Donde se zambullen las montañas rocosas del bosque de Bennett, en el lago descrito como fría muerte, sentado allí donde estoy, en una boscosa isla donde las garzas y esos pájaros verdes al aletear despertaban eufóricos cada mañana, acompañando al soñoliento, audaz y solitario Hombrecillo del agua. En silencio y taciturno pensé: todo esto me trae buenos recuerdos; este era mi lugar, eso dije, eso pensé, eso pasó por mi mente en un pasado cuando todo era crédulo.
Aquí he ocultado ya por nueve días y nueve noches contadas, nuestra tinaja repleta de bayas, y de las cerezas robadas más vivas en su esplendor. Allí es un espacio sosegado de malos comentarios y solo; vivo en los más hermosos cantos, apacible y descansado.
Yo elegí quedarme aquí por solo cuatro noches más, pues hacia el mundo he de marchar, mi descanso aquí ha terminado. Libertad se da solo cuando se queda libre del sosiego. Hay más llanto en este siglo del que se puede entender, y, sea quien sea que fuere, estará escrito sin faltar en estas páginas continuas.
Las oscuras arenas con sus grandes brillos esmeradamente me permiten fluir al caminar; aunque todo parezca largo. Y documentar ampliamente lo cotidiano del ahora. Pues todo lo que hago es para participar atrevidamente y con ello, ser el absoluto Rey salvador del terreno que mi Dios, con su pecho busca cuidar.
Cerca del espumoso camino al palacio, corren unas plácidas vías de agua que hacía el sur del Río ancho han de llegar; Allá estaré en cuatro días contados y acreditados, puntual, esperando ansioso el papel que me hará por fin, ser el único Rey sin pecado en el mundo.
—Para esto me preparé en soledad. —
OPINIONES Y COMENTARIOS