se me había ocurrido levantar la cabeza, era de noche y de repente lo hice. tal vez costumbre, no sé. pero si tuve que tropezar con algo hoy, ha sido con la luna. es redonda, con relucientes destellos que se infiltran a través de mis pupilas y está desnuda ante las fauces de la oscuridad. es luna llena. escucho que me llama, que debemos de hablar; ella y yo, porque la compartí con alguien que ya no está conmigo. así que decido tomar una chaqueta, salir por aquella puerta de metal que me separa de las calles donde los sueños se pierden (porque yo me quiero perder para volver a encontrarme) y claro, sin olvidar mi calzado deportivo.
camino ensimismado, absorto de lo que sucede a mi alrededor. de vez en cuando la volteo a ver, tan solo unos segundos para no errar mis pasos. continúo hasta que soy capaz de divisar el parque común, entonces agarro una gran bocanada de aire antes de ponerme a correr como loco. cruzo una calle, luego la entrada y unos cuantos árboles cubiertos con una fina capa de opacidad. mientras soy presa de reacciones químicas por todo mi cuerpo, comienzo a alojar un nudo dentro de mi garganta. disminuyo la velocidad tan pronto como llego a una banca y me siento sobre ella. me encuentro respirando por la boca, el sube y baja de mi pecho no logra tranquilizarme, los latidos frenéticos de mi vapuleado agarran un ritmo que no logro controlar y el engorroso nudo sube como un gusano arrastrándose por mi cavidad para quedarse muy dispuesto entre mis ojos y mi nariz. pero prefiero guardarme las lágrimas.
vuelvo a levantar la cabeza…me roba la respiración. mantenemos una charla que poco a poco me va sacando varios suspiros. yo le confieso que es triste verla, que me instala recuerdos lacrimosos, y también le pregunto si no ha visto por ahí el pedazo de mi corazón que obsequié sin cuidado.
estática, otea mis ojos; con parsimonia en luces me dice:
esa pequeña parte de ti ahora se ha ido, no la necesitas a tu lado. tienes que dejarla ir.
tenía razón. esa pieza ya no la podré recuperar, pero sí puedo hacer una nueva; una grande hecha de pequeñas cosas, como las minúsculas.
izo el rostro. me robo una enorme bocanada de aire y comienzo a soplar a la luna; como las velitas de un pastel o soplar para curar la herida. el deseo que le pido se hace realidad si cierro los ojos, es lo que hago.
vuelvo sobre mis pasos, pequeñas migajas, traigo los dedos cruzados, ¿besándose? ojalá que sí se cumpla, ya quiero empezar a amarme.
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