Olía a su loción. Hizo que mis sueños se confundieran. Abrí los ojos, respire aire fresco, seguía ese olor que lo distinguía, sentí a alguien a lado mío, me acariciaba el cabello, supe que era el, jamás olvidaría la calidez de sus caricias, susurré su nombre, el me dijo al oído un «Te amo». Me cobijó, voltee para asegurarme que era él, en cuanto vi sus ojos hinchados y debajo de sus ojos esas ojeras que siempre tuvo, me solté a llorar y lo abrace, sentía que el corazón me iba a estallar, podía contar las gotas de lluvia que resonaban en mi ventana y volví a ver luz en mi. Su presencia era lo único que necesitaba para sentirme tranquila. Lo bese desenfrenadamente y sin decirle una sola palabra supo que lo amaba como la primera vez que lo vi. Hicimos el amor con tan solo volvernos a mirar después de tanto tiempo. Volví a sentirme viva y dueña de mi propio ser.

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