí hemos pasado por nosotros.
En el campo tengo un montón de cuadernos y papeles entre los que está tu letra.
Esta carta ya ha terminado.
No puedo cumplir (por ahora) ni con el formulismo de intercambiar lo escrito una noche, ni con el de pedir perdón. por eso me limito a desearte suerte en los exámenes y tratar de volver a las cosas que no nos sobren.

Un gran beso.
hasta mañana
tal vez te mande esta carta.

33.

Mi cabeza,
todo el mar degollado ave de música latida en luna
sobre tu pie marino raíz de pan pájaro dormido
tañerá el hambre mineral que te tierra
desde la música que se derrite en tus manos
hasta el campanario que silencio a caracol
en el águila de trigo
en la arista de dolor que te afila las esquinas
recodo inmemorial el muelle sin partida
andenes de sangre cortada en piedra
el ciego de cerrojo apila manos de silencio
en la garganta que te ultima en sombra

34.

en el vientre de tu garganta un grito vacío me espera

35.

En los suburbios de tu sangre
donde las cenizas del vino son
pájaros que
perdieron la altura
andenes de espera sin distancia
tu corazón queda
como un puerto sin partida
Yo tengo tu albedrío de
ciego mientras el mundo
ojos atrás del vino que te empuja
leva anclas
más allá de
la niebla
y más acá
de un templo
dimitido

36.

He perdido bandera en medio de la batalla
y lucho ferozmente sin saber amigos o enemigos
Ya todo es espada y furia
y he perdido patria y altar y religión
y fe y mano en la mía
o vigila para mí desde un lugar
donde no estoy

aquí yo ahora,
este lugar donde soy
y esta manera de ser yo y no alguna
otra cosa
y este instante constante que vivo
como una isla en un río, inseparable y siempre
ahora
limítrofe de lo recordado (siempre igual)
y lo soñado (siempre soñado).
todo he perdido y en medio del fragor del mundo
sólo me queda el miedo de morir
(ciego tal vez) girando espadas (ermitaño de mi sótano,
como un molino loco de terror y ceguera.

37.

Llegarán un día mis pájaros
a poblarte el beso
poniendo más allá la lejanía
de un diluvio cualquiera.
¿Qué podrá consumirnos las
distancias entonces
que hemos hallado todos los sitios
donde podíamos buscarnos?…
y el mundo se abre a nuestros
pies como una fruta caída
asumida o invadida
por las hormigas.
El viento nos lava el beso
y más de dos hormigas
mueren bajo nuestros pies
ciegos.
Y no somos asesinos en verdad
y somos
la horda seglar
de que hablan algunos
viejos que se emborrachan
en los hormigueros
y cuentan de los cíclopes
pasados.
¿Quién nos alcanza el beso
aunque se emborrachen
los hombres y las hormigas
vayan a la guerra y a los
cementerios?
¿Quién nos amará como
nosotros que hemos inventado
el amor o lo hemos encontrado?

38.

Desde aquí mi adorada Vivi, tengo la noche al hombro y una luna de sangre a media asta.
He perdido la voz como la dulzura de las manos en las piedras, y mis telares vacíos se levantan de invierno hacia el horizonte de los labriegos partidos.
Desde aquí, soy. Busco y donde el mundo pierde las palabras y las manos, levanto tu imagen que es mi soledad.
Las trincheras profieren las batallas. Las esquinas deponen su pavor de fuga, y huyen las ciudades también los silencios y los cementerios, huyen de cal o de terror frontal, hacia el espanto hacia el silencio vivo donde se pierden las palomas mensajeras.
Los muertos no tienen la culpa de su sangre. Las hormigas se agremian en los vientres dulces feroces finales, para siempre.
Bullen relámpagos desiertos en las catacumbas quietas de las sangres y yo no estoy quieto de sangre aún, no acabo, y sigo con el rencor de las solas medianoches atascando el dolor de mis cerrojos como un sabor a la mitad del cuello, de vino de náuseas y de beso.
Aquí, desde aquí, crucifico mi abismo vertical sobre la tierra, remoto grito sin raíces que viene de la profecía que se duda o se pregunta cada día.
Mejor será dar paso a los ratones. Taller ansioso del olvido, donde el sueño pierde el rastro contra el vino, de la tarde que pierde testimonio.
Hoy peregrino de mi suicidio de silencio recorro mi ermita sin estrellas con la noche al hombro y el hambre de las manos aturdido sobre el pan de los espejos.
Venía desde otra historia, el día es siempre aquí la hora es siempre ahora. Y porque tengo todavía todavía, todavía vive mi despojo de garganta como un obstinado suicidio en golondrina
porque el mar es más extenso que las alas.

39.

Oración por los que nunca rezan:
Dios…
Alguien que rece por mí que no lo hago nunca.

40.

Si he rezado, después de haber gritado y dicho tanto,
he logrado la voz

41.

yo que me empujo con navajas y me llamo con sirenas
veo pasar a los que caminan hacia el horizonte.

42.

