Este relato se remonta en el territorio pehuenche más conocido como lonkimay en chile, donde se cohesionan la cosmovisión mapuche con los mitos y leyendas chilenas propias de la vida popular de la cordillera. Realismo mágico de final abierto
Witranalwe
Cada verano como es costumbre, fui a visitar a mi abuela en Lonquimay.
Siempre era una alegría muy grande ver a mi viejita, como cariñosamente le decía, pero ese año fue diferente, ya que pocos meses antes de las vacaciones a mi abuela le diagnosticaron Alzheimer, algo por lo menos esperable ya que ella ya era bastante anciana(tenía 83 años).
Los cambios serían paulatinos y podían variar “dependiendo del estado general de salud de la abuela María”- dijo con un tono de sentencia más que de esperanza el médico el día que la acompañé a un control en la posta. No podía esperar muchas certezas del sistema público de salud.
Pese a todo mi pesimismo, mi viejita al principio de verano parecía comportarse con normalidad, salvo los días cuando hacia mas calor en los que salía a la quinta en busca del pozo para sacar agua, olvidando por completo que hace muchos años la casa ya contaba con agua potable y tenía que contenerla por que, aparte de que el pozo ya no existía, la mitad del terreno de la quinta se había vendido a un vecino y terminaba peleando con él gritándole a todo pulmón que era un ladrón sinvergüenza que le había puesto un cerco en la mitad de su propiedad.
A pesar de esos días a veces tenia destellos de lucidez y disfrutábamos sentándonos en la quinta en esa cómoda banca de pellín a la sombra de un añoso manzano, mirando los cerezos con esas ramas cargadas de frutas que cuando niño con mis primos asaltábamos y comíamos hasta arrebatarnos y no parábamos de reírnos de como evadíamos sus advertencias de que probablemente caeríamos del cerezo y nos romperíamos el cuello.
Sin embargo cada semana sus días de lucidez fueron disminuyendo y tenía que poner más cuidado ya que no solo se limitaba a salir de día a recorrer su propiedad, si no que durante las noches comenzó a salir por el pueblo corriendo riesgos de accidentes o caídas.
Fue entonces cuando una noche en plena madrugada me desperté con el viento puelche colándose por el pasillo que venia de la puerta principal, llame a mi abuela: Viejita estas en tu pieza”?. Al no escuchar respuesta me levante enseguida y fui a su dormitorio donde constate que no estaba y note las cortinas amarillentas del comedor moverse al ritmo del puelche, nuevamente corrí y saliendo a la calle, la noche estaba tibia como era usual en verano no había gente a esa hora de la madrugada y la luna llena se ocultaba tras algunas nubes pasajeras dejando todo pintado de un tono plata. Mi corazón se aceleró ¿María donde esta?!-grité. Una luz al final de la cuadra se prendió en un caserón. Dos cuadras corriendo, María!-volví a llamar-sin respuesta, 3 cuadras, el puelche volvió a soplar y trajo más nubes que borraron el tono plata del ambiente y quedó a media penumbra la noche, de pronto escucho el grito horrorizado de mi viejita un grito que me caló el alma mi estomago se apretó y me llenó de un frío hielo,corrí otra cuadra siguiendo el origen del grito cuando veo por fin a mi viejita arrinconada con las manos sobre su cara gritando y apuntando hacia un bulto en el suelo que se quejaba y daba gruñidos, por suerte mi viejita me reconoció y abrazó llorando me decía descontrolada witranalwe! witranalwe!! el puelche volvió a soplar liberando a la luna de sus nubes captoras, el bulto que gruñía y se arrastraba al lado del grifo era nada mas ni nada menos que el ebrio del pueblo don Felipe más conocido como “Pipeño” por su adicción a este dulce licor.
Esa noche fuimos tres los que nos llevamos el susto de nuestras vidas, Don Pipeño que al ver como gritaba y lloraba mi viejita juró y perjuró que no volvería a beber alcohol (juramento que duró 2 días) mi abuela que jamás la había visto así y yo que pensé que le había pasado algo peor que un gran susto.
