No esperaba tus ojos,
acogedora soledad arropaba
mis tardes de pinceles y lecturas,
el silencio nutría sabio mi descanso,
el deseo camuflado en baile de mariposas…
El tiempo reinventaba ilusiones
distintas al amor.
No esperaba la infinidad de tu mente,
la danza de tus manos,
apremiaba un reencuentro
con mi esencia, con mi voz,
con la paz de no buscarte,
de no soñar despierta algún nombre,
la fortuna de reconciliarme con un
camino en solitario.
¿Te quedarás?
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