En el techo de la noche eres la estrella que estoy mirando (Libro)

En el techo de la noche eres la estrella que estoy mirando (Libro)

En el techo de la noche eres la estrella que estoy mirando

(POEMAS)

1

De un racimo de lágrimas
haré un rosario

De un racimo de besos hice un rosario
y fui a rezar mi amor ante tu imagen
y fui deletreando mi oración cuenta
por cuenta
y me quedó la cruz
y la perdí también
y te crucifiqué
con las tres veces del clavo
y se incendió de estruendos el
silencio
Y cayó sobre nosotros un remanso
de sueño
hasta que el bosque de voces
enronqueció de callos
y el silencio nos volvió sus vísceras
y se empuñó en el mango de
nosotros
y vimos huir una cola de sombra
y quisimos rescatar el humo
del sueño
hasta que la espuma de mis
olas se endureció
y dejaron de cantar mis
olas contra
tus muros
y en mi silencio inútil de cruz
de clavos de lanzas y de espinas
yació involuntario
compendiado en tu carne de
vasija
mientras se escurrían
las últimas gotas abrigadas del
silencio
el último silencio de los ojos
el último silencio de nuestra lejanía
el último silencio del silencio.

La hora se coaguló en las horas
en este quizás primer momento
del eterno nunca
ignorado
no sé si nuestro sendero
será la semirrecta del humo
y con mi madera se hizo el fuego

Y digo distraídamente
hablaremos mañana de este
segmento triste
mientras
con un racimo de lágrimas
hago un rosario y rezo.

2

se quebró mi noche
y entre los escombros
de sus ramas
lepraron las hojas, del
silencio
de tu verdad
soberana
y el viento taló bosques
y el otoño de tus ecos
pobló de cielo, mi silencio
y lo desengrilló del párpado
de tu antes ignorada

Y me incrusté
como un grito
en tu silencio
de templo
como una espina
de luz
como un lanzazo

3

Voy al templo de tu cuerpo a rezar
Hasta el techo de tu cara la mirada se
incensa
y baja la boca como un balde al pozo
y besa el altar de tu piel y se detiene
a comulgar el ara.
y allí se yergue un grito de silencio
como un gesto antiguo, descubierto
y existes desde siempre como una
oración
Y yo no te supe o no te recé
nunca

4

me gusta besarte y ensordecer mis ojos
ir disolviendo en silencio el rumor de tu cara
Y luego verte resucitar entre los peces en mis párpados
y no entender tu lejanía y mi alegría insospechada

y miro tu pequeñez y te veo enorme y me extraviara

/boca
como si me acercara tanto que viviera en tus poros
y me sumerjo en las olas de tus ojos blandos
y nado en ellos y me queda el gusto a sal de sus gotas.

y las cosas tienen un ocaso y se guardan en ti
y amordazas el mundo como la persiana de un cuarto

/solitario
y zozobro en mi silencio construido con mi voz
y en el techo de la noche eres la estrella que estoy mirando.