Días después resonaban y seguían dando vueltas las palabras pronunciadas por mi viejita y empecé a evocar historias de niñez que pensaba olvidadas, de cuando mi abuela era más joven y contaba historias cuando me portaba mal y de que si no dormía vendría el witranalwe y me llevaría.
La viejita rara vez hablaba mapudungun pero en su estado actual era mas frecuente y cada vez era mas difícil sacarle palabras en chileno o winka como me decía ella.
En otro día de lucidez que tuvo, logré preguntarle que era eso del witranalwe, debo admitirlo que con un poco de miedo de que estallara otro ataque de pánico y me explicara por que le tenia tanto miedo ,dijo: hijo no pregunte esas cosas son peligrosas saberlas Ud como es “casi winka ni sabe de eso”, mi abuela era pehuenche pero casada con un “winka” y poco se refería a su pasado por que para su familia era poco honorable su unión con el «winka”.
El verano pasó y volví a la ciudad dejando a mi viejita al cuidado de una hermana que venia del campo. No pude evitar sentir mucha pena dejar a mi abuela no tan solo por el hecho de la separación física, si no por que cada día que pasaba me volvía mas un desconocido para ella, prisionera de su pasado y quizás ya nunca mas me reconocería la próxima vez. Cada semana la llamaba a su teléfono pero la comunicación era mas difícil ya que si contestaba ella, todo esfuerzo de establecer una conversación fluida era improductiva por que no reconocía a su interlocutor o por que mi tía abuela que contestaba el celular poco español hablaba y con mucha dificultad me contaba que era arduo cuidar de mi viejita “ahi en el pueblo” por que siempre salía de casa buscando el camino de regreso al campo.
Pasaron los meses y mi tía abuela dijo que volvían al campo que allá era mas seguro y que no había señal telefónica por esos lados.
Sentí mucha pena e impotencia así que prometí ir para las vacaciones de invierno para ver como se encontraban.
Cuando llegó la celebración de San Juan y faltaba una semana para tomar las vacaciones recibí un llamado de una central telefónica “no corte le van a hablar…”era mi tía abuela, diciéndome que mi viejita había fallecido los funerales serian en 7 días respetando la tradición pehuenche de un velorio mas largo pero como ya no tenia ni hijos vivos, solo un puñado de nietos y ella era su única hermana viva no se justificaba tenerla una semana en velorio. Pedí que dejara su dirección en la central telefónica y se despidió prometí llegaría lo mas pronto posible.
Apenas colgué pedí autorización a mi jefe para faltar al trabajo unos dias y asistir a los funerales de mi viejita.
Cuando llegue al Lonkimay pase al centro de llamados-cybercafe donde me atendió un adolescente lleno de espinillas y al preguntarle por el recado que dejo mi tía-abuela abuela, se encogió de hombros y de malas ganas hizo un gesto para que viera los avisos puestos en la ventana del local, uno de ellos tenia mi nombre y decía “sector pehuenco camino a piedras blancas “ pregunté de nuevo al mocoso insolente que estaba hipnotizado por el pc, si conocía el sector y si había locomoción se puso a reír diciendo solo hay hasta el cruce Pino Hachado “tenis que bajarte en el cruce de piedras blancas ahí caminay” escupió esas palabras sin despegar la vista de la pantalla.
Caminé hasta el paradero de buses desde donde salían hacia Pino Hachado con mi mochila al hombro y espere, hacía mucho frio y había olvidado lo abrumador que era el invierno en Lonkimay en esa época del año todo cubierto de nieve donde las heladas del amanecer solo congelan la nieve que vuelve a caer sobre mas nieve.
Cuando por fin pasó un bus atiborrado de gente con sus bolsos cargados sobre el techo me dispuse a subir y era tan frio el aire fuera que el aroma a ser humano característico de los que acostumbran a viajar en micro rural me pareció preferible, a pasar un minuto mas congelándome en ese frio infierno. Después de una hora de viaje finalmente llegue al cruce de piedras blancas y le pregunte al auxiliar del bus si conocía el apellido de mis familiares a lo cual respondió que no, pero que apenas encontrara una casa preguntara en el sector ya que “todos se conocen” , lo cual no genera excelentes expectativas, luego me miro de arriba abajo y preguntó “ viene así no más?”