Los brazos de las olas vociferan su debatimiento y se
sumergen en el pecho en el instante incomprensible
del sueño.
El mar duerme en cada instante.
Ya tenga uno de horas. sacado del sueño de su ola
nota despertando en cada instante de su
quietud la inquietud de un instante nuevo para
mis ojos aún acostumbrados al instante viejo.
Entre cada dos instantes mil instantes para que
el instante llegue al instante.

43.

Entonces,
medíamos el mundo con palabras

ahora
parados en la punta del amor

como en un muelle
echamos las manos a la vida

44.

Vendrá la noche y tendrá tus ojos descalzos
acorralados de sombras contra el espanto
(una sola sombra no vencida
es la duda de estar ciego)
Sí vendrá la noche y tendrá tus dulces
batallas
los tiernos cementerios y los surcos de sangre
Ésas son tus cenizas.
Vendrá la noche o irás
la soledad es siempre dos
y partir o quedar, qué más da.
Los ojos vacíos o la espalda
La soledad es una cuando empieza
¿quién la nombra si no tiene principio?
Solo, quedado solo.
Por eso vendrá la noche
con su música vacía a clavarte espacios
en los lentos lugares
Llevar la cuenta es imposible entonces
cinco veces ciega y un solo bajo dolor,
cómo contar el camino
cómo nombrar las certezas?
Vendrá la noche y tendrá tus hogueras
quemará tus cotidianos hechiceros
así se suicidan tus manos,
honda y lúgubre raza de pájaros sin raza.
Donde son palomas no han sido o ya no.
Por eso las ventanas con cerrojo
son el dolor de un muro sin pausa.
Ya no son, ya no soy,
y tú mueres
a noche mueres
cuando el silencio arrecia
y la distancia es un lugar infinito alrededor
y el infinito ya no tiene números
Donde morir
sobre la noche echa a volar
las mariposas de tu sangre
para envenenarte con bocados de noche
hasta que haya venido del todo
como la diaria muerte nocturna
que termina en la mañana cotidiana

45.

En ti me quiero siempre alguna cosa

46.

fui sonido que se clavó en tu oído, íntimo.
Secuestró tu hondura el desbarranco de mi carne

47.

Si como cuando pasa el viento
y la tierra rapta
yo me fuese,
¿en qué suelo te anclarías
planta?

48.

Ay, los árboles tupidos de calvicie,
cuando sólo queda el recuerdo
de las frutas

49.

Más allá de este silencio espeso
como los huecos húmedos
o el hambre que queda sonando
en los que murieron de hambre

50.

la realidad de las cosas, la tiene
mi conciencia.

51.

A tu derrota, paloma curva desnucada en una tarde
Himno de sangre testimonio de la
entraña donde crece el
grito
Tu derrota, la batalla y la resurrección son
tuyas.
largo suicidio preparado de abismos,
desde lentas sectas de sombras
que agremia tu silencio

Yo soy tu raza, levanto tus espadas
y tenso tus recelos (el acecho es un
gato) y puedes morir de tarde esta
tarde.

52.

Hoy he muerto, camino seco
derogando mis estilos, porque ya
todo pierde la manera
Soy un qué sin cómo, vacía fe sin rito

53.

me florece la voz en la garganta

54.

Para elevarte el palomar de mi garganta,
soltar amarras de mi pájaro azul de lejanía
callola vana oración que ha sido tanta
y te consagro mi melancolía.
a través del invierno llega tu voz y me levanta
el rito de cantar la primavera impía
por eso mi mañana se recupera y canta
cuando las sombras se suicidan de alegría.

55.

se desprendió el ahora de la nuca de mis ojos y me despeñé por la íntima caverna
Ah! soledad del infinito…

56.

y se derritió el espacio – se vació el vacío

57.

Amo tu pelo como las gaviotas
Que auscultan el íntimo mar que se me escapa.
Amo tu pelo de lacios violines
tibio y blando e infinito
como el hondo mar que impregna el silencio
de los caracoles.
Amo tu pelo de muchas preguntas sin respuesta
en que mis manos son más inútilmente solitarias.
Amo tu pelo que chorrea como la lluvia nueva
por los techos.
Yo quisiera enjugar mis dedos en tu pelo
como el sauce (veleta del arroyo)
por eso amo tu pelo que no acaricié
nunca
que tiene infinitas sombras.

58.

Como una gata suburbana
me como tus palabras
mastico barro de sangre
como la entraña que se abre
y en el vientre del sueño
te tejo la imagen que te crezco.

59.

Tu garganta de caña
rueda pájaros de pan vacío
como una campana de madera y trigo
como un palomar de abejas y de águilas
como la tierra tiene brazos por las raíces
para tocarte el viento de los ojos
te abro un campanario de silencio roto
donde eres el nido que te vive.

60.

Abriré remansos de música en tu sangre
quiero decir un día que habré sido absuelto de tus nunca
Y yo que he sido todo mi tiempo
te volcaré toda mi historia sobre el tiempo
y toda mi inexistencia derogada y tú serás
el testigo de que siempre fui
aun sin tú saberlo.

61.

Cuando arreciaba sobre ti

JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT

Publicamos a Lemoine para que lo lean los inmortales.

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