Entre la desolación y el silencio

Entre la desolación y el silencio

Me crucé con Rafa, atardecía. Eran las siete y diez, en la solitaria y triste ciudad gris.

-Qué tal tronco, me alegro de verte.

-Bien, Rafa…también me alegro de verte.

Nos tomamos algo en cualquier bar, las luces de neón se encendieron con la penúltima cerveza, la última no llegaba.

Algo mareado, le pedí que tocara la chica de ayer.

– Tócala para mí una última vez,  lo haces como nadie tío.

Rafa sonrió, tan mareado como yo cogió su guitarra.

-Es mi canción favorita, es mi himno de batalla -me dijo mientras templaba sus cuerdas con lentas caricias.

Durante unos minutos, le escuché extasiado. Ciertamente la interpretaba como nadie.

-¡Bravo Rafa!, le dije al terminar…eres el mejor.

-Tengo la letra de una canción que te puede interesar- le dije -la escribí hace unos días.

-Cojonudo, tío, venga esa letra.

-Vale, te cuento la historia pero los arreglos los pones tú.

-Ok, colega, eso es lo mío -me dijo.

Sonreímos los dos, el amanecer comenzaba a apagar las luces de neón.

-Trata de una ciudad, ¿sabes? una ciudad gris, solitaria, triste…

Son las siete y diez, en esa ciudad gris. Un anciano camina de un lado a otro en su terraza , aquel de allí, da vueltas en su pequeño garaje y otro murió ayer sin atención médica  después de la última dosis de morfina…qué esperas, aquí no existe nada más para ellos, es todo lo que hay…recuerda que estamos en mi ciudad gris.

En las calles de la ciudad gris solo se permite el silencio…¿no lo escuchas a lo lejos?.

Ves aquel parque cerrado, vacío… los niños se convirtieron en aves que agitaron sus alas rumbo a algún lugar… de sus sonrisas y juegos alguien hizo jaulas y barrotes, ya te dije que era una historia triste y en las historias tristes no existe la esperanza.

¿Siguen siendo las siete y diez?.

En mi ciudad gris hay un chico caminando por sus calles. Una chica también camina por ellas, no se pueden encontrar. En la ciudad gris no hay lugar para el amor, tampoco busques compasión…un poco de egoísmo, tal vez, sobre todo miedo, el miedo aquí abunda…egoísmo y miedo es el color que pinta las paredes y el suelo de mi ciudad, mi ciudad gris. Indiferente y fría como el desprecio y el desamor.

En mi ciudad gris no existe la palabra libertad, cierto día la prohibieron, otros la olvidaron, ya nadie sabe lo que significa, tampoco la echan de menos pues no saben de ella. No puedes echar de menos lo que ni siquiera sabes que falta…al menos en mi ciudad gris, las cosas son así, son como son.

Debo tener el reloj estropeado o el tiempo ha dejado de existir…ha pasado una eternidad y sigue marcando las siete y diez.

¿Aún estamos así?…hay un cuento que no se contado, hay un beso por dar, ¿han llegado las sonrisas? aquel necesita un abrazo, ¿alguien se lo puede dar?… una anciana rebusca alimentos en la basura, por favor, sacadla de ahí.

No os dais cuenta que son ya las siete y diez y tenemos todo por hacer…no es el momento de que un corazón se rompa, aquí no…no, en la solitaria y triste ciudad gris. Cuyas lágrimas son lluvia que resbala inconsolable por el cristal. La ciudad gris que duerme en los sueños que no se atrevió a soñar…así es mi ciudad, mi triste y solitaria ciudad gris…indiferente y fría como el desprecio y el desamor.

Luis Maroto Rivero

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