Andaba con bototos impermeables, pantalones térmicos chaqueta térmica, chomba( sweater) ropa interior de polar un par de guantes, bufanda y gorro de lana. A mi parecer lo suficientemente preparado para el frio local- “Ud. nunca había venido por estos lados “ miró al chofer y movieron la cabeza luego, abrió la guantera y me arrojó dos bufandas mas y un par de guantes extra “tome esto se le queda a la gente en los viajes, nadie lo va a necesitar mas que Ud.” sentenció cerrando la puerta del bus y se marchó levantando una ventisca blanca de nieve, que me hizo pensar que quizás no era tan mal la idea de ese par de bufandas y guantes extra.
Llegué a las 2 pm al cruce pero en pleno invierno en ese paraje precordillerano ya parecían las 5 pm, la nieve estaba dura y se podía caminar con facilidad y a unos 800 mts era posible visualizar una casita con humo en su chimenea. Rogaba que mi tia abuela fuese la que viviese ahí y poder por fin darle el ultimo adiós a mi querida viejita. El viento empezó a soplar con mas fuerzas y el camino con pendiente hacía que en vez de parecer 800 mts fueran el doble… cuando por fin llegué vi cerca de la casa, una casa con pequeña de perro, con una cadena metida en su interior por lo que hice lo que cualquier hombre precavido hubiese hecho, busque un colihue y grité con fuerzas “Alooooo” sin quitar los ojos de la casita del perro, también nevada.
“Alooooo”, no había movimiento en la casa con humo ni en la cadena de la casita pequeña, el viento parecía que llevaba mis gritos en sentido contrario, me armé de valor y saque el alambre del colihuacho (cerco de alambres y colihues) y empecé a caminar hacia la casa, la nieve estaba mas blanda y el viento empezaba a traer unas pocas nubes. Cinco pasos y no había movimiento en la casa del perro, cinco pasos mas ya casi estaba en el pórtico de la casa de la chimenea, el viento se detuvo mis pasos en la nieve empezaron a sonar mas fuertes y mi jadeo por el esfuerzo se hizo evidente entonces escuché el metálico ruido de la cadena, a esta altura la casa del perro ya había salido del ángulo de mi visión- oí el ladrido furioso del perro defendiendo su territorio, me apure más confiado en que la cadena detendría a mi persecutor, 3 pasos más, llegaba a la puerta me apresuré a golpear ya que sentía el perro resbalar sus pesadas garras en la madera saliendo de su casa, su ladrido era profundo obviamente no se trataba de un perro pequeño, la puerta seguía cerrada, golpee nuevamente con insistencia , como era posible que no me atendieran tan pronto si la casa no era tan grande! sentí los pasos al interior, de como quien baja una escalera, a la vez sentía los pasos pesados del perro en la nieve otro signo mas el ladrido profundo y las pisadas hacían que la nieve sonara como si un hombre llevara puesto unas grandes botas ya no le iba a dar la espalda, tenia que hacerle frente y de espaldas a la puerta mientras con una mano sostenía fuerte el colihue, a la vez que me arrepentía de haber elegido un arma tan delgada para la posible amenaza, con la otra mano volvía a golpear rápidamente casi sin pausa la puerta triangulando el sonido de las patas y la cadena miro hacia la esquina de la casa en la que aparecería el agresor, cuando por fin lo ví: era un perro monumental de color negro me pareció del tamaño de un ternero, venia ladrando incontenible mostrando sus dientes dispuesto a no detenerse ante nada seguía golpeando ya ni si quiera oía los pasos al interior de la casa solo escuchaba y veía a ese inmenso perro corriendo hacia mi: el hocico abierto con sus fauces exhalando vapor y babas que caían al piso sin duda era un perro casi infernal levante el palo para preparar la defensa, el perro dio un salto instintivamente, traté de dar un paso atrás y sentí el chirrillido de la puerta al momento y perdí el sustento cayendo de bruces al suelo, con 2 pares de ojos mirándome, al interior de la casa había abierto la puerta el dueño de casa y el par de ojos del perro que finalmente si tenia cadena y ladraba y me babeaba la cara con cada ladrido a 2 centímetros de mi nariz.
