Formación, cultura y hermenéutica: de Hegel a Gadamer
Según el texto afirma Gadamer que “la verdad se da empalabrada, es decir, canalizada por el lenguaje” (Conrad Vilanoud, Pg. 221) y el lenguaje siendo una manifestación necesaria del hombre para vivir en sociedad a través de la comunicación, se convierte en un medio para la cultura que en términos hegelianos podrían considerarse como: bildung, geist y freiheit, es decir, formación o devenir, espíritu o razón y libertad o derecho absoluto. Estos tres términos se reducen a la esencia de la vida histórica del hombre que muestra su devenir incesante buscando ser auxiliado por la libertad a través de la razón. Por tanto, los términos vida, experiencia y formación pueden ser tan análogos como la unidad de estos conceptos. Es decir, la vida se podría afirmar filosóficamente como un ser en existencia que se transforma a través de aquella circunstancia imaginaria del hombre -pero necesaria- que suele llamarse tiempo, por tanto esa transformación de la vida en su devenir histórico trae consigo consecuencias naturales dominadas por la naturaleza ajena a la praxis del hombre y por otro lado consecuencias de la praxis del hombre dominado por las pasiones o por la razón. Pues esa circunstancia binaria del hombre del mundo empírico y el mundo racional trae consigo un mar de experiencias en el transcurso histórico. Por tanto, si el hombre histórico se torna abstracto respecto a las circunstancias necesarias de la realidad y actúa de acuerdo a sus necesidades a través de la irracionalidad es decir, lo meramente empírico, el concepto de cultura que trata de afirmar Hegel, se rompería en la historia mostrándose así una abstracta forma de ella. Pues la idea de la ‘bildung’ debe propiciar “el retorno de los valores” en la humanidad (Ibíd. Pg. 205) como lo muestra el “idealismo de corte platónico” (Ibíd.). Esa idea humanidad remite a “un proyecto de cultura general humana que no excluye la individualización, sino que justamente la exige” (Ibíd. 206) pues se trata de la unión de aquellos “valores objetivos y la individualidad adecuadamente formada” (Ibíd. 207), es decir, los valores objetivos son aquellos establecidos en el mundo absoluto de acuerdo a las necesidades de la humanidad y la individualidad adecuadamente formada es la libertad del hombre por el derecho. Pues “no se limita al mundo individual de vivencias del hombre, sino que quiere, también atender a sus relaciones sociales y a las conexiones objetivas espirituales de los tipos más diversos” (lo teorético, económico, político, estético, social y religioso). De modo que siguiendo la propuesta gadameriana de la hermenéutica del lenguaje como recurso pedagógico, pues las nociones de bildung, geist y freiheit deben abrirse a un mundo de valores de una manera teleológica. Es decir, la pedagogía debe inclinarse a lo dialógico y la lectura, es decir una practica hermenéutica “basada en el arte de comprender y hacer comprensible las cosas” (Ibíd. 217) -lo que muestra la paideía platónica respecto a la mayeútica-. En otras palabras la pedagogía hermenéutica debe perseguir la bildung teleológicamente hacia la educación como un proceso de educarse. Por tanto, el lenguaje representa el medio por el cual debe llevarse tal objetivo,
“-Gadamer afirma que vivimos dentro de unas tradiciones que heredamos- que cultiva el uso de la palabra, porque justamente, en la palabra, se encuentra el secreto de la transmisión de la cultura humana. “siempre que vivimos algo, siempre que superamos lo extraño, siempre que se producen iluminaciones, conocimiento, asimilación, se realiza el proceso de inserción en la palabra y en la conciencia común”.
Ante el peligro que representa un mundo tecnológico que reduce la educación a una simple estrategia que busca el éxito y no la verdad -tal como formuló Lyotard-, la hermenéutica nos ofrece la posibilidad de repensar la Bildung a la manera de un juego abierto de interpretaciones” (Ibíd. 218). Pues se trata de un juego dialectico entre el educador y el educando en el marco de la lectura, la interpretación y el diálogo. El lenguaje es pues “la condición y límite del pensamiento”, “el juego desarrolla la capacidad de escuchar pensando que el otro puede tener razón, confiriéndose, así, al pensamiento una dimensión dialógica, reflexiva y crítica” (Ibíd. 219). Y como al decir de Hegel a lo largo de todas sus obras a decir la fenomenología, filosofía del derecho, entre otras, esa formación es siempre individual, conllevado por un impulso externo que es el de la objetividad, pero es el sujeto el que se autoforma por medio de su voluntad, “para la pedagogía hermenéutica la formación tiene algo de personal e individual, es decir, de autoformación, actitud que se canaliza a través de un proceso de autointerpretación que siempre permanece abierto a nuevas comprensiones” (Ibíd.).
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