5

Voy a buscarte
donde puedo mirarte varias
veces en el mismo instante
Donde puedo contemplarte horas
sin que tu momento se inquiete
en la corriente de esas horas
y me estucho en mis recuerdos
e ignoro qué luz visita mis
ojos abiertos
en qué frío me desvisto de mi
desnudez sin fuegos y sin hielo
mientras soy un trago de
mi propia hambre
y en el estómago de la
mente me disuelvo
y reconstruyo mi antes gastado o
cambiado
o me agrego a mí en un día ese día
imposible de ser
y visito mis ojos visitados por ti
Allí te eres como fuiste.
tu imagen se enganchó
como el musgo en las piedras
y te caíste de las horas,
o yo fui goteando migas
de donde puedes estar en mí
para tenerte en uno solo, en
todos tus minutos.
Tus imágenes son quietas y
duras.
Las horas pasarán como las olas
y tu presente y mi conciencia
de ti viajaron en pos de la siempre hora
nueva, como el agua recorrida
por la onda
Y voy eligiendo entre las
gotas de tu rastro revisando
pie por pie hasta llegar
al beso que aún no se secó
a la puerta que se impone
como yéndome a buscar al
fondo de mi enmimismamiento
o que mi súbita estación en
mí durante el momento
que será pasado está sin principio,
por la que te has ido
como todos los días y desde
la que empiezo solo y me alegro
de nuestra realidad
Y me vuelvo a hundir a bucear
las imágenes que viven en los
juntos.
y empiezo a extrañarte,
e intento traerte y meto
las manos en el agua
y el agua me dé la respuesta
de su carne vacía de ti
que te desordenas en ella como
las cosas a través de las llamas
y no puedo atraparte
y mis manos son jaulas de leones
y puedes irte como un gorrión
cansado de tu curiosidad
y dejarme con mi impotencia
de caja fantástica
entre mis dedos
de piedra
para encerrar la luz
con mi impotencia de caja
para vaciarme del vacío de ti
que me llena como la oscuri-
dad de una caja cerrada.

6

Nunca voy a poder escribir
todos los poemas
porque no sabré todas las combi-
naciones de palabras posibles
y si las supiera serían distintos
porque el tiempo en que esté
te haría distinta…

7

te congregas en la herida
como el pez en la arena se
acumula en un rincón del aire
filoso

8

Hay un rincón remoto donde el corazón
tiene pasos más que en la sangre.
Un lugar que está detrás de las gargantas
donde se grita el viento
tras las vertientes que guardan
las ruecas de la música
Un lugar agazapado tras los telares
de las horas
que descansa como el misterio
remoto de la vida
tras las glándulas que emiten los
silencios
son pequeñas pupilas, como guitarras
de ternura,
Son los vientres donde se hilan
las sombras fantásticas de la felicidad
donde van rostros y voces ojos, manos
a convertirse en llaves que descifren
los candados de las almas,
Donde humean las mentes de los
que sueñan a recorrer el itinerario
de los sueños a descubrir la
melodía de las verdaderas ilusiones.
Hay un lugar que es como el
canto infinito del gesto de los
ojos
Donde los embriones de amor tienen
una copa de poesía
para beberla simplemente como la tibieza
de una mano.

9

Es imposible partir de la finitud
material para llegar a la infinitud
que no puede nunca ser material
o del material.

10

Mi necesidad de ti es
tan grande como tu
existencia por eso
serías suficiente sólo
si pudieras esconderte
en mi conciencia
y dejar la ropa de tu
cuerpo en mis sentidos

11

Y cuando se pronuncia la primera letra
de silencio, yo ignoro si es la pausa
de una coma o si es la semirrecta
decisiva de un punto final;

12

El diario rito de la poesía que amamantas

13

A ti porque guardaba el tú que nadie
era
porque te pareciste fácilmente a mi alma
solitaria
te doy mi soledad como una mano solidaria
para la soledad que acompañaba tu letal
espera

A ti que de mi espada eres la vaina
verdadera
y eres igual al eco de una cara imaginaria
que sin más somos nosotros sin las palabras
arbitrarias
porque tienes en tu como simplemente mi manera,

A ti que cruzas mi silencio a tientas
porque callas con las mismas sombras
de mis grutas
porque anterior a nuestras veces tu ruta era mi ruta
y porque todo es mutuo y yo siento lo que sientas
y porque eras lo que me faltaba para ser Nosotros
te doy mi costado que no es para los otros

A ti gracias compañera mía
porque entre fragor y olas fuiste amiga,
porque eres la entrega sacrificada de la miga
y le diste tu nombre a mi melancolía

Gracias por tu mano de candelabro al día
con laxitud de gaviota y valentía de espiga
y gracias por tu pecho bífido que liga
un palomar al laberinto que la savia guía