El hombre tomo al perro de la cadena la tiro apretando su cuello dejando al instante de ladrar, aún estupefacto y aterrorizado en el suelo de madera de la casa en la que lograba ver al fondo una cocina a leña con unas teteras hirviendo me intente incorporar.
“Buen susto se llevó Ud. oiga, eso le pasa por entrar sin avisar” – que vano me resultaba explicarle que estuve gritándole 5 minutos a la entra de su predio y que nadie había salido ni menos su perro. Me invitó un café con sopaipillas y unos huevos con tocino. El pan con chicharrones estaba exquisito, le pregunté por mi tia abuela dijo: si a ella la ubico hace unos meses atrás trajo una hermana que estaba enferma – si-contesté- vengo a su velorio, ante lo cual se mostró sorprendido y lamentó mi pérdida, explicó que el salía constantemente al pueblo y que no veía hace mucho a mis parientes, pero que no le extrañaba por que la gente que vivía en esos sectores en invierno no salía mucho por la nieve y el frio. Propuso que pasara esa noche en su casa ya que ya era tarde (eran las 16:00) y lo mas probable es que se pondría a nevar. Aun había sol por lo cual vi bastante improbable que su pronostico del clima fuera acertado y decliné su invitación por mis ansias de despedirme de mi viejita.
Terminamos de comer y conversar y le dije supongo que ese perrote que tiene Ud. es para el león, ante lo cual el asintió con la cabeza agachada y dijo acá el león no es lo único de lo que hay que cuidarse,” si hubiera llegado por la noche el perro esta suelto y ahí no la cuenta…” luego cambió rápidamente de tema y dijo: “para llegar a la casa de su tía abuela debe seguir aproximadamente 5 km hacia adentro. va a ver un terreno plano con el rio, ese lo sigue luego va a ver que empieza un bosque de pehuenes y toma a la derecha en todo “el alto” se ve la ruca de su pariente. pero tiene que seguir siempre subiendo la ribera del rio por la mano izquierda, el camino esta bueno pero yo le recomiendo que se quede, aquí luego oscurece.
Le conté cuanta era mi pena y apremio por ver mi abuela por lo que se compadeció de mi diciendo: “esta bien mire yo acá tengo un caballo que se lo presto para, fuimos a un galpón que tenia al lado de la casa mientras yo no podía estar mas asustado mirando por donde podía aparecer nuevamente el perro, llegamos al galpón, el caballo estaba tranquilo cabeza agachada comiendo fardos, ajeno al frio exterior.
El hombre preparó la montura que tenia un forro de lana bruta de oveja y me pasó una manta de lana que el tenia sin si quiera preguntarme si sabia andar a caballo (cosa que había hecho solo un par de veces en mi vida) también comentó: este animal es super manso y se sabe los caminos de memoria, Ud. solo mantenga el camino a la izquierda una vez que empiezan los pehuenes siempre por la izquierda, por que si va a la derecha va a llegar al cementerio de nuestros peñis acá y la casa de su pariente es al otro lado. le pregunté como lo hacíamos para que devolver su animal lo que respondió relajadamente que mañana en la mañana solo lo desatara y le diera una palmada en el anca que volvería solo a su casa.
