Me gusta el silencio
Me gusta el silencio
refresca el cansancio
calienta el pensamiento
escaso, buscado,
escondido en el tiempo.
Me gusta el silencio
me recuerda quien soy
soy más que ruido
soy más que palabras
pues sigo siendo
en el silencio.
Me gusta el silencio,
el silencio de la luz
el silencio de un abrazo
el silencio alegre de unos pasos
el silencio de una sonrisa
de un poema arrojado
cual piedra en aguas tranquilas
deja ondas
y sana.
El murmullo constante
Los segundos
al sucederse
se golpean
sutil, pero constantemente
y crean un rumor continuo
un zumbido de tiempo
que suena y resuena
al golpear mi conciencia.
Además están los gritos
recubriendo los segundos
cristalizando en bullicio
en gestos vacíos,
miradas baldías
indiferencia y soledad.
Hay gritos externos
y gritos de las entrañas
que no se oyen
pero no cesan,
silenciosos,
constantes.
Además hay palabras,
a veces muchas
a veces demasiadas
palabras que se convierten
en información sesgada
cotilleos y mentiras
arrojados con colores y música
en sucesión continua:
propaganda de una cultura ruidosa.
Los segundos, los gritos, las palabras
se acumulan, aturden
y mis ojos se vuelven
de acá para allá
confundidos, cansados
y mis pasos los siguen
y mi mente se adormece.
El ruido que me golpea
el ruido me arrulla
es el aire que respiro
y en su ausencia…
No tengo tiempo de buscar
en los laberintos del silencio
o no tengo silencio para buscar.
El ruido me aturde.
El ruido…
Tengo miedo del silencio
de no no encontrar la salida
de constatar esta debilidad
silenciosa
constante
que se oculta tras el ruido.
Quiero caminar en el silencio
escuchar mis pasos
solo mis pasos
para saber que avanzo.
Quiero caminar.
Por eso arranco de mi interior
balas de dolor y esperanza
y a cañonazos,
hago un hueco en el tiempo
para que los segundos
se vuelva silenciosos
durante un instante
y callen los gritos
y se apaguen las palabras
solo silencio
dulce silencio
doloroso silencio
un instante
para ver el camino
para escuchar otras palabras
y raspar el ruido oxidado
adherido a las arterias
y así, poco a poco
poder avanzar
ensanchando el hueco
de este laberinto
con uñas.
A mordiscos.
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