Anoche cené con unos amigos en casa, típica cena acompañada de vino, música y una buena conversación. Durante la cena tratamos diferentes temas: cine, viajes, moda… entre todos ellos, nos detuvimos un instante a opinar sobre un restaurante delicioso de un pueblo vecino que mis amigos habían visitado la noche anterior. Todos conocían ese lugar menos yo, o eso creía.
Insistieron en hacerme recordar, resulta que ese restaurante estuvo durante años en mi localidad, hasta que finalmente lo traspasaron, y sí, haciendo una exhaustiva búsqueda en los archivos clasificados como recuerdos almacenados en mi memoria, de repente lo vi, nos vi, me vi.
Allí estábamos todas, mis 7 amigas y yo, hace aproximadamente 10 años. Que graciosas estamos, y que pequeñas, nuestros apenas 20 años nos hacían sentirnos tan adultas, tan poderosas, tan felices. Juntas nos comíamos la cena, el mundo y todo lo que se nos pusiera por delante.
Juntas podíamos con todo y nada podía con nosotras. Nos estamos riendo, riendo sin parar, nos veo, nos recuerdo perfectamente. El camarero acaba de limpiar la mesa con un trapo que huele raro y eso unido a nuestras estúpidas teorías de la providencia de ese asqueroso olor nos hace reír a carcajadas. Prometimos no volver, y aunque la comida nos encantó y pasamos un rato agradable, aquel extraño olor nos obligó a cumplir nuestra promesa.
Me estoy levantando, creo que voy al baño. Dios, esa falda ¡me encantaba!, y que rara me veo con ese corte de pelo…Una de ellas se levanta, viene conmigo, nos cogemos la mano y caminamos sonriendo… otra de mis amigas está bromeando con el camarero, las risas se escuchan hasta en el baño.
¿Quieres un poco más de vino? Me dice mi chico. Esto me hace despertar de mi recuerdo.
Miro a mi alrededor, siento un extraño escalofrío que intento apaciguar con un pequeño trago de vino, parece que he viajado en el tiempo y la resaca emocional me golpea con fuerza. Ya no estoy rodeada de mis amigas de siempre, la increíble conexión que nos unió durante largos años inexplicablemente se rompió, nos dividimos, nos separamos. Lo que en ese recuerdo era ciegamente impensable, pasó.
Estoy cenando con nuevos amigos, me siento feliz, pero es diferente. Tampoco tengo esa sensación de PODER, de sentirme poderosa y que puedo con absolutamente todo; curioso, ¿no?, una década después, diez años más de vida y me siento más pequeña e insegura.
Me pregunto ¿por qué será? Y mi mente, que fluye veloz, comienza a mostrarme respuestas a través de palabras explícitas que van apareciendo como flashes, en forma de diapositivas: madurez, responsabilidades, problemas, dificultades…
Bueno ¡ya está bien!, regaño a mi mente mentalmente, válgase la redundancia, quiero seguir con la cena… Ya está, esto es todo, un bonito recuerdo muy bien archivado entre otros miles que imagino que a lo largo de la vida irán apareciendo, al escuchar una canción, al ver una película, al visitar un lugar o en conversaciones y momentos inesperados.
Recuerdos tan mágicos que apareen en forma de estrella fugaz cuando menos lo esperas y te hacen vibrar reviviendo emociones, sensaciones y sentimientos casi olvidados.
Cuanto te ocurra, pide un deseo.
FIN
OPINIONES Y COMENTARIOS