EMOCIONES EDITADAS

Desde que estuvimos cerca de una Kodak, empezamos a tener nuestro “momento emotivo editado”. Ni hablar de las polaroids, la ansiedad se borró de un plumazo, ahí, in situ, el momento emotivo ya estaba editado y apreciado.

El portador de la cámara iba pidiendo a todos que se juntaran para la foto y/o recibía varios “me/nos sacás una foto?”. Y así iba la vida.

Luego (acá depende el target al que cada uno pertenece) aparecieron las filmadoras. Sus portadores eran Fellinis de entre casa, buscando el mejor ángulo, la mejor luz.

No debemos olvidar a los que deseaban compartir sus viajes con el resto de los mortales, durante eternas horas con diapositivas, álbumes y videos hacíamos nuestro vuelta al mundo en 80 días o vuelta al día en 80 mundos.

Todo cambió con la llegada de los dispositivos que son parte de nuestro cuerpo, una extensión de nuestro brazo. Las emociones y las expresiones artísticas a un touch.

Vamos sacando fotos, filmando todo lo que nos rodea, compartiéndolo con todos. Un texto de wasap resuelve incómodos saludos telefónicos, acerca a los que quieren acercarse y aleja a los que desean alejarse. Todo editado, bien prolijito y lindito.

Palabras mayores son aquellos que editan videos, la culminación de la emoción lista para consumir. Las imágenes pasando, acompañadas de una música ad hoc, resuelven cualquier situación.

Lo único que hace falta es emocionarse, y si no, un videíto bien armado lo soluciona. Una sonrisa o una lágrima no se le niega a nadie.

Etiquetas: relato corto

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