Suspiro ante el lienzo, rubrico con matices en rojo, 

nada más por trazar, la obra queda al fin;

soltar amarras y dejarla ir, no hay aromas, ni sonidos, 

escucho el sollozo de mi propia alma.

Retengo la imagen en mi retina, me alejo,

recuerdo cómo empezó todo, ir más allá era el reto,

hoy todo queda en silencio, la inspiración descansa inmutable,

pierdo la imagen que retuve, ha dejado de ser mía.

La enamoré, la seguí, cautive sus formas,

entretejí el hallazgo como un bien preciado,

encontré magia donde no la había, viví el momento, 

entregue a la inspiración todo mi talento.

Nada es más triste que abandonar un sueño,

para comenzar de nuevo, para reconocerme sola y sin aliento,

el viento me envuelve en hojarasca, olor a eucaliptos,

mis sentidos se duelen por el aroma perdido.

Entre los mares que deje por atrevidos, estalla el recuerdo,

salitre húmedo, guijarros filosos que cortaron mi paso,

fue bueno tener ese instante solo para mi deleite, 

el pequeño navío de madera, su peso en el agua.

Esa espuma ingobernable que traté de imitar

con pinceladas suaves cuando arremetía furiosa, esquiva,

encerrar en un lienzo a la libertad mas salvaje,

dejarla a la deriva de los tiempos.

Hoy solté amarras y me retiro en busca de lo nuevo,

de ese encantador y sosegado espacio que no conozco,

donde otro paraje nutra el desaliento de mi lienzo blanco,

otra paleta de nuevos matices, esos que aun no reconozco.

Dame tiempo para encontrarte, para volver al juego,

para nutrir tu espacio de nuevos retos,

has que mi aliento se detenga de nuevo,

sorprenderme con la magia de tu encanto.

Sólo entonces habré vivido de nuevo,

reconociendo que habré de perderte,

no sin antes vestirte de soles, amaneceres y noches sin termino,

centrando todo lo que soy en tus parajes.

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