Gracias amiga, tú eras esa luna
de los cielos de mi silencio oscuro
con que amedallé las noches selladas
de los muros.
Gracias por tu mano mansa y tibia
como cuna
y por asestarle al candado de mi alma una ganzúa
Ahora todo es paz y riego imperceptible de garúa

A ti, de los ojos traslúcidos como uvas luminosas
del palomar de sangre y campanario al medio
a ti que arredras mi melancolía y tedio
y esgrimes tu bandera implacable a mis noches
silenciosas
A ti que has hecho callar silencios en mis cosas
a ti blandiendo antorchas y palabras en
asedio
a la sombra aguaridada que yo mismo no
remedio.
A ti que te devoras mi oscuridad y te la
empozas
A ti melancólica después de la batalla
a ti con un sepulcro que te cava
hasta algún templo
a ti que para el ruido de las flores callas
valiente e indomable silvestre ingenua y
niña
porque por ti ya el músculo, el nervio y la cabeza
templo
quiero decirte mi paz, como el ocaso
manso en la campiña
a ti abierta y mano como un puerto
a ti que tienes cuatro pasillos hasta el seno,
y dos oasis como cruz de médanos que almeno
para el viajero de tu propio desierto

A ti de los ojos que convergen en la imagen
que despierto
a ti que desentierras lo que en mis vísceras
es bueno
y te tragas las proas brutales de mi tierno desenfreno
A ti que te comes el musgo de mis túneles
abiertos
consagro a tu íntimo telar mis mejores
abejas
para que el galeote que guardas no
descanse,
y para amordazar el a veces otoño de tu sangre
y así como la araña aún dormida tejas
y la hembra madrecida más allá se amanse
hasta que un día por un cráter se desangre.

14

Tú que arrostras valiente mi veneno
bondad en mano e ingenuidad en pecho
que enderezas el recodo que es mi acecho
y tras de toda mi maldad me piensas bueno
Tú que sufres el dolor ajeno
de par en par el ojo que profundo mecho
y que me guía a tu alma por un quicio estrecho
que amamanta mi sombra como un franco seno

Tú que amainas mi fragor como una flauta
que acercas tu caricia temerosa a mi locura
que mientes credo a mi mentira incauta
y das de beber sin desmentir a mi espejismo
Tienes la generosidad dispuesta de la guarida oscura
y la infinita mansedumbre del abismo.

15

estaba encerrado en las paredes de mí mismo
ya en la lengua hecho saliva el sabor de la ceguera
sin saber desde dónde se fue la última luz ya olvidada
y soñé que alguien entraba y me despertaste con la puerta

se aturdieron mis manos al tocarte
y tu voz me encandiló y me asusté de creer en tu existencia
y tuve miedo de ser muda baldosa en el oído de tus pasos
o que estuviera en mí la impotencia de una campana sin

/mano en su cadena.
Por eso me gusta desnudarte poco a poco de las sombras
y comprobar mi despertar no soñado
y el cadáver de tu ausencia.

16

Tal vez porque al morderte los ojos sangras savia
Y aletea la imagen en el agua enolecida
porque las alas de tus manos intentan
mariposas

y el caracol de tu oreja se traga las
tormentas
porque hay pianos en tu boca de incal-
culable música
porque en tu ojo intermitente
giran molinos de sombra
porque tus puertas murecidas ya no
serán abiertas
y tus ventanas ciegas
son desconocidas tumbas
porque el rictus del relámpago
te enseña a morir espantos
y el tic de las estrellas es un latido
de párpado,
porque no resuelves sombras sin las velas
y tu boca es ola o pájaro
que tirita hacia una orilla y nada o
rema
porque supones Dios y clausuras ídolos
y porque al final de todo
mueres como el pez, de una pregunta
tal vez porque no sepa qué decir de ti
y tú seas sólo tú porque te pareces a una
imagen
pero más que todo amiga mía,
porque un silencio basta para dos silencios
y con una sola soledad somos dos
solos
me paro frente al ídolo que nombras
y te nombro tú porque tú ocupas mi
costado.

