Recuerdo los paseos por tu cuerpo inquieto,

Esos labios como brazas de leña seca,

Donde se quemó mi alma.

Las dudas se quedaron en tu pelo alborotado,

camine por tu cuerpo como expedicionario,

con sed, bebí de ti

hasta la médula de tus huesos.

Tus ojos me encaminaron a la vida de labios,

al perder la razón.

Sirviente de tus pequeños deseos

que esclavizan la vida mía.

Y no rezongo por eso, me falta tiempo de ser tu amado.

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