LA CALLE DESIERTA

LA CALLE DESIERTA

Semana Santa en Sevilla. Óleo.

La ciudad está desierta. Es comentario general. Y va para tiempo. Con alarma y sin alarma. La prevención interrumpe la fluidez del turismo aéreo y de interior. La economía se resiente. Lo global ahora afecta a los países del bienestar,  del sol, de la LUZ. De lo lúdico. De la Salud. De la maravillosa gastronomía. De la seguridad sanitaria. Del Sur de EUROPA. 

Desde Enero del 2.020. Se sabía. Covid 2.019. Titular de cada noticiario. Estado de alerta. Las almas dentro. Confinados.  Asomados entre rejas cuál presidiarios. Permiso,  de salir solo al balcón. Y con el frío. A una hora aplaudo a los sanitarios, que ejercen su vocación al límite.  Héroes del año, sin protección ante el contagio. 

Con enorme colaboración la gente acata normas. Somos disciplinados. A pesar de las inconcreta y distorsionada información. La hecatombe para negocios, que fueron levantados con tanto esfuerzo. Empleados,  a los ERTES; tras el enorme dolor de cada responsable administrador. Mas, sin embargo a pesar de la CAUSA DE FUERZA MAYOR, y ni como consecuencia de esta, se le exime de cubrir todos sus pagos. Produzca o no su actividad. Sin decreto que lo proteja. ¿Se abrirá el estudio legal para las futuras crisis de esta magnitud? 

La Cuarentena nos deja en el limbo. Y nada cambia en la mermada, 50% de aforo, reapertura. 

Apareciendo nuevos impuestos que no se pasaron nunca al cobro. Inaudito. Ahora que no hay la más mínima actividad.

Engaño al verano, para algunos retomar la actividad tras liberar el ERTE. Ingresos cero. No vuelve la normalidad. Se esfuma la actividad: ¿pesadilla o espejismo? 

Permanece este acontecimiento tan inesperado como incierto. Los test no llegan. El mundo muerto de miedo.  Y esperando que la ciencia haga milagros. 

Historias de la calle… En la calle ahora ya no hay historias. Ni el ruido al amanecer del reparto mañanero. Ni los niños al colegio. Ni el buenos días de los ancianos en los bancos de las plazas, ni el del kiosco desplegando la prensa. Que ya tenia ruina por su lectura online. Toda la información -sesgada o no-  a nuestro alcance y más inseguros que nunca. 

Como si de una guerra terrible se tratara. Y con informaciones contrapuestas. Ruina, más que ruina… La enfermedad nos acecha. La Salud pasa a primer término. La prioridad; ¿será peor el hambre que la enfermedad?. La pregunta es general. Y todavía no hemos visto nada.., la peor de las amenazas. Y la incredulidad en la política. Frágil y prepotente a la vez. Incertidumbre por doquier. 

También sé trivializa y se hace frivolidad con  el dolor. Y se hacen chistes. También se vive como si nada. Hasta que toca cerca. Llegan mensajes de toda índole. Eso si, de información estamos saturados. Los jubilados infravalorados. Y los jóvenes ante el futuro más dudoso. Solo pantalla. O sacar al perro. Viene a la memoria ahora más que nunca FAHRENHEIT 451 y toda la ciencia ficción. 

Eso si, los supermercados en superávit, llenos y las despensas más repletas  que nunca. Y que dure el dinero… la hormiga sobrevive mientras hay grano. 

Nunca se había hablado de los fallecidos, como hasta hoy.  

Ni se habló nunca tanto de la naturaleza y de escapar a ella. Resurge lo rural, para todos y hasta para los que no hubiera ni existido. Sube el campo. La segunda vivienda cobra vida. Todo se trastoca. No podemos ver a los jóvenes, ni a los nietos.

Nos extraña la noticia: “Cena como un ministro” la barbaridad nos acecha como un dragón escupiendo fuego. ¡Qué no se bajan ni a la de tres el sueldo! Aunque el país caiga en bancarrota. ¿Cuánto durarán los anuncios de venta de todo? 

Y el sur también existe. Más las calles están vacías. Aire puro. Brisa del mar. La mar no traerá infección. ¡Sálvese quien pueda!. Privilegiados siempre hay. Más los políticos, con sus grandes emolumentos. 

Mueren ancianos sin el calor de sus seres queridos al lecho.

Elección triste de los sanitarios, ¿a cual se descarta y cual se atiende?. Como si de una batalla en campaña se tratara y en improvisado hospital. 

Escalofrío al saber que el compañero se contagió y al mes murió. Y en los telediarios no nos enseñan las calles. Ni vacías. Ni con manifestación.  Numeración de casos, estresante que no estimula a iniciar nada. Paraliza para mal. La continua reflexión: si nada más que salga a la calle me puede tocar a mi; pues no creas, dentro también, te contagiará uno de los tuyos. Y la consiguiente acritud. ¿Rechazar?,  al miembro inconsciente de la familia. 

Nunca se habló en los últimos 80  años de tanta tragedia. Ni siquiera la guerra de Siria nos afectaba. Caigo en la cuenta. ¡Es tan lejana y tan ajena! Y se ocupaban de no traérnosla al plato. Ni las tragedias de AFRICA. Ni la del Yemen. Parece como si ya no tuviéramos  reporteros por esos mundos. Jamás se habían sacado estadísticas día tras día de “los  resultados”, de los fallecidos. 

Y yo he visitado hospitales privados vacíos. En plena PANDEMIA. Y sin saber porque no se empleaban las consultas ni correspondientes UCIS. 

Y mi médico murió y mi madre murió. Tuve suerte, conmigo,  en Enero. Una bronquitis. Iba a cumplir 96 y no quería morir: Dios mío decía: abóname aquí en la tierra que tú ya tienes muchos en el cielo. No me quiero ir. Quiero disfrutar de mi hija y de mis nietos y biznieto, y de mi yerno que es un sol. Y un primo mío murió. Desconocida enfermedad. Neumonía atípica. Cero autopsias. Cero test. Otro orden. Muchas ordenes. Intervención del gobierno en todas partes. “Para bien”. Más unidos que nunca los políticos. Inexplicable. 

No vamos a la calle. No vemos nuestra calle. 

¿Donde está tu Alegría al despertarme?

Cuajada de jazmines y de claveles. 

Tintineo de cascabeles Sevilla tiene.

Son sus calles abiertas a un mar de gentes.

¡Que mal invierno! Llegaba de repente de sorpresa en sorpresa…

y hasta Noviembre.

Mala partida. Arruinaría la vida. Ciudad dormida.

Y en su letargo muchas vidas cayeron, ¡no sean años!

Resurja, no muy lejano, con los  tours de turistas, su magia un día.

Ser solidario, es acoger al forastero como a un hermano. 

¡Que es tan bonita!  Ciudad monumental, denominada de “la Alegría” 

Y, en China ya ha vuelto la normalidad. ¿Se extinguió el virus? Ellos tienen disciplina. Nosotros no. Extraño, todo muy extraño. 
Cíclico, en las pestes y otras no hubo vacuna ni tratamiento. ¡Qué esta situación caiga agónica y se esfume! El deseo.

EL CORAZÓN ROTO óleo.

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