y porque tuviste principio y compartimos
el idioma que
inventamos

17

Con un vértice muerdes una aorta
que es precisa cerradura de garganta
hormiguero o abismos infinitos
donde rompe el viento cava enreda o canta

ventisquero tumba de algún cóndor muerto
ermita que halla el rumbo de extravío
ciego
callejón cerrado que empagina un asta
fecundo surco al anzuelo del labriego

18

No somos nunca
espectadores de nosotros

19

apuñalar de un
grito tu silencio

20

el vértice áspero y sombrío de algún piano

21

Un banco que no importa me soporta.
Tengo a alguien al costado.
Una señora insistentemente al frente me
mira como si se supiera en mí.
Y yo me hundo y pienso y cuando vuelvo está
ella con la constancia de su vigilia indiferente
puesta allí, como una idea mía.

22

Tú estabas con tu madera perfumada de música.
como un violín ebrio de embriones.
(como una veleta de música.)
Tú estabas así, con tu cara de fruta,
sangrando el alma por los ojos,
como una hemorragia de silencio.
Y tus ojos gritaban,
tu grito como un mástil en un puerto solo,
que apretaba el cuello de mi alma
estrangulándola.
Y te fuiste, sin dejar de proferir silencio por los ojos.
(tus ojos se parecen a los de una estatua, con
una última mirada perpetuada, porque
sólo pueden mirar de una manera, como un diapasón).
Tú estabas allí, como una talla
que se ablanda con la idea,
como una talla en fruta,
tierna y frágil,
toda mano,
toda muelle
toda sótano oscuro y desolado.
Yo no podía dejarte ir:
y te retuve,
y sigues aquí con tu cara de fruta,
con esa misma cara de miga de fruta,
continúas, en ese mismo instante,
en el instante que es ahora,
estática y tallada,
diapasón y silencio,
con la intersección de tu vida con el tiempo.
con ese solo gesto sin imagen.
Y te retuve,
y tengo en mis manos tu cara de fruta,
en las manos de mi alma,
y en los ojos de mi alma.
Y te retuve, hondamente,
pero marchaste,
porque sólo quedé con esa imagen.

(Toma mi recuerdo como una vela,
quedará guardando el altar de tu imagen,
como un rito diario.) no te olvidé.

23

Tú emites mi silencio.
Tú profieres este alarido de
silencio
Tú callas.
(Ya no sé dónde quedan las
ventanas,… hace tanto tiempo
que es de noche… hace tanto
que no llaman a la puerta…
¿es que ya no hay pájaros ni sol?
hace tanto que no
vienes a avisarme dónde
está la piel del silencio,
que me siento mezclado
con él, y no sé dónde termino
ni dónde empieza mi soledad,
como si yo vuelto silencio
también
fuese una isla de agua,
un náufrago de agua,
brutalmente de agua,
que nadie puede salvar.
Tú profieres esta oscuridad
Tú callas, tú faltas,
tú no llegas,
tú te diluyes, como el humo,
como una palabra sólo sospechada,
te quedas, como un atroz frío
de ceniza contra los recuerdos,
contra mi alma que ya
no se parece a nada,
porque ya hasta te equivoco
con una imagen llena de cosas
viejas
Elena de mí
que he quedado detenido,
allá,
desde donde tú profieres
mi silencio
como una luna negra o
quemada
tú profieres esa luz
donde no puedo ver las caras
de las palabras,
y tu nombre, sido muchas más veces
que tú,
que ya te ha dejado atrás
sirve como una luz ronca,
para acrecentar las
sombras de mi silencio.

