Hay un jardín que vive en mis sueños. En ese jardín no existe el tiempo, existe la naturaleza en su estado más puro. Siempre que cierro los ojos lo puedo ver. Los arbustos son tan verdes que brillan cuando la luz del sol alcanza sus hojas, los árboles son tantos y tan variados que cuando el viento mueve sus hojas parecen cantar, las flores lo llenan de colores y aromas, desde las grandes rosas hasta las pequeñitas y azules “no me olvides”, mis preferidas.
Mi jardín es grande, tiene muchos senderos, pero es abierto, se puede ver el cielo y también un volcán a lo lejos. En ese jardín sin tiempo me veo yo también pero no soy siempre la misma, a veces me veo pequeña descalza caminando sobre el pasto y jugando con mi perrita, otras me veo con un vestido color blanco juntando limones de los árboles y, a veces, me veo sentada en una silla riéndome fuerte.
En esta última nunca estoy sola, tengo los pies apoyados en un banquito y una panza grande que se mueve llena de vida, al lado una mesita redonda y en la otra silla esta él. El día es soleado, y me estoy riendo fuerte porque logre hacer equilibrio con el vaso de exprimido de naranja sobre la panza.
Es extraño mi jardín, cambia siempre, pero a la vez es siempre el mismo. Es un refugio mi jardín, nunca me siento triste cuando estoy en él. Es lindo mi jardín porque en el guardo mis más preciados recuerdos y construyo, sin saberlo, unos nuevos, que quizás están por venir.
Antonia C.
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