Miré el reloj y ya eran las 16:30 empecé a cabalgar y atrás quedo la casa con su humo blanco y su perro infernal, mientras avanzaba el viento que hacia que mis oídos dolieran y empezaba ya no a soplar si no que aullar, comenzaba a arrepentirme de rechazar la invitación a quedarme en casa de mi buen samaritano. A lo lejos empezó a divisarse el rio serpenteante esos 5 kms parecían eternos y la luz del día comenzaba cada ves mas a debilitarse. La pendiente no ayudaba en nada lo mejor era el caballo, manso y su paso perseverante siempre hacia adelante, como si supiera donde iba. El viento comenzó a soplar cada vez era más fuerte y termine abrazado al cogote del caballo para guarecerme, entonces empecé a hundir mis talones en sus costillas para que se apurara ya casi no quedaba luz día y aun no llegábamos al comienzo del bosque de araucarias.
Cuando por fin llegamos al comienzo del bosque las blancas araucarias con sus ramas pesadas cayendo al suelo, ya era de noche y no era posible ver la casa de mi tía abuela pero las instrucciones eran simples siempre seguir a la izquierda. Así que seguimos la rivera izquierda por un sendero apenas marcado y empezaron a caer los primeros copos de nieve, el viento había menguado y al interior del bosque casi parecía inexistente, el rio avanzaba lento y frio, me detuve un momento entonces recordé que Don Juan. (dueño del caballo) había dejado en las alforjas una tortilla de pan amasado con chicharrones para entregar con su pésame a mi tía abuela, mientras abría la alforja note que al lado derecho había un machete en su funda, supongo es lo mejor para avanzar en los quilares en las partes de mas difícil acceso. El caballo estaba quieto a mi lado, con la paciencia de solo te la dan los años. Terminaba de comer mi pan, cuando de pronto sentí un ruido de pisadas en la nieve y el caballo se puso inquieto, me apresure en preguntar a viva voz si había alguien allí, el andar se detuvo y solo hubo más silencio el caballo empezó a respirar mas agitado. ¿sería posible que el infame perro me estuviese siguiendo ? Recordé las palabras del hombre este perro queda suelto en las noches….
Subí rápidamente al caballo y apresuré su andar, siempre por la izquierda ya había caído la noche invernal y estaba todo oscuro, por suerte también había una linterna en los pertrechos.
Avancé unos 200mts y veo un pellín que por el peso de la nieve había caído e impedía el paso, armando un improvisado puente sobre el frio rio que a esa altura no era muy profundo y solo tenia el diámetro de un arrollo, el tema no era la profundidad si no la temperatura del agua, además estaba demasiado resbaladizo con la nieve que caía. El caballo se ponía cada vez mas inquieto, lo apresuré y empezó a cruzar con dificultad sobre el árbol caído, de pronto se sintió un alarido casi gutural. justo en medio del cruce, haciendo que el caballo se encabritara parándose en sus patas traseras sobre el puente arbóreo! resbalando cayendo sobre un costado el en el agua y yo a la orilla con las costillas del animal sobre mi pierna, no alcance a ponerme de pie para agarrar las riendas cuando el caballo relinchando se puso de a galopar cerro abajo. Con la linterna amarrada a la montura perdiéndose de mi vista. Empecé a ordenar mis opciones ¿Qué podía hacer? empecé a buscar si había algo que pudiera haber caído y que pudiera utilizar, la suerte no estaba del todo perdida encontré el machete y un pedazo de pan mi pierna después del golpe de adrenalina ya comenzaba a a dolerme y empezaba a cojear. Lamentablemente la nieve impedía el paso al otro lado de la ribera y el viejo pellín se había quebrado y no me quedaban ganas de volver al agua y ser candidato a una hipotermia segura, prefería mantenerme en movimiento y quizás más arriba el arroyo se volvería más delgado y fácil de cruzar.
Cada metro que avanzaba, el camino sin embargo parecía alejarse más de la ribera y ya no escuchaba al maldito perro que había espantado al caballo y lo mas seguro es que había seguido al pobre animal pensando que yo estaba aun en él.
Seguí caminando y de pronto en la oscuridad encontré las cruces del cementerio. estaba mucho mas cerca de lo creía! lo malo es que me había alejado demasiado de la casa de mi Tía ya que quedaba exactamente en el lado opuesto.