24

A ti que esperas como un muelle
con un rito de olas
latiéndote en los muros
con las palomas del mar
aleteándote como páginas
A ti que esperas como un muelle
sola e inútil, con la clausura
irremediable de los ojos de los peces
muertos
A ti que tienes el corazón
como un reloj, como una veleta
de la sangre,
que esperas como un dogmático
muelle de silencio,
que boyas sin ancla,
en tu soledad,
en tu frío abandono de muelle,
atrozmente lamida
por los pájaros obsesivos del mar
que te arieta,
A ti que ya ni pasas ni llegas,
ni te vas ni regresas,
A ti que no tienes nada
que pueda enseñarte cómo
son tus manos,
que no puedes comprobar tu piel
sino contra tus manos,
a ti que gritas silencio
que tienes el alma
crucificada de ti misma,
que eres el sacerdote de tus
propias aras,
que sólo puedes callar
o pensar,
a ti
quiero darte mi silencio,
para que tú misma elijas
las palabras
que están en él calladas

25

Ahora que ya es tuyo el tú y el adjetivo

26

A veces amaina tu recuerdo obstinado

27

Un día iré a buscarte, cáliz de sombras.
Como la abeja a la callada muerte de la
flor del veneno.
Beberé de ti el embrión de la noche, como un
polen amargo
y no podré arrostrar mi propio silencio
y moriré con tu nombre callado, clavado
en la última idea
como la última seca mirada, que
ya nadie podrá descifrar.

28

Tras de la niebla un faro hiedra luz
su afónico sonido se propaga,
amarillo entre el polvo de humedad.
Yo busco la noche, me ayuda a callar.
No me gusta el silencio.
pero mi sola voz no basta para
romperlo.

29

El infinito es una escalera interminable y sin referencias.

30

A ti que tienes el transparente silencio de las cuevas
y la franca ofrenda abierta del aljibe
y tienes en el medio la abeja de la miel que sobrevive
y el panal donde tejer la lejanía,

Quiero dejarte la semilla mía
que se prolonga más allá de lo que vive
para que tu hondo labriego la cultive
y el tiempo nuestro se desborde de los días.

A ti que guardas esa espera de guarida
con la leña para el fuego desde antes
llevaré, a tu silencio, el grito de mi antorcha errante
como buscando una nave en el agua hundida
porque ése es el impulso y rumbo terminante
una orden divina y pagana presentida

31

A ti que tienes la infinita mañana de las plazas
y los ojos revoloteados de cálidas palomas
como ventanas cotidianas de tu alma que se asoma
(inválido habitual no más allá de una terraza)
A ti que eres como el origen de una nueva raza
de ojo manso e infinito que amamanta y toma
de cerrojos o pasillos de sombrío idioma
hago la acechante misa del arco de la caza.

se embosca acorralada tras los árboles la sombra
ése es el misterio oscuro y frío de un recodo
de cada gruta iluminada un pájaro se vuela.
A ti que te llamas con este tú que nombra
que tienes obediente y panecido el originario lodo
enciendo antes del rezo el tanteo de una vela.

32

A ti que te comulgan las abejas del silencio al flanco
Que no tienes faros que alerten a los ciegos barcos
que emites el eco de los cielos en los charcos
y el infinito idioma de un cuaderno blanco
te doy el murciélago de una sombra que me arranco
la sangre de flecha y el corazón de arco
los silencios y las cosas que con tu nombre
marco
y te consagro el costado de ceniza en que me estanco.
A ti que tildas el final de la rígida distancia
que limitas la extensión de la aislante lejanía
forjo el grito fervoroso de paloma mensajera
hago el rojo buche que la hora escancia
y te soy con la entrega total de la umbría
oquedad
y la ronca furia del amor de fiera.

