El aleteo en el aire de una gaviota
la prisa en sus ojos para vencer la rapidez del vendaval que la cerca
las nubes formando murallas de agua en el cielo
el aroma a humedad cayendo a pedazos sobre las calles solitarias.
En esta ciudad donde viviste
aun se escuchan las olas agitadas contra una vieja barcaza
mientras los peces en medio del océano
traen mensajes de lejanos naufragios.
El olvido fue como una mancha de tinta sobre papel blanco
desdibujando las palabras sin escribir
que daban nombre a los recuerdos
así como el mar se lleva poco a poco
la arena donde se hunden los pies sobre la playa
al final sólo quedó una sensación de vacío donde hubo memoria
una empecinada resistencia contra ese lento extravío del pasado
que se transformó en una tranquila añoranza.
Extraño ese abrazo tuyo que me curaba de miedos acurrucado en tu regazo
hacer las tareas a tu lado escuchando el martilleo de la máquina de coser
la sonrisa en tus ojos cuando escuchabas un currulao
y tu voz llamando desde el balcón cuando era hora de acostarse.
Extraño tu compañía el día que abandoné una ciudad blanca
encima de una carretilla tirada por dos caballos
donde llevaba mis pertenencias para nunca regresar
y cuando el silencio llegó a tu rostro fue tarde para decir
cuanto te amaba y cuanto de lo que soy
fue fruto de tus desvelos y tus cuidados.
Ahora quedan estas palabras de homenaje
que solo puedes leer en mi corazón
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