Empezó a nevar con intensidad y el camino después de entrar al cementerio solo seguía avanzando hacia la cordillera, así que decidí de volver y aunque sea a machetazos armar un puente y cruzar ese maldito arroyo.
Llevaba 10 minutos caminando cuando volví a escuchar los pasos en la nieve alrededor mío, seria posible que el perro hubiese vuelto? el pánico se apoderó de mi, quizás estaba caminando directamente hacia él, retrocedí hacia el cementerio quizás ahí cerca también habría una casa, siempre cerca de los cementerios hay alguien que cuida; mi velocidad por el frio y por la pierna entumecida no era la misma, pero aun así trate de apresurarme. Sin embargo los pasos se acercaban pesadamente aunque más lento, de pronto pensé: el perro es capaz de reconocer al caballo por mas odio que me tuviese, había vivido un largo tiempo junto a el y lo más probable es que el caballo era aun mas viejo que el, entonces que podía haberlo asustado? el caballo también reconocería al perro y no se asustaría, y si no era el perro que había asustado al caballo?
Pensé en el machete y entonces todo estaba claro para mi: el león! tenía que ser el león los caballos les temen a los leones! entonces estaba en problemas más graves, los leones no obedecen ordenes de nadie, apresuré aún más mis pasos mientras estos pensamientos colmaban mi cabeza, mi corazón se aceleraba entonces vi el cementerio tenía que haber alguna casa cerca, los pasos pesados en la nieve seguían constantes pero lejanos pesados y constantes…..
Seguí caminando pensado que los leones son hábiles cazadores que actúan por sorpresa, no tienen andar pesado, de ser un león seguro me habría asaltado desde arriba de un árbol y solo me hubiese percatado cuando lo tuviese encima, que podría ser ese incesante andar que venia tras de mi y que asustó a mi caballo?. Seguí caminando, casi trotando, con la pierna a rastras en un extraño andar, casi instintivo como si mi memoria genética recordara esos lugares, evitando con una mano delante las ramas mas pequeñas e invisibles y con la otra cortando con el machete sintiendo la nieve que caía entre mi bufanda derretirse al contacto con mi cuerpo. Gané más confianza y apuraba el paso y ya casi no oía las pisadas, cuando de pronto un paso en la nieve sin fondo y caí en la nieve y oscuridad
Solo veía nieve y la negra noche y mis manos girando todo girando cayendo vueltas y mas vueltas tratando con mis manos de asirme de algo y detener la caída y no morir en el intento, pero no era lo que el destino tenia preparado para mi, terminé de girar y mi cabeza se detuvo en algo duro, el mundo ya no giraba pero todo daba vueltas cerré los ojos no se cuanto pensando en mi viejita, quizás la vería antes de lo que tenia pensado, quizás si el golpe no me había matado la hipotermia lo haría me estaba desvaneciendo….Mi viejita …
De pronto nos vi a nosotros nuevamente en la quinta de lonquimay comiendo cerezas recuerdos dulces y en la tarde ella arropándome en la cama diciéndome que fuera buen pichiqueche, si no el witranalwe me llevaría… el witranalwe, el muerto que no muere el muerto que camina….los recuerdos dejaron de ser dulces recordé a mi viejita horrorizada por Don Pipeño en las penumbras que se gruñía y se quejaba……mi corazón volvió a latir rápido y abrí los ojos…. estaba todo oscuro la oscuridad me rodeaba, tenia dificultadas para respirar me dolía cada vez q inspiraba profundo…. puse todas mis fuerzas en poner atención a mi entorno… trate de adivinar donde estaba…. en toda esa oscuridad, con mi mano sentí unas hojas y unas ramas aplastadas bajo mi espalda eran quilas y mi cabeza había chocado contra un pehuén gigante era selva araucana virgen, de la Ñuque Mapu (Madre Tierra), entonces volví a escuchar esos malditos pasos nuevamente, pisadas parecidas a las mías que cojeaban y se acercaban pesadamente por que cojearía acaso había caído al igual que yo? de pronto sentí otro gruñido gutural seguido del olor del cementerio. Como era posible? acaso solo había andado en círculos? contuve la respiración para no emitir ruido ¿por que aún sentía ese olor? de pronto frente a mis ojos y en la penumbra de la noche apareció un pie de un zapato viejo, me moví para salir de mi escondite ante la figura humana amistosa apenas hice el movimiento sonaron las ramas y sentí el alarido gutural nuevamente. como de una garganta cortada de un cordero de fiestas de fin de año …. y el olor de la muerte salió desde las entrañas de esa figura humana, me volví a quedar quieto…. esta vez no fue necesario mantener la respiración mi sangre se había congelado desde dentro y mi viejita me acompañaba nuevamente, witranalwe! resonaba su voz en mi cabeza con fuerza, la criatura dio otro paso, el zapato roto con los dedos de los pies visibles, sopló un viento que despejó en el cielo las estrellas y la luna menguante iluminaron ese calzado roto con fuerza y claridad, la piel era mortecina y negra por la descomposición en frio… es por eso que el perro de Don Juan era tremendo y feroz, es por eso que había un machete en la alforja es por eso que habían cosas peores que los leones en la montaña, witranalwe! volvió a repetir en mi cabeza mi viejita….