33

A ti que eres veleta de mi noche pasajera
ventisquero en que se enreda la hebra de la sangre
que tascas el pulso de la savia ventisquera
cuando el reloj lleva la cuenta
del otoño en un estambre
que tienes el muelle piadoso de la espera
la oquedad urgente que socava el hambre
y la contemplación paciente lisiada en
la ribera
porque el fervor de mandíbula puño hasta el
calambre
es la piedad divina de tu vientre hospitalario
y el paternal cuidado que amamanta un lecho
obediente y silvestre del néctar arbitrario
A ti que tienes el horno del hornero
y el vaso generoso que germina el pecho
te alcanzo la mano tendida con que espero

34

Te pareces a las palomas a lo lejos,
por eso casi siempre tienes algo de velero
guardas el infinito sin enfrentar espejos
porque aún no ha sido lo primero
Nada has perdido es el instante cero
no ha transcurrido historia, nada es viejo
la tarde se libera por un agujero
que es un cerrojo al templo poco a poco añejo

Rompe el ala de la onda contra el muro
la escollera se abre guarida, a las gaviotas
y es vaina ya cualquier túnel oscuro
donde indagar la sombra honda e ignota

35

A la hora de la azul melancolía
hago en el silencio buches de música caliente
y se abre mansa y fluye tibia una vertiente
y se acomoda en las palabras de la lenta poesía
Amo la hora en que silvestre y blanda se
hace mía
La oración no dicha y la sombra transparente
y el rito que comulga fervorosamente
la abeja con el dogma de la profecía.

Amo la hora en que los himnos se evaporan
de las flores sonoras de silencio reverente
porque es el instante en que el ateo se convierte
en que las manos se detienen se arrodillan y oran
o el alma se obsesiona en el recuerdo del ausente,
melancólica pregunta que el silencio vierte.

36
AL CORAZÓN

Tenaz remero reloj o golondrina
molino, buche o durazno ensapecido
estrella intermitente en la sien profunda y fina
gárgara, canguro galeote de la savia
peregrina
andén
muelle que lleva la cuenta de las olas

37

Masticar los abismos con las manos
con latidos de palomas y el pulso de las olas.
la vena titila como la tiritada gola
y te aquietas pausada siesta de verano.

Quedas casi muerta y has casi muerto en vano.
las escolleras de tus túneles se derraman solas
sobre playas infinitas que después desolas.
Hacia atrás y hacia delante todo es muy lejano

El laberinto de la vena catacumba
es un indescifrable pasillo sin estrellas
¡Cuántos buzos no buscados en las tumbas
y cuántas noches y silencios que se van con
ellas!
Pero te rescata la mañana nueva
como la mano que tiende la solidaria
cueva

38
AL VICIO

Tesón de corazón o golondrina en viaje
ciega obsesión de coito incontrolable
Voluntad dimitida al tirano deleznable
involuntad de molino y abandono sin coraje

Urgencia y número sin fin y sin relaje
altar de ciego de la misa inevitable
Urgente sirena hasta el delirio de espejismo irrealizable
rapaz candado de herméticos herrajes

Sentado al carro del tiro desbocado
ya todo concedido poco a poco hasta locura
fanático rito de hechicero equivocado
beberás la última gota del que
te profesa
y sobre sus escombros que ya no tienen cura
pondrás con tu bandera, la de la pereza.

39

Esa inevitable falsedad ante un espejo.

40

Cuando la austera gravedad que te introvierte
te cae al rostro como un luto que te empoza
un severo misticismo te ensimisma
y un hálito de honduras se te asoma.

Es la hora en que la azul melancolía
como un canto de sirenas te reclama
y te vas de los ojos hacia un templo.
Y queda la carne de casa abandonada

Voces de la nuca del alma te acorralan
y te suben como himnos lejanos que se
atisban
toda tu piel abandonada no te alcanza
y a una misa ignorada te arrodillas.

Desde un lugar un día restituye un rostro
tu recuerdo es un oficio inexorable
y un sabor de tristeza te atraganta
sin palabras para un canto inexplicable

41
NUNCA

Este rotundo espacio
es mi actitud de infinito
en un punto
adivinado un presagio de siempre más
allá
como una inmensurable longitud
circular
de historia vacía hacia mañana
siempre.

JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT

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