UN VIAJE SIN VISTA

UN VIAJE SIN VISTA

SARA ISABEL

24/08/2020

Papá ¿A dónde vamos? – le pregunta mientras saca su muñeco de peluche del morral.

Es una sorpresa, te va a encantar – le dice su padre mientras le ajusta el cinturón.

Manuela abraza su mascota y se acomoda bien en su silla disponiéndose a dormir, pues será un largo vuelo. Trata de conciliar el sueño, pero su ansiedad de saber cómo es la tierra de sus abuelos, la despierta nuevamente.

Pero, papá cuéntame más sobre ese lugar hermoso donde naciste y luego tuviste que abandonar– insiste, mientras coloca a un lado a su conejito sin darle importancia alguna.

Hija, en el instante que tú llegas, sientes su calidez. La gente es amable, son excelentes anfitriones. Si tomas un taxi, el conductor te saluda amablemente, te pregunta por toda tu vida, te da recomendaciones que hacer en esa bella ciudad, te regala su número de teléfono por si necesitas algo. Todos quieren que seas feliz durante tu estancia – Le comenta con una gran sonrisa.

Y ¿de qué color es ese lugar? – le pregunta a su padre mientras saca su paleta táctil de colores del bolso.

De muchos colores – le responde tomándole la mano para guiarla por la paleta– su gente se viste con prendas alegres, rojo, naranja, amarillo; sus calles tienen árboles frondosos que se mantienen todo el tiempo de color verde, igual que sus flores – sus dedos pasan por el color violeta, rosado, y le enfatiza – como también su cielo azul no cambia, y por esos bellos colores la llaman la ciudad de la «Eterna Primavera».

Me gusta mucho la primavera, es mi estación favorita, no hay frío, no hay calor, el aire es suave y el viento te acaricia el rostro – le dice Manuela mientras suspira.

Sí, ¡así es mi ciudad! – manifiesta su padre y su mirada se queda en el infinito.

Y ¿a qué huele? – le interroga mientras se toca su nariz.

Huele a esperanza, a tenacidad, a transformación, huele a calma – le responde muy orgulloso.

No entiendo, el otro día me dijiste que esa ciudad tenia olor a violencia – recalca Manuela.

Bueno, fue hace unos años. Pero quienes habitan la ciudad decidieron cambiar ese olor, por uno que les diera esperanza, y con su verraquera y empuje lo lograron – Se lo dice subiendo su tono de voz con la intención que los otros pasajeros escuchen.

Papá, ¿y a qué sabe? – Se lo pregunta casi suplicando que no la callara.

Sabe a fruta, a café, a papa, a frito – le contesta mientras se saborea – No hay nada mejor que una empanada, o si deseas algo más fuerte te comes una «Bandeja Paisa».

«Bandeja Paisa» – ríe Manuela – y ¿qué es eso?

Ya la probarás – Le promete y le explica – Es una mezcla de todos los sabores:, es un plato que viene de nuestros tatarabuelos, con abundante carbohidratos y proteínas, que luego podían salir a trabajar la tierra todo el día sintiéndose fuertes y vigorosos.

Hija debes de dormir un poco, para que puedas luego disfrutar esas maravillas que te estoy contando – Y le acomoda su muñeco en sus brazos.

Sí papá, pero estoy un poco preocupada – vuelve y se endereza en la silla.

Dime hija ¿qué sucede? – le pregunta inquieto por su comentario y le acaricia el pelo.

Los abuelos… – hace una pausa y se siente su melancolía – … ¿cómo los voy a reconocer? Ellos nunca me han visto y yo no he palpado su rostro.

Mi amor
– le habla suavemente para tranquilizarla – ya tendrás la oportunidad de descubrirlo, de sentir cada una de sus partes, de oler su cabello de vejez, de sentir las arrugas de sus manos y de su cara.

¿Ellos saben que no los puedo ver? – le pregunta con voz entrecortada.

Hija, ellos saben que tienen una nieta adorable y que desde pequeña ha visto mucho más allá que todos nosotros. – La arropa con su manta y le insiste– Ya hija duerme.

Papá y cuando estemos allá, ¿qué haremos?, te juro que es la última pregunta – Se lo dice suplicándole.

Visitaremos lugares hermosos en los cuales podrás percibir el aire en sus parques, montar en su maravilloso transporte público y viajar encima de las montañas y sentir que vuelas hacia lo más alto de la ciudad; escuchar los más variados sonidos de aves; comer frutas en cada esquina, ir a museos y allí te contarán como grandes artistas crearon sus obras; salir con bellas personas que te contemplarán como una reina, disfrutarás la noche, la música y sus conciertos – le responde su padre emocionado.

Papá ya quiero llegar – Y se acomoda para dormir.

Dulces sueños, ya pronto todo lo que te he contado lo sentirás – y la besa en la frente.

¿Cómo se llama ese lugar encantado que me espera y dónde queda? – pregunta somnolienta.

Se llama Medellín, hija, y queda en Colombia– Y suspira profundamente.

Manuela duerme plácidamente y empieza a recrear imágenes de esa bella ciudad y país, ¡a la cual llegará en unas horas!!

Fuente videos: #bocadillo

«Video promocional Medellín, Colombia» :

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