Estaba atrapado que podía hacer, herido inmovilizado y acorralado por una criatura inmencionable e inverosímil de pronto mi cuerpo volvió a recordar que no estaba congelado y exhale aire, ese ser volvió a sentir mi presencia esta vez con la furia de quien no le teme a nada por que ya había derrotado al terror definitivo, la muerte misma, se había acabado el juego del gato y el ratón, empecé a arrastrarme en sentido contrario a la criatura entre las quilas como cual conejo acorralado mientras se doblaban tras de mi las ramas sintiendo su presencia más y más cercana cuando siento una fría y esquelética mano que sujeta mi pierna, grité, rogué por auxilio sentía el olor a muerte junto con su mano arrastrarse por mi pecho tratando de alcanzar mi cuello, oriné en mis pantalones y cuando ya no podía ser peor sentí acercándose más pesados pasos hacia mi, pero no eran 2 pasos eran 4 acaso todo el cementerio se había levantado esa noche de luna menguante? miré hacia abajo para ver a los ojos a la muerte y vi solo cuencas de un cráneo descompuesto sin ojos solo los nervios ópticos colgantes, una boca con piel descompuesta y negruzca que se abalanzaba impertérrita masticando el aire buscando ya no mi cuello si no mi rostro solo deseaba que todo acabara pronto cuando los 4 pasos nos alcanzaron fin y otro gruñido surgió pero este no era gutural y tampoco desconocido, era el perro infernal de Don Juan si ese perro que había odiado y temido vi como se clavaba en el pie de mi cazador y lo arrastraba fuera de mi madriguera volvió a soplar el viento y todo se volvió mas oscuro sentí los gruñidos de ambas criaturas batallando y luego un silencio… otro silencio sepulcral, cuando reuní fuerzas para atreverme a mirar que había pasado afuera sentí el crujir de las ramas nuevamente y que algo se arrastraba nuevamente esta vez seria el fin…. me entregue a mi destino cerré los ojos y perdí la conciencia…
Lo siguiente que recuerdo es escuchar el seco ruido del golpe del casco del caballo sobre la nieve y la voz de Don Juan llamando por mi nombre sentí tibieza en mi cuerpo abrí los ojos esperando estar en otro lugar pero ahí estaba en una mata de quilas y el perro de don juan echado a mi lado, me había salvado, me había salvado de la hipotermia! Había quedado inconsciente todo el tiempo después de la caída? había sido todo un Peuma (sueño)…..Don Juan encontró las marcas en la nieve de su mascota y me saco fácilmente de las quilas, tenia una costilla rota y la cara rasguñada dijo: “pucha amigo que la saco barata casi se mata en esa caída por la quebrada mas encima las quilas le dejaron la cara marcada” si -repliqué- las quilas, las quilas Don Juan ahora lléveme por favor donde mi abuela voy a darle las gracias por salvarme la vida….
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